
Escribe José Castillo
El presidente Milei logró finalmente reunirse con Donald Trump, quien garantiza apoyo político y financiero. A cambio, sin duda, de que el gobierno argentino siga siendo su aliado incondicional y por más privilegios para el saqueo. Todo terminará con más deuda externa que se pretenderá que la pague el pueblo trabajador con más ajuste.
En abril pasado, el gobierno yanqui había tenido que salir al rescate de Milei. Lo hizo promoviendo un préstamo del FMI de 20.000 millones de dólares, de los cuáles 12.000 se enviaron casi automáticamente. Pasaron apenas seis meses, y otra vez Trump tuvo que salir como bombero a quién quiere aparecer como su mejor alumno. Es que el gobierno de Milei logró avanzar con la motosierra y el super-ajuste, pero demostró que era una mentira absoluta aquello del “crecimiento en V”, o la reactivación económica. Fracasó en su propia ley. Toda su política económica está al servicio de garantizar los pagos de deuda externa y cumplir con las exigencias del FMI, pero se está hundiendo por ni siquiera poder cumplir eso. Es que no hay dólares que alcancen para mantener la cotización artificialmente baja, financiar la fuga de divisas y, a la vez cumplir con los vencimientos de deuda externa.
La semana pasada había terminado con el gobierno vendiendo más de 1.100 millones de dólares para sostener la corrida contra el dólar, no pudiendo evitar que éste siguiera subiendo, mientras caían las acciones en la bolsa de Buenos Aires, los bonos de la deuda y se disparaba el riesgo país.
Ahí apareció el imperialismo yanqui como “el salvador” de un gobierno en debilidad extrema. En un viaje que, en la previa, tenía olor a “me juego la última carta”, el presidente Milei logró su ansiada reunión con Trump y, lo más importante, el compromiso de que el gobierno norteamericano saldría a apoyar y fortalecer al vapuleado proyecto de La Libertad Avanza.
En la previa, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, publicó en la red social X que “la Argentina es un aliado de importancia sistémica para Estados Unidos en América Latina. Y el Tesoro de Estados Unidos está preparado para hacer lo que sea necesario dentro de su mandato para apoyar a la Argentina”.
El viaje de Milei tiene todas las señales del más absoluto vasallaje a los pies del imperialismo. Además de la reunión con Trump, incluye otra con la jefa del FMI, Kristalina Georgieva y, de postre, un encuentro con el genocida Netanyahu.
La señal antes de partir: quita de retenciones
El lunes por la mañana, el gobierno madrugó con la noticia de que quitaba las retenciones a los monopolios agroexportadores hasta fines de octubre. Un negocio redondo para Cargill, Dreyfuss, ADM, Cofco, Bunge y un par más de transnacionales, a las que se les regala un monto aproximado de 1.600 millones de dólares, a cambio de que adelanten las ventas remanente de soja y otros cereales. Otro as de debajo de la manga que saca el ministro Luis “Toto” Caputo para tratar de sumar algunas divisas. La contrapartida es que lo que ese monto que el gobierno dejará de recaudar equivale a lo necesario para financiar el aumento al presupuesto universitario y la Ley de Emergencia en Pediatría. Una nueva muestra de que el slogan de “no hay plata” sólo corre para el pueblo trabajador, para las personas con discapacidad, para la salud y la educación, pero nunca para los ricos.
El imperialismo yanqui al rescate: ¿a cambio de qué?
Trump salió a rescatar a su principal vasallo en la región. No será gratis: no sólo porque así se garantiza la continuidad del alineamiento incondicional del gobierno argentino con todas y cada una de las políticas del imperialismo yanqui (hasta el extremo de que nuestro país es, junto con los Estados Unidos, prácticamente los únicos aliados que le quedan al carnicero Netanyahu). Sino también porque la “ayuda” consistirá en un préstamo directo del gobierno yanqui, que habrá que devolver con sus respectivos intereses. En síntesis, más deuda externa que se suma a la bola de nieve infernal que se tratará que pague con más ajuste y miseria el pueblo trabajador. Sin duda se sumarán más privilegios, escritos o no, para las empresas yanquis que operan en nuestro país.
En la década del ‘30 del siglo pasado, el gobierno oligárquico surgido del primer golpe militar firmó un auténtico pacto de entrega semicolonial al imperialismo yanqui. Pasó a la historia como “el pacto Roca-Runciman”. Se lo conoció como “el estatuto legal del coloniaje”, justamente porque Julio A. Roca (entonces vicepresidente de la Nación e hijo del genocida contra los pueblos originarios) había brindado pidiendo ser “una joya más de su Majestad británica.
La historia se repite, corregida y aumentada. Un presidente debilitado al extremo por el repudio popular, y asediado por la desconfianza de los mismos buitres financieros a los que hasta hoy privilegió, corre a lamerle las botas al amo yanqui, en una sobreactuación vergonzosa.
Milei tal vez zafe, por la ayuda de Trump, de que se lo lleve puesto una corrida cambiaria como la que se asomaba hasta la semana pasada. Pero no va a lograr revertir la bronca creciente, las movilizaciones masivas en su contra y el repudio electoral que se le viene el próximo 26 de octubre. Sigue creciendo el sentimiento popular de que Milei no va más.










