Habían sido interceptadas el 7 de marzo por cuatro militantes católicos que las denunciaron al 911 y haciéndose pasar por policías las persiguieron y detuvieron hasta que llegó un patrullero y las llevó a la Comisaría 9ª donde permanecieron detenidas durante 12 horas. La abogada Gabriela Carpineti, defensora de las imputadas, presentó un pedido de nulidad de la causa, argumentando que la detención había sido arbitraria, que los denunciantes incurrieron en falso testimonio al hacerse pasar por policías y que además, es desproporcional la relación entre el daño material del que son acusadas y la violencia que las mismas sufrieron por parte de los denunciantes y la policía. La audiencia finalmente concluyó en que el proceso debe continuar e irán a juicio. ¡Un verdadero escándalo!
Lamentablemente, no nos resulta raro que la justicia patriarcal actúe de esta manera contra mujeres que reclaman por sus derechos. Es un intento de disciplinamiento al movimiento de mujeres que sale a las calles. Ahora, llevará a juicio a las seis compañeras que con stencil y aerosoles salieron a difundir las acciones del paro internacional de mujeres que en más de cincuenta países logró visibilizar nuestros reclamos contra los femicidios pero también por el derecho al aborto, la igualdad salarial y contra las redes de trata que en nuestro país secuestran niñas y adolescentes a diario con total complicidad de la policía, la Justicia y los gobiernos.
Estos episodios se suman a las detenciones arbitrarias de unas veinte personas al finalizar la marcha del 8 de marzo en los alrededores de la Plaza de Mayo, imputándosele haber participado de incidentes frente a la Catedral. Todas acusaciones falsas, cuyo único fin es el de amedrentarnos para que dejemos de movilizarnos y organizarnos.
Denunciamos a la justicia patriarcal que mantuvo presa a Higui durante meses solo por haberse defendido de una patota de varones que pretendía violarla para “corregirle” su lesbianismo. La misma Justicia que tiene presa a Victoria Aguirre en Misiones. La Justicia que no le cree a las víctimas cuando hacen una denuncia por maltrato, burlándose de las mujeres, es la misma que libera a los violentos y violadores. Por eso, debemos confiar en nuestra propia fuerza y seguir movilizadas, denunciando al gobierno, que en vez de tener polí- ticas públicas para terminar con los femicidios, nos manda a la policía para amedrentarnos y a su justicia para culparnos. Y le advertimos que si su respuesta es la represión, la nuestra será más organización y movilización.