Se acabó definitivamente el discurso del “desendeudamiento”. Ahora, en un giro de 180 grados, los medios afines al gobierno anuncian, como un gran éxito, nuevas emisiones de deuda externa: “Para los buitres que lo miran por TV”, titula el viernes pasado el oficialista Página 12.
Fueron dos operaciones. Primero, Kicillof colocó en los mercados el bono BONAR 24 por un total de 1.415 millones de dólares. Mal que le pese al que se le ocurrió la tapa antes citada de Página 12, los especuladores internacionales que lo compraron hicieron un negoción: ofrece una tasa de interés de 8,96% anual, casi el doble que la que pagaron por endeudamientos similares otros países latinoamericanos, e infinitamente más alta a la ofrecida por cualquier colocación financiera en los países imperialistas (que no pasa el 1%).
Pero ahí no terminó la cosa. Dos días después, el gobierno volvió a anunciar con bombos y platillos que había obtenido más financiamiento, en ese caso a través de YPF, por otros 1.500 millones de dólares, con una tasa de interés semejante a la anterior (8,62%).
El mecanismo de utilizar las reservas petroleras de YPF para conseguir crédito externo debe ser fuertemente denunciado. Desde la asunción de Galluccio en la petrolera, a instancias de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner, se llevó el endeudamiento de YPF a 8.200 millones de dólares, un 88% del valor de mercado de la empresa. El gobierno kirchnerista está endeudando artificialmente a YPF para obtener fondos que los usa con otros fines. Es un procedimiento similar al que hizo en su momento la dictadura militar, y que llevó prácticamente a la quiebra de la entonces petrolera estatal, abonando el terreno para la futura privatización de los años 90.
La conclusión es bastante simple: en apenas un par de días, de un plumazo, la Argentina se “cargó” 3.000 millones de dólares de nueva deuda. El gobierno kirchnerista miente descaradamente al tratar de justificarse diciendo que el primer bono es para financiar “un plan de viviendas” y que el de YPF para desarrollar las “nuevas inversiones en gas y petróleo”. Todos los operadores de la City y los economistas (oficialistas y opositores) saben que ambas emisiones de deuda tienen un objetivo concreto: incrementar las alicaídas reservas del Banco Central con el fin de poder hacer frente al “gran pago” de vencimientos de deuda externa de este año, el pago de capital e intereses del Boden 2015, por 6.000 millones de dólares, que vence en octubre, días antes de las elecciones. O sea, nos endeudamos para pagar vencimientos de deuda anteriores, la típica operación “bola de nieve”, que desde hace casi cuarenta años explica por qué nuestra deuda externa sigue creciendo infinitamente.
El kirchnerismo termina su ciclo sacándose la careta. Como todos los gobiernos que lo precedieron, “festeja” poder “patear” vencimientos de deuda hacia adelante por medio del sencillo procedimiento de cambiarla por deuda nueva, más cara. Es la eterna bicicleta de siempre, sin salida, que sigue hundiendo al país. Por eso, más que nunca, cobra im- portancia lo que, frente al “menú” de kirchneristas-sciolistas, macristas o massistas (ajustarse para seguir pagando), plantea el Frente de Izquierda: dejar de pagar esta inmoral, ilegal e impagable deuda externa, y volcar esos recursos para las urgentes necesidades populares de salario, trabajo, vivienda, educación y salud.