May 04, 2024 Last Updated 3:08 PM, May 3, 2024

30 de octubre de 1983: Alfonsín ganaba las elecciones / A cuarenta años del retorno de la “democracia”

Escribe Francisco Moreira
 
La caída de la dictadura militar fue un logro revolucionario de las masas. En octubre de 1983 Raúl Alfonsín (UCR) ganó las elecciones. Con Alfonsín y los sucesivos gobiernos patronales la Argentina continuó siendo una semicolonia capitalista, cuya población está sumida en la pobreza y miseria crecientes. Desde Izquierda Socialista/FIT Unidad planteamos la pelea por las soluciones de fondo y seguimos luchando por el gobierno de las y los trabajadores y el verdadero socialismo.
 
El 30 de octubre de 1983 se realizó la elección presidencial que terminó con siete años de dictadura militar. En ella triunfó, con casi el 52% de los votos, la fórmula radical integrada por Raúl Alfonsín y Víctor Martínez. En la campaña electoral, los candidatos Ítalo Luder (PJ) y el propio Alfonsín (UCR) habían lanzado todo tipo de promesas. Millones de trabajadores y otros sectores populares, incluyendo a muchos peronistas, le dieron su voto a Alfonsín, quien se hizo eco de las aspiraciones de libertad y progreso surgidos en la lucha contra la dictadura. Dos de sus emblemáticas consignas fueron: “con la democracia se come, se cura y se educa” y “no pagaremos la deuda externa con el hambre del pueblo”. Ninguna de las dos se cumplieron.
 
Cuarenta años de ajuste, saqueo y promesas incumplidas

La dictadura militar instaurada el 24 de marzo de 1976 dejó un saldo de 30.000 detenidos desaparecidos, alrededor de 500 bebés apropiados y miles de exiliados. Profundizó el saqueo imperialista y el sometimiento del país, aumentando la pobreza y la miseria. Creció la deuda externa de 7.800 a 45.100 millones de dólares. La caída de la dictadura fue un enorme triunfo revolucionario, logrado por movilizaciones obreras y populares en medio de una profunda crisis social y económica, y tras la derrota en la guerra de Malvinas. Este triunfo abrió una etapa de grandes libertades democráticas en la que se profundizaron las movilizaciones amenazando al régimen capitalista. La Junta Militar, encabezada por el general Reynaldo Bignone, y los partidos nucleados en la Multipartidaria (UCR, PJ y otros, con la adhesión del PC y PS), lograron desviar el proceso de movilizaciones hacia las elecciones de octubre de 1983.

El triunfo de Alfonsín despertó grandes expectativas que pronto fueron defraudadas. Tras el histórico juicio a las Juntas Militares, promovió las “leyes de impunidad” (Obediencia Debida y Punto Final) para los genocidas. Reconoció la fraudulenta deuda externa de la dictadura y el FMI continuó monitoreando los planes de ajuste. Redujo los presupuestos de Salud y Educación, los salarios cayeron y la inflación se disparó.

En medio de la crisis, Alfonsín entregó anticipadamente la presidencia a Carlos Menem (PJ). En la campaña electoral de 1989, Menem había propuesto como consignas: “salariazo” y “revolución productiva”. Pero indultó a los genocidas, siguió pagando la fraudulenta deuda externa y consumó la mayor entrega del patrimonio nacional de nuestra historia. En medio de una “fiesta” de corrupción, entregó a precio de remate a empresarios extranjeros y locales las empresas estatales, las jubilaciones y bancos. En 1999 ganó la Alianza, encabezada por Fernando De la Rúa (UCR) que, pese a las expectativas de cambio generadas y el anuncio de “terminar con la fiesta menemista”, continuó con su política y agudizó la crisis social y económica. La rebelión popular de 2001, el “Argentinazo”, lo obligó a renunciar a sólo dos años de haber asumido.  

Los primeros años del gobierno de Nestor Kirchner (PJ), desde 2003, estuvieron marcados por la necesidad de aplacar la bronca social y la crisis económica. Los gobiernos kirchneristas de Néstor y Cristina instalaron el doble discurso como política de Estado. Se embanderaron con las consignas de los Derechos Humanos, pero los juicios a los genocidas se hicieron a cuentagotas, desapareció Julio López, crearon el Proyecto X  para perseguir opositores y el genocida César Milani fue nombrado jefe de las Fuerzas Armadas. Prometieron enfrentar al FMI, pero pagaron de contado la deuda externa que siguió creciendo y continuaron la entrega de los recursos naturales con el pacto con Chevrón y las megamineras. Mauricio Macri (Juntos por el Cambio), entre 2015 y 2019, retomó el ataque contra los Derechos Humanos, impulsando el 2x1 que la movilización derrotó y las domiciliarias para los genocidas, profundizó el ajuste y nos volvió a endeudar escandalosamente con el FMI, ganándose el repudio popular.
 
Cuarenta años de luchas obreras y populares

Durante cuarenta años los gobiernos “democráticos” patronales radicales, de la Alianza, peronistas y macrista, profundizaron las políticas de ajuste, entrega y saqueo imperialista, cuyo modelo fue apuntalado por la dictadura militar. El actual gobierno peronista de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa es una expresión más de estos gobiernos del ajuste y el saqueo capitalista. Alberto había prometido “heladera llena”, repudiaba la deuda de Macri y dijo que iba a “elegir a los jubilados antes que el FMI”, pero hizo todo lo contrario. Hoy la pobreza supera el 40% de la población (la indigencia 10%), los salarios se hunden con la inflación y la deuda externa ya supera los 400.000 millones de dólares.

Hoy aparecen personajes como Javier Milei y Victoria Villarruel, liberfachos que hablan de “casta política” mientras niegan el terrorismo de Estado, el genocidio y amenazan a los luchadores sociales y a la izquierda para meter un mayor ajuste con el “plan motosierra” y la quita de las libertades conquistadas.

En oposición, los trabajadores y sectores populares no han dejado de luchar en estos años. La lucha incansable del movimiento por los Derechos Humanos logró los juicios a las Juntas en 1985, derogar las leyes de impunidad en 2003 y frenar el beneficio del 2x1 para los genocidas. La clase trabajadora, a pesar de las continuas traiciones de la burocracia sindical, se ha enfrentado a las permanentes políticas de ajuste. El Argentinazo de 2001 impuso el no pago de la deuda hasta 2005. La cuarta ola del movimiento de mujeres logró la legalización del aborto y la ESI, y el movimiento ambientalista cuestiona la contaminación y el saqueo de las multinacionales.

Para defender las libertades conquistadas desde la caída de la dictadura, seguir peleando por el castigo a los genocidas y fundamentalmente para comenzar a vivir una vida digna hay que romper con el FMI e imponer el no pago de la deuda y un plan económico obrero y popular. Para lograr los cambios de fondo que la “democracia” patronal no ha logrado resolver y ha profundizado. Desde Izquierda Socialista/FIT Unidad planteamos la necesidad de construir una alternativa política, un partido socialista revolucionario que luche por un gobierno de las y los trabajadores, que termine con el capitalismo y luche por el verdadero socialismo con democracia obrera.
 

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