Igual que lo que hizo el menemismo en Argentina, en Chile la dictadura de Pinochet impuso la privatización de las jubilaciones. Allí las empresas se denominaron AFP. Gracias a la imposición dictatorial pudieron imponer esta reforma en su forma “pura”, es decir, como cuentas de ahorro individuales de los trabajadores. El problema es que, tanto por los míseros salarios como por el carácter chupasangre de esas empresas y bancos (como del capitalismo en general), hoy los ahorros de la vida laboral no alcanzan más que para una jubilación miserable.
Según la Fundación SOL, el 91,5% de los jubilados recibe mensualmente unos 231 dólares, poco más de la mitad del salario mínimo (unos 396 dólares). Mientras que los militares reciben el 90% de sus altísimos salarios como jubilación. Entre los gendarmes (que cuidan las cárceles) cuyos puestos fueron cubiertos en muchos casos por parientes de los políticos de la Concertación, se denunciaron varios casos de jubilaciones de 10.000 dólares. ¡Un gendarme o militar tiene una jubilación equivalente a la de 50 trabajadores!
Evidentemente las AFP fueron un gran negocio para un pequeño núcleo de capitalistas que robaron el ahorro de los trabajadores. La lucha, como lo señala el MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores-UIT-CI) es por recuperar esos fondos, estableciendo una administración controlada democráticamente por los trabajadores, en primer lugar, y presionar para que el estado y los patrones sean los que aporten al sistema jubilatorio para que la jubilación llegue a un 100% del salario.