¡Qué lejos quedó todo eso! ¡Era pura demagogia! Lentamente, primero en reuniones privadas con empresarios que se dejaban filtrar a la prensa, y luego en alguna entrevista exclusiva del ministro Kicillof al diario La Nación, el kirchnerismo fue metiendo “con vaselina” que había que “negociar y pagarle a los holdouts” (nótese que ya hace rato que dejaron de llamarlos “buitres”). Hace 15 días, en una larga entrevista televisiva, el candidato oficialista Daniel Scioli, junto a su principal asesor económico Miguel Bein, blanqueó que “había que pagar”. Nadie dudaba, ya que lo habían dicho centenares de veces, que esa era también la posición de Macri y de Massa.
Pero faltaba la “puesta en escena” final, que sucedió la semana pasada. En un congreso organizado por la revista Latinfinance, estuvieron los principales economistas de los tres candidatos: Silvina Batakis (actual Ministra de Economía de la Provincia de Buenos Aires) y Gustavo Marangoni (Presidente del Banco Provincia) representando a Daniel Scioli; Carlos Melconian y Rogelio Frigerio (Presidente del Banco Ciudad) por Mauricio Macri, y Martín Redraro, asesor de Sergio Massa. Ahí las coincidencias fueron totales: tanto Batakis como Marangoni se pronunciaron por “cerrar un capítulo” e ir a pagarle a los buitres, por supuesto que con el acuerdo y beneplácito de Melconian, Frigerio y Redraro.
No nos tiene que llamar la atención: peronistas kirchneristas y “opositores”, radicales, macristas y “centroizquierdistas” que venían del viejo Frepaso, votaron juntos aprobando el canje 2005, volvieron a hacerlo en el 2010 y ahora, otra vez, aprobarán “reabrir las negocia- ciones” para pagarle a los buitres.
“Somos pagadores seriales”, se sinceró alguna vez la propia presidente Cristina. Así es. Justamente por eso fue mentira el discurso del “desendeudamiento”: se debían 145.000 millones de dólares, el gobierno pagó casi 200.000 millones en 12 años, y ahora debemos (reconocidos oficialmente) 250.000 millones, a lo que le sumaremos lo que le vamos a reconocer a los buitres... y sigue la cuenta, hasta llegar a casi 350.000 millones. Es que, a diferencia de lo que se dijo en la reunión de Latinfinance, acá no “se cierra” ningún capítulo. Al contrario, se sigue agrandando la bola de nieve de una deuda ilegal, inmoral e impagable.
Scioli, Macri y Massa coinciden en sus planteos: son los candidatos del “seguir pagando”, lo que nos llevará a nuevos ajustes y frustraciones. Lo mismo plantea Margarita Stolbizer, que acaba de presentar a su “flamante incorporación”, el ex Ministro de Economía de Cristina Martín Lousteau, otro “pagador serial”. Contra esta “unanimidad”, sólo se alza la voz del Frente de Izquierda, que dice con claridad que no será posible ningún programa económico que resuelva las urgentes necesidades populares sin dejar inmediatamente de pagar la deuda externa, para poner todos esos recursos al servicio de salario iguales al costo de la canasta familiar, jubilaciones con el 82% móvil, trabajo, vivienda, salud y educación para todos.
“Inversión extranjera para el desarrollo”, ¿de quién?
Lo planteó Daniel Scioli en la presentación de sus propuestas programáticas en el Teatro Opera: “ingresarán 30.000 millones de dólares por año”. Suponiendo que vengan (lo que está por verse dada la crisis mundial), ¿servirán realmente para el “desarrollo del país”, como anuncia el candidato oficialista? ¿De dónde saldrán? Veamos las opciones: una primera posibilidad es que sean nuevos “bonos colocados en el exterior” por el nuevo gobierno, o sea una nueva ronda donde viejos y nuevos “buitres” apuesten una vez más a hacer alguna nueva bicicleta especulativa con la Argentina que les garantice otra superganancia, a costa de seguir aumentando nuestra deuda externa.
La segunda variante, también evaluada por los economistas de Scioli, es recurrir a un nuevo “blanqueo de capitales”, para tratar de que vuelvan parte de los capitales fugados: es el clásico, “vení a la Argentina, si debés impuestos anteriores se te perdonan y nadie te va a preguntar de dónde sacaste la plata”. Un paraíso para el lavado de narcos, la trata, la venta clandestina de armas y cuanto negocio corrupto ande por el mundo. O para que “blanqueen” sus fortunas los amigos del poder. Un vía libre para que siga prosperando los peores negocios, muy lejos de cualquier inversión que le sirva al pueblo.
Y la tercera opción es la llamada “inversión extranjera directa”, que es cuando llegan empresas del exterior a algún emprendimiento supuestamente “productivo”. Sus resultados en nuestro país están a la vista: no llegan para nuestro “desarrollo”, sino para sumar superganancias en base al saqueo de nuestros recursos. En los últimos años tenemos los ejemplos de Repsol con YPF, Marsans con Aerolíneas, o la Barrick Gold con la megaminería, por sólo señalar las más resonantes. En síntesis, con la promesa de “los capitales que vendrán”, nos quieren vender una receta que, en nuestra historia, sólo sirvió para profundizar la decadencia, dependencia y semicolonización de nuestro país.
J.C.