La presidente, Kicillof y los medios oficialistas podrán intentar hacer “malabares” para explicar que se trata de una medida “progresista e independiente”. Pero no tienen como disfrazarlo: el gobierno peronista de Cristina acaba de realizar una de las acciones más entreguistas y proimperialistas de sus doce años de gobierno. Han reconocido y fijado un cronograma de pagos para una deuda que, en su origen, está plenamente comprobado, fue contraída por la dictadura militar. Más aún, reconocen todos los intereses y punitorios que a los países imperialistas se les ocurrió incorporar, sin siquiera discutir algún tipo de quita. Y, peor aun, se fija un cronograma de pagos cortísimo: la Argentina se compromete a saldar la deuda en un plazo total de entre cinco y siete años.
A cambio de esta “bajada de pantalones”, Kicillof anuncia que, supuestamente, vendrán “nuevas inversiones”. Además de que esto es más que hipotético (recordemos todas las veces que el kirchnerismo anunció “inversiones multimillonarias” que luego nunca llegaron), esto esconde que, en realidad, fueron las propias transnacionales que operan en la Argentina las que estuvieron haciendo “lobby” para que se llegara a un arreglo, ya que así obtendrían destrabar créditos del Banco Europeo de Inversiones para ellas mismas. Las otras “nuevas inversiones” que podrían llegar son las vinculadas a las del saqueo de nuestros recursos, como el caso de Vaca Muerta o los proyectos megamineros. En síntesis: no vendrá un dólar para los bolsillos de los trabajadores; a lo sumo será para incrementar las superganancias de los pulpos transnacionales. Por supuesto que también esperan recibir su “tajada menor” los grandes empresarios locales. Una muestra de todo esto fue el apoyo brindado al acuerdo por las cámaras que agrupan a los bancos locales y extranjeros, la UIA, o la Cámara de la Construcción. O las declaraciones a favor de todos los economistas vinculados al establishment. ¡Si hasta hubo una declaración de Cavallo respaldando el acuerdo!
Kicillof reconoció todo lo que los países imperialistas le exigieron. El gobierno hace alharaca de que el acuerdo se logró “sin la intervención del FMI”, y señala que se trata de la primera vez que sucede. Falso: varios países africanos e Indonesia firmaron compromisos de pago con el Club de París sin pasar por el Fondo. Los propios representantes de los países miembros del Club explicaron que “como la Argentina no pidió una quita –léase, aceptó pagar todo lo reclamado, intereses y punitorios incluidos- y firmó pagar en un plazo tan corto -menor a diez años-, no era necesario el refrendamiento del FMI”.
Kicillof viajó afirmando que no pagaría más que 250 millones en efectivo. Y que el resto se abonaría con un bono a diez años, con vencimiento en 2025. Pero terminó firmando pagar 650 millones el mes que viene, otros 500 millones en mayo de 2015 y el resto en pagos de entre 1500 y 2250 millones de dólares en los próximos cinco años, hasta cancelar la deuda. Todo estrictamente “en efectivo”.
El discurso del “desendeudamiento” siempre fue una falsedad total. Y en los últimos meses el gobierno de Cristina viene dando pasos aceleradísimos a favor de los acreedores. Todo esto genera un enorme incremento del monto de la deuda. El último número oficial del total del endeudamiento, a setiembre de 2013, decía que se debían 201.000 millones de dólares. A partir de ahí, las acciones del gobierno hicieron que el monto se ampliara en casi 11.000 millones de dólares: 677 por los bonos emitidos para pagar los juicios del Ciadi, 5.300 para pagarle a Repsol. Y ahora casi 5.000 millones más por el reconocimiento de intereses y punitorios que “doblan” la deuda anteriormente reconocida con el Club de París. Todavía falta lo que ya el gobierno está reconociendo: los pagos a los fondos buitres que quedaron fuera de los canjes 2005 y 2010. La realidad es que ya debemos, si sumamos otros montos tampoco “contabilizados” por el gobierno, más de 300.000 millones de dólares.
La deuda externa vuelve a convertirse en una bola de nieve imparable que, cada vez más, se va comiendo la riqueza que produce el pueblo trabajador. Como venimos diciendo desde hace más de treinta años: no hay salida sin dejar de pagar ese cáncer usurario, inmoral e ilegal. Los miles de millones de dólares que estamos poniendo en manos de los pulpos acreedores, deben destinarse a trabajo, salario, salud, educación y vivienda, en el marco de un plan económico al servicio de los intereses del pueblo trabajador.
Una “deuda” de la dictadur
¿Qué es el Club de París?
El llamado “Club de Paris” es un organismo informal que agrupa a países acreedores que negocian de conjunto para obligar a los deudores (siempre del Tercer Mundo) a pagar sus deudas externas. Está integrado por los países con los que Argentina tiene “deudas”, a saber: Japón, Alemania, Holanda, Italia, Estados Unidos, España, Suiza, Canadá, Francia, Gran Bretaña, Austria, Dinamarca, Finlandia, Italia, Rusia, Suecia e Israel. También participan del Club tres países con los que la Argentina no tiene deuda (Bélgica, Noruega y Australia).
El Club de París se creó en 1956, a pedido del gobierno argentino de la “revolución fusiladora”. La actual deuda (que estaba en cesación de pagos desde 2001) pertenecía en un 49% a compromisos contraídos por la dictadura militar de videla, un 9% a nuevas negociaciones de la época alfonsinista y en un 42% a nueva deuda tomada por Menem y De la Rua. O sea, una deuda que hasta un fallo del juez Ballesteros en el año 2000 catalogó de ilegal, inmoral e ilegítima.
J.C.
Massa, Macri, Binner y la UCR aplaudieron
Como siempre pasa, cada vez que se trata de pagar deuda externa, el conjunto de la oposición patronal aplaude, demostrando que no tienen ninguna diferencia con el oficialismo en este punto. Si algo critican, es justamente “por qué no se hizo antes”. Así Mauricio Macri afirmó: “es positivo. Se nos abren puertas y hay mejores posibilidades para el país”. Binner, a su vez, aportó: “Tardó demasiado, pero es necesario para la reinserción en el mercado”. Sergio Massa también dio su apoyo: “Es una señal positiva y un paso importante de cara al futuro del país”. Y Ernesto Sanz, de la UCR, coincidió: “Un gesto en el camino correcto para que el país retome la normalidad”. Como se ve, todos “hacían cola” para apoyar el acuerdo.
J.C.
Un acuerdo usurario
¡Pagaremos 100% más que el capital original!
Toda la deuda con el Club de París ya era una gran estafa. ¡Pero resulta que en el “acuerdo” firmado por Kicillof casi se la multiplica por dos!
Cuando se decretó el default en 2001 el monto adeudado con el Club era de 5562 millones de dólares. Si tomamos los últimos datos oficiales proporcionados por el propio Ministerio de Economía, a setiembre de 2013, esa deuda ascendía a 5921,52 millones.
Pero se terminó reconociendo un total de 9.700 millones, aunque con los intereses terminaremos pagando 10.614 millones de dólares. La diferencia no se sabe de dónde surge, en el marco de lo “oscuro” de la operación. Se “supone” que es la suma de intereses usurarios y “punitorios por falta de pago”. Incluso se sospecha que se aprovechó el “río revuelto” para meter dentro de esa bolsa deudas de privados con garantía estatal (provenientes de la época de Boudou como Ministro de Economía). ¡Una verdadera “estatización de la deuda privada” al mejor estilo de Cavallo en 1982!
En síntesis: se trató de uno de los capítulos más escandalosos de la ya de por sí escandalosa historia de la deuda externa argentina.
J.C.