May 15, 2024 Last Updated 11:59 PM, May 14, 2024

Escribe Gastón Cruyff

El insólito episodio solo puede comprenderse bajo el tinte de la campaña electoral y la retórica de la ministra de Seguridad contra los migrantes, sobre todo de los países de América latina o de los más pobres del mundo. La selección pakistaní de futsal venía al país a participar del Mundial de Misiones 2019, pero fue deportada cuando arribó a Ezeiza por “cuestiones de seguridad nacional”. Incomprensible. Nadie del gobierno brindó un argumento de por qué se los expulsó del país. Un funcionario de la selección asiática dijo que fue “un error de la embajada de la Argentina en Pakistán, que no había subido el detalle de los visados de nuestro lado del sistema”. La selección no tendrá reemplazante en el mundial por el corto tiempo en que sucedió todo. El contraste con la selección de Estados Unidos no puede ser mayor, ya que participará del mundial reemplazando a Canadá, que no vendrá. Aquí no hubo problemas de visado ni nada que se le parezca.

No fue el único papelón de Bullrich en estas semanas. En pocos días también detuvo a una pareja de artistas plásticos de Chile, acusándolos de “terroristas” y de tener una “bomba casera”, cuando era un elemento de su exhibición. La selección colombiana de BMX (bicicletas) fue demorada varias horas en Mendoza para “verificar su pasado judicial” y porque vinieron a “vender sus bicicletas”. Sería cómico si no fuera un hecho real.

Escribe Gabriel Massa

Un tercio de los argentinos están hundidos en la pobreza. Siguen los tarifazos y este invierno el gas costará casi el doble que el año pasado, con una inflación que continúa creciendo. Mientras, los salarios, las jubilaciones y el empleo siguen cayendo en picada. Parece una locura que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, diga que “lo peor de la crisis ya pasó”.

“Esta mañana lo escuché a Peña [el jefe de gabinete de Macri] en la radio y decía que está todo fantástico, maravilloso, y no es cierto, no es verdad, tienen que admitir y poner los puntos sobre las cosas que no funcionaron”. Lo dijo Mirta Legrand. A la diva, autodefinida como de Cambiemos y amiga de Macri, nadie puede acusarla de opositora. Pero ella, igual que millones que votaron por Macri, no puede dejar de reconocer el desastre que sigue produciendo su política de entrega al FMI y los buitres.

Nada menos que un 75% de la población está en contra de esa política según una encuesta publicada por La Nación.
La primera razón de que son tan pocos los que creen que “lo peor de la crisis ya pasó” es que la caída de la economía y del empleo y la incesante subida de los precios y los tarifazos golpean a esa amplia mayoría, compuesta por trabajadores ocupados y desocupados, amas de casa, jubilados, cuentapropistas y pequeños comerciantes.

El capitalismo de los saqueadores está hundiendo a la Argentina

Pero detrás de esa realidad que sufrimos la mayoría de la población hay dos cuestiones de fondo: el saqueo de los banqueros, los fondos buitres y las multinacionales avanza como nunca y ramas enteras que han sido centrales en la economía capitalista se están hundiendo.

Del saqueo que promueve y facilita el gobierno de Cambiemos hay datos evidentes, como que en 2018 hubo fuga de capitales por 30.000 millones de dólares y en los próximos tres años hay 150.000 millones de dólares de vencimientos de la deuda externa. Mientras las concesionarias de los servicios públicos como Edenor y Edesur siguen ganando a manos llenas con los tarifazos (reafirmando su política, Macri nombró en febrero en la Secretaría de Recursos Renovables y Mercado eléctrico a su amigo Juan Garade, ex CEO de Edenor), las petroleras como Shell y Exxon reciben inmensos subsidios. Al mismo tiempo las multinacionales mineras como Barrick Gold se llevan el oro y el litio prácticamente sin pagar un centavo de impuestos, y los fondos de inversión con sus pools de siembra se han apoderado del principal negocio del país, la exportación de soja.

Del derrumbe de ramas claves de la economía hay un dato catastrófico: entre febrero de 2018 y febrero de 2019 la producción industrial cayó 8,5 por ciento. Dentro de esta caída general se destaca la producción automotriz, que ha bajado a menos de la mitad. De las doce empresas que están en el país solo cuatro tienen un nivel de producción que les permite mantenerse. A esto hay que agregar una caída de 49% de la producción de televisores y electrónica, 50% en siderurgia, 59,5% en maquinaria agrícola y 69,4% en la fabricación de motocicletas.Y por supuesto que los patrones y el gobierno descargan la crisis sobre los trabajadores con cierres, despidos, suspensiones, recortes y baja salarial.

Aspirina o solucionesde fondo

Como bien dijo en el Congreso nuestra diputada Mónica Schlotthauer, frente a este desastre del capitalismo la propuesta de Kicillof, Lavagna y otros dirigentes peronistas, de “renegociar con el FMI” o retrotraer las tarifas sin tocar a las concesionarias de servicios y las grandes empresas, es como querer curar un cáncer con una aspirina.

Lo que esta situación requiere son medidas de fondo, como venimos proponiendo desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda, empezando por la ruptura con el FMI y el no pago de la fraudulenta deuda externa contraída por todos los corruptos gobiernos capitalistas. Junto con ello es fundamental la reestatización de todos los servicios privatizados y la estatización de la banca, las finanzas y el comercio exterior y los recursos naturales bajo control de los trabajadores. Con todos esos recursos, lanzar un gran plan de obras públicas que garantice trabajo para todos, con salarios que cubran la canasta y el 82% móvil para los jubilados. Y para aplicar ese plan, que gobiernen los que nunca gobernaron, los trabajadores y la izquierda.

Con un gobierno como el de Cambiemos o del peronismo, y sin medidas de fondo como las que propone la izquierda, “lo peor de la crisis” que Dujovne dice que ya pasó seguirá estando por delante. Con la política que propone la izquierda podemos evitar esta catástrofe.

Escribe José Castillo

Hay una crisis ya crónica en el peronismo. Donde más se expresa es en la proliferación de candidatos presidenciales: Cristina, Lavagna, Massa, Pichetto, Urtubey, Solá, Scioli… y siguen los nombres. Pero ninguno ofrece una salida que resuelva las necesidades del pueblo.

Hoy resulta imposible, a diferencia de otras épocas, hablar del “PJ”, ya que proliferan diversas siglas como Unidad Ciudadana, Frente para la Victoria, Alternativa Federal o los distintos nombres que cada referente elige en su provincia. Los distintos sectores del PJ pretenden presentarse como alternativa ante la bronca creciente y la ruptura de cada vez más sectores con Cambiemos. Claro que, aun en ese aspecto, no empezó bien el año: las elecciones de Neuquén y Río Negro los tuvieron como un claro derrotado frente a los respectivos partidos provinciales.

Kirchnerismo: de “resistiendo con aguante” a “no se puede romper con el FMI”

El peronismo kirchnerista, con la candidatura de Cristina, aparece como el sector más fortalecido y claramente al que mejor le va en las encuestas presidenciales. El desastre macrista les permite jugar con la consigna “con Cristina estábamos mejor”, pero sería falso decir que en ese momento los trabajadores estábamos bien. Es que cuando ellos gobernaron también había un tercio de los trabajadores en negro, la inflación (aunque disfrazada) se comía los salarios, las privatizadas se llevaban millones en subsidios, los bancos ganaban hasta el extremo de que la propia Cristina llegó a decir “se la llevan con pala” y los acreedores externos cobraron en efectivo 210.000 millones de dólares (todo un récord) durante su mandato.

Pero el kirchnerismo, a lo largo de estos años, no hizo otra cosa que combinar grandes y vociferantes discursos contra el macrismo, con una política de desmovilización en cuanta lucha tuvo injerencia. El “resistiendo con aguante” y el “vamos a volver” de sus consignas, eran combinadas con “hay 2019”, para (con esa excusa) negarse a unificar o potenciar las luchas contra el ajuste de Macri. Y, a su vez, donde les tocó gobernar, y el caso más claro fue Santa Cruz con Alicia Kirchner, llevaron adelante planes de ajuste más duros aún que los de Macri.

En el último período, justamente cuando el gobierno nacional acordó el feroz plan de ajuste con el Fondo, los kirchneristas archivaron toda su prédica anti-FMI ( llegaron hasta a hacer un acto en una fecha patria) para reemplazarla por las expresiones de Axel Kicillof o Agustín Rossi de que “no se puede romper con el Fondo”, “hay que respetar el acuerdo”, “el FMI cambió, ya no es lo de antes y se puede renegociar para tener un programa de redistribución de riqueza”, por citar solo algunos argumentos. Llegaron incluso a reunirse con los peores fondos especuladores acreedores de deuda (el Grupo Templeton) para garantizarles que, si acceden al gobierno, cumplirán a rajatabla con los pagos de cada vencimiento.

Alternativa federal: de votar las leyes de ajuste al intento de crear un discurso opositor

Si algo unifica a este sector (con candidatos como Massa, Pichetto o Urtubey y el claro apoyo del peronismo cordobés de Schiaretti) es que todos ellos arrancaron la gestión macrista como sus grandes aliados. Massa incluso viajó al Foro de Davos con el presidente. Fueron ellos quienes le garantizaron la inmensa mayoría de los votos para que se aprobara el pago a los fondos buitres, la reducción de las jubilaciones o el presupuesto de ajuste de 2019.

Ahora, dándose cuenta de que “el negocio” es captar la bronca anti-Macri, giraron para dar discursos opositores. Por supuesto que garantizándole al establishment local e internacional que ellos son “serios”, que van a cumplir con el FMI y los pagos de deuda y a realizar las “reformas estructurales necesarias”, eufemismo que esconde que están a favor de la flexibilización laboral y el ajuste jubilatorio.

Lavagna y la “unidad nacional” para que siga el ajuste

Sorpresivamente, la propia crisis del peronismo (y también de sectores patronales que hasta ayer nomás jugaban con Macri y ahora tienen miedo de hundirse con el propio gobierno) desempolvó la figura de Roberto Lavagna. El viejo economista se presenta como un peronista que “dialoga” con los radicales, otro día aparece como parte del peronismo federal, pero inmediatamente insiste en que no participará de su interna, sino que él está para “algo más amplio”. Lavagna plantea una “unidad nacional” que quiere sumar a la mayoría del peronismo, a sectores importantes del radicalismo (como Ricardo Alfonsín y Storani) y a la centroizquierda (el PS de Santa Fe y Margarita Stolbizer, por ejemplo). Su pata sindical está encabezada por Luis Barrionuevo y agrupa a un sector de lo más podrido y desprestigiado de la burocracia. Su propuesta, muy similar a la de la Iglesia, es juntar a todos (léase burócratas sindicales, patronales empresarias industriales y del campo y cultos religiosos) en un “gran acuerdo” o pacto. ¿Para qué? Igual que todos: para cumplir con el ajuste del FMI, seguir pagando la deuda y (le agrega explícitamente Lavagna) ver cómo se hacen las “reformas estructurales”, laboral y jubilatoria.

El peronismo no es salida

Como vemos, todos estos sectores no son más que las alas de distintos proyectos patronales. De una forma u otra, con un solo candidato, dos o tres, con o sin Cristina, el peronismo se presentará a las elecciones presidenciales tratando de convencer que es “la alternativa popular” anti-Macri. Desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda somos tajantes: esa no es una salida que le sirva a los trabajadores. Serán los nuevos “administradores del ajuste”, sometidos a los dictados del FMI y pagadores seriales de la deuda externa. Por eso insistimos: la única salida es el Frente de Izquierda, con su programa claro y contundente: romper con el Fondo y suspender inmediatamente los pagos de deuda, nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las privatizadas, para así tener los recursos para empezar a resolver las más urgentes necesidades populares de salario, trabajo, educación, salud y vivienda.


Lavagna, a favor de la flexibilización laboral

Se la pasa diciendo que todavía no es “candidato a nada”. Pero, como acuerdan todos los analistas, está lanzado de lleno a reuniones al mejor estilo “campaña electoral”. En ese mundo de indefiniciones va dejando algunas afirmaciones claras: su llamado a una mesa de diálogo con patronales y la Iglesia, su garantía de que no romperá con el Fondo y su oposición a la legalización del aborto.

Ahora salió con una declaración escandalosa, dijo que era fundamental avanzar en la reforma laboral, “modernizando” las relaciones laborales. El mismo eufemismo que usa Macri para referirse a la flexibilización laboral. En concreto, arrasar con los convenios colectivos y las conquistas de la clase trabajadora, hacer más barato despedir y “abaratarle” el costo laboral a las patronales. Una vergüenza.

Escribe Laura Marrone, Legisladora CABA Izquierda Socialista / FIT

Más de 2.000 científicos jóvenes, doctores en ciencias, fueron rechazados por el Conicet para incorporarse como investigadores, lo que los condena a irse del país porque aquí no tienen trabajo. El secretario de Ciencia y Técnica, Lino Barañao, prácticamente se burló de ellos, asegurando que en la Argentina los científicos están muy bien y los que se van es porque quieren formarse afuera. Sus declaraciones provocaron el repudio generalizado y exigencias de que renuncie. Apoyamos el llamado a la movilización de Jóvenes Científicos Precarizados.

Uno de los sectores en los que más brutalmente golpea el ajuste del gobierno y el FMI es la ciencia. Un gobierno que había prometido dedicar 1,5 % del PBI a promoverla hoy invierte 0,256 por ciento. La noticia más espectacular de estos días es que, de cerca de 2.500 doctores en ciencias que se postularon para ingresar este año a la carrera del investigador del Conicet (Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas), solo ingresaron 450, un 17%. Quedaron fuera 2.000 y sin perspectivas de trabajo.

Pero la baja del presupuesto en ciencias y educación significa algo todavía más grave: el derrumbe de las universidades e instituciones como el Instituto de Tecnología Industrial (INTI), el Instituto de Tecnología Agropecuaria (INTA), los centros de investigaciones espaciales, de energía atómica y tantos más.

Todo esto es coherente con una política ordenada por el FMI y aplicada fielmente por Macri y sus socios, los gobernadores y legisladores peronistas, de hacer retroceder a la Argentina a una colonia proveedora de soja, petróleo y minerales. Para ello la ciencia y los científicos son un estorbo, un gasto innecesario.

Las cínicas declaraciones del secretario de Ciencia y Técnica, Lino Barañao -que también fue ministro en el gobierno de Cristina- afirmando que todo está muy bien y que los científicos que se van al exterior lo hacen para formarse, han sido repudiadas por toda la comunidad educativa y científica, que reclama con justicia su renuncia. La realidad es que los científicos que se van al exterior para continuar su formación se ven obligados a quedarse afuera, porque en su inmensa mayoría hoy no encuentran dónde aportar sus conocimientos en su país.

Es importante señalar que el actual ajuste de Macri sobre la ciencia y la tecnología se basa en un sistema de total precarización laboral al que son sometidos becarios e investigadores en el país. Esta precarización no es nueva, sino que los gobiernos kirchneristas tienen la responsabilidad de haber negado los derechos laborales a becarios e investigadores, siendo esa la base sobre la que se asienta el ajuste en curso.

En este contexto, llamamos a participar de la acción convocada por Jóvenes Científicos Precarizados (JCP) a la concentración en el Polo Científico en CABA para el miércoles 10 de abril y las acciones que se organicen contra el ajuste en la ciencia y la tecnología. Desde Izquierda Socialista planteamos que para terminar con la destrucción de la ciencia, el camino es el mismo que para defender la educación, la salud, el empleo y el salario. Romper ya con el FMI, dejar de pagar la fraudulenta deuda externa, estatizar las principales palancas de la economía y volcar todos esos recursos a un plan obrero de recuperación de la economía. Y eso exigirá un fuerte impulso a la ciencia para un desarrollo al servicio de las necesidades de los trabajadores y el pueblo.

Editorial

“No sé si voy a poder reelegir”, dijo el fin de semana pasado el presidente Mauricio Macri en la reunión ampliada que realizó María Eugenia Vidal con su equipo en Chapadmalal. Es el primer reconocimiento público de un secreto a voces: la bronca creciente ante el aumento de la pobreza, los precios por las nubes, los despidos y las suspensiones ya han generado una fuerte crisis en el propio seno del gobierno. Por eso se escuchan todo tipo de rumores (como el llamado “plan V”, con Vidal como candidata presidencial), o desmentidas (“confirmando” que el candidato será Macri). El radicalismo, a la vez, está cada día más dividido, con sectores importantes que plantean irse de Cambiemos.

La sensación creciente en las fábricas, oficinas, escuelas y barrios populares es que esto no se aguanta más. Frente a esta realidad, esta semana se agiganta la traición de las cúpulas de la CGT y las CTA. La primera, después de levantar en noviembre pasado cualquier posibilidad de paro, se tomó cuatro meses de vacaciones para terminar convocando a una marcha este jueves, sin paro y sin que siquiera se acerque a ningún lugar simbólico del poder. Los sectores de la CTA Yasky y Micheli, que también participarán de la convocatoria, reclaman “una mesa de diálogo social ante la crisis con empresarios, centrales sindicales, partidos políticos, movimientos sociales e Iglesia a fin de acordar un programa de salida a la crisis” (Página 12, 1°/4). Lo mismo vienen proponiendo la Corriente Federal y la Iglesia. ¡Cualquier cosa con tal de no plantear el paro general y un plan de lucha para derrotar el ajuste!

Las palmas de las declaraciones entreguistas esta vez se las llevó uno de los jefes de la CGT, Héctor Daer, quien afirmó que “uno de los motivos por los que no hay huelga es que no existe consenso en el movimiento obrero para un paro” (Clarín, 2/4). ¿A quién consultó Daer para afirmar eso? ¿Acaso lo preguntó en alguna asamblea de trabajadores o reunión de cuerpo de delegados? Por supuesto que no nos extraña, nada podemos esperar de estos burócratas traidores que estuvieron con todos los gobiernos. Fueron “oficialistas” de Menem, de De la Rúa, de Duhalde, del kirchnerismo. Ahora, ya hace tres años, le vienen garantizando la tregua social al gobierno permitiendo así que pase este brutal ajuste. Por eso es que el plenario del sindicalismo combativo se posicionó frente a la convocatoria de este jueves 4 llamando a marchar en forma independiente, del Obelisco a Plaza de Mayo, exigiendo paro y plan de lucha (ver declaración en esta página).

La CGT, las CTA y la Corriente Federal son todos agrupamientos burocráticos que coinciden esencialmente en dos cosas. Una ya la desarrollamos en los párrafos precedentes: no parar ni salir a dar ninguna pelea contra el ajuste. La otra es “unir al peronismo”, o más en general “unir a todos en un gran frente anti-Macri”. Todo esto no es más que una expresión de la propia crisis que recorre a un peronismo dividido y que no termina de resolver cómo va a ir a las elecciones, más allá de que, obviamente, se prepara para ser el gran receptor del “voto castigo” contra el macrismo. Hoy, a dos meses de los cierres de listas, no se sabe cómo terminará (¿habrá una sola lista peronista?, ¿dos?), ni quiénes serán los candidatos (¿Cristina, otro kirchnerista? ¿Lavagna? ¿Massa? ¿Urtubey?). Lo concreto es que, por el lado del kirchnerismo, la orden de Cristina fue bajar su propia lista para apoyar a otros sectores del peronismo (como Schiaretti en Córdoba, el mejor alumno de Macri en su provincia), dando así una señal a su propia militancia de que deberán estar dispuestos a tragarse cualquier sapo en aras de su conveniencia. Lavagna, por su parte, sigue también con su propio planteo de “unidad”, rodeado por Luis Barrionuevo y otros burócratas sindicales, y con figuras como Sergio Uñac, que viene de ganar las PASO en San Juan y se autopostula como vicepresidente (a la vez que insiste en incluir en ese espacio al propio kirchnerismo). Y apuesta también a que lo apoye un sector del radicalismo y la centroizquierda (en la figura de Margarita Stolbizer y el socialismo de Santa Fe).

Nada bueno puede salir de cualquiera de estos alineamientos electorales patronales para la clase trabajadora. Unidos o divididos en diversas candidaturas, ya gobernaron contra el pueblo trabajador. Como Cristina que, tenemos que recordarlo, no fue “nacional y popular” como nos quieren hacer creer ahora, sino que lo hizo con la Barrick, Chevron y pagó en efectivo casi 200.000 millones de deuda externa. Otros ahora están gobernando sus provincias (y aplicando allí el mismo ajuste que el gobierno nacional). Y todos ellos sin excepción se comprometieron, y lo dicen en declaraciones y reuniones, a no romper el acuerdo con el FMI y seguir pagando la deuda externa, que tiene vencimientos inminentes de 150.000 millones de dólares los próximos tres años. Endulzan estas declaraciones con planteos de “renegociar” con el Fondo como si alguna vez en la historia hubiera autorizado otra cosa que programas de ajuste.

Frente al ajuste de Macri, los gobernadores y el FMI, el peronismo (Cristina, Lavagna o cualquier otra variante) no es salida. La única alternativa a todo esto es la izquierda, la única que dice que hay que romper con el FMI y dejar de pagar la deuda, que hay que reestatizar las privatizadas, que hay que nacionalizar la banca y el comercio exterior para así tener recursos que permitan resolver las más urgentes necesidades populares de salario, trabajo, educación, salud y vivienda.

El Frente de Izquierda viene fortaleciéndose. Ya pasamos la prueba en Neuquén, donde no solo reelegimos a nuestros legisladores, sino que incrementamos nuestra votación en diputados respecto de elecciones anteriores, a pesar de la fuerte polarización. En las próximas semanas tendremos un gran desafío en Córdoba y en otras provincias. Mientras tanto, nuestros diputados y dirigentes siguen diciendo presente y apoyando todas las luchas. Así vamos por la gran tarea: fortalecer una nueva alternativa política. Porque somos los que planteamos que frente a todas las variantes patronales que ya nos ajustaron, tienen que gobernar los que nunca lo hicieron, los trabajadores y la izquierda.

Nuestro semanario. En el que te acercamos el reflejo de las luchas del movimiento obrero, las mujeres y la juventud, además un análisis de los principales hechos de la realidad nacional e internacional.

Es una herramienta fundamental para fortalecer a Izquierda Socialista y al Frente de Izquierda.

La suscripción del periódico impreso nos permite también seguir editándolo, ya que nos financiamos con nuestros propios aportes y del de los suscriptos.

 

Suscribite a la versión Impresa