Llamó a “terminar con esta vergonzosa contradicción en la que nos quieren poner: nos dicen todo el tiempo que la Argentina está sometida a tener que elegir entre un gobierno de ladrones y un gobierno para ricos, y la verdad es que por ahora lo que vemos es que la grieta es un pozo, porque no hay grieta cuando los diputados de Cristina y de Macri se tienen que juntar para aumentarse el sueldo”. Massa se olvidó una parte: él también está en el pozo. Le votó cada ley que Macri le solicitó, como la del pago a los fondos buitre y el Presupuesto 2017, entre otras. Y sin ponerse colorado concluyó: “Le pedimos al presidente que cambie porque la gente no llega a fin de mes”. Como si sus votos en la Cámara no lo hicieran cómplice del ajuste y responsable de la pobreza creciente.
En otro alarde de demagogia electoral afirmó: “Necesitamos un mercado interno fuerte, en el que nuestros docentes y nuestros jubilados sean motor del consumo”. Massa estuvo en contra de la lucha docente, no planteó eliminar el impuesto al trabajo, y cuando fue director de la Anses nada hizo por los jubilados, a la vez que afirmaba que era imposible pagarles el 82%.
También habló de la inseguridad “si, como dijo el responsable de la seguridad en la provincia, Tigre es el camino a seguir en temas de seguridad, por qué no lo siguen para que la gente esté más segura”. El ex intendente de Tigre soslaya que Nordelta, la ciudad privada más grande y lujosa del país, es el lugar elegido como residencia por los grandes narcotraficantes. Como dicen en el barrio, Massa es un vende humo que arma este discurso para intentar quebrar la polarización entre Cambiemos y Cristina. Massa no es alternativa al ajuste de Macri, es su cómplice.