Apr 24, 2024 Last Updated 5:33 PM, Apr 22, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Juan Carlos Giordano

“No compararía a Macri con Carlos Menem porque Menem tenía un costado sensible. Al presidente lo veo más parecido a Domingo Cavallo”, dijo Massa. ¿En qué parte era sensible Menem?

En los años 90 remató las empresas del Estado, dejó a cientos de miles de desocupados y duplicó la deuda externa. Y si Massa compara a Macri con Cavallo olvida decir que Cavallo fue ministro de Economía del “sensible” Carlos Menem durante 1991-1996.

Massa recientemente habló bien de Donald Trump y Bolsonaro, diciendo que “defienden a sus pueblos”. El ex jefe de Gabinete del kirchnerismo no tiene arreglo.

Escribe Juan Carlos Giordano

Grabois dijo a la revista Noticias que Rodríguez Larreta podría ser jefe de gabinete de Cristina. El soldado del Papa se enfureció y aclaró: “Nos fuimos reuniendo con personas que estuvieron en puestos importantes de gestión para escucharlos y aprender. Durante la entrevista con Noticias, cuando comenté que ya habíamos visto a Sergio Massa, Alberto Fernández, Jorge Taiana y Rodríguez Larreta, hice una broma en relación a que Larreta podría ser un buen jefe de gabinete cuando ganara Cristina.

El sentido de la broma es este en la medida en que la política esté dirigida desde una perspectiva popular y más si Cristina Fernández es presidenta, podemos absorber personas con diversos conocimientos y capacidades técnicas de todo el arco ideológico porque el movimiento nacional y popular no es una secta de iluminados”.

¡Aclarado! Grabois confía en que Larreta (igual que Massa) puede aportar para “una gestión eficiente, transparente y de excelencia para que las ideas de izquierda, las banderas justicialistas, las medidas nacional-populares se ejecuten a la perfección”.

Escribe Juan Carlos Giordano

Héctor Daer (CGT) junto conHugo Moyano y Ricardo Pignanelli (el burócrata del Smata), estos últimos como parte del llamado Frente Sindical por el Modelo Nacional, acaban de ingresar al PJ. Ya estaba Antonio Caló, de la UOM, y dicen que esta semana anunciarían el ingreso de Hugo Yasky (CTA). La inclusión del secretario general de la CTA de los Trabajadores a la Mesa de Acción Política del PJ fue idea de Agustín Rossi.

“Allí va a estar representado el 100% del movimiento obrero organizado, o el 99,9%”, enfatizó el diputado kirchnerista y uno de los delfines de Cristina. Y agregó: “Hacía muchísimo tiempo que la totalidad del movimiento obrero organizado no se expresaba unívocamente en términos políticos”.
Esta “unidad” dentro del PJ de un dirigente odiado como Daer y de Moyano (que vino despotricando contra la CGT) quiere decir que son dos caras de la misma moneda. La cara de la burocracia sindical funcional al PJ.

¿Qué une a Daer y Moyano? Ser parte de un peronismo que apuesta a la gobernabilidad y apoya -aunque a veces con algunas críticas para la tribuna- el ajuste de Macri y el FMI. Un ajuste avalado por los gobernadores peronistas

El que queda en falsa escuadra es Yasky, quien se quiere mostrar como “distinto” de la burocracia oficial y ahora se junta con ella en el PJ.

Por todo esto es que desde el sindicalismo combativo estamos por otro modelo sindical y político totalmente distinto del que representan tanto Daer, Moyano como Yasky. Un modelo sindical de lucha y democrático e independiente de los gobiernos de turno y de los partidos patronales. Es decir, estamos por una nueva dirección del movimiento obrero y la independencia política de los trabajadores para que dejen de ser furgón de cola de variantes patronales que gobiernan para las grandes patronales.

Escribe Mercedes Beauvoir

Las elecciones de medio término en los Estados Unidos le dieron un golpe político al gobierno reaccionario de Trump. Los republicanos perdieron la mayoría en la Cámara de Representantes, donde los demócratas canalizaron la bronca contra Trump. Se produjo un voto castigo de diversos sectores sociales contra su discurso de odio, machista, misógino y racista en medio de la crisis que atraviesa la región por la caravana migrante. El gobierno queda debilitado y se profundiza la crisis de dominación imperialista norteamericana en un contexto internacional de roces interburgueses con China y la Unión Europea, mientras el capitalismo no logra superar la crisis económica mundial.

El pasado martes los resultados de las elecciones de medio término de Estados Unidos fueron un verdadero plebiscito de los dos años de gobierno de Trump. Los demócratas se quedaron con la mayoría de la Cámara de Representantes y los republicanos mantuvieron la de Senadores. Al final de la votación, Trump dijo en las redes sociales que fue “un éxito tremendo esta noche ¡gracias a todos!”, y recibió el saludo del neofascista Salvini de la Liga del Norte de Italia. Pero los republicanos no tienen nada para festejar. Perdieron las gobernaciones de Kansas, Wisconsin y Michigan, que fueron tres estados claves en su victoria de 2016.

Si bien el voto no es obligatorio en los Estados Unidos y la elección se realiza un día hábil, la votación fue la más grande en el país de los últimos años y terminó con un traspié para Trump que perdió un sector del electorado que votó por él en 2016, sobre todo entre los trabajadores de las industrias y los suburbios. Esto se explica por una combinación entre las amenazas de atacar el endeble sistema de salud Medicare y una economía que no logra repuntar. Asimismo, la exacerbación de su discurso de ultraderecha y racista hacia los migrantes junto con el envío de tropas hacia la frontera se expresó en que 69% de los latinos votó por los demócratas, número que llega a 90% entre las comunidades afroamericanas. 

En el plano internacional, el impacto de este resultado será equivalente al nivel de referéndum de su gestión. En otras palabras, aparece una debilidad relativa pero concreta como jefe del imperialismo mundial. Todo esto podría tener repercusiones en el marco de la “guerra económica” con China y en cómo se resolverá la caravana migrante. Pero, sobre todo, es un llamado de atención al reaccionario y neofascista brasileño Bolsonaro, quien asumirá el gobierno de Brasil e intentará imponer un plan de mayor explotación a las masas y recortes de las libertades democráticas, pero que deberá enfrentar la resistencia del movimiento #EleNão y de los trabajadores y sectores populares.

El proyecto reaccionario de Trump queda debilitado  

Desde que Trump asumió el gobierno de los Estados Unidos se abrieron importantes debates en la izquierda a nivel mundial sobre si su triunfo electoral era parte de una “ola conservadora” y acerca de si hay en el mundo un giro a la derecha de las masas. Interrogantes que surgieron de la victoria electoral de un ultraderechista en el gobierno, nada más y nada menos que en los Estados Unidos. Evidentemente, en un país con una baja movilización social, los republicanos tienen una base social de derecha, el voto del hombre blanco, tradicional y reaccionario. Pero muchos de los que votaron a Trump lo hicieron con fuertes contradicciones y por el fracaso de los ocho años de gobierno de Obama. No olvidemos que Obama frente a la crisis de 2008 realizó un claro salvataje a los bancos y grandes empresas, en detrimento de las necesidades de las masas.  

Trump asumió siendo el presidente más impopular de Norteamérica y en medio de las históricas movilizaciones del movimiento de mujeres. En la primera convocatoria de 2017, conocida como la Women´s March, miles de personas salieron en las principales ciudades del país contra la política machista, misógina y racista de Trump. Al año siguiente, la convocatoria se repitió e incorporó la denuncia de los intentos de recortes en la salud pública y las amenazas de avanzar contra el derecho al aborto. Y hace meses el movimiento de mujeres volvió a salir a las calles contra la política migratoria de Trump de separación de las familias.

En estas elecciones legislativas. Trump perdió el voto popular por un amplio margen de más del 8% a nivel nacional. Perdió en los sectores industriales, en los suburbios y en las grandes ciudades. Perdió entre los jóvenes y las mujeres. La división del voto entre republicanos y demócratas muestra la polarización social: mientras el voto conservador del sur, del hombre blanco y los sectores rurales fue al partido de Trump, la exaltación de su discurso reaccionario hizo reorientar el voto tradicional republicano de las clases medias de los suburbios y las mujeres blancas. El voto demócrata canalizó una mirada progresiva sobre las perspectivas en el país, fue un voto contra los recortes en la salud pública, contra los ataques a las mujeres y las identidades disidentes, los migrantes y la diversidad cultural. 

Hay un espacio para una izquierda independiente

Lo más llamativo de estas elecciones fue el lugar de las mujeres, las identidades disidentes y los migrantes. Las elecciones de medio término no solo tuvieron récord en la cantidad de mujeres candidatas, sino que por primera vez se eligieron representantes musulmanas y de pueblos originarios. Jared Polis será el primer gobernador abiertamente gay del país por el estado de Colorado; Rashida Tlaib, en Michigan, será la primera musulmana diputada. Y se destaca la elección de Alexandria Ocasio-Cortez en Nueva York, de origen portorriqueño, que con 29 años será la mujer más joven en entrar al Congreso y que se reivindica “socialista”. Este voto reflejó un ala más a la izquierda del Partido Demócrata, que en la elección presidencial se reflejaba con la candidatura de Bernie Sanders. Este voto a “izquierda” muestra que sigue existiendo un espacio para construir una alternativa de izquierda independiente de los dos partidos imperialistas (Republicano y Demócrata) que se alternan en el poder. Ante la negativa de Sanders de dar ese paso, deben ser la nueva vanguardia y los grupos de izquierdas y socialistas los que deberían tomar esa tarea.

En conclusión, este resultado plantea un límite al discurso racista, xenófobo y antiinmigración de Trump. La disputa entre los republicanos y demócratas tendrá nuevos capítulos en el Congreso. Pero lo más importante es que la elección marcó un golpe político para Trump. No significa la debacle del gobierno, pero sí es un voto crítico que se canaliza a través de los demócratas y expresa un movimiento de oposición a su proyecto ultrarreaccionario. Se agudiza así la crisis del gobierno de Trump y del imperialismo norteamericano.

Escribe Guido Poletti

El G20 se reunirá en nuestro país el 30 de noviembre y el 1° de diciembre próximos, con la presencia de los máximos jefes políticos de las potencias imperialistas, Donald Trump, entre ellos. Macri, el anfitrión, quiere mostrarles su capacidad de “buen alumno” para cumplir con las exigencias del FMI. Hay que movilizarse masivamente para repudiar esta cumbre de los saqueadores mundiales de los pueblos.

A fin de noviembre se realizará en Buenos Aires la reunión del G20. Estarán presentes los líderes imperialistas más repudiados del mundo, entre ellos el presidente yanqui Donald Trump y la canciller alemana Angela Merkel, junto con los jefes del gobierno ruso Vladimir Putin, el francés Emmanuel Macron, el chino Xi Jinping, la británica Theresa May y el japonés Shinzo Abe, entre otros. Cada uno trae sus caprichos y exigencias exóticas, como la del príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salman, que reclama que los inodoros y bidés sean exclusivamente de la marca inglesa Kholer. 

También participarán funcionarios de primera línea del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización Mundial del Comercio (OMC) y las Naciones Unidas (ONU). Sufriremos una auténtica invasión: llegarán 5.000 custodios con sus autos blindados (incluida la llamada “bestia” que traslada al presidente Trump), lanchas, helicópteros y sistemas de ciberdefensa. Se cerrarán aeropuertos y zonas enteras de la ciudad. ¡Macri decretó feriado el viernes 30 para facilitar el megaoperativo militarizado que se pondrá en práctica! Se trata de una gran “asamblea del imperialismo”, de los verdaderos dueños del mundo. Vienen a ratificar las políticas de ajuste y saqueo que se están aplicando en todo el planeta, a garantizar la continuidad de las superganancias de las multinacionales y los astronómicos pagos de la deuda externa.

Macri los presenta como salvadores, cuando son repudiados en sus propios países, tal como le acaba de suceder a Trump en las recientes elecciones; a Angela Merkel, obligada a ponerle fecha a su retiro, o en China, donde se viene dando una oleada de huelgas por los salarios de hambre. Sin hablar del absoluto repudio que generan en los pueblos de los países sometidos a sus políticas imperialistas.

El objetivo inmediato del gobierno de Cambiemos es llegar a la cumbre sin paros ni movilizaciones a la vista, para poder mostrarle al mundo que es capaz de llevar adelante el superajuste exigido por el FMI. Por eso se apresuró a hacer aprobar en el Congreso el presupuesto 2019, que contiene la gran mayoría de las medidas reclamadas por el Fondo. Para lo que cuenta una vez más con el apoyo inestimable del peronismo, que le da los votos necesarios. Y también de la burocracia de la CGT que, a cambio de un bono miserable, le garantizó al gobierno el levantamiento de toda medida de fuerza.

La cumbre imperialista del G20 también genera la excusa perfecta para que ex presidentes como Cristina Kirchner, Dilma Rousseff y Pepe Mugica, el actual vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, o el ex candidato brasileño Fernando Hadad encabecen una suerte de “contracumbre” llamada Foro Mundial del Pensamiento Crítico. Buscan “lavarse la cara”, haciendo una vez más gala del doble discurso del “progresismo”, como si ellos mismos, cuando fueron gobierno, no hubieran pagado puntillosamente la deuda externa o permitido que los pulpos transnacionales petroleros y megamineros saquearan las riquezas de los países. Motivos por los cuales sufrieron repudios, como acaba de suceder con el PT en las recientes elecciones de Brasil, lamentablemente, provocando el triunfo de expresiones de ultraderecha como la de Bolsonaro.

Tenemos que repudiar la cumbre imperialista y la presencia de Trump y los otros líderes en nuestro país. Tal como lo venimos planteando y organizando desde el Frente de Izquierda y el sindicalismo combativo tenemos que preparar una marcha lo más amplia y masiva posible para el viernes 30. Denunciando el saqueo y la superexplotación de las multinacionales de la que estos gobernantes son sus representantes. Plantea la ruptura con el FMI. Esta movilización también es parte de la lucha contra nuestro ajuste, el de Macri y los gobernadores, exigido por el Fondo y los mismos gobiernos que se darán cita para la reunión del G20. Y aprovecha la presencia de Trump, socio privilegiado de los genocidas sionistas que otra vez están bombardeando la Franja de Gaza, para gritar bien fuerte nuestra solidaridad con la lucha del pueblo palestino. ¡No al G20! ¡Fuera los jefes imperialistas de Argentina! ¡No al pago de la deuda externa!

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