El pueblo trabajador sigue sufriendo las consecuencias del plan de ajuste acordado entre el gobierno del Frente de Todos y el Fondo Monetario Internacional. Los bajos salarios, las jubilaciones de miseria, el congelamiento de los planes sociales, la decadencia de la educación y la salud pública tienen una misma causa: cumplir con las exigencias del FMI. El Fondo tiene metas muy concretas para hacernos cumplir y nos monitorea trimestralmente. Justamente en estos días está culminando la primera de las diez misiones de control del Fondo sobre nuestra economía. Todo con un objetivo claro: que los argentinos “ahorremos”, en base a nuestro hambre y miseria, los dólares necesarios para dar cumplimiento a los pagos de deuda externa, en primer lugar con el propio organismo.
Y esto no es lo único: los funcionarios del FMI ya anticipan que este ajuste que estamos sufriendo es solo la primera parte de algo incluso más profundo: a fin del año próximo, de cara al gobierno que surja de las próximas elecciones, vendrán las exigencias de las “reformas estructurales” (jubilatoria, laboral y fiscal). O sea que vendrán por “lo que queda” de los derechos del pueblo trabajador.
No hay futuro, ni posibilidades de desarrollo o progreso si seguimos así: el FMI dirige de hecho nuestra economía y nuestra política. Somos una semicolonia de ese organismo, lo que quiere decir que dependemos de decisiones tomadas por las grandes potencias imperialistas, y principalmente por los Estados Unidos.
Por eso insistimos, desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad, en la necesidad de implementar otro plan económico, obrero y popular, que, para resolver las más urgentes necesidades de trabajo, salario y jubilaciones dignas, salud, educación y vivienda, indefectiblemente tiene que partir de romper con todos los condicionamientos políticos y económicos que nos impone el FMI y con dejar de pagar inmediatamente la deuda externa. Se trata de dejar de ser una semicolonia, de dar la pelea por una segunda y definitiva independencia.