Testimonio de Daniel Vera, militante de Izquierda Socialista y delegado escolar
Tenía 17 años, en diciembre de 1986, cuando el cura Walter Avanzini abusó de mí en una misión juvenil. Había terminado la secundaria y había decidido estudiar para ser cura. Este tipo era quien había inspirado mi decisión, junto a la tradición religiosa de mi familia.
Recién a fines de 1989 pude contarlo por primera vez. Siempre me sentí, como toda víctima de abuso, culpable de lo que pasó. Luego de hablar ante otros curas, él continuó siendo párroco en Berrotarán dirigiendo un colegio parroquial. Para la mayoría no había pasado nada, pero todos los curas de la arquidiócesis de Córdoba conocían la situación. Cuando el caso se hizo público, por una cámara oculta de un programa televisivo, el entonces obispo de Río Cuarto dijo que estas cosas se solucionaban con “oración y ayuno”. Al cura Avanzini lo enviaron de “retiro”. Luego volvió a aparecer en el ámbito educativo, inclusive teniendo un puesto en la Dirección General de Institutos Privados de Enseñanza. Hace unos días realicé la denuncia formal junto a la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico de Argentina, la cual logró mucha repercusión en los medios de comunicación masivos.
Los abusos en la Iglesia no son hechos aislados o individuales, son una práctica normalizada por la doble moral de la Iglesia patriarcal y opresora, como quedó demostrado con el cardenal australiano Pell, asesor económico y número tres del Vaticano, los recurrentes dichos del Papa contra el aborto legal, o la protección que Bergoglio brindaba al padre Grassi, al cura Corradi de Mendoza, o al obispo de Orán Zanchetta.
Desde Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda impulsamos la lucha por la separación de la Iglesia del Estado para terminar con todos los privilegios económicos que le brindaron los milicos durante la dictadura y que hoy tiene la Iglesia Católica, que se lleva millones de pesos en subsidios y cuenta con la impunidad del sistema judicial y el amparo de todos los gobiernos.
Exigimos la creación del registro público de curas abusadores, así como que sea la justicia civil la que investigue los abusos de la iglesia y no la “justicia eclesiástica” y encubridora. Vamos por el inmediato levantamiento del secreto de confesión y la protección de niñas y niños en escuelas religiosas con la plena aplicación de la educación sexual integral. Por eso acompañamos las denuncias e impulsamos la más amplia movilización gritando bien fuerte con nuestros pañuelos naranjas “Iglesia y Estado, asuntos separados”.