
Escribe Diego Saavedra, delegado de la Junta Interna de ATE del Hospital Garrahan y candidato a diputado nacional FIT Unidad en CABA
Venimos de una semana histórica para la lucha del Hospital Garrahan. El 2 de octubre, el Senado rechazó definitivamente los vetos presidenciales a las leyes de Financiamiento Universitario y de Emergencia Pediátrica. Con 59 votos a favor, 7 en contra y 3 abstenciones, la Ley de Emergencia en Salud Pediátrica quedó convertida en Ley de la Nación.
Esta victoria cierra un ciclo que comenzó el 17 de septiembre, cuando la Cámara de Diputados rechazó el veto con 181 votos positivos. La derrota de Javier Milei es contundente: en ambas cámaras y en dos oportunidades, el Congreso desestimó sus vetos con mayorías superiores a los dos tercios.
Pero nada de esto sucedió por arte de magia ni por la buena voluntad de diputadas, diputados y senadores. Este nuevo triunfo legislativo es fruto directo de la lucha unificada de las y los trabajadores del hospital, acompañados por un enorme apoyo popular.
Además, el gobierno y el Consejo de Administración del Garrahan debieron reconocer que los bonos de 350 mil y 450 mil pesos se incorporarán al salario en forma permanente. Este logro demuestra que la presión sostenida obliga a ceder incluso a las autoridades más reacias.
El triunfo no fue casual. Fue arrancado con meses de movilización organizada. La jornada del 17 de julio, con miles de personas en Plaza de Mayo bajo la consigna “Si gana el Garrahan, ganamos todos”, marcó un punto de inflexión. Las acciones se replicaron en Rosario, Córdoba, la Patagonia, el NOA y Entre Ríos.
Las asambleas democráticas, la organización desde las bases y la construcción de un frente amplio con familias de pacientes, sindicatos, organizaciones sociales y políticas fueron claves. El 17 de septiembre, cuando se trató el rechazo al veto en Diputados, una multitud rodeó el Congreso. La presión popular fue decisiva.
La nueva Ley obliga al gobierno a reconocer al Garrahan como centro nacional de referencia en atención pediátrica de alta complejidad, recomponer los salarios de las y los trabajadores y residentes a valores reales de noviembre de 2023, reasignar partidas presupuestarias y aumentar recursos para insumos críticos.
Es un golpe directo al superajuste de Milei. Esta victoria representa mucho más que recursos para un hospital: es un freno concreto a la política de ajuste sobre la salud y la educación pública.
Sin embargo, los desafíos continúan. Mientras la dirección del hospital intenta cerrar el conflicto atacando a los sectores más activos con descuentos de días de paro, la asamblea de trabajadoras y trabajadores discute cómo garantizar el cumplimiento efectivo de la Ley y evitar que los salarios queden por debajo de la canasta familiar.
A la vez que se sostiene la lucha dentro del Garrahan, es imprescindible articular con las universidades, el colectivo de discapacidad y otros sectores para dar una pelea conjunta. Sin dejar de exigir a la CGT (gran ausente en estas batallas) y a las CTA que convoquen a un paro nacional para derrotar las políticas de ajuste y entrega al FMI.










