Apr 29, 2024 Last Updated 1:19 AM, Apr 28, 2024

¡No al ajuste del gobierno y el FMI!

Publicado en El Socialista N° 474
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 Escribe José Castillo

¿Se puede llamar “ajuste” a la política que está llevando adelante el gobierno de Alberto Fernández? Esta duda, que la puede tener algún compañero de trabajo, estudio o vecino, se basa en que bajo este gobierno hay algunas medidas paliativas, como el IFE, o esta semana el anuncio del congelamiento de tarifas para la telefonía, el cable o internet. Sin embargo, seguramente este mismo compañero reconocerá el crecimiento de la miseria, el hambre, la desocupación o las bajas salariales. El gobierno insiste: “nosotros no hacemos ajuste”, o “ajuste es lo que realizaba Macri”. Es algo que aparece todos los días en el discurso del actual gobierno y sus periodistas amigos.

Sin embargo, tal como explicaremos a continuación, sí hay un ajuste en curso. Que no es menor, que se realiza con el acuerdo y la complicidad de las burocracias sindicales de todo pelaje (CGT y las CTA). Y se viene uno peor aún, ya esbozado por el gobierno, y que se agudizará cuando se cruce con las exigencias que va a plantear el Fondo Monetario Internacional en la negociación que se abrirá en lo inmediato.

El ajuste actual

Este año ya llevamos más de 15% de inflación oficial. Pero si miramos los productos que componen la canasta familiar es mucho más. Y se acelerará en los próximos días con el aumento de los combustibles.

Los jubilados vienen perdiendo feo. Todos, incluso los de la mínima, ya cobraron menos que lo que les hubiera tocado si se respetaba el índice de aumento derogado por el gobierno apenas asumió. Los trabajadores también ven sus salarios pulverizados, como explicamos más abajo. Y para el resto solo quedó la IFE, con los 10.000 pesos por familia que se cobraron tres veces en seis meses. Lo que, como todo el mundo sabe, no alcanza ni para empezar a cubrir la canasta de alimentos. 

Algún compañero podrá preguntarse ¿pero el gobierno de Fernández acaso no lleva gastado este año un montón de plata? Sí, en subsidios a las patronales. Las subvenciones este año ya acumulan 2,2 billones de pesos, la mayoría para el sector energético, léase para los monopolios gasíferos y petroleros y para el resto de las privatizadas. A esto tenemos que sumarle los salarios que paga el Estado a las empresas con la promesa de que no despidan ni suspendan, cosa que, como sabemos, no cumplen en lo más mínimo.

El ajuste que se viene

El Banco Central de la República Argentina (BCRA), en un informe con la firma de su presidente, Miguel Pesce, explica que, una vez terminada la pandemia, lo primero que hay que hacer es “achicar el déficit” eliminando todos los gastos sociales que se generaron en la pandemia. A esto se agrega que están dejando correr la suba del dólar que, ya sabemos, termina en más inflación y pérdida del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones.

Ahora se viene el proyecto de presupuesto 2021. No importa el doble discurso con el que se lo va a dibujar. En las planillas “reales” tendrá que demostrar que se avanza en achicar el déficit fiscal, y por lo tanto el gasto social, porque esa será la carta de presentación para la negociación con el FMI, que sobre esa base exigirá un ajuste mayor aún.

La traición de la burocracia sindical

Todo esto está sucediendo con la absoluta complicidad de la burocracia sindical, tanto de la CGT como de las CTA. Con el argumento de “no perder” puestos de trabajo se acepta que los salarios sigan retrocediendo. En lo que va del año apenas se firmaron veintitrés acuerdos salariales, con incrementos que oscilan entre el 23% y el 30% en cuotas. O sea, no cubren ni de lejos lo que se lleva perdido entre el año pasado y este.

Mientras tanto, el 81% de los trabajadores privados sigue cobrando igual que el año pasado, lo mismo que los estatales, que siguen con la paritaria suspendida. O menos aún, ya que en muchos gremios la burocracia habilitó rebajas del 25 por ciento.

Y la excusa de “defender los puestos de trabajo” es una mentira total: ya se perdieron más de 300.000 puestos de trabajo formales en estos meses. Que son infinitamente más, se calcula que un millón, si sumamos los informales.

La conclusión: hay que salir a enfrentarlo y oponer un programa alternativo de emergencia

Hay que salir ya mismo a luchar contra el ajuste. Pelear contra las rebajas salariales, exigir que se reabran las paritarias, por un salario igual a la canasta familiar y para que ningún compañero se quede sin trabajo. Frente a la complicidad e inacción de la burocracia hace falta una nueva dirección sindical, democrática y combativa, como la que venimos construyendo desde el Plenario del Sindicalismo Combativo.

Pero a esto hay que sumarle la pelea política, por un plan económico de emergencia ante las dos pandemias.

¡Hay que bajar el gasto público, dicen a coro desde el gobierno peronista de Fernández y la oposición de Juntos por el Cambio, con Lavagna acompañando.Bajemos entonces los subsidios a las grandes empresas, los bancos y las privatizadas, respondemos nosotros. Y, por sobre todo, suspendamos los pagos de la deuda, el mayor “rubro” de ese gasto. Y pongamos un impuesto a las grandes fortunas, tal como el del proyecto que presentó en el Congreso el Frente de Izquierda. Así sobraría plata, por ejemplo, para dar un subsidio real, de 30.000 pesos por mes, a cada familia que lo necesite, en vez del miserable IFE actual.

Los dólares de las reservas del Banco Central no alcanzan, dicen los economistas del gobierno. ¡Por supuesto! Y cada vez van a alcanzar menos, si se dedican a pagar la deuda, a garantizarles las superganancias de los bancos, o a financiar la fuga de los pulpos especuladores. Qué hacemos entonces. ¿Se devalúa y se pulverizan aún más los salarios y las jubilaciones? O se toma el toro por las astas, se deja de pagar la deuda externa, se rompe con el FMI y se vuelca toda esa plata para las más urgentes necesidades populares. De nuevo, con el proyecto presentado por nuestra diputada de Izquierda Socialista Mónica Schlotthauer, que plantea dejar inmediatamente de pagar la deuda, cortamos el problema de “la falta de dólares”. Y tendremos fondos para resolver tanto la crisis sanitaria, como la emergencia social.

En síntesis, frente al ajuste del actual gobierno, disfrazado detrás de palabras bonitas y sostenido con la complicidad de las burocracias sindicales, hay que luchar para que no se imponga, como hacemos desde el sindicalismo combativo, y postular un programa alternativo de emergencia que ataque las dos pandemias, la sanitaria y la social, tal como planteamos desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad. 

 

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