Apr 25, 2024 Last Updated 7:37 PM, Apr 24, 2024

Escribe Mariana Morena

El 25 de julio de 1978 nació Louise Brown, la primera criatura humana concebida por fertilización in vitro, fuera del organismo materno. Desde entonces las técnicas de reproducción asistida no dejaron de avanzar y se calcula que alrededor de ocho millones de personas nacieron gracias a ellas. La reaccionaria Iglesia Católica condenó su implementación con la misma vehemencia con que actualmente se opone a la ley del aborto.

El nacimiento de Louise Brown tuvo tal impacto mundial que muchos lo compararon con la llegada del hombre a la Luna. Ocurrió hace 40 años en el Hospital General de Oldham (en las afueras de Manchester, Inglaterra). Tuvo que ser protegido como una fortaleza tanto que el día programado del parto su padre ingresó custodiado por policías. Pese al hermetismo que rodeó el procedimiento de fertilización y el embarazo, la noticia se filtró y centenares de periodistas y fotógrafos asediaron la maternidad.
Como la cesárea fue filmada, las imágenes de Louise recién nacida se multiplicaron en los medios televisivos y gráficos de todo el mundo. Era la primera “bebé de probeta”, concebida fuera del útero materno por una técnica de fertilización in vitro (FIV). El método consistía en extraer un óvulo (ovocito) del útero materno, fertilizarlo con el esperma del varón en el laboratorio y, una vez formado el embrión, implantarlo en el útero para su desarrollo.

Una revolución tecnológica 
Los padres de Louise, Leslie y John Brown, intentaron el embarazo sin éxito durante nueve años. No lo lograban por una obstrucción en las trompas de Falopio de Leslie, una de las causas más comunes de infertilidad femenina. Por eso aceptaron el tratamiento experimental que le propusieron dos investigadores, Robert Edwards y Patrick Steptoe, quienes venían realizando ensayos desde una década atrás. No les advirtieron que, hasta ese momento, no lograban el resultado esperado. Llevaban una seguidilla de 78 fracasos incluyendo embarazos no evolutivos y comenzaban a ser muy criticados. Desde que en 1959 se documentó el nacimiento de un conejo fecundado in vitro, la tecnología de la reproducción en humanos avanzaba por el “gran milagro”. Esta vez el éxito fue total, Louise nació con 2,600 kg de peso y era perfectamente sana.
Desde entonces, las técnicas de reproducción asistida no dejaron de avanzar alcanzando un elevado grado de complejidad, seguridad y eficacia. Desde métodos de congelación para conservar embriones sobrantes para un posible uso futuro a otros basados en ultrasonido para evitar la incisión abdominal llegando a la inyección intracitoplasmática, por la que se inyecta un espermatozoide seleccionado específicamente en el óvulo, para casos donde el recuento de espermatozoides es muy bajo o cuando se tienen dificultades para acceder al ovocito. Por otra parte, se desarrollaron técnicas de diagnóstico embrionario para prevenir el nacimiento de hijos con enfermedades hereditarias ligadas al sexo, como la hemofilia o la fibrosis quística, entre otras, además de disminuir los riesgos de transmisión en personas portadoras de VIH.

Un beneficio para millones de personas
Cuarenta años después, la Sociedad Europea de Embriología y Reproducción Humana estima que unos ocho millones de bebés nacieron gracias a la reproducción asistida (en la Argentina la cifra ronda los 30.000; los primeros fueron mellizos, en 1986). Aproximadamente nacen 300.000 “bebés probeta” por año. La madre de Louise tuvo una segunda “bebé de probeta”, Natalie (la número 40 en el mundo) quien, a su vez, se convirtió en la primera mujer concebida por fecundación in vitro en ser mamá por vía natural. 
Estos tremendos avances elevaron considerablemente las tasas de éxito haciendo que más personas recurran a la reproducción asistida para lograr un embarazo, tanto en el caso de parejas heterosexuales con problemas de fertilidad (se calcula que entre el 15% y el 20% de la población mundial los experimenta en distinto grado), como en el caso de parejas homosexuales y mujeres solteras. La demanda de la sociedad llevó a que las técnicas fueran incluidas en los sistemas de salud y que su implementación se democratizara. En la Argentina la ley nacional de reproducción asistida de 2013 estableció el acceso integral y gratuito a todos los tratamientos que pasaron a ser de cobertura obligatoria para el sector público, las obras sociales y las prepagas.

La oposición de la Iglesia Católica
La reproducción asistida conllevó la discusión de nuevas problemáticas desde el punto de vista ético y legal (como qué hacer con los embriones no utilizados o sobre la elección de los progenitores en el caso de las donaciones). Algunas van siendo saldadas, otras nuevas aparecen. Actualmente su utilización es algo completamente común y aceptado socialmente. Sin embargo no fue así para sus pioneros que fueron criticados con dureza por la sociedad científica y sectores religiosos. Debieron pasar décadas para que su trabajo fuera reconocido (Edwards recibió el Premio Nobel de Medicina en 2010, cuando Steptoe ya había fallecido). Se cuestionaba la calidad científica y la ética de sus investigaciones y el Consejo de Investigación Médica de Inglaterra se negó a financiarlos. 
La Iglesia Católica jugó a favor de la “demonización” de estas tecnologías. Defendió con uñas y dientes su dogma reaccionario del “plan de Dios” que se veía jaqueado, reafirmando que para generar vida sólo es lícito el acto sexual entre varón y mujer, que hay vida desde la concepción y que todo embrión tiene derecho a la vida, los ejes que sigue defendiendo aún hoy. Hasta Francisco, el papa “progresista”, llama la atención sobre el descarte de embriones en lo que concibe como “cultura global del descarte”. Más de su doble moral permanente.
La institución más reaccionaria de la historia, que condenó los avances más espectaculares de la ciencia (como los casos emblemáticos de Galileo y Darwin), es socia del sistema capitalista imperialista en la explotación de los trabajadores y la violencia machista, volvió a oponerse a que las masas avanzaran en calidad de vida y en derechos. Cuarenta años después, sigue jugando el mismo rol retrógrado contra el aborto legal.

Una técnica para todo el mundo

Louise ha llevado la vida de millones de mujeres. Trabaja en una oficina de correo en Bristol, contrajo matrimonio y tuvo dos hijos que nacieron de manera natural. “Cuando nací me hicieron unas cien pruebas para comprobar que todo estuviera bien. Pero después me realizaron pocos estudios a lo largo de mi vida. No hay nada raro o diferente en mí ni en ningún otro niño nacido por fecundación in vitro”, declaró Louise en una entrevista que le realizaron en estos días (Perfil, 21/07/2018). Se considera una embajadora de la reproducción asistida, por lo que acepta participar de ceremonias, charlas y entrevistas en su apoyo. Una y otra vez repite que la técnica creada por los científicos ingleses está destinada a todas las parejas con problemas para concebir un hijo, independientemente de dónde vivan o de sus recursos económicos. “Mi madre y mi padre eran pobres. De hecho, cuando se fueron a vivir juntos dormían en un viejo vagón de tren”, contó el año pasado. “Bob Edwards tenía especial interés en que (esta técnica) fuera algo de lo que se beneficiara todo el mundo, no sólo los que pueden permitírselo”. (Fuente: El Periódico, edición Catalunya, 21/07/2018)

Escribe Mariana Morena

“Soy partidario del traslado forzoso, no veo nada inmoral en él.” Así se expresaba el líder sionista David Ben Gurion en 1938, insinuando el plan de limpieza étnica que diez años después el movimiento sionista ejecutaría en Palestina para crear un Estado exclusivamente judío, supuestamente sobre “una tierra vacía”.

A partir de marzo de 1948, la política sionista apuntó a la expulsión forzosa y sistemática de vastas áreas rurales y urbanas del país. De este modo, el Plan D (Dalet en hebreo) fue el más contundente proyecto para Palestina. Al término de seis meses, se expulsó a más de la mitad de su población nativa (cerca de 800.000 personas), se destruyeron 531 aldeas y se vaciaron once barrios urbanos.

 

Un plan sistemático de limpieza étnica

Las operaciones de limpieza étnica comenzaron en diciembre de 1947, una vez que la ONU definió la partición de Palestina en dos Estados, con la ciudad de Jerusalén bajo un régimen internacional especial (Resolución 181 de la Asamblea General, 29/11/1947). Lo hizo capitulando a las exigencias nacionalistas del sionismo y buscando compensar a los judíos por los horrores del genocidio nazi en Europa. De esta forma, se les entregó un territorio que abarcaba más de la mitad del país, con la mayor cantidad de tierra fértil y que incluía unas cuatrocientas aldeas palestinas. Los sionistas se lanzaron a la ofensiva y en diciembre comenzaron las primeras acciones contra unas pocas aldeas indefensas, que se intensificaron en los meses siguientes.

El 10 de marzo de 1948 se adoptó el Plan Dalet, que sería desarrollado por un ejército profesional que llegó a contar con 80.000 soldados bien entrenados, la Haganá (hasta entonces cuerpo paramilitar sionista en la zona); fuerza aérea, tanques, vehículos blindados, artillería pesada y lanzallamas. Operaron junto con otras organizaciones terroristas: el Irgún, dirigido por Menachem Begin (futuro primer ministro), la banda de Stern (Lehi) y las unidades de comando especiales del Palmaj. Las fuerzas sionistas recibieron órdenes militares donde se asignaba a cada unidad una lista de aldeas y barrios, detallando los métodos que deberían emplearse para el desalojo por la fuerza de los palestinos. Entre ellos, la intimidación a gran escala, el asedio y bombardeo, el incendio y demolición de propiedades, el saqueo, la expulsión y transferencia, el envenenamiento de fuentes de agua potable y la siembra de minas entre los escombros para impedir el regreso. La expulsión masiva fue acompañada de masacres, violaciones, torturas, encarcelamiento en campos de trabajo forzoso y actos de terrorismo.

Einstein condenó la masacre

La primera avanzada del Plan Dalet ocurrió entre abril y mayo de 1948. Se seleccionaron las aldeas rurales de las laderas occidentales de las montañas de Jerusalén, a lo largo de la carretera hacia Tel Aviv, con la orden de que no se perdonara a ninguna. Una por una fueron rodeadas, atacadas y ocupadas, sus habitantes expulsados y sus edificaciones demolidas, algunas veces acompañadas por masacres como la de Deir Yassin, una aldea pastoril que tenía un acuerdo de no agresión con la Haganá.

Los soldados judíos del Irgún y Lehi irrumpieron en la aldea con fuego de ametralladora, matando a muchos de sus habitantes. Después reunieron al resto y los asesinaron a sangre fría, decapitándolos, destripándolos, violando mujeres y maltratando cadáveres. Finalmente, se dinamitaron las casas que todavía quedaban en pie. Algunos sobrevivientes fueron paseados en camiones por las calles de Jerusalén Occidental, mientras los residentes judíos los insultaban, escupían y lanzaban piedras.

La masacre de Deir Yassin impulsó el éxodo masivo de los palestinos aterrorizados. Albert Einstein y otros judíos reconocidos de Nueva York la condenaron en una carta publicada el 4 de diciembre de 1948 en el New York Times.
El Estado de Israel se constituyó meses después sobre masacres como esta. Y no ha dejado de oprimir, asesinar y expulsar palestinos hasta el día de hoy. Los socialistas revolucionarios seguimos impulsando la solidaridad incondicional con el pueblo palestino, el retorno de los refugiados, el fin del Estado racista y terrorista de Israel y el establecimiento de un único Estado en Palestina, laico, democrático y no racista.

 

Fuentes: Ilan Pappé, La limpieza étnica de Palestina, Crítica, Barcelona, 2008. | “La masacre del poblado palestino de Deir Yassin: por qué el mundo nunca debe de olvidar”, Palestinalibre.org, 2008. | “Testimonies from the censored Deir Yassin Massacre: ‘They piled bodies and burned them’”,
Haaretz, 2017.

Escribe Martín Fu

Un 2 de abril de 1982 tropas argentinas desembarcaban en Malvinas. Las islas  estaban ocupada desde 1833 por la corona británica y el gobierno militar encabezado por Leopoldo Fortunato Galtieri buscaba aire para una dictadura casi agónica acorralada por la bronca y las constantes movilizaciones, con paros generales de la CGT incluidos. Desde el PST (Partido Socialista de los Trabajadores, antecesor de Izquierda Socialista), a la vez que denunciábamos el carácter aventurero de esta jugada de Galtieri, nos poníamos claramente en contra del imperialismo británico.  La recuperación de las Malvinas generó en un primero momento, una inmensa simpatía popular, transformándose luego en apoyo y solidaridad de miles de argentinos que se anotaban como voluntarios para ir a la guerra u organizaban colectas de víveres para los soldados. Hasta se generó un fondo “patriótico” para ayudar a financiar la guerra. No faltaron las comisiones de solidaridad con Malvinas en fábricas, universidades y barrios. Los trabajadores, estudiantes y sectores populares tenían el reflejo de cerrar filas contra el imperialismo inglés. En nuestros periódicos y volantes llamábamos a redoblar estos comités y exigirle a la CGT que se ponga a la cabeza de esa organización y de su centralización. A la Junta le exigíamos la expropiación de todos los capitales del imperialismo inglés y que aceptará la ayuda militar de países como Cuba, Venezuela, Perú, Libia, entre tantos que se solidarizaban con la Argentina.

Nada de eso sucedió, la conducción militar solo pretendía negociar con Gran Bretaña, con mediación yanqui, buscando alguna salida al atolladero. Pero los ingleses, apoyados por Estados Unidos y el conjunto de los países europeos, llegaron con su flota y comenzó la guerra. Nuestros jóvenes soldados combatieron heroicamente contra el invasor imperialista, a pesar del abandono que en las últimas semanas hicieron de las tropas los altos mandos militares. Nuestra aviación ocasionó enormes daños a unas de las flotas más modernas y poderosas, poniendo en jaque a toda la campaña británica en las islas.

Pero la junta militar no quería ganar. Nunca se tomó la más mínima represalia contra los intereses económicos en Argentina e incluso se siguió pagando la deuda externa a los propios británicos.  Finalmente, Galtieri terminó rindiéndose ante el imperialismo y la bronca popular incendió las plazas de todo el país: “los pibes murieron, los jefes lo vendieron”, se gritó esa tarde en una multitudinaria movilización en Plaza de Mayo. El destino de la última dictadura estaba sellado.

Nuestro recuerdo para quienes, armas mediante, combatieron cara a cara contra el imperialismo inglés. En un nuevo aniversario, desde Izquierda Socialista brindamos nuestro  más sentido homenaje para los únicos héroes y mártires de esta gesta.

Escribe Juan Carlos Giordano

El golpe genocida de 1976 tuvo a la cúpula de la Iglesia Católica entre sus más destacados apoyos. Lo hizo vía la Conferencia Episcopal, presidida por el entonces cardenal Primatesta, quien bendijo las torturas y el robo de bebés. Como toda institución capitalista y reaccionaria apoyó los golpes en toda Latinoamérica bajo las órdenes del imperialismo yanqui. La consigna “cárcel a los genocidas y sus cómplices”, que levantamos desde hace décadas, incluye en forma privilegiada a la cúpula de la iglesia.


En 2007 fue condenado a perpetua el cura Christian Von Wernich, capellán de la policía de la provincia de Buenos Aires, por su participación en secuestros, homicidios y torturas. Fue la primera vez que un miembro de la iglesia iba a juicio y recibía condena. Con el retorno de los gobiernos constitucionales en 1983, la iglesia desplegó toda su influencia al servicio de encubrir a los genocidas hablando de “reconciliación”. Lo mismo que dice ahora, a 42 años del golpe. El obispo castrense Santiago Olivera señaló que “hay que respetar los derechos humanos de nuestros fieles militares” (Página12, 10/03). Al día de hoy la jerarquía eclesiástica sigue sin entregar sus archivos a la Justicia.

Jorge Bergoglio, el actual Papa, llegó a ser arzobispo primado de Argentina continuando con la política de encubrimiento de su antecesor Quarracino. Durante la última dictadura militar Bergoglio era titular de la Compañía de Jesús a la cual pertenecían los curas jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics, secuestrados y torturados en 1976. Cuando tuvo que declarar por estos hechos, reconoció que no hizo ninguna denuncia judicial y que se limitó a “informar a mis superiores”, es decir, a los cómplices de los asesinos.

Sueldazos, pedofilia y contra el aborto

El jefe de Gabinete Marcos Peña volvió a reconocer hace días en el Congreso los sueldazos que les paga el pueblo argentino a obispos y curas. Lo mismo nos contestó cuando desde la banca de Izquierda Socialista le preguntamos sobre ello el año pasado. Es que el financiamiento a la Iglesia Católica se ampara en el artículo 2° de la Constitución Nacional, que dice: “El gobierno federal sostiene el culto católico, apostólico, romano”. Esto significa pago de sueldos y jubilaciones a los obispos hasta la exención impositiva de las parroquias. A su vez, el gobierno costea las obras y reformas de las basílicas y catedrales, entrega terrenos públicos a los monasterios y subvenciona a las escuelas confesionales de todo el país.

Las leyes 21.950 y 21.450, sancionadas por Videla y Martínez de Hoz en 1979, establecen la paga a los obispos de un sueldo equivalente al 80% de lo que gana un juez nacional y les otorga jubilaciones de privilegio. Estas normas no fueron derogadas por los posteriores gobiernos. Radicales, peronistas kirchneristas y macristas son cómplices al sostener estos privilegios que insumen 130 millones de pesos. Solo la izquierda propone terminar con ellos.

Recientemente distintos políticos patronales y referentes sociales enviaron una carta al Papa felicitándolo por sus 5 años de pontificado, desde Vidal, Massa, Baradel, Felipe Solá, Hebe de Bonafini, Estela Carlotto, pasando por el burócrata de la CGT Héctor Daer hasta Alderete (CCC) y dirigentes de los movimientos sociales, como Grabois de CTEP. El Papa agradeció diciendo que “la unidad es superior al conflicto” (es decir, llamando a no hacer olas ante el gobierno de Macri) y que “defiende la vida”, en clara alusión a su posición en contra del aborto. Además, la iglesia siempre se opuso al uso de preservativos y de cualquier otro método anticonceptivo, y el propio papa Francisco mantiene en cargos de jerarquía a curas pederastas.

Complicidad con la dictadura y los gobiernos de la impunidad, postura antiaborto, sueldazos, privilegios y curas pedófilos caracterizan a una institución retrógrada y reaccionaria a la que hay que seguir combatiendo. A 42 años del golpe no olvidamos ni perdonamos.

Escribe Mariana Morena

La masificación del reclamo por el juicio y castigo a los militares asesinos hizo que Alfonsín tomara la “causa democrática” como un eje de campaña. A cinco días de asumir, en diciembre de 1983, creó la Conadep para investigar las violaciones a los derechos humanos del Proceso.

Se trató de una comisión de “personalidades” sin atribuciones para citar a militares, lo contrario de lo que se reclamaba, que era una comisión independiente compuesta por los organismos de derechos humanos con amplias facultades para investigar y obligar a comparecer a los genocidas. Alfonsín trató también de que los militares “se juzgaran a ellos mismos” en el fuero militar. Recién después del fracaso de ese intento comenzaría el juicio a las juntas, donde Videla y Massera fueron condenados a perpetua, un triunfo importante pero parcial de la lucha popular.

El Punto Final y la Obediencia Debida

Pero no era intención de Alfonsín seguir avanzando más allá del juicio a los altos mandos militares. En 1986, hizo aprobar la Ley de Punto Final, con un plazo de 60 días para presentar nuevas denuncias, pasado el cual las causas prescribían, violando el derecho internacional que encuadra el genocidio como delito de lesa humanidad y por tal motivo imprescriptible. Sin embargo, en 60 días se presentaron miles de denuncias y se citaron más militares que en los tres años previos. La reacción estalló en Semana Santa de 1987, cuando el teniente coronel Rico se atrincheró en Campo de Mayo con un centenar de oficiales y la mayoría del Ejército se negó a reprimir la sublevación. La movilización popular en defensa de la democracia colmó Plaza de Mayo el domingo de Pascua, con anuncio de paro general. Alfonsín terminó cediendo a los “carapintadas” sobre “el debido reconocimiento de los niveles de responsabilidad” en el Proceso. Solo se opusieron las Madres de Plaza de Mayo y el MAS (precursor de Izquierda Socialista), que se retiró de la Plaza antes del famoso saludo desde el balcón, “felices Pascuas, la casa está en orden”. En junio de ese mismo año se aprobó la Ley de Obediencia Debida que, nuevamente contra la jurisprudencia internacional, eximía de culpabilidad por participación en el genocidio del grado de teniente coronel hacia abajo. Genocidas como Astiz, Etchecolatz, el médico Bergés y decenas de otros condenados quedaron en libertad al promulgarse la ley.

Menem y los indultos a los genocidas

Las leyes aberrantes de Alfonsín lograron que solo permanecieran en la cárcel los máximos jefes de la dictadura y los militares “carapintadas”. Sobre la base de una supuesta “reconciliación” todos ellos fueron liberados por Menem con decretos de indulto en 1989 y 1990.

Inmediatamente hubo un inmenso repudio popular, con manifestaciones en todo el país. En la ciudad de Buenos Aires tuvo lugar una de las más grandes que se recuerde, el 9 de septiembre de 1989, con unas 150.000 personas. Menem se vio forzado a retroceder parcialmente y solo firmó un indulto a los carapintadas, a la junta militar de Malvinas y a algunos montoneros, excluyendo a los jefes del Proceso. Recién en diciembre de 1990 indultó también a Videla, Massera, Viola, Camps y Suárez Mason.

La movilización no pudo impedir estos decretos de impunidad, pero abrió una nueva brecha en la Justicia por el delito de robo de bebés, que Menem no se animó a incluir. Se avanzó con nuevos procesos y condenas a los jefes genocidas, aunque volvieron a sortear la cárcel por tener más de 70 años. La movilización social en repudio de los indultos comenzó a minar la popularidad inicial de Menem.

Nuestro semanario. En el que te acercamos el reflejo de las luchas del movimiento obrero, las mujeres y la juventud, además un análisis de los principales hechos de la realidad nacional e internacional.

Es una herramienta fundamental para fortalecer a Izquierda Socialista y al Frente de Izquierda.

La suscripción del periódico impreso nos permite también seguir editándolo, ya que nos financiamos con nuestros propios aportes y del de los suscriptos.

 

Suscribite a la versión Impresa

Más Leídos

Milei y Benegas Lynch contra la educación pública y obligatoria / Ctera debe llamar a parar y marchar el 23 de abril

Milei y Benegas Lynch contra la edu…

10 Abr 2024 El Socialista N° 580

Repudio a la brutal represión de Milei, Patricia Bullrich y Jorge Macri

Repudio a la brutal represión de M…

10 Abr 2024 COMUNICADOS DE PRENSA

La “libertad” de Milei

La “libertad” de Milei

10 Abr 2024 El Socialista N° 580

En defensa de la universidad pública / Impulsemos la gran Marcha Federal Universitaria

En defensa de la universidad públi…

10 Abr 2024 El Socialista N° 580