Escribe José Castillo, dirigente de Izquierda Socialista/FIT Unidad
Se acaba de conocer el índice de precios al consumidor (IPC) del mes de octubre. Dió 2,3%. El gobierno, una vez más, festeja. Y continúa con su relato de que “pararon la inflación”. El presidente Milei sigue prometiendo que la inflación será “un mal recuerdo” para mediados del año que viene. Hace un año prometía lo mismo… para mediados de este. Un mínimo análisis de los datos permite observar toda esta mentira.
La inflación está subiendo sistemáticamente desde mayo
El índice de precios al consumidor presenta sus números calculando la suba de precios ponderándolos con una canasta vieja, de hace veinte años. Una serie de precios que hoy tienen un peso muy superior al de entonces, impactan estadísticamente en el número final. El ejemplo más conocido son las tarifas de servicios públicos (gas, luz, transporte). Por eso en el bolsillo del pueblo trabajador, la pérdida del poder adquisitivo “real” es superior al número que aparece mes a mes.
Pero, aún tomando el número oficial del IPC, vemos que desde mayo, donde dio 1,5%, luego la suba de precios fue sistemáticamente superior mes a mes: junio 1,6%, julio y agosto 1,9, septiembre 2,1 y ahora octubre 2,3%. Como el gobierno mantiene su política oficial de “pisar” los aumentos salariales por convenio en un promedio de 1% mensual, la conclusión es obvia: en cada mes perdemos más contra la inflación. Lo hacen los salarios privados registrados bajo convenio, que acumulaban un alza hasta septiembre de 20,4%, con una inflación acumulada a ese mes de 22% (números que obviamente empeoraron en octubre). Y, por supuesto, muchísimo más pierden los sueldos estatales y los precarizados y no registrados.
¿Qué pasa con las canastas de pobreza e indigencia?
Los datos oficiales recientemente conocidos traen otra mala noticia para el pueblo trabajador. Las canastas básica alimentaria, que sirve para medir oficialmente el límite de indigencia y la básica total (que muestra el mínimo oficial para no ser pobre) se incrementaron ambas por arriba del número oficial del IPC de 2,3%. En concreto ambas subieron 3,1%.
Así, el mínimo de indigencia pasó a 544.000 pesos. Se ratifica y amplía la brecha con la jubilación mínima. Hasta ayer las y los jubilados ya cobraban una jubilación de indigencia. Ahora es peor aún.
El límite oficial de la pobreza subió a 1.213.798,81 pesos. Claramente muy por encima del promedio salarial, que sumando registrados, no registrados, precarizados, tercerizados, públicos y privados, da un número entre 900.000 y un millón de pesos. Y todo eso sin considerar una real canasta familiar, como la que calculan las y los trabajadores de ATE Indec, que indican que el mínimo salarial ya debería estar superando los dos millones de pesos. Claramente, la mayoría del pueblo trabajador cobra salarios por debajo de la línea de pobreza.
Frente a toda esta realidad, a la que se suman los nuevos ataques del gobierno con el lanzamiento de una nueva reforma laboral de carácter esclavista, es más urgente que nunca la exigencia a la CGT que rompa su escandaloso pacto con el gobierno, para preparar un paro nacional y a un plan de lucha para aumentar los salarios y enfrentar al plan motosierra. Eso es lo que venimos reclamando desde Izquierda Socialista/FIT Unidad y también desde el sindicalismo combativo y de nuestra corriente sindical A Luchar.










