May 10, 2024 Last Updated 3:37 PM, May 10, 2024

Izquierda Socialista

“Arde París” ha sido el titular de diferentes medios periodísticos que reflejaron así las consecuencias de la manifestación popular de los llamados “chalecos amarillos” del sábado 1° de diciembre en la capital de Francia. Miles en las calles de París y de todo el país enfrentaron y desbordaron la represión policial del gobierno conservador de Macron.
Hubo centenares de detenidos y cerca de cien heridos. Fue el punto más alto de una protesta que se inició días atrás contra el intento del gobierno de Macron de aumentar el combustible, que pasaría de 0,80 a 1,30 euros, lo cual llevaría a un aumento general de precios. Durante toda la semana se mantuvieron barricadas en los peajes y bloqueos a depósitos de combustible.
Los rebeldes, sin dirección ni organización sindical o política reconocida, se identifican con chalecos amarillos, que son de uso obligatorio en las rutas francesas. La mayoría de ellos son sectores populares de los pueblos y las ciudades que utilizan sus autos y motos para ir a trabajar.

Este aumento del combustible es parte del ajuste capitalista que viene aplicando Macron. Los trabajadores y el pueblo de Francia han sufrido un deterioro de sus condiciones de vida. Los aumentos no sólo se encuentran en el sector energético, sino también en la canasta básica donde por ejemplo, legumbres, mantecas y papas han aumentado entre 9% y 11,2%. Antes Macron buscó una reforma laboral contra los ferroviarios y trabajadores públicos.
Esta rebelión popular se dio justo cuando se reunía en Buenos Aires, Argentina, el G20 con la presencia de los Trump, Merkel, Macron, May, Erdogan, Xi Jinping, Putin, Macri o Temer. Son el imperialismo, el FMI y sus gobiernos capitalistas que en nombre de las multinacionales y el capital financiero pactan nuevos ajustes contra la clase trabajadora y los pueblos del mundo.

La rebelión de los “chalecos amarillos” es parte de la misma lucha que llevan adelante los pueblos del mundo contra el FMI, la deuda externa o el ataque al salario y las jubilaciones. Por eso los socialistas revolucionarios de la UIT-CI nos solidarizamos con esta lucha por derrotar este aumento de combustible.
Los manifestantes también expresaron el odio al gobierno capitalista de Macron y muchos reclamaron “Macron dimisión”. La gravedad del ajuste como de la represión hacen necesario que los “chalecos amarillos” se unan a los trabajadores, a las mujeres y a la juventud francesa para exigir a las centrales sindicales que se convoque a una huelga general contra el ajuste y el gobierno de Macron.
Llamamos a la más amplia solidaridad internacional en apoyo a la movilización popular de Francia contra el aumento del combustible, por la libertad de los manifestantes y contra la represión.

Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
1° de diciembre de 2018

Escribe José Castillo

Alguien podrá preguntarse si, en la disputa con Trump, los chinos representan algún polo “progresista”. Nada de eso. El gobierno de Xi Jinping es una dictadura, comandada por un partido que sólo de nombre continúa denominándose “Partido Comunista Chino”, que ha restaurado totalmente el capitalismo en ese país. China se ha transformado hace varias décadas en una semicolonia al servicio de las ganancias de las grandes transnacionales. Así están presentes allí las más importantes empresas yanquis y europeas. Asociadas a ellas, ha crecido también una capa de grandes capitalistas chinos, varios de los cuales integran las listas de “los multimillonarios del planeta”. La revista Forbes registra, a este año, la presencia de 259 multimillonarios de origen chino. Uno de los más renombrados, Jack Ma, el dueño de Alibaba, poseedor de una fortuna de 38.000 millones de dólares, acaba de anunciar su afiliación al Partido Comunista chino. No es algo novedoso, ya hace una década que dicho partido cambió su estatuto, para denominarse el partido “de los obreros, campesinos y los compañeros capitalistas”.

El capitalismo chino ha permitido enriquecerse a esos millonarios locales y a innumerables empresas transnacionales gracias a favorecer la superexplotación de los trabajadores, a los que se obliga a jornadas extenuantes, por salarios de hambre y reprimiendo cualquier protesta u organización sindical independiente. No es casual que recién en los últimos años, cuando el crecimiento de las luchas obreras obligó a aumentar los salarios desde ese piso de hambre y superexplotación, muchas empresas comenzaron a trasladarse a otros países del sudeste asiático. Y el crecimiento de la economía china se redujo de los dos dígitos de las dos décadas pasadas al actual 6% e incluso menos. La actual pelea entre Trump y el gobierno chino expresa, entonces, una disputa en el marco de una crisis de la economía mundial donde se achican los negocios para ambos.
Los acuerdos que se han firmado entre Xi Jinping y Macri, en el marco de la reunión del G20, por su parte, nada bueno dejarán para nuestro país: no son más que una oportunidad de negocios “compartida” entre esos mismos capitalistas chinos y los grandes pulpos locales al servicio del saqueo de nuestros recursos.

Escribe José Castillo

Trump, Macron, Merkel: los líderes imperialistas, los responsables del hambre, la explotación y el saqueo planetario, estuvieron juntos en la Argentina. Con ellos confluyeron el dictador chino Xi Jinping, el autócrata ruso Putin y el asesino saudita Mohamed Bin Salman, entre otros. A pesar de un enorme despliegue represivo, decenas de miles nos movilizamos repudiando su presencia y la propia cumbre.

El encuentro realizado en Buenos Aires fue una nueva expresión de la crisis económica, política y militar que viene sufriendo desde hace décadas la dominación imperialista. Con un Trump que volvió a tratar de sobreactuar su lugar de “jefe mundial” cuando se negó a participar de la única reunión a solas con todos los mandatarios presentes. Con un príncipe saudita que, siendo hasta hace pocos meses el aliado privilegiado de Trump en Medio Oriente junto con Israel, pasó por la cumbre casi como un “apestado”, al que solo se le acercó amigablemente Vladimir Putin.

Con un FMI que no puede dejar de mostrar que los números de crecimiento de la economía mundial y de sus distintas regiones se achican producto en el corto plazo de la llamada “guerra comercial” entre Estados Unidos y China, pero más de fondo por la fragilidad de un sistema financiero global que sigue generando una nueva burbuja especulativa con muchas probabilidades de volver a estallar y con un Macron que, mientras sonreía y buscaba lucir por sus dotes “culturales”, tenía a París “en llamas” por las protestas de los chalecos amarillos. Esta rebelión popular puso en evidencia el trasfondo del G20, sus planes de ajuste y la resistencia a ellos de los pueblos del mundo.

¿Se llegó a algún acuerdo importante?

El desarrollo de la propia crisis y su continuidad fue transformando al G20, surgido como reunión de presidentes en 2008, en un espacio donde cada vez se resuelve menos, en un evento más que refleja la crisis global. Esto es lo que volvió a pasar este fin de semana en Buenos Aires.
La no superación de la crisis económica capitalista abierta en 2007 lleva a choques interburgueses por sus negocios. La disputa comercial de Estados Unidos-China es parte de esa pelea por el reparto de la “torta” que se achicó. Por eso la única reunión que concitaba real interés era el encuentro entre los presidentes Trump y Xi Jinping. Que no pasó de una mera conversación en una cena de trabajo, donde se anunció la suspensión por noventa días de la suba de aranceles de 10% a 25% en la importación de productos chinos. A cambio, Xi Jinping se comprometió a comprar más productos yanquis para reducir el déficit comercial entre ambos países. De ninguna manera esto significa que se haya resuelto el conflicto entre los dos países. Es apenas un “alto el fuego” sin ninguna claridad de qué sucederá después.

Se quiere mostrar como un éxito que se haya logrado firmar un breve documento entre los participantes del G20. Ciertamente, se venía de dos reuniones escandalosas en los meses previos. En el último G7, Trump se había retirado sin aceptar ningún acuerdo. Semanas pasadas, también había fracasado la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico. Esta vez sí hubo un “texto final” de compromiso. Pero es apenas un documento de cinco páginas cerrado a las apuradas, a las 6 de la mañana, en un “contexto global muy difícil”, según reveló uno de los funcionarios argentinos que estuvo presente en la redacción.

Se trata de un texto de compromiso diplomático, con expresiones superficiales e incluso contradictorias, que no logran disimular las profundas diferencias existentes. Pero que refleja que están contenidas todas las exigencias planteadas por Trump. Así se llama a “destrabar los conflictos económicos”, pero, a diferencia de los documentos de todas las reuniones anteriores del G20, no figura la “condena al proteccionismo”, frase expresamente vetada por la delegación norteamericana. Para explicitar más claramente aún los problemas, se plantea “revisar el sistema multilateral de comercio”, porque “la OMC no alcanza sus metas”. La crisis es de tal dimensión que las propias potencias imperialistas cuestionan uno de sus propios organismos que supuestamente garantiza las reglas de juego del capitalismo.
El documento revela más que es una pura formalidad en el contradictorio párrafo sobre el cambio climático. Afirma por una parte: “El acuerdo de París es irreversible y se compromete a su completa implementación”. Para decir en el renglón siguiente: “Los Estados Unidos reiteran su decisión de retirarse del tratado de París”. ¡Las potencias imperialistas no dan un paso para evitar el desastre ambiental al que nos está llevando el saqueo y uso indiscriminado de los recursos no renovables del planeta!

Con respecto al drama de los millones de migrantes y refugiados que huyen de sus países producto de la miseria y las guerras provocadas por el propio saqueo del imperialismo, el texto plantea cínicamente “enfatizar la importancia de acciones compartidas para abordar las causas de los desplazamientos”, lo que deja abierta la puerta para cualquier cosa, desde la represión unilateral que lleva adelante Trump en la frontera mexicana, o Salvini ante los refugiados que intentan llegar a Italia, hasta una eventual “coordinación conjunta” para la represión y la deportación masiva.
Donde sí hubo un pleno acuerdo fue en los llamados a continuar profundizando la superexplotación de los trabajadores. Con el eufemismo “el futuro del trabajo”, se llamó a profundizar la flexibilización laboral a escala planetaria. Y, por supuesto, también hubo acuerdo pleno en cuanto a exigir mayores ajustes a los pueblos y al rol que en esa tarea le corresponde al FMI.

Todo lo que se discutió, en síntesis, fue en contra de la clase trabajadora y de los pueblos del mundo. Para garantizar la “seguridad” de esa reunión se montó un operativo de seguridad descomunal, nunca visto en la Argentina. Obviamente es que nada bueno iba a salir de esa cumbre. Pero los líderes presentes ni siquiera pudieron dar un paso en concreto para salir del empantanamiento y la crisis en que está sumido el capitalismo imperialista desde hace décadas. Se trató de una manifestación más de que es un sistema que no va más, que nada tiene para ofrecer a los pueblos del mundo. Por eso el camino sigue siendo la movilización de los trabajadores y los pueblos contra los ajustes del G20, el FMI y las multinacionales, en la perspectiva de imponer el cambio de fondo: el socialismo.

 

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Escribe José Castillo

Desafiando a un gobierno que trató permanentemente de meter miedo, anunciando “incidentes” y represión, y que incluso durante varios días “no autorizó” el recorrido de la marcha. A un operativo de seguridad nunca visto, que virtualmente rodeó la convocatoria. A provocaciones de todo tipo, que incluyeron la detención de varios manifestantes o la confiscación de camionetas que transportaban banderas políticas. E incluso a que Macri y Patricia Bullrich se jugaron a impedir hasta el propio traslado de quienes querían participar, cerrando el subte, los trenes de todo el conurbano bonaerense y un amplísimo perímetro de la Ciudad. A pesar de todo eso, decenas de miles se manifestaron contra el G20, repudiaron a Trump, a Macron, al resto de los líderes imperialistas, al asesino príncipe saudita Mohamed Bil Salman, a Christine Lagarde y el FMI, y al propio Macri.
Con la presencia destacada de la izquierda, marcharon también organismos de derechos humanos, centros de estudiantes y diversas expresiones sindicales (ambas CTA y el sindicalismo combativo). El kirchnerismo, luego de las declaraciones de Cristina llamando a no marchar (ver nota en estas páginas) aportó una presencia menor y simbólica.

El acto del Frente de Izquierda

Previamente a la marcha, el Frente de Izquierda realizó un acto en el que se leyó un documento elaborado en conjunto por los tres partidos, en el que se señalaba “los mandatarios que concurren a Argentina (Trump, Merkel, Macron, May, Putin, Erdogan y otros) son los responsables de las masacres y bombardeos contra los pueblos de Siria, Libia, Irak, Palestina, Yemen, kurdos, entre otros [...]las principales potencias imperialistas del G20 son las que comandan el FMI y el saqueo en curso al pueblo argentino: pulverización del salario y las jubilaciones, tarifazos, cierres y despidos, para pagarle la fraudulenta deuda a los especuladores [...] Anticipando esta política de ajuste, el gobierno de Macri y su ministra Bullrich han montado un feroz operativo represivo en la Ciudad de Buenos Aires para la reunión del G20, con el claro objetivo de bloquear y agredir a quienes se van a manifestar [...] Denunciamos esta política reaccionaria, que el gobierno del macrismo y sus cómplices del PJ, en el Congreso y en las gobernaciones, aplican todos los días contra los trabajadores argentinos, a cuenta del FMI y de las patronales [...] Por la independencia política de los trabajadores frente a los gobiernos derechistas y al progresismo fracasado. A la barbarie capitalista, le oponemos la lucha por gobiernos de trabajadores y el socialismo internacional”.


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Escribe Juan Carlos Giordano, Diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT

Fue noticia. Cristina Fernández se recluyó en El Calafate. Le dio la espalda a la marcha contra el G20. Se borró. Esto no sería novedad, ya que Cristina nunca va a una movilización. Pasa que la orden de no participar fue esta vez también para los referentes K. Llamó específicamente a no concurrir. Por eso no se los vio a Kicillof, a Rossi, ni a ningún otro conocido. La “jefa”, acostumbrada a largas cadenas nacionales, tampoco tuiteó sobre el tema.
Cristina Kirchner, quien pidió el voto “contra el ajuste” y ataca permanentemente a la derecha, no abrió la boca para criticar a “toda la derecha” mundial que se reunió en Argentina. Tampoco dijo nada sobre la “derecha de Macri” que los recibió. Es decir, el Frente para la Victoria (hoy Unidad Ciudadana) despotrica contra el ajuste, el FMI y la derecha, pero cuando hay que jugársela contra estos gobiernos capitalistas e imperialistas saqueadores se borra. Fruto de esto es que la propia Cristina, previo al G20, dio una charla en la “contracumbre” con Dilma aclarando que “no era contra nadie”. Es decir, ni contra Macri, ni contra Trump ni ninguno de los ajustadores que vinieron al país por más ajuste y saqueo.

Esto ha desconcertado a miles de honestos luchadores y jóvenes que creen que Cristina es la salida contra el ajuste y el capitalismo global. A tal punto que algunas agrupaciones que levantan “Cristina 2019” fueron a la marcha, contradiciendo su silencio cómplice y desmovilizador. Esto se une, por ejemplo, a lo que vino manifestando Scioli (el candidato de Cristina que perdió ante Macri), de que Trump “defiende el trabajo y la industria nacional” (Perfil, enero 2017). O a las recientes declaraciones de su ex ministro de Economía Kicillof (ver página 3).

La actitud de Cristina confirma lo que venimos diciendo desde nuestro partido. Cristina, Kicillof y La Cámpora, hicieron “buena letra” ante el G20 porque ya han dicho que no van a romper el acuerdo Macri-FMI y van a seguir pagando la deuda externa. Es más, semanas atrás, Cristina sorprendió con su llamado a la “unidad del peronismo” a lo que ella misma considera la derecha de su partido, es decir, con Pichetto, Urtubey y los gobernadores.
Si el kirchnerismo no enfrenta (¡ni denuncia!) al imperialismo ¿de qué “independencia económica”, “soberanía política” o “combate a las corporaciones” habla? Solo critica a Macri mirando las elecciones del próximo año . El Frente de Izquierda, en cambio, estuvo en primera fila el viernes 30 contra el G20, repudió a Trump y al resto de los líderes capitalistas y explotadores, llamó a romper el pacto con el FMI y está por el no pago de la deuda.

 

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