May 09, 2024 Last Updated 10:30 PM, May 8, 2024

Sobre el voto crítico en segunda vuelta

Publicado en El Socialista N° 572

Escribe Adolfo Santos

En muchas oportunidades las elecciones burguesas nos han colocado desafíos a la izquierda revolucionaria. Desde participar o no, por tratarse de mecanismos amañados controlados por los partidos patronales, con cláusulas proscriptivas, hasta cómo actuar frente a candidatos patronales en el caso de un balotaje, como el que se definirá el 19 de noviembre próximo.

En cualquier caso, definimos que tanto la participación electoral, como el voto, representan un problema político táctico. En muchos momentos, en los partidos de izquierda han surgido debates sobre si era correcto o no participar en elecciones y también, si en circunstancias especiales, se podría votar a un candidato que no represente un programa en favor de los trabajadores. Para nosotros, si no implica ningún acuerdo o apoyo político programático y lo hacemos de manera crítica, diferenciándonos del candidato, no compromete los principios ni los objetivos estratégicos de un partido revolucionario.

La izquierda trotskista, de los tiempos de Trotsky y las corrientes actuales han empleado esta táctica de voto crítico en relación a candidaturas burguesas o de conciliación de clases. Recientemente, en algunos procesos electorales de países vecinos, nuestra corriente y otras del trotskismo, hemos adoptado este posicionamiento. En Perú, por ejemplo, los compañeros que forman parte de nuestra organización internacional (UIT-CI), llamaron a votar críticamente por Pedro Castillo contra la derechista Keiko Fujimori y en Chile nuestra corriente hermana (MST) llamó a votar a Gabriel Boric contra el ultraderechista-pinochetista José Antonio Kast, esencialmente para evitar un retroceso en algunas conquistas democráticas, aunque fueran muy restringidas.

Brasil, dos veces contra la ultraderecha

En 2018, el ultraderechista Jair Bolsonaro ganó en primera vuelta por 46% contra Fernando Haddad, el candidato del PT (en una alianza con sectores patronales) que obtuvo 29%. La CST, corriente que integra la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores Cuarta Internacional (UIT-CI), desde el PSOL, votó por Guillermo Boulos en primera vuelta. Sin embargo, a partir de un fuerte movimiento fogoneado por la Onda Verde feminista, las calles se llenaron de movilizaciones al grito de #EleNão (él no) contra las propuestas fascistoides y misóginas de Bolsonaro. En esa onda correcta y progresiva, nuestra corriente definió el voto crítico por Fernando Haddad (ex intendente de San Pablo y ex ministro de educación del gobierno Lula) y se sumó a las movilizaciones. La mayor parte de las corrientes trotskistas de Brasil y el mundo dieron el apoyo electoral a la candidatura reformista y de conciliación de clases de Fernando Haddad. Aunque no alcanzó para revertir el resultado, esa movilización consiguió 45% para Haddad, frente a los 55% de Bolsonaro.

En 2022, después de cuatro años de gobierno y 704 mil muertos durante la pandemia por el negacionismo bolsonarista, la historia se repite. En la primera vuelta Lula obtuvo 48% y Bolsonaro 43%. La CST, que no acompañó el voto a Lula como orientó el PSOL, se sumó a un frente electoral de izquierda independiente junto al PSTU y otras organizaciones de izquierda levantando la candidatura de la compañera Vera Lucia, una mujer negra, pernambucana, que se inició en la militancia como trabajadora del calzado. Sin embargo, en el balotaje, nuestra corriente definió el voto crítico a Lula que se consagró presidente con un apretado 51% contra Bolsonaro 49%.

Así explicitó nuestra corriente ese voto en su periódico: “Nosotros, de la CST, estaremos en la trinchera de los que van a decir basta a este proyecto genocida. No confiamos que el Frente Amplio de Lula/Alckmin sea una salida para la clase trabajadora y los sectores populares, pero en esta segunda vuelta, la CST llama al voto en Lula para derrotar al neofascista Bolsonaro”.

Como se puede ver en estos y tantos otros ejemplos, la definición del voto, no determina ningún apoyo político o programático a dicho candidato, es esencialmente un voto negativo. Lo hemos hecho, en determinados momentos, acompañando el temor de amplios sectores populares a perder conquistas laborales, económicas o democráticas. De cualquier forma, siempre expresamos no depositar ninguna confianza en tales candidatos. La mayor demostración de esto es que en Brasil, después del triunfo de Lula, nuestra corriente, la CST, rompió con el PSOL por haber decidido incorporarse al gobierno burgués de Lula y el PT.

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