Escribe Guido Poletti
Noviembre arrancó con un nuevo mazazo para el ya pulverizado bolsillo del pueblo trabajador: se viene una nueva ola de tarifazos.
El gobierno oficializó aumentos para el gas y la electricidad de aproximadamente un 3,8%. En el caso del gas, los hogares pasarán a pagar más que las empresas, algo que nunca había sucedido en la historia.
También se autorizaron incrementos en la medicina prepaga, que, a las astronómicas facturas mensuales actuales, podrán sumarle subas que rondarán entre el 2,1 y el 2,8%.
El transporte público también aumentó en el Área Metropolitana de Buenos Aires. El boleto de los colectivos en territorio bonaerense subió un 4,1%, alcanzando los 572,86 pesos para el tramo mínimo. En CABA, el boleto de menor valor pasó a ser de 568,91 pesos.
Desde noviembre, el valor del pasaje en el subte pasó a costar 1.157 pesos para quienes utilicen una tarjeta SUBE registrada. Quienes usen una SUBE no registrada pagarán un valor sensiblemente mayor: 1.839,63 pesos.
También se registraron aumentos en los alquileres. Para los contratos regidos por la vieja ley, la suba será del 42,45%, prácticamente impagable.
Por si todo esto fuera poco, comenzaron nuevos incrementos en la nafta y el gasoil, que, por supuesto, a lo largo del mes repercutirán en el precio de otros productos.
Es mentira que está “domada” la inflación. Los precios siguen subiendo, y en todos los casos superan cualquier incremento de salarios y jubilaciones. Por eso sigue siendo necesario salir a pelear por un salario digno, donde nadie gane menos que el valor de la canasta familiar.
Para eso, la CGT tiene que romper su pacto con el gobierno y lanzar un nuevo paro general y un plan de lucha que empalme con la pelea contra la reforma laboral que está anunciando el oficialismo. Se puede ganar: las y los compañeros del Hospital Garrahan demuestran que, con la lucha, es posible.










