Apr 27, 2024 Last Updated 1:46 AM, Apr 27, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Pili Barbas, Vicepresidenta del CEFyL

 Con las elecciones en las facultades de Sociales, Psi­cología, Arquitectura y Agronomía finalizó el proceso en los centros de estudiantes de la Universidad de Buenos Aires. El panorama general da cuenta de cómo la rebelión estudiantil tuvo su peso en las urnas e hizo retroceder fuertemente a las fuerzas del rectorado y el gobierno.

Desde la Juventud de Izquierda Socialista impulsa­mos listas unitarias de la izquierda y los sectores com­bativos junto al activismo de las tomas y las comisiones de base, y en Filo logramos revalidar la conducción encabezada por el Frente de Izquierda. Allí derrotamos al armado de la decana Morgade, “El Colectivo” de La Mella y La Cámpora, para poder seguir teniendo un centro que se ponga a la cabeza de la lucha educativa en la UBA.

En Sociales y Psico la izquierda retrocedió ante la polarización que logró instalar con éxito la alianza de Mella y los K contra las fuerzas del rectorado.

En Sociales se dio la gran novedad de la derrota de La UES, la fuerza que al mismo tiempo respondía a Daniel Filmus y al rector Barbieri, y en Psicología derrotaron al EDI, la fuerza del radicalismo que venía con el impulso de los “antitoma”. La alianza de La Mella y sectores del kirchnerismo tam­bién se impuso en Arquitectura y en Agronomía, con la particularidad de que allí fue secundada por el PO.

La elección implicó un golpe para el gobierno nacio­nal y el radicalismo de la UBA, pero dejó pendiente la tarea de avanzar en centros combativos e independientes de las autoridades universitarias. En ese sentido es que tenemos por delante una gran polémica con los compa­ñeros del PO que están negociando un acuerdo con el kirchnerismo universitario para conducir la FUBA.

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Escribe Martín Fú

Los jueves, en la localidad de San Martín, se sigue desarrollando el juicio por la desaparición y el posterior asesinato de nuestra compañera Ana María Martínez, militante del Partido Socialista de los Trabajadores, nuestro partido antecesor durante los años de plomo de la Triple A y la dictadura. Próximamente vendrán los alegatos. ¡Juicio y castigo a los culpables!

Como lo declaró su cuñada, Carmen Metrovich, “Ana María era una supermilitante” que distribuía su tiempo entre el trabajo, el estudio y la militancia. Carmen remarcó nuevamente que el juicio es fruto de la lucha y las innumerables movilizaciones que venimos realizando desde hace años, lo que
logró, en esta instancia, que los genocidas ocupen el banquillo de los acusados. El Tribunal Oral Federal de San Martín integrado por los jueces Silvina Mayorga, Daniel Gutiérrez y Marcelo Díaz Cabral continúa tomando los testimonios de los numerosos testigos de la causa. Ex compañeros de Ana María trajeron sus relatos a los estrados judiciales, donde luego de 36 años del asesinato de nuestra compañera, rememoraron
las durísimas condiciones de militancia que llevaba adelante el PST durante la dictadura. Luis Zamora fue uno de ellos el pasado jueves, cuando brindó detalles de la gran campaña internacional que se realizó en organismos internacionales denunciando la desaparición de la compañera.
Izquierda Socialista, quien conforma y acompaña el trabajo realizado por la Comisión de Amigos, Familiares y Compañeros de Ana María Martínez, también estuvo presente el pasado jueves. Mercedes Trimarchi, diputada electa por Izquierda Socialista en el FIT y referente de la agrupación de mujeres Isadora, llevó la solidaridad a la comisión en una nueva jornada donde declararon varios testigos, como anteriormente lo hizo Juan Carlos Giordano. Trimarchi resaltó que Ana María “era obrera, feminista y socialista, un ejemplo para las mujeres que seguimos su lucha”.

Ana María escapó de Mar del Plata, su ciudad natal, luego de la durísima persecución y represión de la que fue objeto el PST en esa ciudad. Trabajadora fabril, se empleó en diversas fábricas marplatenses, entre ellas Havanna. En Buenos Aires se instaló en la zona norte, donde trabajó como operaria industrial en la empresa multinacional Sylvania y finalmente, hasta el día de su secuestro y posterior asesinato, en la autopartista DEA.
Militante revolucionaria y feminista, fue asesinada a los 31 años y con un embarazo en curso de tres meses.

El ex general de brigada Jorge Norberto Apa, jefe del Destacamento 201 de Inteligencia, y el ex teniente coronel Raúl Guillermo Pascual Muñoz, jefe de Departamento de Personal G1, son los acusados en el juicio. Ambos prestaban sus “servicios” en el Estado Mayor del Comando de Institutos Militares con base en Campo de Mayo, donde tuvo sede el centro de detención y exterminio “El Campito” por donde pasaron más de 5.000 detenidos, la mayoría de ellos asesinados o actualmente desaparecidos. Apa y Muñoz están comprometidos por aparecer en el informe generado a finales de
1981 por la DIPPBA (Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires), por facilitar los medios y logística necesarios para infiltrar al PST, con la posterior desaparición y asesinato de nuestra compañera. Seguiremos esta pelea por juicio y castigo para los asesinos de Ana María hasta el final, como parte de la pelea por un gobierno de los trabajadores y el socialismo por la cual nuestros caídos dieron su vida.

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La Corte Suprema revocó el pedido efectuado por el ex comisario Miguel Etchecolatz, condenado a seis cadenas perpetuas por causas de lesa
humanidad. Con el voto en disidencia de Carlos Rosenkrantz, presidente del tribunal, y quien fue el mentor del 2x1 a genocidas, Etchecolatz deberá
cumplir su condena efectiva en una cárcel común a pesar de los intentos del gobierno de proteger a estos genocidas probados. En marzo pasado, y
fruto del repudio y la movilización popular, el genocida tuvo que volver al Penitenciario Federal de Ezeiza luego de pasar un tiempo con prisión domiciliaria en su casa del barrio Bosque Peralta Ramos, en la ciudad de Mar del Plata. Ahora tendrá que seguir en cárcel común.

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La Corte Suprema rechazó un recurso presentado por la defensa de Luis Chocobar, el policía que asesinó por la espalda a Pablo Kukoc, de 18 años. Desde un primer momento, Chocobar contó con el apoyo de los más altos funcionarios del gobierno, que defendieron su accionar. El presidente Mauricio Macri lo recibió en la Casa Rosada; Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, tomó como ejemplo el accionar del matador y hasta llegó a instigar al resto de las fuerzas de seguridad para que lo tomaran como ejemplo, promoviendo aún más el gatillo fácil y la línea de “matar por la espalda”. Chocobar será juzgado, a pesar del apoyo del gobierno, por homicidio agravado por la utilización de un arma de fuego en exceso del cumplimiento del deber, calificación legal dictada por la Sala VI de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional y refrendada por
unanimidad por la Corte. Otro revés para la política de impunidad y represión de Macri y Bullrich

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Escribe Miguel Sorans

Brasil es, luego de Venezuela, el punto más alto de la crisis política y social en América latina. El impactante resultado electoral del ultraderechista Bolsonaro es la expresión de esa crisis y del fracaso de la izquierda reformista latinoamericana. En particular de Lula, Dilma y el PT, que tuvieron más de 15 años de gobierno con ajuste y corrupción. El triunfo de Bolsonaro abre todo tipo de incógnitas y debates sobre el porqué del avance de la ultraderecha. ¿Por qué millones, incluidos trabajadores y sectores populares, le dieron el voto? ¿Brasil va hacia una dictadura o hacia un nuevo fascismo?

El debate está centrado en por qué triunfa alguien como Bolsonaro, una figura de ultraderecha, neofascista, con un equipo rodeado de ex militares que reivindican la dictadura de 1964. Bolsonaro triunfa no solo porque tiene un voto tradicional de derecha de clase alta y media alta, sino que gana con un amplio apoyo de sectores de la clase trabajadora y de pobres de las favelas urbanas. Bolsonaro sacó 57.800.000 votos y Haddad, del PT, 47.000.000. Fueron 10 millones de votos de diferencia.

El voto a Bolsonaro expresó, aunque en forma totalmente equivocada, el odio y la ruptura de millones de trabajadores con Lula y el PT. Fue un rechazo a decenas de años de gobierno del PT contra el pueblo trabajador y en beneficio de las multinacionales, el capital financiero y los grandes propietarios de tierras. A su vez, también expresó el descreimiento y la ruptura con todos los partidos tradicionales burgueses. El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), partido histórico de la burguesía, posdictadura, y aliado del PT (Temer fue vicepresidente de Dilma) sacó el 2% de los votos en la primera vuelta. El Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, sacó el 4,5%. O sea, quedaron pulverizados. A su vez, en primera vuelta, el PT, si bien llegó a la segunda, tuvo golpes claros. Dilma intentó salir senadora pero quedó en cuarto lugar y no entró en el Senado.

Bolsonaro ganó en la mayoría de los estados, en especial en los grandes, industriales y más politizados. Ganó en San Pablo, Mina Gerais, Rio Grande do Sul y Rio de Janeiro con un promedio del 65% de los votos. Ganó en el cordón industrial del ABC de San Pablo, base obrera histórica de Lula y el PT. El PT ganó en los estados más pobres y menos habitados del nordeste.

Este retroceso político en las masas es responsabilidad de la política de conciliación de clases del PT

El voto de millones de trabajadores a Bolsonaro expresa un claro retroceso político e ideológico. Esto ha abierto un debate en la vanguardia mundial sobre cuál es la causa de este giro electoral.

Los dirigentes del PT y la izquierda latinoamericana, que en estos años dieron el apoyo a los gobiernos seudoprogresistas de Chávez-Maduro, de los Kirchner, de Evo Morales y de Daniel Ortega, atribuyen esta derrota a una supuesta “onda conservadora” de las masas que, en el caso de Brasil, se habría iniciado con las jornadas de junio de 2013 cuando millones salieron a reclamar contra un tarifazo en el transporte y el aumento del costo de vida. Esto ocurrió bajo el gobierno de Dilma-Temer-PT. Entonces el PT calificó a esta protesta como “incentivada” por la “derecha” y que abrió el camino al supuesto “golpe de 2016”, cuando en realidad la rebelión popular de 2013 fue una genuina protesta de masas contra el gobierno ajustador de Dilma.

El PT hambreaba al pueblo y lanzaba tarifazos mientras hacía faraónicos estadios de fútbol para el mundial en pactos corruptos con Odebrecht. Por el odio popular a Dilma, el parlamento burgués hizo la maniobra de sacarla. No hubo ningún “golpe”. Y la crisis política y social no se detuvo. Temer llegó a tener el 2% de popularidad y hubo una huelga general en 2017. De este repudio de las masas surge el fenómeno Bolsonaro.

Con estos argumentos el PT y la izquierda reformista latinoamericana quieren eludir su responsabilidad en el surgimiento de Bolsonaro pretendiendo echarle la culpa a la gente “que se hace conservadora”. Pero ha sido el fracaso de los falsos modelos “nacionales y populares” o del llamado “socialismo del siglo XXI” de Chávez-Maduro los que llevan a esta confusión en el voto de millones de trabajadores y sectores populares. Gobiernos que no rompen con las multinacionales y el capital financiero y que ajustan al pueblo. Bolsonaro solo se explica por el odio y el rechazo popular que provocaron los gobiernos del PT. Las masas no se hacen “conservadoras” o de “derecha” sino que por su rechazo a los partidos del sistema capitalista, sean liberales o de la falsa izquierda, equivocadamente buscan castigar con su voto y caen en trampas electorales de la ultraderecha populista. Algo similar está pasando con el voto a Salvini en Italia, o a Le Pen en Francia.

Desde ya, no podemos minimizar este voto equivocado y peligroso. Pero en el caso de Brasil no creemos que sea un voto consolidado y estable a la ultraderecha. Las cosas son más contradictorias. Los trabajadores que votaron a Bolsonaro tienen la expectativa de que se termine con la corrupción, con la inseguridad y que mejore su nivel de vida. Nada de eso va a ocurrir. ¿Qué va a pasar cuando se acaben esas expectativas? Lo primero a tomar en cuenta es que en Brasil la clase obrera no está derrotada. El pueblo, así como castigó al PT, puede terminar castigando en las calles a Bolsonaro.

¿Se va hacia un régimen dictatorial o neofascista?

Bolsonaro es un político de ultraderecha o neofascista. Pero otra cosa es definir que desde el 1° de enero de 2019, cuando asuma, habrá un régimen nuevo, dictatorial o neofascista. Bolsonaro quiere acabar con la crisis política y social imponiendo un plan de explotación superior al actual, con represión y desconociendo las libertades democráticas. ¿Podrá hacerlo? Habrá que ver si el movimiento de masas lo permite. La clase trabajadora y los sectores populares no han sido derrotados en las calles. Bolsonaro solo ganó una elección. En 2017 la clase obrera brasileña hizo una huelga general histórica, además hubo centenares de huelgas en el país. El movimiento de mujeres y de la juventud con su movilización por Ele Não mostró su decisión de resistencia. Para que exista un cambio de régimen dictatorial tienen que imponer una importante derrota al pueblo trabajador. Y eso está por verse en las luchas por venir. Apostamos a favor de la movilización obrera y popular para derrotar los planes de Bolsonaro.

Nuestro semanario. En el que te acercamos el reflejo de las luchas del movimiento obrero, las mujeres y la juventud, además un análisis de los principales hechos de la realidad nacional e internacional.

Es una herramienta fundamental para fortalecer a Izquierda Socialista y al Frente de Izquierda.

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