
Escribe José Castillo
El gobierno dice que el magro incremento votado en el Congreso para las y los jubilados pone en riesgo la estabilidad del plan económico. Pero la realidad es que, este año, lo que se gasta mensualmente en jubilaciones es similar a lo que se capitaliza en intereses para los bancos por letras, bonos, pases y otros instrumentos financieros. Si tomamos el famoso “aumento” votado semanas atrás (y que Javier Milei se dispone a vetar) su costo representa cinco veces menos que ese monto.
El oficialismo intenta evitar que se dispare la inflación manteniendo artificialmente bajo el valor del dólar. Lo consigue, por ahora, gracias a que está utilizando los fondos que ingresaron por el préstamo del FMI, además de otros créditos menores de bancos internacionales. Todo ese dinero deberá devolverse con intereses. Con esos dólares se financia la fiesta de productos importados, el turismo al exterior y la fuga de capitales de los especuladores financieros amigos del gobierno.
¿Cómo evita que los pesos de esos especuladores vayan directo a comprar dólares y disparen la cotización? Garantizándoles mejores y más seguros negocios en pesos, junto con la certeza de que, cuando quieran, podrán volver a dólares sin trabas. El mecanismo es el mismo que desde hace décadas se conoce como “bicicleta financiera”, hoy rebautizada en la City como carry trade. En concreto, los bancos, financieras, agencias de bolsa y cuevas del microcentro venden dólares, se pasan a pesos e “invierten” en instrumentos financieros (bonos, letras, pases) con tasas astronómicas. En algún momento, cuando consideran que ya ganaron lo suficiente o que el riesgo aumentó, piden cobrar en efectivo esos títulos, y con ese dinero vuelven al dólar, provocando una suba abrupta de su precio. Es la misma historia de siempre en la especulación argentina.
En estos días vivimos un nuevo capítulo. El ministro Luis Caputo intentó canjear las LEFI (letras financieras que vencían diariamente y rendían casi un 30% anual) por otras letras, las Lecap, de mayor plazo y menor tasa. Los bancos no aceptaron. Liquidaron sus LEFI, cobraron en efectivo y se fueron al dólar, que subió por encima de los 1.300 pesos. El gobierno retrocedió y volvió a ofrecer pases (instrumento similar a las LEFI), otra vez a un día, pero con una tasa del 47%. Los bancos aceptaron, encantados con una tasa más alta y el mismo plazo que antes. El dólar, por su parte, quedó en 1.300: prácticamente no bajó. En resumen, ganaron los que apostaron al dólar y también los que especularon en pesos. Y todo eso lo pagamos todos. Como se decía al principio, ese mecanismo cuesta mucho más que el conjunto de las jubilaciones. Un ejemplo concreto, en pocos días, de cómo ganan los buitres y pierde el pueblo trabajador.
Los vencimientos de esta y todas las estafas anteriores se acumulan. Ya se esfumó el 44% del préstamo del FMI. De acá a fin de año vencen más de 10 mil millones de dólares entre el gobierno nacional, las provincias, el Banco Central y la deuda “privada”. A eso se suma toda esa montaña de bonos y letras en pesos que, en cualquier momento, pueden convertirse en deuda en dólares.
Por eso, insistimos: hay que cortar de raíz esta bola especulativa. Hay que dejar de pagar todo vencimiento de deuda externa y romper el acuerdo con el FMI que nos somete. Ese es el prerrequisito básico para poder implementar un programa alternativo que priorice al pueblo trabajador y no a los pulpos financieros.










