May 14, 2024 Last Updated 8:28 PM, May 13, 2024

Se van a cumplir en estos días dos meses desde la asunción del ultraderechista Javier Milei a la presidencia de la Nación. Los números son contundentes: un auténtico desastre para el pueblo trabajador: 50% de inflación en sólo 60 días, salarios y jubilaciones pulverizadas, comienzo de oleadas de despidos, aumentos de naftas, transporte, prepagas, alquileres y un largo etcétera. Las consultoras que siguen el consumo registran una caída en enero del 20% en relación a igual mes del año pasado (y del 6% con respecto a diciembre). Es un hecho que, cuando se conozcan los nuevos números de pobreza, estos superarán largamente el 50% del total de la población.

Se viene ejecutando una auténtico programa de guerra contra las y los trabajadores, jubilados y todos los que perciben planes sociales, mientras que del otro lado, un puñado de ricos, grandes empresas, bancos y especuladores están amasando super-ganancias.

En estos dos meses tuvimos primero una megadevaluación que, unida a la más absoluta libertad para remarcar y aumentar absolutamente todo, llevó la inflación por las nubes, mientras la carestía la pagaban los salarios, las jubilaciones y los planes sociales. Milei le sumó a ello el DNU con el que intentó quitar de un plumazo todos los derechos laborales conquistados por la clase trabajadora en un siglo y luego la Ley Ómnibus que sigue conteniendo, aún después de su recorte, privatizaciones, permisos para endeudarse y un largo etcétera. A lo que se le suma, el protocolo represivo de la ministra Bullrich y su accionar, con una virtual militarización para impedir ejercer el derecho a la protesta y, en concreto, la resistencia a estas medidas de ajuste.

Sin duda, el desastre del gobierno de Alberto, Cristina y Massa, provocó que un sector del pueblo trabajador, equivocadamente, confiara en Milei y lo votara. Sin embargo, es sorprendente la velocidad con que caen los apoyos al actual presidente. Según un estudio de la consultora Zuban Córdoba el descenso es de un punto por día (hoy la imagen negativa estaría cercana al 55%), con una mayoría que afirma que “el ajuste no está siendo pagado por la casta”. Este mismo estudio relaciona la caída de la imágen positiva de Milei con un rechazo generalizado a las medidas del gobierno, como la megadevaluación, el DNU o la Ley Ómnibus. El trabajo de esta consultora pone en números lo que compañeras y compañeros observan diariamente en sus lugares de trabajo, estudio o en los barrios populares: votantes de Milei que se arrepienten de su decisión.

El ajuste está en curso. En ese marco, hoy estamos en medio de una pulseada: si se termina aprobando o no (y con qué contenido) la Ley Ómnibus. Que, como sabemos, depende en lo que al Congreso se refiere del grado de complicidad de la llamada “oposición dialoguista” de gobernadores pe-ronistas (Córdoba y Tucumán), radicales, Coalición Cívica y de un PRO en los hechos convertido en la pata legislativa del oficialismo. Del mismo modo que el DNU terminará más o menos vigente según lo que termine sucediendo en la justicia. Pero sabemos que lo que de verdad definirá si pasa o no este ajuste, incluyendo estos dos instrumentos, es lo que suceda en las calles, con la resistencia obrera y popular. Con la masividad de las movilizaciones, con la organización que crece día a día en asambleas vecinales, juveniles, de la cultura, ambientales, feministas. En este marco, un punto decisivo fue, sin duda, el paro y movilización de la CGT. Sin embargo, después del 24 de enero, la dirigencia burocrática de la central obrera no ha avanzado en ninguna medida de lucha, ni siquiera anunciado la cercanía a otro paro general. La CTA de los Trabajadores, conducida por Hugo Yaski, anunció que “se va a reunir” para “estudiar” nuevas medidas, pero también sin dar pasos en concreto.

Todo esto hizo que en la semana en que el centro de atención política estuvo en la discusión por la Ley Ómnibus, sólo estuvieron en la calle el sindicalismo combativo y la izquierda, junto con autoconvocados, asambleas vecinales y organizaciones de jubiladas y jubilados. Varios de los que se acercaron a manifestar y expresar su repudio al Congreso en las distintas jornadas, terminaban diciendo: “los únicos que están son los de izquierda”. Por eso es más importante que nunca, al mismo tiempo que seguimos organizándonos, coordinando y movilizándonos contra la Ley Ómnibus, el DNU, el protocolo antirrepresivo y el conjunto del plan de ajuste de Milei y el FMI que exijamos a la CGT y a las CTA que llamen a un nuevo paro general y un plan de lucha.

Al mismo tiempo, tenemos que dar respuesta a una pregunta que inquieta a millones: ¿cuál es la salida? No es, sin duda, el plan hambreador de Milei. Pero tampoco puede ser volver atrás, al desastre del gobierno del Frente de Todos. Por eso decimos que hay que pelear por un plan alternativo, obrero y popular, que arrancando de dejar de pagar la deuda externa y romper con el FMI, ponga todos los recursos para que haya salarios y jubilaciones dignas, trabajo genuino, vivienda para todos y salud y educación públicas de calidad. Una salida que sólo la podrán llevar adelante un gobierno de las y los trabajadores y la izquierda, iniciando el camino a una Argentina socialista.

Escribe Adolfo Santos

El brutal ajuste del gobierno del ultraderechista Milei tuvo una primera y masiva respuesta de los trabajadores. El 24 de enero, millones paramos el país y centenares de miles colmamos la Plaza del Congreso y nos movilizamos masivamente en las principales ciudades de todas las provincias. Fue un contundente rechazo obrero y popular al plan de ajuste y represión de Milei y el FMI. El desafío ahora es lograr que la CGT y las CTA le den continuidad a esta lucha con un nuevo paro nacional y plan de lucha, exigiendo aumentos de salarios y jubilaciones, contra los despidos, la Ley Ómnibus, el DNU y el Protocolo Bullrich.
 
El fuerte paro y la gran movilización impactaron en el gobierno y la “oposición patronal dialoguista” (el bloque de Pichetto-Coalición Cívica de Carrió, la UCR, el PRO y el de “los gobernadores”) y aumentó la crisis e inestabilidad del proyecto reaccionario y anti derechos. Milei tuvo que retirar más de 200 artículos de la Ley Ómnibus y echar al ministro de Infraestructura Guillermo Ferraro. La presión popular y el malestar que expresó el paro explican esas idas y venidas, poniendo y sacando artículos, acordando un día una cosa para desmentir al día siguiente. El ministro Caputo llegó a hacer una cadena nacional informando que retiraba todo el paquete fiscal, mientras la oposición declaraba que ya habían acordado las medidas fiscales el día anterior. Pichetto echando a Sturzenegger de las reuniones secretas, y el resto de la “oposición patronal dialoguista” realizando negociaciones de todo tipo y aplazando los debates en el Congreso con el objetivo de beneficiar a distintos sectores patronales.
Finalmente, el martes 31 de enero comenzaron las sesiones que duraron tres días, hasta que se aprobó “en general” un dictamen que nadie tiene en claro qué dice y que recién el martes 6 (después de otros cuatro días de negociaciones secretas) se conocerán los artículos a tratar. Ninguno a favor de las y los trabajadores, y todavía no se puede asegurar cómo van a quedar antes de ir al Senado.
 
El paro, la movilización y la lucha contra el ajuste

El 24 fue un gran paro de doce horas. La movilización fue nacional, en algunas ciudades fueron multitudinarias. Más de 200 mil trabajadoras y trabajadores estuvimos en Plaza Congreso y alrededores. Y una importante columna independiente coordinada del sindicalismo combativo (con una gran columna de ferroviarios del Sarmiento), movimientos sociales combativos, asambleas vecinales, organismos de derechos humanos, de la Cultura, socioambientales, de mujeres, disidencias, jubilados, y el Frente de Izquierda, se hizo sentir exigiendo a la CGT “plan de lucha para derrotar el ajuste de Milei y el FMI”.

Pero después del paro la CGT está borrada. Sólo los sectores que coordinamos la columna independiente el 24, llamamos a movilizar con importante participación de asambleas vecinales, y la izquierda, en menor medida hubo grupos de ATE, La Cámpora y el Movimiento Evita. Hubo movilizaciones en el Congreso y en decenas de ciudades del país contra la Ley Ómnibus, siendo diariamente reprimidos por las fuerzas federales de Patricia Bullrich.

Mientras esta ley de entrega, antiderechos y represiva es tratada y se monta un espectáculo televisivo, la clase trabajadora y sectores populares, las y los jubilados seguimos sufriendo un brutal ajuste cotidiano. La inflación es galopante, aumenta la nafta, el transporte, las tarifas, los alimentos, alquileres, todo. ¡Menos los salarios y las jubilaciones! No hay paritarias, ni se aumenta el salario mínimo, jubilaciones ni planes sociales. Desde diciembre no llega comida a los comedores populares y crece la fila del hambre. Y ya hay miles de despidos. Esta situación es insoportable.
Paro y plan de lucha para derrotar la motosierra de Milei

El paro y movilización y los actos de protestas durante los días de debate fueron importantes para demostrar la disposición de lucha contra los proyectos reaccionarios del gobierno Milei. Durante las movilizaciones en Congreso se gritaba “a donde está esa traidora CGT” y “paro general”. Hasta a los diputados peronistas que salieron del Congreso cuando reprimieron fueron increpados por trabajadores y sectores populares que le reclamaron a esos dirigentes que hay que ir a fondo en la pelea para derrotar el ajuste y las leyes.

Desde Izquierda Socialista sostenemos que hay que darle continuidad al paro y movilización del 24 de enero, exigiendo a la CGT y a las CTA que tienen que llamar a un plan de lucha para derrotar el ajuste de Milei y el FMI. Tenemos que pelear por un aumento de emergencia de salarios y jubilaciones, igual a la canasta familiar. Contra los despidos y las leyes de ajuste y entrega. Por comida y ayuda social a los desocupados. Por presupuesto para educación, salud y obras públicas.

Para ello, llamamos a impulsar asambleas en los lugares de trabajo, pronunciamientos de cuerpos de delegados y profundizar todas las formas de la protesta social que se vienen dando: asambleas de vecinos, de artistas e intelectuales, del movimiento ambiental, de las mujeres y disidencias, con cacerolazos en los barrios y todas las auto convocatorias que surjan cotidianamente para frenar el plan motosierra.

Aumento de emergencia de salarios y jubilaciones. No a los despidos. Trabajo genuino para todas y todos
El actual ajuste está pulverizando salarios y jubilaciones, planes sociales y todas las partidas de salud y educación. Por eso lo primero y fundamental es comenzar con un inmediato y urgente aumento de emergencia. Que nadie gane menos que el valor real de la canasta familiar y que se actualice automáticamente mes a mes. Del mismo modo, hay que incrementar las partidas de los planes sociales, así como las de salud, educación y vivienda. Se deben poner en marcha las obras públicas esenciales paralizadas, así como un gran programa de construcción de viviendas populares que cree trabajo genuino para todo el que hoy no lo tiene. A la vez, en el marco de la crisis, se deben prohibir por ley las suspensiones y los despidos, planteando la expropiación de toda empresa que viole esta disposición y su entrega para gestionarla a sus propios trabajadoras y trabajadores.


Suspender inmediatamente todos los pagos de la deuda externa y romper con el FMI
No es cierto que “no hay plata”.  Todo el plan motosierra está al servicio de cumplir con los pagos a los acreedores privados y al FMI. Por eso no hay salida si seguimos pagando la usuraria, ilegal e inmoral deuda externa y si continuamos sometidos a las exigencias del Fondo. Recuperar esos recursos y ese poder de decisión soberana es fundamental para resolver las más urgentes necesidades populares.


Nacionalizar la banca y el comercio exterior
Hay que terminar con la fuga de capitales, la especulación financiera, los abusos de los bancos y la “fiesta” de los monopolios exportadores, que saquean nuestra riqueza y se la llevan sin ningún control por sus puertos privados, los mismos por donde sale el narcotráfico. Es necesario nacionalizar la banca para que el ahorro del pueblo trabajador se direccione a dar crédito popular, hipotecario o para financiar proyectos de desarrollo. Y nacionalizar el comercio exterior para que, a través de un organismo público, se planifique qué exportar y qué importar y se tenga control de las divisas que ingresan y egresan..


¡No a las privatizaciones y a los tarifazos! Reestatizar bajo gestión de trabajadores y usuarios
Con Menem se produjo el hasta ahora mayor saqueo a nuestras riquezas, con las privatizaciones de los ´90. Así nos quedamos sin trenes, sin gas, petróleo, electricidad, teléfonos ni aviones. Ahora Milei quiere repetirlo, privatizando lo que quedó, o lo que volvió a manos del estado cuando los privados saqueadores se retiraron. Hay que oponerse. Defender el Banco Nación, YPF, Aerolíneas, los trenes y las demás empresas. Al mismo tiempo, el gobierno plantea más privilegios para las empresas de servicios públicos privatizados, con nuevos tarifazos a costa del bolsillo del pueblo trabajador. La salida no pasa por subsidios ni tarifazos, sino por la reestatización de las empresas bajo gestión de sus trabajadores y usuarios.


Impuestos a los ricos y a las grandes empresas. Precios máximos para los productos de la canasta familiar
Para terminar con la carestía hay que eliminar el IVA a todos los productos de la canasta familiar y colocar precios máximos y un estricto control sobre su cumplimiento. Los impuestos no deben recaer sobre el pueblo trabajador (nos oponemos a que se reponga el impuesto a las ganancias sobre los salarios), hay que plantear en cambio fuertes impuestos a las superganancias de las grandes empresas, los bancos, los monopolios exportadores y a las grandes fortunas.



Por un gobierno de las y los trabajadores y la izquierda, hacia una Argentina Socialista

Para que la crisis la paguen quienes la provocaron y se benefician con ella (los grandes empresarios remarcadores, los banqueros, los especuladores de la fuga de capitales, los buitres de la deuda, los monopolios exportadores, las transnacionales saqueadoras de nuestros recursos y ambiente), es necesario que gobiernen quienes nunca lo han hecho y no tienen complicidades con el pasado, las y los trabajadores y la izquierda.

Este programa que planteamos, que comienza por priorizar las más urgentes necesidades populares, es el único que puede sacar a nuestro país de la situación decadente de dependencia y semicolonización respecto del capitalismo imperialista. No tenemos destino si seguimos sometidos al saqueo del capitalismo imperialista. Por eso nuestra salida tiene que ser socialista. Un socialismo de verdad, con plena democracia para el pueblo trabajador, lo contrario de lo que pregonan aquellos que, usando y ensuciando la palabra “socialismo” gobiernan dictaduras capitalistas que explotan a sus propios pueblos, como sucede en Cuba, Nicaragua, Venezuela o, a una escala mayor, en la China imperialista. El socialismo que proponemos quiere decir que todo se planifique democráticamente, que los docentes manejen la educación, las y los trabajadores de la salud los hospitales, los ferroviarios los trenes, las obreras y obreros las fábricas y así cada uno de los sectores de nuestra economía. Donde se pueda discutir libremente y no nos gobiernen patrones ni políticos patronales y burócratas, sino el propio pueblo trabajador con las decisiones tomadas democráticamente por sus propias organizaciones.

Para poder llevar todo esto adelante es fundamental construir y fortalecer una nueva alternativa política para las y los trabajadores. Para trabajar y aportar en esa construcción es que te invitamos a que vengas a Izquierda Socialista. Para, desde allí, fortalecer al Frente de Izquierda Unidad.


Escribe Mónica Schlotthauer, cuerpo de delegados del Sarmiento y diputada nacional electa de Izquierda Socialista/FIT Unidad

El gobierno de Milei está llevando a cabo un brutal ajuste contra los trabajadores y los sectores populares para favorecer a los grandes empresarios. Los ferrocarriles son parte de este ataque. La política del gobierno, en complicidad con las viejas jefaturas que vienen de la gestión peronista anterior, está haciendo colapsar la operatividad ferroviaria con medidas que reducen la prestación de los servicios y el mantenimiento de las trazas ferroviarias.

La empresa Trenes Argentinos resolvió cerrar las boleterías en todas las líneas y recortar entre 40% y 80% los servicios no eléctricos. Aumenta el pasaje y achica el servicio. Sin boleterías, donde se carga la SUBE de forma gratuita, los usuarios tienen mayores gastos.

Además de golpear el bolsillo de millones, también ataca los puestos de trabajo de las y los ferroviarios. Junto con esto, se paralizaron las obras que se necesitaban para mejorar la seguridad y la eficiencia del servicio. Faltan repuestos para reparar las formaciones, desguazan trenes y no hay combustible, lo que coloca en riesgo este transporte esencial. El colapso actual del sistema es consecuencia directa del vaciamiento que llevó adelante durante cuatro años la gerencia peronista ligada a Massa. Ahora, la pretensión de privatizar de Milei instala más riesgos sobre el servicio ferroviario con la designación de los nuevos funcionarios ligados al macrismo y a Randazzo.

La privatización ya fracasó

Este problema no es solamente de las y los ferroviarios, perjudica también a los usuarios, que viajan con más dificultades, menor confort y con tarifas que aumentan periódicamente afectando los bajos salarios. El servicio se deteriora con la circulación de menos trenes por la falta de repuestos, lo que ocasiona retrasos y el hacinamiento de los pasajeros. Este ataque, que desde el cuerpo de delegados del Sarmiento venimos denunciando hace años, tuvo nefastas consecuencias, como la tragedia de Once ocurrida en 2012, durante el gobierno peronista de Cristina, cuando los trenes eran privados. De ahí que nuestra pelea está unida a la lucha del pueblo trabajador contra las políticas de ajuste y privatizaciones de este gobierno.

La privatización que pretende llevar adelante Milei va a empeorar el servicio y va a ser otro negociado para grandes empresarios y un curro para los funcionarios del gobierno que no significarán nuevas inversiones para el desarrollo de los ferrocarriles.
 
La salida que proponemos

En lo inmediato, nos oponemos a la reducción de los servicios de los ramales eléctricos, como a la eliminación de los ramales diésel que prestan un servicio esencial uniendo pueblos. Exigimos la provisión de insumos, herramientas, materiales de limpieza y la continuidad de las obras necesarias para garantizar la seguridad de los usuarios.

Para ello convocamos a una asamblea general del Sarmiento donde votamos un plan de acción con un cronograma de mesas de denuncias, con “ruidazos”, juntando firmas entre los pasajeros en defensa del tren y contra los recortes de los servicios. Además, nos movilizaremos a la sede central de la Unión Ferroviaria el día 20 convocando a la participación de otros ramales ferroviarios para reclamar a la directiva de la Verde de Sasia un plan de lucha en defensa de los puestos de trabajo, el salario y contra el intento de privatización. Y el 22 participaremos del acto junto a los familiares de la tragedia de Once.

Y seguiremos peleando por la reestatización del sistema ferroviario (carga y pasajeros) gestionado por sus trabajadores, técnicos y usuarios. Del servicio de carga pueden salir las ganancias para que el boleto del pasaje tenga una tarifa popular. Es la única salida para mejorar el servicio y extenderlo al conjunto de las provincias cumpliendo un rol social para el desarrollo del país.


Escribe Mónica Schlotthauer, cuerpo de delegados del Sarmiento y diputada nacional electa de Izquierda Socialista/FIT Unidad

Desde el cuerpo de delegados del Sarmiento apostamos a la unidad con vecinos, vecinas y usuarios en general para fortalecer la lucha en defensa del tren y contra los recortes de servicios que colocan en riesgo la seguridad de los pasajeros. Un refuerzo importante ha sido la incorporación de integrantes de algunas asambleas de CABA y zona Oeste a nuestras actividades. Ya habíamos construido un verdadero “trenazo contra la ley ómnibus y el ajuste de Milei” junto con las asambleas del Oeste el día del paro y la marcha al Congreso. Desde Moreno hasta Once una multitud de vecinos, estudiantes, ferroviarias y ferroviarios fueron subiendo a la formación. En Once nos concentramos para marchar luego al Congreso al grito de “unidad de los trabajadores y al que no le gusta se jode, se jode” y “los trenes no se venden”. Seguiremos apostando a esta unidad para fortalecer la lucha en defensa de este servicio esencial.
    

                             

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