Sus elecciones fueron noticia en todo el mundo, porque supuestamente podía ganar el “trumpista” Geert Wilders, (PVV) un personaje de ideas xenófobas que anunció que iba a echar del país a los migrantes islámicos. Pero perdió por mucho. Sacó sólo 15% de la votación y 20 diputados (de 150).
Ganó el oficialista Mark Rutte, del partido Liberal VVD, que logró 33 diputados. Sin embargo, y a pesar de la supuesta “recuperación económica”, los votos combinados de la alianza que daba mayoría a Rutte en el Parlamento se derrumbaron de 79 a 42. La mayor parte de este retroceso se debió a la pérdida masiva del PvdA (Partido de Trabajadores, socialdemócrata), al pasar de 38 escaños (24,8%) a 9 (5,7%). Este derrumbe fue consecuencia de su apoyo al plan de austeridad con recortes del gasto sanitario, anulación de becas y creación de “préstamos” a estudiantes para pagar las altas tasas universitarias, recortes en las jubilaciones, etc.
Ahora el derechista Rutte ya no tiene mayoría absoluta, deberá lograr el apoyo de otros partidos. No es sencillo porque la mayor parte de la antigua votación de la socialdemocracia se fue hacia partidos de centroizquierda, que estuvieron contra el plan de austeridad, como los Verdes de Izquierda (que lograron un resultado histórico de 14 diputados), el Partido Para los Animales (ecologistas de izquierda, con 5 diputados), varios partidos cristianos o el Partido Socialista (más de izquierda, aunque reformista) que mantuvo su votación con 14 diputados.
Holanda se incorpora de lleno a la inestabilidad política europea, producto de la crisis capitalista, los planes de ajuste, y el descontento masivo de los trabajadores y juventud.