Escribe Adolfo Santos

Uno de los hechos más destacados de la elección legislativa del domingo 26 fue la derrota del peronismo. El resultado abrió una profunda crisis interna con acusaciones cruzadas entre sus distintas fracciones. 

La pelea que se desarrolla puertas adentro del peronismo no tiene nada que ver con las necesidades de las masas populares ni con una salida para enfrentar el ajuste del gobierno de Javier Milei.

Desde La Cámpora y el kirchnerismo le reprochan a Axel Kicillof haber adelantado las elecciones bonaerenses, mientras que los sectores cercanos al gobernador lo defienden y lo postulan como nuevo líder de cara a las presidenciales del 2027. Sin embargo, el balance de la elección no pasa por adelantar o unificar comicios, sino por la acción política concreta que el peronismo (como principal fuerza patronal opositora) decidió no impulsar para enfrentar el plan motosierra de La Libertad Avanza (LLA).

Si el oficialismo logró “pintar de violeta el país”, fue porque ni el peronismo kirchnerista, ni Sergio Massa, ni Juan Grabois, ni el peronismo en su conjunto defendieron una alternativa real al servicio de las y los trabajadores, de las y los jubilados, de la juventud ni de las mujeres y disidencias, todos sectores golpeados por el gobierno nacional. Mucho menos se ocuparon de organizar o acompañar las luchas que estos sectores desarrollaron en todo este tiempo.

A pesar de la derrota electoral, el debate de la dirigencia peronista gira exclusivamente alrededor de la elección presidencial de 2027. Mientras la camporista Mayra Mendoza critica a Kicillof por adelantar las elecciones y publica en la cuenta X “Cristina tenía razón”, el intendente de Ensenada, Mario Secco, sostiene que “el desdoblamiento electoral impulsado por el gobernador bonaerense fue un acierto”. Estas disputas internas nada tienen que ver con los problemas reales de las y los trabajadores, que sufren diariamente el ajuste.

El peronismo es parte del problema

Demostró que no es alternativa para enfrentar los ataques del gobierno. Su cúpula no aparece en las movilizaciones por jubilaciones ni en las luchas por salario o contra los despidos masivos. Sus principales dirigentes guardan silencio frente al desmantelamiento del Estado, la pérdida de derechos laborales y el ataque a las políticas sociales. Tampoco se oponen a los acuerdos con el FMI ni a la injerencia imperialista en el país, como la que ejerce Donald Trump. En lugar de enfrentar el plan de súper ajuste del gobierno, se adaptan a su agenda reaccionaria. Criticaron las huelgas docentes, aceptaron discutir una reforma laboral contra las y los trabajadores y hasta rindieron homenajes a figuras de la burocracia sindical como José Ignacio Rucci para congraciarse con “los barones del conurbano” y la CGT. Gildo Insfrán, referente del kirchnerismo, llegó al extremo de realizar actos conjuntos con la negacionista Victoria Villarruel. Ninguno de estos dirigentes rechazó el ingreso de tropas estadounidenses al país ni el anuncio de nuevas bases militares en Tierra del Fuego, y dejaron correr la represión contra las y los jubilados y los movimientos sociales.

El peronismo permitió que la CGT pactara con el gobierno y mantuviera paralizada a la clase trabajadora en nombre de “garantizar la gobernabilidad”. Esta política de “hacer la plancha” para cuidar posiciones, terminó alejando a amplios sectores populares que hoy comienzan a buscar una alternativa de lucha consecuente. Ni Cristina Fernández ni Axel Kicillof representan una salida para los problemas de salario, empleo, vivienda, salud o educación que enfrentan las masas trabajadoras.

No existen dos proyectos distintos dentro del peronismo: solo disputan cargos, poder e influencia de cara a las elecciones del 2027 mientras garantizan la gobernabilidad del ajuste. La dirección peronista presta gobernadores y parlamentarios para votarle leyes clave al gobierno, como la Ley Bases, un verdadero pacto antiobrero y antinacional. Por eso este partido patronal no sirve para derrotar el plan de Milei: forma parte del problema.

Ninguna de sus corrientes (incluidas el massismo, La Cámpora y Patria Grande de Juan Grabois) propone una salida real al ajuste. La única alternativa para enfrentar al gobierno y derrotar la motosierra contra el pueblo trabajador es el Frente de Izquierda Unidad. Con un programa obrero y popular, el FIT-U plantea una oposición consecuente en las calles y en el Congreso, siendo la única fuerza que no le votó ninguna ley al gobierno. Nuestro programa parte de una medida elemental: dejar de pagar la deuda externa fraudulenta y destinar esos recursos a salario, salud, educación, vivienda y trabajo. Para fortalecer esta alternativa te invitamos a sumarte a Izquierda Socialista y construir juntos una herramienta política al servicio de las luchas y de una salida de fondo para el pueblo trabajador.