Escribe José Castillo
El referente “libertario” nunca deja de asombrarnos: siempre tiene un nuevo enunciado, más reaccionario que el anterior, para dar que hablar. De su planteo machista, racista y patriarcal en la Feria del Libro (“no voy a pedir disculpas por ser hombre con rasgos de blanco, rubio, de ojos celestes y tener pene”), pasó (a posteriori del debate de Perfil) a defender la compra-venta de órganos. Se trata de uno de los negociados más repugnantes que ha generado el capitalismo. De un lado, personas ultranecesitadas, en la más absoluta marginalidad, vendiendo riñones. Sumado a auténticas mafias que consiguen (obviamente asesinando primero) órganos vitales para luego venderlos en el mercado negro. Del otro lado, gente con plata que puede comprarlos, generando la terrorífica situación de que la vida de una persona que depende de un transplante se defina por la capacidad o no de pagar el “precio requerido” del órgano a la venta.
En el propio reportaje de Perfil ya Milei había dado señales de que su posición iba en este sentido, cuando ante su afirmación de que el mercado “resuelve todo”, se le dijo si sería legítimo que alguien le compre un brazo a otra persona porque le gusta coleccionar brazos, y Milei increíblemente respondió: “si alguien lo quiere vender, ¿cuál es el problema?”. Para enseguida explicar que se trata de la “decisión sobre el propio cuerpo del que vende el brazo”. Claro que esa “decisión sobre el propio cuerpo” Milei no la acepta cuando se opone a la legalización del aborto. Se entiende, lo hace desde el machismo más acérrimo, y también desde garantizarle el “libre mercado” al negocio del aborto clandestino.
Esta es la horrorosa y archirreaccionaria concepción ideológica de Milei, sin el más mínimo respeto por los derechos y dignidades de las personas.