Escribe Adolfo Santos
Intentando responder a algunas protestas contra la cuarentena, el gobierno quiere generar una falsa polémica. El presidente Alberto Fernández salió al cruce disparando: “No es la cuarentena lo que complicó la actividad, sino la pandemia”. Esa no es la verdadera discusión. La mayoría entiende que debemos cuidarnos de una pandemia que ha costado vidas y, en general, acepta la cuarentena. Lo que el gobierno no hace, y eso es lo que le exigimos, es ofrecer las condiciones necesarias para que importantes sectores de la población puedan quedarse en sus casas. Por esa situación, aunque arriesgando su salud, muchos trabajadores se han visto obligados a salir a ganarse la vida a cualquier costo.
Probablemente una parte del aumento de los contagios tenga que ver con esa lógica. En las últimas semanas se ha visto cómo los sectores más pobres son los que más están sufriendo las consecuencias del virus. El barrio Padre Mugica (ex Villa 31) en la Capital, o las villas Azul e Itatí en el conurbano bonaerense, son una muestra de esta tragedia. Esto no es casual. Es el resultado del abandono sistemático de estas comunidades por parte de los gobernantes. La falta de agua corriente, de cloacas, de centros de atención a la salud, de viviendas dignas y de recursos económicos de la mayoría de las familias que allí viven son responsabilidad de los sucesivos gobiernos, que nunca atendieron estas necesidades básicas.
La “pelea” entre el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, sobre quién es más responsable de los contagios que acontecen en el área metropolitana de Buenos Aires no pasa de un teatro. Todos ellos son responsables de la precariedad en la que viven millones de argentinos que son los más vulnerables frente a la pandemia. De los últimos 33 años el peronismo, que hoy encarna Kicillof, gobernó 29 de ellos en la provincia de Buenos Aires, y desde 2007 PRO, de Macri y Larreta, gobierna la Ciudad de forma ininterrumpida. Son estos partidos políticos patronales, junto con la UCR, los responsables de todas las falencias que precariza la vida de la población trabajadora.
Lamentablemente, en medio de la pandemia, insisten en aplicar las mismas políticas erradas de siempre, donde prima el deslinde de responsabilidades para salvar el prestigio político, o directamente la falta de inversión en infraestructura y programas sociales que sumerge a amplios sectores directamente en la marginalidad. Es lo que vimos en la Villa 31 en relación con la falta de agua corriente, o en Azul e Itatí, que han ido creciendo como verdaderas ciudades sin que eso fuera acompañado por la construcción de obras que aseguren una infraestructura mínima. Esas son las condiciones que facilitan la penetración de epidemias y virus como el Covid-19.
Algún compañero nos podrá plantear que no se le puede pedir a Kicillof que haga lo que otros gobiernos no hicieron en cuarenta años. Pero no se puede hacer el distraído: en esas décadas mayoritariamente gobernó el peronismo, el mismo partido del actual gobernador. Y, lo peor, que no tome las medidas indispensables para empezar a resolver los problemas. Así debió haber mandado médicos y enfermeros, con todos los elementos de seguridad personal, ampliar los centros de salud utilizando para ello edificios públicos y clínicas privadas, efectuar testeos masivos, ofrecer abundante material de higiene y alimentación y efectuar un rápido censo de las familias que necesitan ayuda económica. En cambio, el gobierno encaró el problema como una gran operación policial encabezada por el secretario de Seguridad, Sergio Berni, para controlar la movilidad de las personas. No es casual que surgieran críticas de dirigentes sociales ligados al propio gobierno.
Todo esto es parte del permanente doble discurso empleado por el gobierno. Mientras por un lado se presenta como el abanderado de la protección de la población defendiendo la cuarentena, por otro la flexibiliza cediendo a la presión de los grandes empresarios. Multinacionales como Volkswagen o Toyota y muchas otras grandes empresas que están trabajando con pleno apoyo del gobierno. Fue justamente en el retorno de los trabajos de la transnacional japonesa que el presidente se defendió contra los ataques a la cuarentena y elogió la responsabilidad de los empresarios que vuelven a producir “cuidando a sus trabajadores”. Como si esto fuese cierto.
Desde Izquierda Socialista y el FIT Unidad venimos defendiendo la cuarentena porque entendemos que ayuda a evitar la propagación del virus. Decimos ¡cuarentena sí!, pero que el gobierno al mismo tiempo ofrezca las condiciones para que el pueblo trabajador pueda cumplir con esa medida. La cuarentena solo es posible si las familias cuentan con recursos para no pasar necesidades, si el gobierno garantiza la ayuda a los trabajadores desempleados, cuentapropistas y pequeños comerciantes, si le exige a las patronales que cumplan la ley que prohíbe despidos y suspensiones, si no se reducen los salarios. No es esta la política que hoy está llevando adelante un gobierno que prometía en sus discursos defender a los más vulnerables.