Esta semana, el acuerdo se trasladó al Congreso. Un plenario de las comisiones de Trabajo y Previsión Social y de Presupuesto y Hacienda del Senado, presidido por el peronista Miguel Angel Pichetto, aprobó enviar el proyecto de ley de reforma de las jubilaciones al debate de la Cámara para su aprobación.
El aval de los gobernadores peronistas nuevamente quedó expresado con la presencia en la sesión de las comisiones de los peronistas Gustavo Bordet (Entre Ríos), Juan Manuel Urtubey (Salta), Juan Schiaretti (Córdoba), Rosana Bertone (Tierra del Fuego) y el vice de Tucumán, Osvaldo Jaldo.
Pichetto y los demás senadores peronistas intentaron disimular la entrega de los jubilados planteando cambios en la fórmula de indexación a las jubilaciones, para hacerla “más favorable”. Afirmaban que el incremento que ofrecía Macri cada tres meses era “magro” e “insignificante”. Es que con la fórmula del gobierno, en marzo la mayoría de los jubilados que cobran la mínima pasarían de 7.240 pesos a 7.620. Un aumento de apenas el 5% contra el 13% que hubiera correspondido con la fórmula anterior.
Ahora Pichetto propuso una fórmula más “generosa”, rápidamente aceptada por el gobierno, con lo que la jubilación mínima subiría a… 7.652 pesos. ¡Treinta pesos más! Una auténtica vergüenza.
Es evidente que la oposición peronista va a garantizarle, más allá de las maniobras, los votos que necesita el gobierno para que salgan las leyes de ajuste. Una vez más, la única fuerza que puede afirmar que votará en contra cada una de las leyes de ajuste enviadas por el macrismo es el Frente de Izquierda. Se impone entonces la necesidad de fortalecer esta nueva alternativa política para la clase trabajadora.