Apr 28, 2024 Last Updated 1:19 AM, Apr 28, 2024

Izquierda Socialista

El acuerdo con el Fondo significa que el verdadero “ministro de Economía” del país pasará a ser el propio Fondo Monetario. Por supuesto que su titular, Christine Lagarde, no se ocupará directamente de esa tarea. Ni siquiera lo hará el responsable del “Hemisferio Occidental”, área geográfica del FMI en que está incluida la Argentina.

Para seguir el día a día y controlar rigurosamente que nuestro país cumpla con el ajuste exigido, ha designado al jamaiquino Trevor Alleyne. Este economista, con 25 años de antigüedad en el Fondo, ya tiene experiencia en la tarea, habiendo monitoreado ajustes anteriores en Nigeria y Zambia.
Ya desde que el gobierno de Macri decidió recurrir al organismo, en mayo pasado, puso a disposición del FMI unas cómodas oficinas en el interior del edificio del Banco Central. Trevor Alleyne aspira a que cuando llegue a instalarse en Buenos Aires ya pueda tener oficinas propias en otro edificio. Allí se dirigirán seguramente muchas de las manifestaciones de protestas que crecerán como hongos en los próximos tiempos.

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Escribe José Castillo

El Indec acaba de publicar la inflación del mes de septiembre: 6,5%. Vamos a una inflación total para el año que superará el 45%. Los salarios ya están perdiendo entre 11% y 17%. Los trabajadores se ven obligados a achicar sus consumos a menos de lo indispensable.

Se veía venir. Bastaba con sólo recorrer las góndolas de los supermercados y ver la locura de la remarcación de precios. Pero ahora se dio a conocer el dato oficial: el mes de septiembre registró la inflación más alta desde abril de 2002, con un 6,5%. Y ya vamos a un año que terminará entre 45% y 48%. Será la mayor suba de precios desde 1991, a la salida de la hiperinflación.
Lo peor es que el 6,5% del Índice de Precios al Consumidor es un promedio. La llamada “inflación núcleo”, donde están los productos de mayor consumo, dio más alta aún: 7,6%. Los incrementos más importantes se dieron justamente en alimentos y bebidas (7%), indumentaria (9,8%) y transporte (10,4%). Todo pegando directamente en el bolsillo del trabajador.

Lo peor es que esto no terminó. El ministro Dujovne mintió descaradamente cuando afirmó en el Coloquio de IDEA que la inflación ya empezó a frenarse. El Índice de Precios Mayoristas de septiembre dio 16,5%. Esto quiere decir que existen muchísimos aumentos de precios que ya están en los listados mayoristas y que todavía no terminaron de pasar a los comercios minoristas. Por eso en estos días en que el dólar bajó unos centavos los precios no se redujeron, sino que siguieron subiendo. Para octubre se espera un piso de suba de precios de al menos 5%. Esto sucede por los incrementos en la nafta, el gas, los peajes, las prepagas y los pasajes del transporte.

La contrapartida de todo esto es el salario, que se sigue pulverizando. Las distintas consultoras económicas coinciden en que ya se lleva perdido entre 11% y 17% de poder adquisitivo.
Por eso se está dando un auténtico derrumbe en el consumo popular. La familia trabajadora ya está prescindiendo incluso de lo indispensable. Según Scentia (consultora especializada en consumo masivo), las ventas de alimentos, productos de limpieza, cosmética y tocador cayeron 3,9% en septiembre, en una tendencia que empeora mes a mes.

De ahí que no llamó la atención que el Día de la Madre (que es siempre el segundo día en facturación de los comercios de todo el año, después de Navidad) las ventas cayeran 13,3% respecto del año pasado, a pesar de que todos los artículos estaban en promedio un 50% más caros. De nada valieron las promociones o los descuentos: los que pudieron comprar algo lo hicieron por un promedio de 500 pesos o menos por regalo.

Los trabajadores perdimos entre 6% y 10% frente a la inflación en 2016. En 2017 algunos gremios del sector privado apenas si lograron empatar la suba de precios con la cláusula gatillo. Otros, como los docentes, ni siquiera consiguieron eso, perdiendo en promedio otro 9%. Ahora vamos a un 2018 donde nuestros sueldos se caen más aún que los dos años anteriores. Es urgente parar esto ahora. Tenemos que exigir un aumento salarial de emergencia para todos. Y la inmediata reapertura de todas las paritarias, para que podamos recuperar lo que la inflación nos está robando, exigiendo, ante esta suba de precios galopante, que los salarios se ajusten mensualmente junto con el incremento del costo de vida.

23,5% de los sueldos para pagar servicios

Según un informe de la Universidad Nacional de Avellaneda, los trabajadores se ven obligados a utilizar casi un cuarto de su salario (23,5%) sólo para pagar facturas de servicios públicos y pasajes de transporte. No debería extrañarnos. El siguiente cuadro nos permite comparar lo que viene pasando desde que comenzaron los tarifazos a comienzos del gobierno de Macri.

Fuertes subas en alimentos y remedios

Muchos artículos de primera necesidad subieron más que el promedio de 6,5%. Eso está provocando, según una encuesta del Centro de Economía Política (CEPA), que una de tres familias (34%) ya haya reducido el consumo de lácteos, una de cada dos (54%) el de carnes, dos de cada tres (64%) las frutas y, lo más grave, una de cada cuatro (23%) incluso los medicamentos que necesita.

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Escribe José Castillo

¿Quién gana con este programa económico? Los trabajadores claramente no. Tampoco los jubilados. Ni los que viven de changas o manejan un remís, que ven que en los barrios populares no hay un peso, y todos reducen sus gastos para poder sobrevivir.
Pero no es cierto que todos pierden. Las empresas de energía se llevan millones entre subsidios y tarifazos. También, por supuesto, los acreedores externos, que siguen cobrando puntillosamente cada vencimiento de deuda. Pero en estas semanas el gobierno de Macri ha generado un negocio increíble, a la medida y exclusivo para los bancos: la emisión de Leliqs.

¿De qué se trata? De papeles de deuda que emite el Banco Central de la República Argentina y que sólo pueden ser adquiridos por los bancos. Vencen cada siete días y rinden una tasa de interés anual de 75%. Lo que acumulando y renovando da una tasa real al cabo de un año de 120%. En unas pocas semanas se han acumulado más de 600.000 millones de pesos de Leliqs. Es una auténtica bomba de tiempo, peor aun que las famosas Lebac, que ya eran un escándalo porque ofrecían una tasa de 30% y se renovaban mensualmente. Esto evidentemente es peor: el Banco Central le está regalando plata a los bancos a manos llenas y garantizándoles superganancias que no lograrían en ninguna otra parte. Además, esa supertasa opera como piso para cualquier otra operación bancaria, encareciendo el crédito hasta hacerlo imposible para cualquier trabajador. Como ejemplo, cualquier familia que hoy está desesperadamente usando la tarjeta de crédito para cubrir las compras del supermercado y que no llega a pagar el total del resumen y financia una parte, termina teniendo que abonar tasas de interés de más de 120%. En concreto: si se financian 1.000 pesos, se terminarán teniendo que pagar 2.200. ¡Un auténtico robo!

Los bancos viven de la especulación y de esta bicicleta financiera, “aceitada” por la plata que les pone el gobierno, a través del Banco Central. Hay que cortar esto de raíz, suspendiendo los pagos de deuda, que incluyen las Leliqs, y nacionalizando la banca para que así el sistema financiero no sirva a los negocios de unos pocos sino a dar crédito para el consumo popular y para poner en marcha programas de desarrollo que resuelvan las más urgentes necesidades populares.

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Escribe Guido Poletti

Sergio Massa realizó una gira por los Estados Unidos. Fue la típica recorrida para mostrarse presentable ante el establishment financiero y político del imperialismo, paso indispensable para que los yanquis lo consideren un candidato presidenciable “racional”, como dicen los analistas de los partidos patronales.

Lo que llamó la atención es que en dicho viaje Massa haya hecho declaraciones diciendo que, de ser gobierno, procederá a renegociar el acuerdo con el FMI. Esta afirmación levantó una polvareda. Por supuesto, desde el gobierno aprovecharon para hacer un poco de circo mediático. Así, el ministro de Hacienda y Finanzas dijo que “en nada ayuda que un dirigente de la oposición haga estas declaraciones, que yo considero no guardan la responsabilidad que debería tener un dirigente político que pretende tener cierta envergadura”. Obviamente, “se la dejó picando” a Massa para que le respondiera “lo que no ayuda es haber desilusionado al pueblo, dejar sin crédito a las pymes…” y un largo etcétera.

Pero vamos a la cuestión de fondo. Es obvio que Massa, que ha constituido con Schiaretti, Urtubey y Pichetto un cuarteto que busca liderar el peronismo no kirchnerista, busca, dentro de ese espacio, mostrarse como opositor (en disputa con Urtubey, que es el que aparece más pegado al kirchnerismo). Por eso formalmente sale a decir que “no le parece bien” el acuerdo con el Fondo. Pero, al mismo tiempo, tiene que tender puentes con el propio imperialismo. Por eso cuida con precisión las palabras que usa. En ningún momento Massa se refirió a “romper con el FMI”. Ni siquiera a repudiar este acuerdo. Su expresión exacta fue “renegociar”. En concreto, sentarse a ver si el Fondo se aviene a rediscutir algo del acuerdo. Nada nuevo. ¡De hecho el propio gobierno de Macri hace apenas un mes tuvo que pedir “renegociar” el acuerdo que había firmado en junio por 50.000 millones de dólares! El resultado ya lo conocemos: obtuvo un préstamo mayor (57.000 millones) y adelantos en el envío de las cuotas, a costa de un ajuste astronómicamente mayor, el mismo que varios diputados de ese nuevo espacio del peronismo se aprestan a apoyar, en el marco del acuerdo de Macri con los gobernadores.

No nos confundamos entonces. Más allá de los gestos opositores, que el propio imperialismo yanqui y el FMI comprenden y aceptan como parte del juego electoral, el peronismo ya anticipa cuál va a ser su posición si llega a gobernar a fin de 2019: aceptar los acuerdos firmados por Macri y, en todo caso, renegociar los nuevos términos del ajuste. El resultado final ya lo conocemos: más exigencias y una deuda que seguirá creciendo, mientras cada vez pagaremos más de intereses.

 

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Escribe Guido Poletti

Dos actos centrales y otros cinco menores terminaron siendo la postal del 17 de octubre. El peronismo, en todas sus variantes, sigue con el eslogan “hay 2019”, totalmente alejado de las reales necesidades populares de dar hoy la pelea contra el ajuste

El acto de mayor masividad se realizó en Tucumán. Allí coincidieron el gobernador de la provincia, Juan Manzur, junto con los de La Rioja, Sergio Casas, y Catamarca, Lucía Corpacci, y los dirigentes de la CGT Héctor Daer, José Luis Lingieri, Andrés Rodríguez y Luis Barrionuevo. Estuvieron también dos de los cuatro referentes del nuevo espacio Alternativa Peronismo Federal, Sergio Massa y Miguel Ángel Pichetto. Y sorprendió la presencia de Daniel Scioli, hasta ahora alineado con el kirchnerismo. Brillaron por su ausencia el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey, que prefirió difundir una foto en la que se lo ve con la gobernadora María Eugenia Vidal en la reunión de IDEA en Mar del Plata, y el cordobés Juan Schiaretti, que definió quedarse silenciosamente en su provincia. Manzur, Daer, Massa y Graciela Camaño fueron los oradores. El acto terminó siendo “ni chicha ni limonada”. No sirvió como presentación del peronismo federal, ya que faltaban dos de los principales dirigentes. Ni tampoco marcó una delimitación total con el kirchnerismo, ya que varios de los presentes, Scioli entre ellos, aspiran a unir ambos espacios.

Mientras tanto, en Merlo se dio el segundo acto en importancia, que agrupó centralmente a los intendentes del conurbano bonaerense y a las agrupaciones kirchneristas. Estuvo encabezado por Gustavo Menéndez, intendente de Merlo y presidente del PJ bonaerense, y tuvo presencia fuerte el kirchnerismo, encabezado por Máximo Kirchner. También asistieron los dirigentes de la CTA Hugo Yasky y Roberto Baradel. Pero tampoco este acto puede ser catalogado como un evento kirchnerista “puro”: de hecho, el comentario fue que, pese a las presiones del kirchnerismo, los intendentes no permitieron que Máximo Kirchner fuera orador. Otro dato de color fue que, entre los jefes comunales presentes se encontraba el de Tigre, el massista Julio Zamora. Cristina Kirchner, por su parte, no apareció en ningún acto con la excusa de viajar a Santa Cruz para ver a sus nietos.

Además de los de Tucumán y Merlo hubo otros actos menores. El presidente del PJ José Luis Gioja realizó uno en Corrientes, al que asistió el precandidato presidencial kirchnerista Agustín Rossi. Alberto Rodríguez Saá, por su parte, realizó “su” acto en San Luis. El Frente Sindical para el Modelo Nacional, con Moyano, Palazzo y Pignanelli hizo su propio evento en la sede del Smata. Y el sello de las 62 Organizaciones, que a la muerte del Momo Venegas ya se ha alejado del macrismo y aspira a reacomodarse en la interna peronista, se dividió a su vez en dos reuniones, una en Buenos Aires, en la sede de la Uatre, y la otra en Córdoba.

¿Salió algo de toda esta ensalada de actos? ¿Hubo algún llamamiento a organizarse para enfrentar el ajuste de Macri y el FMI? ¿Se planteó algún plan alternativo al de pagar la deuda con el hambre del pueblo? Nada, absolutamente nada. Solo fue “rosca” para tratar de reacomodarse hacia 2019.
No se podía esperar otra cosa. La mayoría de estos dirigentes gobiernan y aplican el ajuste en sus provincias. Muchos están comprometidos con el apoyo al acuerdo con el FMI y garantizar los votos para que salga el presupuesto 2019.

La imagen de dirigentes millonarios llegando a Tucumán en siete vuelos privados Lear Jet es la del peronismo hoy en sus distintas variantes. Los matices que los dividen se limitan a si hay que seguir mostrándose sin disimulos apoyando al gobierno, como sostienen Urtubey y Schiaretti, o si llegó la hora de asumir una imagen más “opositora”. Massa y el kirchnerismo, desde esta última posición, sostienen que hay que “revisar” el acuerdo con el Fondo. Buscan parecer duros ante la propia tropa, mientras que al hablar de “revisar” le hacen un guiño al FMI y al establishment: renegociar no significa romper ni repudiar, sino hacer lo que de cualquier manera se verá obligado a realizar cualquier gobierno patronal que asuma a fines de 2019, ya que le será imposible cumplir con las obligaciones de 2020.

Como vemos, todas estas idas y venidas están a kilómetros de lo que necesitan la clase trabajadora y el pueblo. La salida no es “esperar para votar en 2019”, sino salir a dar la pelea ahora, movilizarse contra el presupuesto y exigir un paro de 48 horas con movilización a Plaza de Mayo y un plan de lucha contra el ajuste. Hay que oponerle un plan alternativo que comience por romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa para poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares. Programa que no plantea ni llevará adelante el peronismo en ninguna de sus variantes, por lo que se necesita construir una nueva alternativa política, obrera y popular, que pelee por un gobierno de los trabajadores, tal como lo venimos haciendo desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda.

 

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