May 14, 2024 Last Updated 8:28 PM, May 13, 2024

Escribe Martín Fú

El gobierno nacional continúa extendiendo el aislamiento social. Pero con cada nuevo plazo se “oxigena” y flexibiliza la cuarentena. Cada vez más actividades se van abriendo y se suman miles de trabajadores a sus puestos de trabajo. La cuarentena, se va “disolviendo” para volver a la producción, junto con la apertura masiva de industrias y comercios. Mientras tanto, y en particular en el AMBA y en el Chaco, los números de contagiados nos indican que todavía no hemos llegado ni siquiera al pico de la pandemia.

El presidente Alberto Fernández dice estar preocupado y deslizó la posibilidad de volver a la primera fase. Fernández, Larreta y Kicillof se tiran la pelota y hasta culpan a los mismos vecinos de “no cuidarse”. Pero hasta el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, se contagió y sonaron las alarmas entre los funcionarios.

Tenemos que ser claros: La cuarentena pierde fuerza por dos motivos. El primero es que, más allá de las conferencias de prensa, el gobierno nacional -primer responsable- y los gobiernos de la provincia de Buenos Aires (Kicillof) y CABA (Larreta) le ceden todo el tiempo a las presiones de las patronales y autorizan más y más aperturas, obligando en cada caso a miles de trabajadores a movilizarse hacia sus trabajos, con el consiguiente riesgo de contagio también en los medios de transporte.

El segundo motivo es la imperiosa necesidad de salir a “ganarse un peso” de decenas de miles de sectores populares que ya no tienen que comer. Por eso el crecimiento exponencial de los contagios viene teniendo como epicentro a los barrios más humildes y marginados de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, que nuevamente muestran lo vulnerable que es vivir en la pobreza. En CABA, la Villa 31 de Retiro y los barrios de Flores, Lugano y Villa Soldati están a la cabeza. En la provincia de Buenos Aires Villa Azul e Itatí en Quilmes, y Don Torcuato y Tigre en zona norte, son las que poseen más personas afectadas. El hacinamiento, la falta de agua potable, las carencias históricas en infraestructura, la precariedad e informalidad laboral de sus vecinos hacen que los más humildes sean los principalmente expuestos al contagio del Covid-19. La pobreza, muy a pesar del “olvido” de los gobiernos, es un factor de riesgo del que no quieren hablar.

Los trabajadores de la salud siguen siendo la población laboral con más contagiados, 10% de la masa total. El virus no discrimina entre quienes trabajan en el sistema de salud pública o en el de la privada, ambas denunciadas por los propios trabajadores, quienes siguen reclamando insumos esenciales que, en muchos casos, ellos mismos compran, al no recibir barbijos o desinfectantes de parte de las clínicas, los sanatorios o los hospitales. Los geriátricos siguen siendo el eslabón más débil, donde nuestros viejos se contagian.

El sector industrial, que como dijimos más arriba viene “normalizando la producción”, no es ajeno a los contagios. Las patronales desde marzo vienen presionando para liberar la mayor cantidad de ramas de producción y no han invertido un peso en desarrollar y aplicar un protocolo ante el Covid-19. El Sutna paró por los infectados que hay en FATE y por el incumplimiento del protocolo de seguridad. Mondelez Pacheco tiene al turno noche con una gran cantidad de trabajadores con Covid-19. Los empresarios, ávidos de que todos vuelvan a sus puestos, no garantizan las condiciones mínimas y necesarias de higiene y seguridad, al mismo tiempo que aplican rebajas salariales, mientras la burocracia sindical mira para otro lado a pesar de las denuncias. La amenaza de no pagar el aguinaldo, o de hacerlo en cuotas, es otro de los temas que se viene instalando en los últimos días, como si los trabajadores no tuvieran motivos para preocuparse o acrecentar su bronca ante el riesgo de contagio que involucra tener que viajar en el transporte público en medio de la pandemia, o estar en el lugar de trabajo, donde día a día los casos positivos van creciendo.

El problema central, entonces, no es el running, más allá de lo discutible de la medida tomada por Larreta que provocó que miles salieran a correr por las calles porteñas. O las irresponsabilidades de algunos pocos que rompen la cuarentena sin motivo, hecho que también hay que repudiar.

Seguimos insistiendo: estamos por una cuarentena sin hambre ni despidos. Para poder garantizar esto hace falta más dinero para salud e infraestructura. Desde Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad proponemos que sea sobre la base de un fondo de emergencia que proceda de un impuesto especial a los grandes grupos empresarios nacionales, las multinacionales y el no pago de la deuda externa. Hay que priorizar el presupuesto para salud, con salarios dignos para sus trabajadores y que no falten insumos. Otorgar 30.000 pesos a los que menos ganan, alimentos para quienes los necesiten y condiciones dignas para los barrios más postergados. Prohibir efectivamente despidos y suspensiones y que no se rebajen los salarios. Que la crisis la paguen los patrones, no los trabajadores.

Escribe Claudio Funes

El 10 de junio, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, anunció que se busca fortalecer el sistema de salud privado para hacer frente al pico de contagios que se espera en julio.

Para ello, el gobierno meterá sus manos en el Instituto Obra Médica Asistencial (IOMA), la obra social de los empleados públicos bonaerenses. Le robará 400 millones de pesos mensuales para sostener sueldos y gastos del sector de la salud privada. Rescatará a los mismos capitalistas que cobran aranceles por encima del IOMA y que año tras año obtuvieron ganancias millonarias.

Junto con el ministro de Salud Daniel Gollán, Kicillof anunció cínicamente la “integración” de los sistemas de salud público y privado bonaerenses.

“La pandemia golpeó al sector privado y llevó a las empresas a un estado de insostenibilidad”, dijo Kicillof,  y continúo: “No nos podemos dar el lujo de que en medio de una pandemia las empresas empiecen a quebrar”.

Nuevamente el doble discurso para hacer pasar una verdadera estafa a los trabajadores que profundizará el vaciamiento del IOMA.

Con total impunidad, el gobernador se justificó manifestando que el dinero sale del “ahorro” realizado por el instituto. Lo que afirma es una falacia, ya que una obra social no es una empresa, no debe tener superávit, debe mejorar permanentemente sus servicios. No es ahorro, es subejecución del presupuesto.

Es el mismo Kicillof que no tuvo empacho en pagar 250 millones de dólares a los buitres con el dinero de 280.000 docentes, a quienes no les abonaron el porcentaje de la cláusula gatillo correspondiente a diciembre. 

Según datos oficiales de 2019, el IOMA tiene más de 2.6 millones de afiliados. Con el 4,8% del sueldo que aportan los trabajadores afiliados y otro 4,8% que paga el Estado como empleador, el presupuesto de 2019 superó los 53.000 millones de pesos. Como se puede apreciar, no es dinero del Estado, es de los trabajadores afiliados.

Con tamaño presupuesto, las prestaciones deberían ser de excelencia. Pero no es así, el estado provincial, en vez de actuar como simple agente de retención, dispone del propio dinero de los trabajadores a su arbitrio. 

La obra social viene sufriendo, desde hace años, un  grave deterioro en sus coberturas. Redujo las prestaciones y pone trabas burocráticas para dificultar el acceso a tratamientos. Adeuda pagos a profesionales que, como consecuencia, dejan de atender a los afiliados.

Se demoran las internaciones, se rechazan solicitudes, tardan meses para autorizar tratamientos oncológicos, de diabetes y enfermedades autoinmunes que, en el marco del aislamiento, agravan todas estas situaciones.

El vaciamiento del IOMA no es de ahora, es una política permanente que han llevado adelante todos los gobiernos peronistas de la provincia, incluyendo a Vidal, y ahora a Kicillof.

Se replica la política de Alberto Fernández, les quitan a los trabajadores para subsidiar a los capitalistas.

Esta política vaciadora y criminal que se traduce en la muerte de compañeras y compañeros es acompañada desde hace años por la burocracia traidora del Frente de Unidad Docente Bonaerense y, principalmente, por el Suteba de Roberto Baradel.

Desde Izquierda Socialista reclamamos que los fondos del IOMA estén al servicio de sus afiliados y que cubran todas las prestaciones médicas que hoy se les niegan, y que el instituto sea administrado solo por sus trabajadores y afiliados. 

Oponiéndonos por el vértice a la política de Kicillof, afirmamos que para luchar eficazmente contra la pandemia  es necesaria la creación de un fondo de emergencia que se financie con un impuesto a las grandes empresas, bancos y multinacionales, sumando a esto el no pago de la deuda externa. Junto con esta medida se debe nacionalizar la salud privada para que el Estado pueda integrar y centralizar de verdad todos los recursos disponibles para que no falte una cama ni un respirador.

 

 

Escribe Diego Martínez

Mucho se habla en estos días a través de los medios de comunicación de que en el gobierno habría dos alas. Una “moderada”, y otra “radicalizada” representada por los dirigentes más allegados a Cristina Kirchner y a la centroizquierda. Según esta lectura, este  sector “más progresista” sería el que habría propuesto un impuesto a las grandes fortunas, que todavía sigue sin presentarse en el Congreso, y que no se sabe en qué va a terminar.

Pero la realidad es que para el común de los trabajadores no hay “alas” que valgan. Crecen las suspensiones y los despidos, se rebajan los salarios un 25% vía el acuerdo CGT-UIA-gobierno, se anuncia “0%” de aumento para los estatales, los trabajadores de la salud se siguen contagiando mientras continúan sin recibir los insumos básicos, el hambre sigue creciendo en los barrios.

El dirigente de ATE Cachorro Godoy, de esa supuesta ala “progresista”, vinculado a Claudio Lozano, explicó esta situación diciendo que “el gobierno tiene buenas intenciones, pero hay muchos problemas económicos”.

Además de apoyar estas iniciativas, los sectores sindicales vinculados al peronismo kirchnerista (Yasky, Baradel, Catalano de ATE, entre otros) se expresaron en contra del pacto entre la CGT, la UIA y el gobierno, por el cual se recorta 25% el salario de los trabajadores que están haciendo la cuarentena. Se pronunciaron también, formalmente, a favor de una recomposición salarial. Pero la pregunta es ¿qué están haciendo en concreto estos dirigentes para enfrentar el ajuste en curso? Nada, absolutamente nada.

Los dirigentes sindicales kirchneristas no enfrentan el ajuste

Son los campeones de inventar excusas. A la hora de salir a luchar la respuesta de estos dirigentes es siempre la misma: “No hay condiciones”. Muchos de ellos también nos dicen que movilizar contra este gobierno sería “hacerle el juego a la derecha”. Y ahora le suman “que no hay que romper la cuarentena”.

Comprendemos que haya compañeros que tengan expectativas en el gobierno, pero la verdad es que el motivo de fondo es que ambas supuestas “alas” son parte del gobierno peronista del Frente de Todos, y por ende llevan adelante todas sus políticas. Los dirigentes sindicales del peronismo kirchnerista se pintan “de progres”, pero es parte del doble discurso que aporta a que pase el ajuste.

Así, en la ciudad de Buenos Aires hace algunas semanas Larreta presentó un proyecto en la Legislatura para congelar los salarios y la planta laboral. La “ley de emergencia” abría  además la puerta al pago escalonado de sueldos. Desde el gremio docente Ademys, junto con otros sectores y el acompañamiento de la izquierda, convocamos a movilizarnos. El peronismo kirchnerista no sólo estuvo ausente, sino que además boicoteó esta acción de lucha. La ley de Larreta, lamentablemente, se terminó votando a favor.

El gremio docente de la provincia de Buenos Aires atraviesa distintas problemáticas. Crecen los contagios de Covid-19 entre las maestras por estar expuestas cuando reparten bolsones de comida. Los suplentes no tienen ingresos porque no se realiza ningún acto público en el contexto de la pandemia. Frente a esta situación, desde la oposición de los Suteba multicolores se han realizado distintas acciones de lucha que fueron permanentemente atacadas por Baradel y la Celeste, que no movieron un dedo para solucionar los problemas de las y los docentes.

Algo similar pasó entre los estatales. A un gremio que tiene un gran retraso salarial el gobierno nacional le anunció que se postergan las paritarias por tiempo indefinido, ante lo cual las dos alas burocráticas que conducen ATE (los K de Catalano y los centroizquierdistas de Cachorro Godoy) no hicieron absolutamente nada. 

La nota más saliente la dio un ministro de la Nación, Ginés González García, que atacó la jornada de protesta nacional del pasado 10 de junio de sectores de la salud señalando que “rompe el consenso político de trabajar todos juntos en la pandemia” y “expone a los más vulnerables”. Como bien le respondió nuestro compañero Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop, en una carta dirigida a su persona: “Sería bueno que se preocupara por solucionar estos y tantos otros problemas que venimos denunciando. Y si le molestan los reclamos públicos en cuarentena, su gobierno debería entonces destinar plata para la salud, los trabajadores y profesionales de los hospitales, para que haya una cuarentena sin rebajas salariales y jubilatorias”.

Como dijimos más arriba, la excusa favorita de los dirigentes sindicales del peronismo kirchnerista, la CGT y las CTA para no movilizar es que no es viable hacerlo en el marco de la cuarentena. Pero la realidad es que tampoco venían haciéndolo previamente. El año pasado, con Macri todavía en el gobierno, estos mismos sectores enarbolaron la consigna “hay 2019”, boicoteando las luchas y llamando a canalizar la bronca popular creciente por la vía electoral. Tal es así que el día que se votó el presupuesto anual a pedido del FMI, no asistieron a la movilización convocada en el Congreso. Fueron a una misa en Luján junto con Moyano y otros sectores. También en ese entonces dejaron pasar el ajuste, subordinando todo al éxito electoral del peronismo.

Impulsemos la movilización y la organización contra el ajuste

Nuestro planteo es claro: estamos por una cuarentena sin hambre, y no queremos que sean los trabajadores los que paguen la crisis. Hoy el gobierno está descargando un fuerte ajuste sobre las espaldas de los trabajadores. Con los que “firman” ese pacto, la CGT, y con los que no hacen nada y la dejan pasar, los supuestos “progres” kirchneristas.

La realidad desmiente el planteo de que es inviable luchar en cuarentena. Son miles los trabajadores en el país que pelean contra las rebajas salariales, los despidos, las suspensiones y cierres de fábricas. Lo hacen aún cuando no tengan el acompañamiento de sus conducciones sindicales. Algunos se organizan mediante asambleas y haciendo acciones en sus propios lugares de trabajo o en las zonas aledañas, y otros se movilizan en las calles. La propia realidad y la gravísima crisis social que estamos atravesando los obliga a hacerlo. Para enfrentar el ajuste en curso, lejos de dejar las luchas libradas a su suerte, hay que darles todo el apoyo, fortalecerlas y coordinarlas  para que ganen. Esto es lo que venimos haciendo desde el  Plenario del Sindicalismo Combativo. Por eso nos postulamos como una conducción alternativa para la clase trabajadora: independiente del gobierno, democrática y combativa.

Por eso también decimos que, así como ambas alas peronistas se subordinan a las políticas del gobierno, de subsidiar a las patronales, pagar la deuda y, en definitiva, ajustar a costa del pueblo trabajador, sí hay otra alternativa, la que planteamos desde el Frente de Izquierda Unidad: por una salida de fondo a los problemas del país. No pagar la deuda externa, imponer un verdadero impuesto a la riqueza, como lo expresa el proyecto que presentó el FIT en el Congreso, cuyo tratamiento fue rechazado con el voto de los diputados K incluidos, y que Vicentin sea expropiada sin indemnización y pase a ser 100% estatal y no una empresa mixta como sugiere el ala “izquierda” del gobierno.

 

Escribe Nicolás Nuñez, legislador electo de la Ciudad de Buenos Aires por Izquierda Socialista/FIT Unidad

El pasado 9 de junio Liberpueblo, el organismo de derechos humanos impulsado por el Partido Comunista Revolucionario, hizo pública su definición de romper con el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia (EMVJ). Lo hizo a través de una carta donde tergiversa la trayectoria reciente del espacio.

El EMVJ se creó al cumplirse veinte años del inicio de la dictadura cívico-militar y, desde ahí en adelante, se constituyó en una referencia no solo para las masivas convocatorias de cada 24 de marzo, sino también en la pelea en defensa de los derechos humanos y contra la impunidad. Fue este espacio el que levantó reclamos importantísimos, como el de la aparición con vida de Julio López y de Luciano Arruga, durante los gobiernos kirchneristas; el repudio a la designación del genocida César Milani a cargo del Ejército, y sostiene, además, una militancia firme y constante para que avancen los juicios contra los milicos superando las trabas que ponen la Justicia y los gobiernos.

Asumido el gobierno de Alberto Fernández, esta orientación de lucha independiente chocaba naturalmente con la nueva ubicación que asumió el PCR al incorporarse al Frente de Todos, primero, y al gobierno nacional, después. Para muestra, basta ver la página oficial de Liberpueblo, donde no hay ninguna mención al ciberpatrullaje, a la desaparición y asesinato de Luis Espinoza en Tucumán, a la golpiza y abusos que sufrió la comunidad Qom en Chaco, al espionaje a los mineros de Andacollo en Neuquén ni a la represión de los trabajadores del frigorífico Penta. ¿Cambió el EMVJ como dice el PCR en su comunicado? ¿O más bien cambió el PCR, que ahora tiene funcionarios gubernamentales y diputados y oculta la represión del gobierno nacional y los gobiernos provinciales? La realidad es clara.

El EMVJ ante Macri

El centro del razonamiento del PCR es que durante el gobierno de Macri el EMVJ se achicó y se hizo más sectario. Para eso se vale de argumentos como que se retiraron organizaciones y que el Encuentro no habría señalado ni comprendido la verdadera gravedad que tuvo la represión durante el gobierno de Cambiemos. Veamos.

Es cierto que algunas organizaciones se retiraron del Encuentro en ese período, pero fueron aquellas que, como Patria Grande, se adelantaron al PCR en su incorporación al kirchnerismo y, por lo tanto, era natural que se separen de un espacio que mantiene independencia de todos los gobiernos. En contraposición, en este período terminaron de cristalizarse dentro del EMVJ otras organizaciones importantes, como el Servicio Paz y Justicia (Serpaj), de Pérez Esquivel. 

A su vez, que el EMVJ no tuvo una posición sectaria lo demuestra el impulso de unidad de acción con organismos kirchneristas para enfrentar el otorgamiento del 2x1 a los genocidas, o para movilizarse una y otra vez acompañando a la familia de Santiago Maldonado. Al calor de esas peleas, el EMVJ llegó a definir en sus documentos que Cambiemos impulsaba un agravamiento cualitativo en la situación represiva y el intento de fortalecer el aparato represivo del Estado. Por eso, cada declaración tuvo como centro la denuncia del accionar del gobierno nacional. De hecho, en las consignas del 24 de marzo de 2019 el PCR vetó denunciar a los gobernadores provinciales que reprimían y se terminó consensuando, para mantener la unidad, la fórmula elíptica de denunciar a los cómplices de Macri”. No hubo ninguna imposición sectaria ni política rupturista ni búsqueda de uniformidad política”, como miente el PCR.

Una ruptura que es una nueva capitulación

Es real, como dice el texto de Liberpueblo, que en los últimos años se agudizaron los debates dentro del EMVJ. Pero esto no se debió a una transformación sectaria, sino al giro político properonista que fue tomando el PCR. El razonamiento de este partido maoísta tiene el mismo error de método de alguien que, arriba de un tren en movimiento, piensa que es el paisaje que ve por la ventana lo que se mueve y no el propio tren. El Encuentro sigue firme en sus principios de lucha, quien se desplaza es la locomotora de capitulaciones del PCR, que tiene una larga trayectoria en esa dirección.

Desde su apoyo al gobierno de Isabel Perón en los tiempos de la Triple A a su activa militancia a favor del triunfo de Carlos Menem, hasta su acercamiento al gobierno de Néstor Kirchner para luego hacerse “anti-K” y hacer acuerdos con Francisco De Narváez. Y ahora su retorno al redil del peronismo da cuenta de la “elasticidad” de esta organización que se dice comunista y revolucionaria. La premisa maoísta de que hay que buscar un sector burgués nacional progresivo lo ha llevado a chocar una y otra vez contra la pared, pero jamás a revisar sus preceptos.

Rechazamos los ataques y las mentiras de quienes quieren encubrir una nueva capitulación. Defendemos la trayectoria y el presente de lucha independiente de todos los gobiernos del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Sostenemos que tiene y tendrá un lugar importantísimo en la lucha por frenar la represión que obligadamente intentará aplicar el gobierno de Fernández para hacer pasar el ajuste. Así como también en la pelea por lograr que los genocidas vayan presos y terminar de una vez con la impunidad de ayer y de hoy.

 

Editorial

Muchos compañeros vieron con simpatía la medida del gobierno de Alberto Fernández de la intervención y el envío al Congreso del proyecto de expropiación de la gran empresa agroexportadora Vicentin. Mucho más cuando, casi simultáneamente, apareció el coro de la Sociedad Rural y otras patronales oponiéndose bajo el planteo de que se estaría “violando la propiedad privada”. Sin dudas, la empresa debe ser expropiada y estatizada al 100%, bajo control de sus trabajadores. Pero, al mismo tiempo, el tema expuso todos los abusos, robos que circulan en el llamado “agronegocio”. Lo de Vicentin puso sobre la mesa cuál es la salida de fondo: echar a todas las multinacionales del agronegocio y nacionalizar el comercio exterior.

Mientras tanto, sigue avanzando la negociación de la deuda externa con los pulpos acreedores. Independientemente del día en que se produzca “el cierre final” del acuerdo, el gobierno se sigue “acercando” a la propuesta de pulpos como BlackRock, lo que quiere decir que se terminará aceptando pagar mucho más que lo que se propuso originalmente. En síntesis, no solo se siguieron pagando vencimientos de deuda durante la cuarentena, sino que se avanza con un panorama donde se pagará más a futuro. Mucho más si contamos que todavía faltan “renegociar” las deudas bajo legislación local, las de las provincias y, la más grande, la del FMI, que vendrá unida a las exigencias de ajuste estructural. Sigue estando planteada, y más aún en medio de la pandemia, que la única salida es la que propusimos desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad, dejar ya mismo de pagar la deuda externa, romper con el FMI y cobrarle un impuesto a las grandes fortunas y ganancias, tal como expone nuestro proyecto, para poner todos esos recursos al servicio un fondo de emergencia que atienda las más urgentes necesidades populares.

Mientras estas son las discusiones “por arriba”, por abajo, en el conjunto del pueblo trabajador, crece el malestar en el marco de la pandemia del coronavirus. Cada día más trabajadores están preocupados porque las patronales los obligan a volver a sus puestos sin garantizarles las medidas sanitarias, o por el riesgo al viajar en el transporte público, mientras siguen subiendo los contagios y aún no se llegó al pico en el AMBA. Millones le suman a esto que el dinero no les alcanza mientras se extiende la reducción de 25% a los salarios en blanco. A eso se le agrega que ahora quieren pagar el aguinaldo en cuotas. Otros suman la desesperación por haber sido despedidos. Y están, además, los que no tienen ingresos y, obviamente, no pueden vivir con los 10.000 pesos de la IFE. Se autorizó además que las suspensiones sean por más de 75 días, violando la propia Ley de Contrato de Trabajo. Según un estudio de la Universidad Católica, entre los que trabajan en blanco, en negro y los  monotributistas se han perdido 900.000 puestos de trabajo. Los jubilados continúan ajustados y el gobierno extendió los “aumentos por decreto” hasta fin de año. La miseria y la falta de comida son cosas de todos los días, y va en aumento.

Todo esto se sostiene a partir del pacto entre el gobierno, las patronales y la burocracia sindical. La cúpula de la CGT cumple su rol traidor en todo esto. Avala las bajas salariales, acuerda, e incluso le hace eco a los planteos de las patronales de abrir nuevas actividades, se reúne con el FMI, deja que pasen los meses sin que se reabran paritarias. Y, sobre todo, deja aislados a los trabajadores que, en medio de todo esto, salen a pelear. Y no fueron pocos. Con la movilización demostraron que se puede ganar, como sucedió con los mineros de Andacollo. O los que siguen peleando, como en Córdoba, en Penta, etcétera.

Por eso resulta tan importante que el Plenario Sindical Combativo haya realizado una convocatoria virtual masiva como la del 27 de mayo, con muchos compañeros que se sumaron sin haber participado previamente. El Plenario Sindical Combativo, convocando y apoyando a las nuevas direcciones que van surgiendo para que se fortalezcan, rodeando de solidaridad a las luchas y buscando coordinarlas para que ganen, planteó la gran tarea pendiente: barrer a la burocracia sindical traidora y construir una nueva dirección para la clase trabajadora, democrática y combativa. En este marco, el próximo 16 realizaremos una gran jornada nacional de lucha por un salario igual a la canasta familiar, la reapertura de las paritarias, contra las rebajas salariales, las suspensiones  y los despidos. Lo haremos en Buenos Aires, movilizándonos a Plaza de Mayo, y también en las principales ciudades del país, por supuesto manteniendo todos los recaudos y distancias sanitarias. Será una gran jornada a la que debemos invitar a todos los compañeros, mostrando que, frente a la tregua, la traición y la parálisis de la burocracia de la CGT y las CTA, el Plenario Sindical Combativo se postula para encabezar esta gran tarea. 



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