Para preparar un plan de lucha por el desprocesamiento de los compañeros petroleros y por los más de 6500 procesados por luchar, se realizó en la ciudad de Las Heras, en el mes de octubre, un congreso abierto de trabajadores. Estaban presentes delegaciones gremiales, de derechos humanos, políticos y sociales de distintos puntos del país. Yo viajé desde Neuquén para asistir en nombre de Izquierda Socialista y para llevar la adhesión de la Multisectorial contra la represión de Neuquén. Llegamos al local de Adosac, llamado “Carlos Fuantealba”, donde nos esperaban los familiares de los procesados con desayuno calentito y una solidaridad tremenda. Compartí la jornada con Valeria Mortara de la Naranja-Docentes en Marcha de Las Heras. Después del medio día nos sumamos a la marcha convocada, que recorrió la ciudad con un acto de cierre, y por la tarde se realizó el debate en el local gremial. A medida que hablaban los familiares crecía nuestra bronca por el trámite del juicio, totalmente fraudulento, trucho y sin pruebas.
Todos recordamos aquella pueblada histórica de Las Heras donde los petroleros realizaron 18 días de huelga, piquetes y cortes de rutas contra el gobierno kirchnerista y la burocracia sindical reclamando la abolición del impuesto a las ganancias sobre el salario y para que todos los que realizaban las mismas tareas cobraran lo mismo. Por eso se sumaron a ellos los obreros encuadrados en la UOCRA que trabajaban en el petróleo reclamando el pase al convenio petrolero para cobrar igual salario por igual trabajo. Tal fue la reacción represora del gobierno que la policía tiraba desde los techos de la alcaidía con balas de plomo contra la multitud. Durante años Las Heras permaneció sitiada por la gendarmería que se instaló para intimidar a la población, a familiares de acusados y a los testigos, con la finalidad de crear un clima de terror y facilitar la tarea del tribunal acusador. Ese tribunal, agente del gobierno y las multinacionales del petróleo, no se detuvo un momento, e hizo de la Casa de Vialidad un centro de torturas para amedrentar a muchos testigos para que declaren contra los acusados. Pero a esta altura el pueblo de las Heras perdió el miedo. Un ejemplo fue Graciela Valencia, familiar de un acusado, que denunció a la jueza, en su cara, acusándola de los aprietes personales. La jueza la envió a un alojamiento “para que piense y vuelva a declarar” y la acusó de falso testimonio, pero la testigo se mantuvo en sus dichos. Así, muchos otros testigos confesaron la verdad de los hechos y dejaron a la acusación vacía de pruebas. Igual, el tribunal antiobrero insiste en la cadena perpetua. Por eso el 12 de diciembre tenemos una cita de honor, lucha y solidaridad en Caleta Olivia, porque si logramos la absolución de los petroleros estaremos en mejores condiciones para frenar el ajuste y la criminalización de la protesta.