Peña Nieto vino con una comitiva de grandes empresarios a hacer negocios al país. Fue recibido calurosamente por Macri y parte del peronismo (Urtubey y otros). Izquierda Socialista participó denunciando que Peña Nieto (PRI) es el responsable político de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en 2014, entorpeciendo la investigación de ese hecho aberrante que continúa impune. Así como la reciente represión policial, que dejó el saldo de 11 maestros asesinados en Nochixtlán, estado de Oaxaca, mientras protestaban contra la reforma educativa del presidente mexicano.
En México se registran en los últimos años más de 150.000 asesinatos y 28.000 desapariciones mayormente a manos de los narcos ligados a los partidos del sistema (PRI, PAN y PRD), un tercio de ellos durante el mandato de Peña Nieto. El 98% de esos crímenes no se investigan y la tortura por parte de las fuerzas policiales es una práctica generalizada.
Peña Nieto impulsa una política de contrarreformas y ajuste contra el pueblo trabajador, entre ellas la privatización de las empresas de electricidad, del petróleo y una reforma educativa que facilita la privatización de la enseñanza, ataca la estabilidad laboral y rebaja los salarios docentes. Es además un presidente corrupto, quien tuvo que admitir públicamente la compra de una mansión de 7 millones de dólares a un contratista del estado mexicano.
Ante la protesta en capital (de la cual no participó ningún sector kirchnerista) Macri declaró cínicamente: “No me consta que Peña Nieto no haya defendiendo como corresponde los derechos humanos”. ¡Complicidad total! Por eso también se repudió ampliamente al presidente argentino.