Oct 12, 2024 Last Updated 7:26 PM, Oct 10, 2024

Izquierda Socialista

“Yo no creo que sea inevitable el triunfo del socialismo. Entonces lo indispensable es luchar, luchar con rabia para triunfar, eso es indispensable, porque podemos triunfar. No hay ningún Dios que haya fijado que no podemos hacerlo.” (Nahuel Moreno)

Escribe Nicolás Núñez, legislador electo CABA por Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda

Rabia, porque hace a la forma en que encaramos nuestra militancia. ¿Porque de qué otra forma plantarse frente a quienes gobiernan un mundo cada vez más injusto, con más derechos pisoteados, y con cada vez menos futuro por delante? Uno no puede pararse ante el crecimiento del hambre, o ante el 50% de jóvenes debajo de la línea de pobreza que tiene la Argentina, y tratar esos hechos solo como números. La rabia, la bronca, empujan nuestra voluntad de dar vuelta todo lo que conocemos de este mundo capitalista en decadencia. Pero no solo tenemos el enojo y la voluntad, también sabemos que existe la posibilidad de ganar.

Es por eso que junto con la palabra, rabia, nos interesó recuperar la cita con que encabezamos esta explicación. Se trata de una forma coloquial, simple, con la que el fundador de nuestra corriente dentro del trotskismo, Nahuel Moreno, sintetizaba su (nuestra) toma de posición ante un debate que llevaba un siglo de duración. Veamos

1. Marx y Lenin


Con la muerte de Marx en 1883 se dispararon múltiples interpretaciones de su obra. Hubo un arduo trabajo del pensamiento burgués para adornar la figura de Marx como alguien interesante, pero quitándole el contenido revolucionario a su legado. Parte de ese esfuerzo, fue plantearlo como un lúcido intérprete del capitalismo, pero reduciéndolo a un analista económico, lo que iba de la mano de pintarlo como alguien que pensaba que era el propio desarrollo tecnológico y productivo que impulsaba el capitalismo lo que, inevitablemente, algún día del futuro incierto, generaría las condiciones para una sociedad socialista. Lamentablemente eso también tuvo eco entre los “socialistas”: los partidos socialdemocratas de principios del siglo XX y los mencheviques rusos se abrazaron a esa misma idea de que no había que impulsar la pelea por el poder político, sino que había
que esperar al día que las “condiciones realmente maduras” toquen las trompetas, con la misma paciencia que los cristianos esperan el retorno de Jesús ante el apocalipsis.

A esa interpretación también la acompañó otra que enunciaba que irremediablemente la crisis del capitalismo iba a decantar mecánicamente en el triunfo del socialismo. Ambas negaban la importancia de la disputa política, y entendían la historia como mera consecuencia de los movimientos de la economía.

Esta revisión a dos voces de la obra de Marx pasaba por alto necesariamente dos elementos fundamentales: la perspectiva militante y la lucha de clases. Marx no se dedicaba a escribir encerrado en su casa ni a profetizar desde un pupitre. Fue un brillante estudioso, sí, pero sobretodo un fundador y constructor de la herramienta que consideraba indispensable: la internacional y el partido revolucionario de la clase trabajadora para luchar en el presente, y no en un futuro en abstracto, por el socialismo. Marx entendió que es la lucha de clases la que define los ritmos de la historia en que estamos inmersos. Esa lucha se da dentro de un cuadrilátero delimitado por
condicionamientos históricos económicos y sociales, pero es -justamente- una lucha, y en una lucha se gana o se pierde, pero se da pelea.

La Revolución Rusa (1917) dio un golpe letal a quienes les decían a los trabajadores que había que seguir aguantando al capitalismo, y demostró que ya había condiciones para que triunfe una revolución socialista. Con una organización firmemente organizada, el Partido Bolchevique construido por Lenin, un país atrasado lograba escaparse del infierno capitalista antes que cualquier país avanzado.

Pero no hubo solo triunfos, también hubo que interpretar catástrofes como la Primer Guerra Mundial que se llevó la vida de millones, y luego al nazismo. Ante estos hechos el marxismo revolucionario postuló que la historia no tenía un único pronóstico posible, no era inevitable el socialismo, la decadencia del capitalismo también podía terminar en otra cosa: en la barbarie.

2. Trotsky y Moreno

Tras la muerte de Lenin, el estalinismo fue un tremendo retroceso para la dirección revolucionaria de la clase trabajadora. Todas las corrientes que se alimentaron de él, desde el maoísmo hasta el “Socialismo del Siglo XXI” de Chávez, pasando por los consejos de Fidel Castro en las décadas del 70 y 80 en América Latina, fueron quienes se encargaron de reflotar la lectura reformista de Marx: “las condiciones para el socialismo no están dadas, hay que coexistir con el capitalismo y hacerlo avanzar, para que en el futuro sí haya condiciones de pelear por el socialismo”.

Mayoritariamente la izquierda mundial fue atrás de ese planteo, y así estamos hoy: con el capitalismo reimplantado en todos los países donde la burguesía había sido expropiada, y con un tendal de revoluciones abortadas, incompletas, traicionadas, en un mundo de miseria creciente. “Los que hacen revoluciones a medias no hacen más que cavarse una tumba”, decía uno de los graffitis del Mayo Francés. Algo que se demostró una y otra vez cierto.

La fundación de la Cuarta Internacional y de partidos revolucionarios por fuera de los PC (dirigidos por el estalinismo) fue lo que permitió que el legado militante y revolucionario de Marx pueda seguir teniendo un canal de organización. El responsable de esa tarea fue León Trotsky.

En el Programa de Transición, pilar de fundación de la Cuarta, señaló que el gran problema a resolver para sacar a la humanidad de su crisis era (es) la crisis de la dirección revolucionaria de la clase trabajadora. Se trata entonces, para decirlo simple, de un problema político, no económico.

Tras el asesinato de Trotsky por parte de una agente estalinista y hasta el presente, un sector del trotskismo padeció una gran desorientación política y dispersión, y en buena medida también, un impulso hacia rendirse ante las modas políticas del momento (el guerrillerismo, el zapatismo, el chavismo, etc.) y abandonar la estrategia marxista de construir organizaciones revolucionarias en la clase trabajadora.

Contra esa orientación Nahuel Moreno emergió en ese contexto como un gran constructor de partidos, y como un defensor no dogmático del legadodel marxismo, el leninismo y el trotskismo.

3. Ningún dios

Con Moreno afirmamos que en ningún lado está dicho que lxs trabajadorxs no puedan gobernar la sociedad. Porque en ningún lado está ya definido que el capitalismo es inmortal. Más bien, nada lo es. Su continuidad, es la continuidad del hambre, de la explotación, de las guerras, de la destrucción de la naturaleza, en fin, es una amenaza para cualquier tipo de futuro para el mundo entero.

La humanidad ya cuenta con el desarrollo productivo que garantice que nadie muera de hambre; cuenta con la tecnología para repartir las horas de trabajo y trabajar menos y poder dedicar nuestras vidas a lo que realmente queramos; cuenta con la capacidad de garantizar el techo, el acceso al agua, la salud y la educación al conjunto de la población mundial. Si eso no pasa es porque hay un puñado de megamillonarios, que tejen los hilos de la economía y la política mundial con sus empresas multinacionales, imponiendo cada vez mayores dolores a las mayorías empobrecidas. Eso explica que las 26 personas más ricas junten en un año la misma cantidad de riquezas que las 3.800.000.000 más pobres. Hay que terminar con todo esto.

En nuestro país, partimos de organizarnos para enfrentar las políticas de Macri y los gobernadores, pero en el contexto de que la realidad excede a nombres propios o a tal o cual gobierno. Nuestra lucha es contra todo un régimen social ordenado en torno a los intereses capitalistas.

Nuestra invitación es a que te sumes a dar esa pelea. Porque nuestra potencialidad de triunfo, no se deriva de la crisis del capitalismo, que ya a esta altura es crónica, casi permanente, y cada vez peor. Sino que se deriva de la fuerza que tenga nuestra herramienta política, y si somos lo suficientemente inteligentes, si tenemos la política correcta, para derrotar a los partidos capitalistas.

Somos parte, Izquierda Socialista y la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores - Cuarta Internacional, de una corriente que se forjó y aprendió junto a Moreno y toda una camada de militantes que viene sosteniendo décadas de lucha en condiciones de todo tipo, como lo hizo el heroico Partido Socialista de los Trabajadores (PST) sosteniendo la militancia en la clandestinidad contra la dictadura genocida de Videla y compañía.

Se trata de una militancia que ha pasado por situaciones de avance y retroceso, pero incluso en los momentos más difíciles, se sostuvo con la triple certeza de que es posible organizarse para derribar al sistema capitalista; de que la clase trabajadora da batalla contra los intentos de semiesclavización que impulsan los gobiernos; y de que en este mundo en el que priman la opresión y la explotación, no hay mejor manera de atravesar la vida que hermanadxs con compañerxs que peleen codo a codo y con rabia por una sociedad donde realmente reinen la igualdad y la libertad: una sociedad socialista.

No existe dios que haya definido que no podamos triunfar.