Escribe José Castillo, dirigente nacional de Izquierda Socialista/FIT Unidad
Un escándalo de corrupción ocupa los titulares de todos los medios y es tratado en todos los editoriales. Es, sin duda, el más grande de este gobierno, superior al caso $Libra, de febrero de este año. Salió a la luz, la semana pasada, lo sucedido en Andis (Agencia Nacional de Discapacidad), por el que se conocieron audios donde su titular, Diego Spagnuolo, daba a conocer vínculos y coimas entre una de las principales empresas proveedoras del sector, la Droguería Suizo Argentina y el gobierno de Milei, con explícita mención de los hermanos Menem, Eduardo “Lule” y Martín y la propia Karina Milei, quien sería el destino final de retornos del 3% de lo facturado, un monto aproximado a los 800.000 dólares mensuales.
El gobierno sintió el golpe. Primero y principal por su innegable repercusión en todos los sectores. Generó y está generando un repudio creciente entre el pueblo trabajador que multiplica y potencia la bronca ya existente ante el ajuste de la motosierra. Todas las redes sociales y encuestas verifican que son millones quienes “están informados” y repudian el hecho. Hecho visible en las conversaciones en cualquier fábrica, taller, oficina, escuela, en reuniones con familiares, amigos y vecinos.
La primera reacción del gobierno fue hacer silencio. No se escuchó una palabra durante días, enmudeció la verborragia de Milei y sus acompañantes. Lentamente salieron a “desmentir”, sin dar ninguna prueba, y visiblemente llenos de miedo que aparezcan nuevos audios u otras pruebas que los involucren.
Martín Menem, se presentó ante periodistas amigos, e hizo una defensa patética: primero dijo que “ponía las manos en el fuego” por Lule y Karina (¿a cuántos políticos patronales le hemos escuchado esa metáfora?), para después reconocer que tiene “vínculos” con la Droguería Suizo-Argentina, en particular con Jonathan y Emmanuel Kovalivke, por su negocio privado de suplementos dietarios. El propio presidente retuiteó, increíblemente, un “descargo” de la droguería Suizo Argentina, dando una señal que se pone del lado de la empresa.
¿“Monumental operación”?
Desde el gobierno insisten en que se trata de una operación política a días de las elecciones. Sobre esto caben dos líneas de reflexión. La primera es que es posible. Nadie puede afirmar si la filtración viene de la propia interna salvaje de La Libertad Avanza, de algún sector del peronismo al que le sirve electoralmente, o del propio mundo de los laboratorios, en concreto de alguno que se quedó afuera del negocio. Todo puede ser, en todo los casos a través de una operación de algún sector de los servicios de inteligencia, ese subsuelo mugriento de la política patronal argentina, con orígenes en el aparato represivo de la dictadura genocida, al que todos los gobiernos patronales siguieron alimentando.
Pero la segunda línea de análisis es que, independientemente del orígen, lo concreto es que nos encontramos frente a un fenomenal caso de corrupción, uno más, pero de los gigantes, a que nos tienen acostumbrado los distintos gobiernos que se han sucedido en los últimos años. Como todo caso de corrupción tiene cuatro partes. Siempre está el coimeador, el que se lleva el porcentaje. Que a su vez reporta a su “jefe” político, para quién recauda. Lo novedoso es que, en este caso, estas dos figuras parecen resumirse en una sola: Karina Milei. Casi seguramente habrá algún “valijero” que recauda, pero, como en el caso Libra, en el cobro de candidaturas o en los pedidos de dinero simplemente para acceder a una reunión con el presidente, llueven los testimonios de que la gran recaudadora, casi en vivo y en directo, es la propia hermana del presidente ultraderechista: Karina Milei, que se consolida como el personaje “siniestro” del gobierno.
Sigamos con los actores. El o los empresarios que reciben el beneficio. Acá no hay dudas. Se trata de la Droguería Suizo Argentina, que multiplicó por cuatro mil en un año su facturación al Estado argentino. Son sus dueños, los hermanos Kovalivke, los que quisieron escapar con fajos de dólares billetes de sus casas en countries, no tomándose ni siquiera el trabajo de juntar del piso las banditas elásticas con que ordenaban los fajos en sus cajas fuertes.
Un actor particular del caso es el propio Diego Spagnuolo. Es el personaje principal de los audios. Es quien habla y “escracha”. Veremos en los próximos días su responsabilidad concreta en este desfalco y los motivos ocultos por los que dijo lo que dijo. Lo que no cabe ninguna duda es acerca de la catadura del personaje. Quedará para la anécdota si quien lo acercó a Milei fue la actual vicepresidenta Victoria Villarruel por sus afinidades comunes con los militares genocidas, o el economista liber facho Espert por su mundo común de negocios. Lo concreto es que, desde 2021, Spagnuolo integra el círculo íntimo de Milei, fue su abogado personal y compartía las tertulias de los domingos en Olivos para escuchar ópera. Por eso fue designado, sin ninguna experiencia previa, en la Agencia Nacional de Discapacidad. Y desde ese lugar se transformó en el ejecutor principal de una de las políticas más miserables de este gobierno: ajustar a las personas con discapacidad. El fue quien dio de baja 110.000 pensiones por discapacidad; él fue quien sometió a miles de personas con dificultades a la humillación y el drama de ir en persona y hacer colas kilométricas para que “demostraran” su situación personal. Fue el propio Spagnuolo el que, meses atrás, creó un protocolo para “clasificar” donde dividía a las personas en “tarados”, “retardados mentales” y otras definiciones similares, ganándose tal repudio de los profesionales del sector que se vio obligado a dar marcha atrás. Por último, también fue Spagnuolo quien, en vivo, sometió a humillación al niño Ian Moche y afirmó que “si hay una persona con discapacidad, el problema lo tiene que tener la familia, no el Estado”. En síntesis, un personaje despreciable en toda la línea, pero del que nadie en el gobierno puede decir que era un “marginal” o alegar desconocimiento.
Las víctimas: las personas con discapacidad
Dejamos para el final a un último actor de este caso. El más importante. Justamente los cientos de miles de personas con discapacidad que fueron y siguen sometidas desde hace meses a este calvario. Los profesionales de la salud que los atendían y vieron recortados salvajemente sus ingresos, hasta el extremo de tornar imposibles muchos servicios. El escándalo de un presidente que vetó la ley de emergencia en discapacidad (que finalmente fue derogado en el Congreso) porque “no hay plata”, mientras que ahora se destapa que “sí hay plata”, incluso la asignada al mismo rubro, para sus empresarios amigos, para sus funcionarios coimeros y para la gran recaudadora: su propia hermana.
El caso de la corrupción en la Agencia Nacional de Discapacidad y sus ramificaciones, de las que sin duda seguiremos recibiendo nuevos detalles en los próximos días, es uno de los ejemplos más claros de porqué es hoy más necesario que nunca, en las calles y en las urnas, decir ¡Basta de Milei!
Es también una fotografía más, de cómo se generan las ganancias en este capitalismo semicolonial y decadente de nuestro país. Donde los Yabrán, los Calcaterra, los Lázaro Báez o Cristóbal López, como ahora los Kovalivke, se hacen multimillonarios con sus vínculos mafiosos con los distintos gobiernos patronales, de distinto signo.
Por eso, para oponerse frontalmente a Milei, pero también para fortalecer a la única fuerza que nunca gobernó y que no tiene vínculos con la mafia empresarial nacional y extranjera que viene saqueando y hambreando a nuestro pueblo, es que en las próximas elecciones hay que votar al Frente de Izquierda Unidad.










