Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad
Las elecciones reflejaron un profundo descreimiento y una gran decepción con los políticos patronales: el 47% del padrón no votó, el nivel más alto de abstención desde 1983. En ese contexto, el PRO se hundió: Silvia Lospennato y los Macri apenas alcanzaron el 15%, mientras la ultraderecha de Manuel Adorni y los Milei dio el batacazo con un 30%. El peronismo, con Leandro Santoro a la cabeza, fue el otro gran derrotado, pese a que lo daban primero en las encuestas (27%). En ese escenario, el Frente de Izquierda Unidad hizo una buena elección, quedando como la quinta fuerza entre las 17 listas que competían, con un 3,16%. Renovó una banca en la Legislatura y superó a Ramiro Marra, a la lista de los radicales encabezada por Lucille Levy (del espacio de Martín Lousteau), entre otras.
El gran “ganador” de las elecciones del pasado 18 de mayo fue la abstención. Casi cinco de cada diez personas no fueron a votar, un fenómeno que se repitió en las cinco elecciones celebradas este año. Hay varias conjeturas sobre sus causas. Algunos analistas hablan de una “disociación entre la política y la gente”. Es decir, una profunda decepción y descreimiento por parte de amplios sectores populares y de la juventud frente a los políticos tradicionales y patronales, incluyendo a La Libertad Avanza (LLA).
El hastío frente a las reiteradas estafas electorales, las promesas incumplidas y la corrupción sistemática alimenta ese desencanto. “El 79 % considera que se gobierna para grupos poderosos en su propio beneficio”, señala un estudio (Clarín, 20/5).
Por eso, aunque se trataba de una elección legislativa, se apeló a referentes nacionales como candidatos y se involucraron figuras como Mauricio Macri y Javier Milei. Sin embargo, lo que predominó fue la apatía.
Estamos ante una crisis estructural del régimen y de esta democracia capitalista, que durante décadas funcionó con un bipartidismo capaz de canalizar las expectativas populares. Esa etapa ya quedó atrás, dando lugar a la actual dispersión y atomización electoral.
Triunfo de la ultraderecha y derrumbe del PRO
El PRO fue el gran derrotado tras 18 años de gobierno. La “muñeca” de Jorge Macri, al adelantar las elecciones especulando con que eso le jugaría a favor, solo adelantó su propia derrota, que fue estrepitosa. Ya había explotado Cambiemos (PRO-UCR-CC); ahora, explotó el PRO. Incluso sumando lo que obtuvo Horacio Rodríguez Larreta, igual quedaba tercero. No ganó en ninguna de las quince comunas. Apelaron a Lospennato, que ni siquiera pudo votar porque tiene domicilio en la provincia de Buenos Aires. El gran derrotado, otra vez, fue Macri, quien se tomó un avión a Europa, según dijo, por compromisos con la FIFA.
Junto al ausentismo, la otra gran noticia fue el triunfo de Adorni, candidato del gobierno de Milei y de la ultraderecha, que salió fortalecido al capitalizar principalmente el derrumbe del PRO. Fue un verdadero batacazo: la mayoría de las encuestas daban arriba a Santoro. Adorni y Milei lograron un doble triunfo, derrotando al peronismo por un lado y aplastando al PRO (su socio en el Congreso), al que duplicaron en votos.
Durante la campaña, Adorni y Milei impulsaron un discurso furibundamente anti-PRO y anti-Macri, acusándolos de ya no ser una herramienta útil para terminar con el peronismo. Bajo la consigna “Milei o kirchnerismo”, se presentaron como los únicos capaces de “enterrar a los K”. Es una expresión más del proceso abierto en las elecciones de 2023, donde es la ultraderecha la que capitaliza electoralmente el descreimiento en los viejos dirigentes y partidos patronales.
En especial, se repite el voto equivocado de sectores populares que rompen con el peronismo. Así, Milei se consolida como la nueva expresión política (en versión ultraderechista) del espacio de derecha que hasta ahora ocupaba el PRO. Ese es el gran triunfo político del gobierno, más allá del 30% que obtuvo: si se suman los votos anteriores del PRO y de LLA, el caudal es similar al de esta elección. Recordemos que Milei sacó el 57% en CABA en el balotaje.
El hecho central es que ahora fagocitó al PRO y apunta a hacer lo mismo en la provincia de Buenos Aires, convocando a que sus referentes se sumen a la lista violeta. Es lo que viene tejiendo con Diego Santilli y Cristian Ritondo, y ya varios intendentes pegaron el salto.
El pif de Santoro
La división en varias listas de la derecha y la ultraderecha venía favoreciendo a Santoro. Pero en la noche del domingo todo se derrumbó. Tuvieron que desmontar la conferencia de prensa que habían previsto junto a su militancia en Ferro, y la reemplazaron por un breve saludo de tres minutos, en el que Santoro reconoció la derrota.
Fue un candidato tibio, anodino, que intentó despegarse del karma de haber sido íntimo de Alberto Fernández y aseguró no tener vínculos con Cristina. “Yo me enfoco en lo local”, dijo. Cambió el nombre de su lista y pasó del color celeste al verde. Promovió un espacio amplio, conciliador: “yo me llevo bien con todos”. No enfrentó a Adorni. Afirmó: “no soy anti Milei, ni anti nadie”, dejando en evidencia que el peronismo no es una herramienta para enfrentar ni a la ultraderecha ni al PRO, ni en las calles ni en el Parlamento.
Así, el peronismo queda sin poder mostrar un triunfo de cara al desafío electoral en la provincia de Buenos Aires.
Buena elección del Frente de Izquierda
El Frente de Izquierda hizo una buena elección, a pesar de que el 55% de quienes fueron a votar lo hicieron por listas de la ultraderecha o de derecha y el 30% por las tres listas del peronismo. Fue la quinta fuerza que entró a la Legislatura. Superó al ultraderechista echado por Karina Milei, Ramiro Marra y a otros candidatos del mismo signo, a Lucille Levy, a Laura Oliveto de la Coalición Cívica bendecida por Elisa Carrió y a dos listas peronistas, entre otras como el Nuevo-Mas, con un testimonial 0,38%.
A pesar de haber quedado un punto por debajo de la elección de 2023, en algunas comunas el Frente de Izquierda llegó al 4% como en Almagro-Boedo; 3,9% en Chacarita-Villa Crespo; 3,74% en San Cristóbal y Balvanera.
Como dijo nuestra legisladora electa Mercedes Trimarchi (ver "El Frente de Izquierda salió quinta fuerza"): “El Frente de Izquierda pudo capitalizar una franja de luchadoras y luchadores, jubiladas y jubilados, mujeres y disidencias y de la juventud que no se dejaron arrastrar por las variantes patronales. Esto es muy importante para fortalecer las luchas que se vienen. Llamamos a seguir impulsando la pelea por derrotar la motosierra de Milei, los gobernadores y el FMI y por una salida de fondo, el no pago de la deuda y la ruptura con el FMI, para que esa plata vaya a salario, jubilaciones, trabajo, vivienda, a la educación, universidad y salud pública. Salida tan necesaria y urgente que solo la izquierda plantea”.
Solo cinco de las diecisiete fuerzas políticas que participaron de la elección legislativa de CABA obtuvieron representación parlamentaria