Escribe José Castillo, dirigente de Izquierda Socialista/FIT Unidad
Las primeras señales se conocieron el pasado viernes 2 de agosto, aunque el estallido sucedió el lunes 5. Se produjo una fuerte y feroz caída (un “crack”) de las bolsas de valores mundiales. Acciones, bonos de los estados, criptomonedas, precios de las denominadas commodities (como la soja) cotizaron a la baja. Varios interrogantes se abrieron: ¿por qué sucedió? ¿Estamos en la puerta de una nueva crisis aguda global, como la de 2008? Y, por sobre todo, ¿qué consecuencias tienen estas crisis para los pueblos trabajadores del mundo y para nuestro país en particular.
El lunes 5 de agosto se produjo un desplome histórico de la Bolsa de Tokio (el índice Nikkei), que cayó un 12,4%, el peor descenso desde 1987. Esto rápidamente rebotó hacia todas las bolsas del mundo: se hundió Wall Street, las europeas y también las latinoamericanas. En pocas horas, las cotizaciones en picada hicieron que se evaporaran dos billones de dólares de valores de capitalización bursátil. Que hasta ese momento figuraban en el capital de las grandes empresas o en los patrimonios de los multimillonarios del planeta. Surge un interrogante: ¿Existían previamente en realidad o era una pura sobrevaluación especulativa?
Es que el capitalismo imperialista mundial hace más de medio siglo que no funciona bien, ni siquiera en su propia lógica. Estamos inmersos en una crisis crónica, ya que el capital productivo genera menores ganancias que el especulativo (sea financiero, bursátil, etcétera). Por eso constantemente se generan burbujas especulativas, negocios parasitarios para unos pocos pulpos especuladores, que, más temprano que tarde, terminan explotando, dejando un tendal de perdedores. Claro que también sucede que estos “perdedores”, si son bancos o grandes empresas transnacionales terminan siendo rescatados (por la Reserva Federal en el caso yanqui o por los bancos centrales de Europa o Japón). A quien se quiere hacer pagar los platos rotos, siempre, es al pueblo trabajador por medio de feroces planes de ajuste.
El detonante japonés
El Banco de Japón el 31 de julio pasado subió la tasa de interés del 0% al 0,25% anual. La decisión de aumentar las tasas de interés fue consecuencia del aumento de la inflación, que pasó de ser negativa (-1%) en 2020 a superar el 4% anual. Parece un número menor, pero no lo es si observamos que hacía años que dicha tasa estaba congelada. La suba de la tasa de interés, liquidó un negocio especulativo que venían realizando los grandes capitalistas japoneses: endeudarse (recordemos que a tasa cero), para con ese dinero comprar en la bolsa yanqui acciones o bonos y embolsarse las ganancias de las altas cotizaciones norteamericanas. Ahora, con créditos más caros, ya no convenía seguir con esa bicicleta y los especuladores japoneses salieron rápidamente a desprenderse de esas acciones y bonos, provocando una caída en las cotizaciones. Claro que esas inversiones especulativas no estaban sólo en Wall Street, sino diseminadas por todas las bolsas del mundo, que así se hundieron el día lunes, incluyendo el índice Nikkei de la Bolsa de Tokio.
“La tormenta perfecta”: la coincidencia con las dudas sobre la economía yanqui
El capítulo “japonés” de esta historia coincidió con otro que estaba sucediendo al interior de los propios Estados Unidos. Se trata de una historia que viene desde 2008, ya que la recuperación de la economía yanqui fue lenta a posteriori de esa crisis. Millones que habían perdido sus empleos, cuando lograron reincorporarse al mundo del trabajo lo hicieron en puestos de peor calidad, más precarios, de medio tiempo (obligando a tener uno, dos y hasta tres trabajos) y con menores salarios. Eso generó en su momento el voto castigo a Obama en la elección de fines de 2016.
Durante los primeros años de Trump, la economía siguió igual. Luego llegó la pandemia y generó una recesión record. Si bien hubo una recuperación en 2021, decenas de miles que habían perdido sus empleos nuevamente solo consiguieron reinsertarse en peores condiciones y con salarios más bajos.
A ello se agregó la aparición de una inflación inédita desde la década del ´70, que pegó fuertemente sobre los salarios, deprimiéndolos más aún. Una parte importante de la derrota de Trump en las elecciones de fines de 2021, se explica por el repudio a esta situación económica y social.
El gobierno yanqui buscó bajar la inflación subiendo la tasa de interés de la Reserva Federal hasta 5,25%, y de esa manera, encareciendo el crédito. Esta política comenzó en los últimos años de Trump y se mantuvo durante todo el gobierno de Biden. Pegó sobre millones de familias trabajadoras, endeudadas de por vida pagando hipotecas u otros créditos, destinando a ello más de un tercio de sus salarios. Para peor, la inflación no descendió lo esperado, y continuó achicando los ingresos.
Mientras sucedía todo esto, se vivía una realidad totalmente distinta en los mercados bursátiles, financieros y especulativos yanquis, ya que subían las acciones y los bonos y el establishment financiero amasa fortunas. ¿Cuál era la realidad, la de los salarios deprimidos y las familias endeudadas o la de los millones amasados en Wall Street?
Una mirada más fina, nos permitía ver que lo del incremento de las cotizaciones bursátiles era un espejismo. En realidad lo único que crecía eran las cotizaciones de las llamadas “siete magníficas”: Nvidia, Tesla, Meta (Facebook), Alphabet (Google), Amazon, Microsoft y Apple, grandes corporaciones de las nuevas tecnologías. En el resto, las tasas de ganancia no se recuperaban y hay miles de empresas llamadas “zombies” (superendeudadas y que sólo sobreviven porque siguen obteniendo nuevos créditos).
Pero la realidad es que aún las propias “siete magníficas” también están sobrevaluadas, con cotizaciones muy por encima de los resultados de sus balances. Las señales marcaban serias posibilidades de que se estuviera incubando una nueva burbuja especulativa que, como las anteriores, terminara estallando.
La suma de las noticias de la suba de tasas en Japón coincidió la semana pasada con la publicación de nuevos datos de empleo en los Estados Unidos (aumentó del desempleo de dos décimas, situándose en el 4,3%) y ambas cosas unidas a que se conocieron algunos balances de las “siete magníficas” con resultados peores a los esperados, provocó la caída de la Bolsa. En los días siguientes, hasta ahora, las acciones, bonos e índices, sin seguir en un desplome tan fuerte, no se han recuperado.
La inteligencia artificial: ¿una nueva burbuja?
Veremos en las próximas semanas si estamos a las puertas de una nueva crisis aguda como la de 2008 (que terminó provocando quiebras en masas y una depresión planetaria generalizada) o esto es sólo un aviso. Pero la realidad es que cada vez se hace más claro que la economía yanqui no se ha recuperado nunca plenamente desde aquella crisis, y viene sobreviviendo por medio de la generación de burbujas especulativas.
Lo que ahora aparece es que todo el nuevo sector de la Inteligencia Artificial, que se lo vende como el eje de la nueva y mayor productividad del capitalismo del futuro, en la realidad del capitalismo imperialista de hoy lo que está haciendo es generar e inflar esta nueva burbuja que amenaza con estallar y provocar una crisis de proporciones.
Recordemos que las siete magníficas son la mayor expresión de lo que se conoce como “la economía del Silicon Valley”, que creció en las últimas décadas Pero ese sector supuestamente pujante de la economía yanqui no está exento de problemas. Sus cotizaciones registraron un descenso de 15% en estos días.
Varios factores intervienen en este colapso. Cada vez se sospecha más que la Inteligencia Artificial, y complementariamente la industria de fabricación de chips, han generado expectativas exageradas sobre sus futuras ganancias. En el último mes, Amazon, Apple, Meta y Nvidia publicaron resultados en sus balances que decepcionaron a los especuladores con esas acciones. Se empezó a desarmar la euforia de los inversores por los negocios en torno a la Inteligencia Artificial. Esto tiene un efecto inmediato en cadena para los fabricantes de microchips.
En síntesis, se desnuda la burbuja especulativa: las esperanzas puestas en la inteligencia artificial no se compadecen con la realidad. Las grandes tecnológicas no logran convencer a los especuladores de Wall Street de que la Inteligencia Artificial es el nuevo motor productivo de la economía global: “Las promesas de avances significativos en inteligencia artificial por parte de Amazon, Microsoft y Alphabet no han satisfecho a los inversores, que expresan su decepción con caídas en las acciones de estas empresas tecnológicas” (Washington Post, 3/8).
La conclusión es que, tal como viene sucediendo desde hace medio siglo, seguimos en medio de una crisis crónica de la economía imperialista. Las tasas de ganancia no se recuperan en los sectores productivos y las superganancias provienen centralmente de la especulación. En otras palabras, la inteligencia artificial está lejos de ser el pasaporte a una etapa de crecimiento del capitalismo.
Por eso lo que seguiremos viendo serán nuevos episodios de crisis como la que se abrieron esta semana. Lo que sigue, antes los billones de dólares perdidos, es que se tratará una vez más que sean los pueblos del mundo quienes lo paguen, por nuevos y más duros planes de ajuste. El camino, como siempre, será enfrentarlos con la lucha obrera y popular. Una vez más, el capitalismo demuestra que no ofrece ninguna salida, lo que nos obliga a luchar por gobiernos de las y los trabajadores y la izquierda, abriendo el camino hacia un mundo socialista.
Escribe Adolfo Santos, dirigente de Izquierda Socialista/FIT Unidad
Este 7 de agosto se produjo una importante movilización unitaria contra el super ajuste del gobierno ultraderechista de Milei y el FMI. Convocada por la CGT, las CTA, movimientos sociales y de derechos humanos, a lo que se sumó una columna independiente del sindicalismo combativo y los partidos de izquierda como PO, Izquierda Socialista y el MST. Se llenó la Plaza de Mayo reclamando por Trabajo, contra los Despidos, contra el Hambre, por mejores Salarios y Jubilaciones. Varias columnas concurrieron marchando desde San Cayetano, en Liniers. Ya en Plaza de Mayo, se leyó un documento común de los organizadores y luego se escucharon los discursos de la referenta de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, “Taty” Almeida; del secretario general de la CTA Autónoma, Hugo “Cachorro” Godoy, del de ATE Capital, Daniel Catalano; del premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y de Alejandro Gramajo, titular de la UTEP.
La movilización volvió a demostrar, una vez más, la importancia de acciones contundentes, unitarias y masivas, tal como se habían sucedido hasta la tregua que le dio la CGT a Milei luego del paro del 9 de mayo.
El sindicalismo combativo y la izquierda conformaron una importante columna independiente, compuesta por el Sutna, la seccional Oeste de la Unión Ferroviaria, Ademys, AGD-UBA, ATE Mecon, Garrahan y otras comisiones internas y listas de oposición antiburocráticas, así como movimientos sociales combativos, organizaciones de jubilados y partidos de izquierda.
La columna independiente, del sindicalismo combativo, estuvo encabezada por las y los ferroviarios del Sarmiento, el Sutna y la comisión interna del Hospital Italiano
Las y los trabajadores, jóvenes, jubiladas y jubilados de la columna independiente expresaron las necesidades de todos los sectores, una situación que no se aguanta más. El aumento de los despidos y la pobreza no son estadísticas, son familias, compañeros, compañeras que día a día la pasan peor. Por eso se escucharon los cánticos que unitariamente reclamaron a la CGT-CTA que rompan la tregua y convoquen a un nuevo paro general y un plan de lucha para derrotar el plan motosierra de Milei y el FMI.
Además, con la misma fuerza que en Plaza de Mayo, finalizado ese acto, las y los docentes organizados en Ademys y el Suteba Multicolor, junto a otros referentes del sindicalismo combativo, como los del cuerpo de delegados del Sarmiento, también con Izquierda Socialista, realizamos un acto frente a la Casa de Neuquén para manifestar la solidaridad con la lucha de la docencia neuquina contra el ajuste del gobernador Figueroa.
Escribe Miguel Sorans, dirigente de Izquierda Socialista, sección argentina de la UIT-CI.
5/8/2024
La crisis electoral de Venezuela vuelve a abrir múltiples interrogantes en miles y miles de luchadoras y luchadores. ¿Qué pasa en Venezuela? ¿Maduro es un gobierno de izquierda y antiimperialista que defiende el petróleo ante los yanquis? Maduro está enfrentando a las multinacionales petroleras? ¿Habría entonces que defender a Maduro y no denunciar el fraude? Nuestra corriente trotskista socialista tiene otra visión.
Como socialistas revolucionarios queremos aclarar una vez más ante la vanguardia mundial antiimperialista y socialista el verdadero carácter del gobierno de Nicolas Maduro y de lo que significó el chavismo. Es totalmente falso que en Venezuela haya un gobierno de izquierda ni que el chavismo haya impulsado la construcción de un “Socialismo del Siglo XXI”, como lo proclamó Hugo Chávez el 1° de mayo del 2005. Los hechos muestran claramente que el chavismo nunca hizo una ruptura con el capitalismo ni dejó de pactar con las multinacionales del petróleo.
La izquierda mundial, el peronismo y hasta sectores que se dicen trotskistas, han distorsionado la realidad. Para justificar su claudicación a los gobiernos patronales de conciliación de clases, sea Maduro, Lula, Petro o Boric.
Veamos que dice, por ejemplo, Valerio Arcary, dirigente de la corriente Resistencia y del PSOL de Brasil, apoyadores del gobierno de Lula. Arcary se reivindica a sí mismo como trotskista. Según él: “El análisis del resultado de las elecciones no puede reducirse a una consideración ingenua. (…) Lo que está en juego es un realineamiento de Venezuela con EE.UU., como una semicolonia, la privatización de PDVSA y la entrega de las mayores reservas de petróleo a las grandes corporaciones petroleras. (…) El gobierno de Maduro ha asumido un proyecto de regulación estatal nacionalista del capitalismo con reformas sociales.” (“La batalla por Venezuela”, 1° de agosto. Revista Jacobin).
O sea, para Arcary, es secundario si hubo fraude o no (no tener “una consideración ingenua”) y si por eso la policía asesina a 20 personas y se encarcela masivamente. Sino que el centro de la “batalla” es por el control del petróleo. Si cayera Maduro, según Arcady, se entregarían “las mayores reservas de petróleo a las grandes corporaciones petroleras” (multinacionales). Este tipo de mensaje es que el difunden gran parte del reformismo mundial y el castrismo.
Es lógico que se genere mucha confusión y dudas en millones. Y más cuando la oposición de Corina Machado es de derecha liberal y proyanqui. Pero todo esto es una gran mentira.
Chevron y las multinacionales petroleras hace años que están en Venezuela de la mano del chavismo
Primera aclaración, para evitar otras confusiones. Desde ya que la derecha proyanki que encabeza María Corina Machado quiere más entrega del petróleo. Pero fundamentalmente quieren ser ellos los intermediarios del negocio petróleo desplazando al chavismo y sus mafias corruptas. Cambiar una mafia por otra. Nada más.
Porque es una mentira mas grande que una casa que si se fuera el gobierno de Maduro entrarían “las grandes corporaciones petroleras”. ¡No! Ya están hace rato las multinacionales del petróleo en Venezuela. Desde el 2007, Chávez pactó, por ley, asociar a las multinacionales como empresas mixtas en PDVSA.
Entre las primeras empresas firmantes de los acuerdos estuvieron, entre otras, Chevron de Estados Unidos, Repsol española, la británica Shell, la francesa Total, China National Petroleum y Petrobras de Brasil. Exxon Mobil fue la única que no aceptó reconvertirse y se retiró. Luego se irían sumando Mitsubishi, de Japón, y las rusas Lukoil, Gazpom, Rosneff,
Los únicos que se opusieron a esta política fue la corriente socialista y clasista encabezada por Orlando Chirino y José Bodas, dirigentes obreros del Partido Socialismo y Libertad (PSL) y de la Corriente Clasista Unitaria Revolucionaria y Autónoma (C-Cura), desde el mismo seno de los trabajadores petroleros. Desde el primer momento la consigna fue “Basta de empresas mixtas. PDVSA 100% estatal bajo cogestión de los trabajadores”.
La entrega del petróleo venezolano a las multinacionales pegó un nuevo salto en el 2010 cuando el propio Chávez firmó la entrega de varios bloques de la Faja del Orinoco, que es considerada la zona de mayor reserva de petróleo del mundo.
En los primeros meses de 2010, el entonces ministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, anunció que el consorcio conformado por la petrolera estadounidense Chevron, Mitsubishi Corporation y la empresa Inpex Corporation, estas dos últimas de Japón, y Suelopetrol de Venezuela, serían socios de PDVSA en el proyecto Carabobo 3, formado por los bloques 2 Sur, 3 Norte y 5. El proyecto Carabobo 1 fue entregado al consorcio integrado por Repsol, ONGC Videsh Limited, la Indian Oil Corporation de India y Petronas de Malasia. Este campo está conformado por las áreas 1 Centro y 1 Norte. Los bloques entregados a las transnacionales producian entre 400 y 480 mil barriles de petróleo diarios.
Entonces Hugo Chávez hizo un llamado a las empresas capitalistas no sólo a explotar el petróleo, sino a sumarse al "desarrollo del país", y se felicitó por la "confianza" demostrada por los empresarios en la economía capitalista venezolana (datos y citas ver libro ¿Por qué fracasó el chavismo? De Simón Rodríguez Porras y Miguel Sorans, páginas 135 y 136).
También ese pacto se hizo con otras multinacionales (Nestlé, Coca Cola, DHL, Movistar, Citibank entre otras) y grandes empresarios venezolanos, mientras fomentaba el surgimiento de empresas que hacían negocios con el Estado, muchas ligadas a las Fuerzas Armadas, generando un nuevo sector burgués que se conoce como la “boliburguesía”. Se considera que hay unas 15 empresas manejadas por los militares. Lo cual explica que aún sigan siendo la columna vertebral del régimen. Todo en el marco de una política antiobrera de bajos salarios y de ataques a las organizaciones obreras y de izquierda independiente.
Nada más alejada de la realidad la otra mentira de Arcady de que el “gobierno de Maduro ha asumido un proyecto de regulación estatal nacionalista del capitalismo con reformas sociales”. Ya bajo Chávez empezaron las penurias para el pueblo trabajador a caballo de las ganancias que se llevaban las multinacionales y la corrupción y explotación de la nueva burguesía y la vieja patronal como el grupo Cisneros o el grupo Polar. Fue esa política la que llevó a la debacle económica y social del Venezuela.
Las multinacionales nunca se fueron de Venezuela
Pese a las sanciones que hubo sobre el negocio petrolero, en estos últimos años, por parte de EE.UU. las multinacionales nunca se fueron. Solo hubo retiros parciales. En ese marco, lo más importante es que ya en noviembre del 2022 se ratificó la licencia de Chevron, que empezó a enviar 200.000 barriles de petróleo por día a EE.UU.
Un año después, en noviembre de 2023, el diario El País, del estado español, informaba de nuevas inversiones petroleras, luego de que EE.UU. anunciara el levantamiento de muchas de las sanciones económicas que pesaban sobre Venezuela: “Además de Repsol y Eni (Italia), que llevan tiempo trabajando con Venezuela en proyectos gasíferos, la francesa Maurel and Prom ha anunciado que retoma sus operaciones en el Lago de Maracaibo. China Petroleum e Indian Oil ya adelantan trabajo con Miraflores. (…) Mitsubishi quiere reasumir el proyecto petroquímico de Metanol de Oriente, Metor. Caracas ha confirmado los proyectos conjuntos petroleros y gasíferos con la colombiana Ecopetrol. Se habla también de Petrobras y la india Reliance” (El País, 27/11/2023).
A su vez, en junio de 2024, mostrando que el supuesto bloqueo no existe, la Asamblea Nacional (AN, Parlamento), dominada por Maduro, autorizó una prórroga de 15 años a la empresa mixta petrolera de Venezuela Petroindependencia, donde Chevron tiene un 34% de participación, podrá operar hasta 2050, (Datos de Periódico Energía, 18/07/2024).
Ante la nueva crisis política creada por el fraude, Maduro anunció que si seguía la presión de EE.UU. “entregaría las licencias de las petroleras norteamericanas a los países del BIRC”. Esto muestra dos cosas: una la confirmación de que existe un pacto con las petroleras yanquis y segundo, que no amenaza con estatizar esas concesiones, sino entregarlas las multinacionales petroleras de Brasil, India, Rusia o China, que ya están hace años en Venezuela.
Más claro, echarle agua. El gobierno de Maduro no tiene nada de socialista y menos de antiimperialista. Se trata de una dictadura capitalista con un discurso seudo antiimperialista para seguir con la entrega del petróleo y la explotación del pueblo trabajador. Desde el PSL y la UIT-CI seguimos nuestra lucha por terminar con la dictadura de Maduro, su fraude y su represión, rechazando que la oposición de derecha proyanqui sea una alternativa. Luchamos por lograr un gobierno de las y los trabajadores que inicie el camino del verdadero socialismo con democracia para el pueblo trabajador.
Escribe Mercedes Trimarchi, diputada en CABA de Izquierda Socialista/FIT-Unidad y dirigenta de la agrupación de mujeres Isadora
Fabiola Yañez denunció a Alberto Fernández por violencia de género. Como todas las víctimas, lo expresan cómo y cuándo pueden. Por eso, saludamos su valentía y acompañamos su denuncia. Rápidamente el ex presidente, hizo su descargo en las redes y como dice el manual del macho: lo negó todo. Qué vamos a esperar del que dijo que se había terminado el patriarcado.
La violencia de género es un grave problema social y tan antiguo como el patriarcado. Con la fuerza del #NiUnaMenos en el marco de la cuarta ola feminista, mundialmente hemos logrado que se problematice la violencia de género por fuera del ámbito privado. Con la lucha impulsamos protocolos en los lugares de trabajo y estudio, conquistamos leyes, nuevos derechos y logramos que la perspectiva de género sea una mirada integral para abordar las desigualdades que existen entre los géneros. Hemos logrado también que nos acompañen, pese a que muchas veces enfrentamos la revictimización a la que somos sometidas cuando logramos poner en palabras, años de silencio tortuoso de violencias y abusos. Hemos avanzado en cuestionar el pacto de silencio que beneficia a los victimarios.
Ante la denuncia de Fabiola, referentes de La Libertad Avanza han salido con total hipocresía a pronunciarse contra la violencia de género. Nada más repugnante de quienes gobiernan atacando nuestro movimiento y eliminando las insuficientes políticas públicas con las que contábamos las víctimas de la violencia heterocispatriarcal. Un gobierno que legitima con sus discursos de odio, crímenes de odio como fue el triple lesbicidio de Barracas. Por eso, entre las primeras medidas de Milei estuvo el cierre del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, el desmantelamiento de la línea 144 de atención telefónica a las víctimas y la eliminación de la perspectiva de género en la Administración Pública. Denunciamos a quienes hoy dicen horrorizarse por estos hechos, pero saludan y reivindican terminar con las políticas para combatir la violencia de género. Los mismos aplican un ajuste brutal al conjunto de la clase trabajadora golpeandonos más a las mujeres y disidencias de los sectores populares.
Hasta que el capitalismo y el patriarcado caigan juntos
Con las luchas feministas hemos logrado conquistas parciales para combatir la violencia de género y sexual. Los logros obtenidos no son concesiones de ningún gobierno ni parlamento, sino que son fruto de años de lucha. Desde Isadora siempre hemos dicho que la violencia machista y sus crímenes no van a terminar hasta que derrotemos al capitalismo y al patriarcado. Por eso apostamos a la construcción de un movimiento de mujeres y disidencias independiente de todos los gobiernos. Esa fue la gran enseñanza de millones en la pelea por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito conquistado con la fuerza de la #MareaVerde. Por eso siempre hemos denunciado que el gobierno de Alberto Fernández intentaba apropiarse de nuestra conquista, mientras mantenía un presupuesto totalmente insuficiente para combatir la violencia de género y la ley de educación sexual en las escuelas.
Las mujeres y disidencias no podemos esperar nada de los tipos que gobiernan al servicio de perpetuar sus privilegios, otorgados por las instituciones del sistema capitalista y patriarcal. Por eso, confiamos solo en la fuerza de la movilización para obtener conquistas y también para defenderlas. Nuestro compromiso es con la lucha, independiente de los gobiernos y sus partidos patronales. Peleamos por nuestros derechos, en el camino de terminar con todas las desigualdades sociales. Nuestra pelea desde el feminismo socialista es por una sociedad sin opresión ni explotación. Te invitamos a darla junto a nosotras y nosotres y sumarte a Isadora.
Escribe José Castillo, dirigente de Izquierda Socialista/FIT Unidad
Más de la mitad de los argentinos son pobres y uno de cada cinco directamente indigentes. En el caso de las infancias, la pobreza crece al 69,7% y la indigencia ya afecta a uno de cada tres niños. ¡Estas son las consecuencias concretas, dolorosas e indignantes del plan motosierra de Milei y el FMI!
En estos días se conocieron dos informes estadísticos muy importantes. Tanto la Encuesta Permanente de Hogares del Indec como el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, coinciden en los números: la pobreza en la Argentina está creciendo en forma astronómica este año, alcanzando al cabo del primer trimestre un 54,8%. Veamos.
Ya partíamos de valores muy malos. En marzo de 2023 había en nuestro país un 38,7% de pobres. Un número escandaloso, que venía creciendo sistemáticamente en el último medio siglo como consecuencia de las políticas de todos los gobiernos sin excepción: ajustar al pueblo para pagar deuda externa. Un sólo valor ilustraba todo: en 1974 había 4% de pobres ¡Se había multiplicado por diez en estas décadas!
El gobierno de Alberto, Cristina y Massa no se quedó atrás. Su desastrosa gestión también fue parte de la continuidad del ajuste, para cumplir con las exigencias del FMI, sus auditorías y su cronograma de pago. Así, a fines del año pasado, cuando asumió Milei, la pobreza ya había ascendido al 44,9%.
Pero todo eso no es nada comparado con lo que hizo el nuevo gobierno ultraderechista. Su superajuste fue de tal tenor que en apenas un trimestre creó casi 5 millones de nuevos pobres. Sí, leíste bien, ese es el producto de que la pobreza subió hasta el 54,8%, que en números significa 25,5 millones de personas bajo la línea de la pobreza.
Pero eso no es todo. El desmantelamiento de las políticas sociales, también hizo crecer a valores astronómicos la indigencia, que ascendió a 20,3%, lo que implica casi 3 millones de nuevos indigentes.
Precisemos las categorías. “Pobres” en esta clasificación del Indec y del Observatorio de la UCA es la persona (y su grupo familiar) que no alcanza a tener ingresos para cubrir la canasta básica mínima para vivir mensualmente. (alimentos, artículos de limpieza, ropa). Indigente en cambio, significa que esa persona y su grupo familiar directamente no tiene ingresos para cubrir la alimentación mínima del mes.¡El paso previo inmediato a los miles que vemos revolviendo basura o pidiendo para comer!
El drama empeora en las niñeces
Todos los valores empeoran cuando nos preguntamos qué pasa con los menores de edad. La pobreza infantil creció hasta un 69,7%. Y la indigencia al 30%. Eso quiere decir en concreto que, en un país donde viven 11 millones de menores de edad, de ellos 7,7 millones son pobres y 3,3 millones directamente indigentes. Está directamente hipotecado el futuro de las próximas generaciones.
¿A dónde vamos?
Todos estos números espeluznantes son al final del primer trimestre de 2024. Lo que nos indica que, actualmente, como la situación social siguió empeorando, los datos son aún peores.
Es la consecuencia de millones de trabajadoras y trabajadores con salarios pulverizados. Los que están bajo convenio, en blanco, y aún así vienen perdiendo, y de lejos, contra la inflación. De las y los estatales (incluyendo docentes y trabajadores de la salud), con salarios abismalmente por debajo del costo de vida. Y el más de 50% de trabajadoras y trabajadores informales, que son a los que más se les ha deteriorado sus salarios. Sumemos a esto las y los jubilados, con el 90% en condición de indigencia. Y los millones que, sumidos en la marginación, sobrevivían malamente con alguna ayuda social que ahora se ha cortado.
A esta realidad tenemos que sumarle un número, cercano al medio millón (los datos van desde un mínimo de 300.000 a un máximo de 600.000) que han perdido sus empleos en estos meses, pasando a integrar el drama del desempleo.
Tenemos así una primera radiografía de las consecuencias del programa ultraderechista de Milei, de su plan de super-ajuste, con el objetivo explícito de garantizar los pagos de deuda externa y cumplir con las exigencias del FMI.
Frente a esta realidad, suena cada día más vergonzosa la tregua de la burocracia de la CGT y las CTA, que después del paro general del 9 de mayo, se han dedicado al “diálogo”y a garantizar la “gobernabilidad”, limitándose a declaraciones y sin plantear ninguna medida para enfrentar esta auténtica guerra declarada contra el pueblo trabajador.
Mientras diversos gremios enfrentan, en distintas regiones del país, al plan motosierra y sus consecuencias, mientras participamos de toda acción unificada, aún parcial, como la del 7 de agosto en Plaza de Mayo, seguimos exigiendo a las centrales obreras que rompan la tregua y que llamen a un nuevo paro nacional y un plan de lucha. Al servicio de esta política, está la convocatoria al plenario de lanzamiento de la Corriente sindical A Luchar, el sábado 17 de agosto.
Pero, al mismo tiempo, tenemos que plantear que no es cierto que “la única salida” es el ajuste infinito. Hay otra salida, un programa económico alternativo, obrero y popular, que comience por romper con el FMI, dejar de pagar la deuda y poner todos esos recursos al servicio de las más urgentes demandas populares: salarios y jubilaciones dignos, trabajo genuino, salud, educación y vivienda.
Ese programa es el que venimos postulando desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad, afirmando que para llevarlo adelante hace falta que gobiernen los que nunca lo hicieron: las y los trabajadores y la izquierda, en el camino a una Argentina Socialista.