Escribe José Castillo
En el debate organizado por Perfil, Juan Grabois, referente de Patria Grande y autoidentificado con el Papa Francisco (de hecho el título de la nota hablaba de economía “vaticana” versus economía austríaca) jamás hizo lo mínimo que se espera de cualquier referente “popular”: denunciar la peligrosidad del pensamiento de ultraderecha de Milei. Se perdió la oportunidad de hacerle acordar de sus socios políticos pro-dictadura, o del hecho de que los referentes teóricos de Milei, empezando por Friedrich Hayek, se dedicaban en su época especialmente a ensalzar a los dictadores Pinochet y Videla.
Nada de eso estuvo en la exposición de Grabois. Se enredó en complejos debates doctrinales del derecho, buscando siempre algún tipo de acuerdo o coincidencias con Milei. Incluso se felicitó cuando la encontró en que Milei “aceptaría a los manteros” porque son supuestamente parte de las bondades del libre mercado.
El problema de fondo de Grabois es que, mientras Milei es un defensor a rajatabla del capitalismo, los monopolios e incluso de la desigualdad social, él le responde cuestionando sólo los “excesos” del mercado. Y planteando un supuesto Estado compensador que aparecería para “igualar derechos de propiedad” (otra expresión que tomó del propio Milei en el debate) de aquellos que quedaron excluidos.
El planteo de Grabois terminó siendo tan tibio que, aún reconociendo que su propuesta de “ingreso mínimo universal” no garantiza ni siquiera la salida de la pobreza extrema, no propuso ni siquiera algo tan simple como un plan de obras públicas para generar trabajo genuino a los desocupados.
Quedó claro que para enfrentar a Milei y sus planteos reaccionarios, es necesaria una propuesta claramente anticapitalista, como la que encarna el Frente de Izquierda y no medias tintas como la que expresa Grabois.