Escribe José Castillo
Se trata de un nuevo megaendeudamiento, lo mismo que ya había hecho Luis Caputo como ministro de Mauricio Macri en 2018. Ahora lo repite al servicio de Javier Milei. Va a terminar igual: antes que tarde, la deuda impagable volverá a hacer volar la falsa estabilidad por el aire.
Milei y su ministro de Economía han lanzado desde hace unos dos meses un verdadero festival de nuevo endeudamiento. Con un objetivo concreto: “aguantar” el dólar, generando una falsa sensación de estabilidad que dure, por lo menos, hasta que termine el cronograma electoral en octubre.
El show de la nueva deuda
Todo empezó con la aprobación en abril de un nuevo préstamo del FMI por 20 mil millones de dólares. Que tuvo un desembolso inmediato de 12 mil millones (y ahora habrá 2 mil millones más). A esto se sumaron 2 mil millones más de nueva deuda con otros organismos financieros internacionales (concretamente el Banco Mundial, el BID y la CAF).
Aprovechando este aval político del imperialismo, Caputo salió a buscar nuevos préstamos, ahora entre los pulpos especuladores privados. Así consiguió un REPO (Repurchase Agreement) donde una serie de bancos (Santander, BBVA, Citi, JP Morgan y Morgan Stanley) le hacen un préstamo de corto plazo al gobierno de Milei por 2 mil millones de dólares, con una tasa de interés de 8,25% anual en dólares (la más alta del mundo). Posteriormente el gobierno anunció que ya tiene negociado con los mismos bancos otros préstamos REPO de acá a fin de año por un monto total de 6.000 millones de dólares.
A esto se sumó que Luis “Toto” Caputo emitió un bono (o sea más deuda) llamado BONTE 2030 (el número refleja el año de vencimiento de esa deuda) por otros 2 mil millones de dólares. Escandalosamente, estos bonos pagan una super tasa de 27,5% anual, y encima tienen una cláusula donde los compradores pueden exigir la devolución de la plata prestada por adelantado en 2027 (al final del mandato de Milei, para cubrirse de cualquier eventual derrota electoral del presidente). Unas semanas después, el ministro de Economía volvió a emitir 5 mil millones de dólares más de esos mismos BONTE 2030.
A todo esto hay que sumarle la emisión de 10 mil millones de dólares en otros bonos, llamados BOPREAL (que escandalosamente los especuladores lo compran con pesos pero al vencimiento lo cobran con dólares), destinados a empresas extranjeras que quieran remitir a sus casas matrices utilidades o dividendos.
Si sumamos todo esto, nos da que Caputo comprometió nueva deuda externa argentina por un monto cercano a los 45 mil millones de dólares.
¿A dónde fue toda esta plata?
Evidentemente ni un dólar de todo esto fue para salud, educación, vivienda, ciencia o técnica o para salarios o jubilaciones. Al contrario, para garantizar a los pulpos acreedores que van a cobrar se redobló la apuesta de la motosierra con más ajuste, despidos y cierre de organismos.
¿Acaso, entonces, ese dinero fue a acumular reservas en el Banco Central? Apenas unos centavos, los estrictamente necesarios para el próximo vencimiento importante de deuda (en julio vencen 4.300 millones). El gobierno dibuja reservas formales por 40 mil millones de dólares, pero las reales, las efectivamente disponibles están negativas en -7 mil millones.
Entonces cabe la pregunta: ¿dónde está esa plata?
Se la están gastando para sostener artificialmente el dólar y así dar la imágen de “estabilidad” y de que pueden evitar que se les dispare la inflación. Los dólares se usan para el mercado financiero (léase fuga de capitales) y también para bancar la ficción del dólar barato, con la ola de importados que empezaron a entrar y van camino a reventar la industria nacional o a financiar a los sectores privilegiados que están viajando al exterior (de hecho desde enero a hoy la cuenta de turismo dio negativa en 9.300 millones de dólares, un monto equivalente a todos los dólares que pueden entrar por exportaciones de gas y petróleo).
Recordemos que en el último trimestre del año pasado, el gobierno de Milei ya se había comido otros 20 mil millones de dólares, en ese momento provenientes del blanqueo. Ahora, Caputo trata, casi desesperadamente y hasta ahora sin lograrlo, que la clase media se desprenda de los “canutos” de dólares guardados en el colchón. Incluso acaba de anunciar que desde ahora los capitales especulativos que entren al país (y que hasta ahora debían permanecer como mínimo 180 días), ya no tendrán restricción alguna. Toda una invitación, junto al nuevo blanqueo, a la entrada de dinero narco, de la trata o del tráfico de armas.
Los números no cierran por ningún lado. El gobierno de La Libertad Avanza apuesta a usar todos estos nuevos dólares para “aguantar” hasta octubre. Aún cuando lo logre, se enfrentará después a los nuevos pagos de deuda. En 2026 habrá vencimientos por 20 mil millones y entre 2026 y 2031 serán 25 mil millones promedio por año.
Plata para la deuda o para las necesidades populares
La política de Milei no es novedosa: endeudarnos para pagar deuda, y así seguir alimentando la bola de nieve impagable de la deuda externa, que se continúa pagando con un super-ajuste (la famosa “motosierra”) a costa de la marginación y el hambre del pueblo trabajador y el saqueo de nuestras riquezas. El propio ministro Luis Caputo fue el mega-endeudador, con herramientas muy parecidas, durante el gobierno de Macri. Pero esto tampoco se inventó en ese momento: viene desde la dictadura genocida y luego fue avalado y pagado por todos los gobiernos posteriores, sin excepción.
Nuestra postura, la de Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad, es exactamente la opuesta: dejar de pagar inmediatamente la deuda externa, romper con todos los condicionamientos políticos y económicos que nos atan al FMI y volcar todos esos recursos a resolver las más urgentes necesidades populares: salarios y jubilaciones dignas, trabajo genuino, educación, salud y vivienda.