La inflación de mayo terminará oficialmente cercana al 5%. Para junio, vienen los tarifazos de gas, luz, aumentos de colectivos y prepagas. Encima, en varias provincias ya hay serios problemas para conseguir gasoil. Los salarios siguen siendo virtualmente arrasados por los aumentos de los bienes de la canasta familiar, que suben prácticamente todas las semanas.
Por eso, a pesar del pacto que se empeña en mantener con el gobierno la burocracia de la CGT y las CTA, las luchas empiezan a crecer. En la mayoría de los casos se dan donde hay direcciones combativas o procesos de autoconvocados. Así, tenemos la pelea que están llevando adelante los trabajadores del Sutna, la de los docentes autoconvocados de San Juan, la de los docentes universitarios, la de los trabajadores de la salud de Río Negro o la de los municipales de Córdoba, entre otras. A esto tenemos que sumarle las luchas que exceden el tema del salario, como la de docentes y familias del Gran Buenos Aires por la falta de gas en las escuelas, o la movilización que se gestó en un nuevo aniversario del #NiUnaMenos. Y esta semana se volverán a movilizar los movimientos piqueteros combativos contra el congelamiento de los planes y exigiendo trabajo genuino.
Del otro lado de la trinchera, las grandes patronales también tratan de marcar la cancha. Esta semana se está reuniendo la Asociación Empresaria Argentina (AEA) en la que confluyen las más grandes empresas del país (Techint, Arcor, Globant, Grupo Miguens, BGH, La Anónima, Grupo Clarín, Roggio, Elsztain, Blaquier). Su programa es el de siempre: cumplir el ajuste con el Fondo y avanzar en las llamadas reformas estructurales (laboral y previsional). Federico Braun, titular de la cadena de supermercados La Anónima, hasta se dio el lujo de provocar: “¿qué hace La Anónima con la inflación?”, preguntó, para enseguida responder “remarcar precios todos los días”. Todos los empresarios hablaron del “desastre” en que cayó la Argentina en las últimas décadas, como si ellos no fueran parte responsable. El presidente Alberto Fernández comentó esos dichos: “si querían verle la cara a la remarcación de precios, la tuvieron esta mañana en AEA”. Pero increíblemente sigue sin tomar ninguna medida contra esos monopolios que ya flagrantemente reconocen que son ellos mismos los causantes de la carestía. Peor aún, el ministro de Economía Martín Guzmán pasó por el mismo foro de AEA explicando con toda tranquilidad las “bondades” de su plan económico de ajuste a medida del FMI.
Es que el gobierno del Frente de Todos sigue sumido en lo más profundo de su crisis política, con las peleas casi cotidianas entre Alberto y Cristina, que esta semana se cobraron como víctima al ministro de la Producción Matía Kulfas, no sin que este generara un escándalo señalando el negociado de la obra del gasoducto de Vaca Muerta a medida del Grupo Techint.
Mientras tanto, el Fondo Monetario Internacional está culminando su primera revisión trimestral del plan de ajuste firmado con el gobierno en marzo pasado. Es un hecho que, pese al ajuste en curso, es muy difícil que se puedan cumplir las metas exigidas por el organismo en las revisiones de los próximos trimestres. Lo que se viene, entonces, ya no solo será seguir aplicando el actual ajuste y sometiéndose a las inspecciones del Fondo. El gobierno tendrá que ir a rogar un “waiver” (perdón) al propio organismo.
Este es el motivo principal del viaje de Alberto Fernández a la Cumbre de las Américas. Se terminaron las bravatas de “no participamos si Estados Unidos veta la presencia de Cuba, Venezuela y Nicaragua”. Ni que hablar de las amenazas de hacer una cumbre paralela. Lo concreto es que finalmente el presidente de México Andrés Manuel López Obrador no concurrirá, así como tampoco los de Bolivia, Guatemala, Honduras y Uruguay (este último por Covid positivo), pero sí estará presente Alberto Fernández. Con el premio consuelo de que finalmente conseguirá reunirse con Biden (pero no en esta cumbre, sino en el mes de julio), donde irá a pedirle a los yanquis apoyo para el citado “perdón” que necesitará del FMI.
Todo esto nos lleva a dos conclusiones. La primera es que la consecuencia última de la miseria creciente, la inflación y los bajos salarios es el acuerdo con el FMI, que nos obliga a un ajuste siempre creciente. Ahí está la verdadera respuesta a la pregunta de por qué la Argentina está en caída libre desde hace varias décadas: porque estamos sometidos al mayor saqueo de nuestra historia, el pago infinito de una deuda externa ilegal, inmoral e impagable. La segunda conclusión es que cada día estamos más semicolonizados, dependemos para cada una de nuestras decisiones del visto bueno del FMI y del imperialismo.
Se impone entonces salir a pelear por reconquistar lo que consiguieron nuestros próceres hace más de doscientos años: por una segunda y definitiva independencia. Como ayer de los españoles, hoy es la pelea por liberarnos del FMI, de los buitres especuladores a los que les pagamos la deuda externa y del imperialismo. Ese es el camino, para así recuperar capacidad soberana y poner en marcha un programa alternativo, obrero y popular, que resuelva las urgentes necesidades de salario, trabajo, salud, educación y vivienda. Ese es el camino que proponemos recorrer desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad.