May 17, 2024 Last Updated 1:34 AM, May 17, 2024

La muerte de Fernando Báez Sosa causó una gran conmoción e indignación en la sociedad. Desde Izquierda Socialista nos solidarizamos con la familia de Fernando y sus amigos, a la vez que exigimos justicia para sus asesinos.

¿Cómo puede ser que un grupo de chicos menores de 21 años maten a golpes a otro por manchar una camisa? El rugby y todos sus mandatos se han puesto en tela de juicio, y es positivo: el machismo y el uso de la violencia como forma de legitimar una supuesta posición de dominación. Pero no es el deporte en sí lo que generó este asesinato, creemos que hay razones más profundas para analizar este aberrante hecho.
Han circulado ejemplos en los medios y las redes sociales, antecedentes de hechos similares, muchos realizados por jugadores de rugby. En la mayoría hay un denominador común: la impunidad. Los agresores, en su gran mayoría, pertenecen a familias “tradicionales” de las distintas regiones donde se localizan los clubes. Este dato no es menor porque, como siempre denunciamos, la justicia no es imparcial, tiene lazos con el poder y es influenciable. Muchas veces estas familias son parte orgánica del poder judicial.
Sin embargo, no es el rugby el único deporte que tiene integrantes violentos y golpeadores que rebasan los límites de lo impensado. Las miles de mujeres asesinadas por femicidas son el ejemplo más concreto de que la aniquilación del “otrx” es una moneda corriente en nuestra sociedad patriarcal.

Son el sistema capitalista y sus gobiernos patronales -hoy el peronismo, antes el macrismo y el radicalismo-, quienes degradan cada vez más a la sociedad, los responsables de este hecho y de que lamentablemente se vayan a seguir dando, y son los cómplices de la justicia que otorga impunidad a dedo, pero pisa con pié de plomo cuando los crímenes los comete alguien pobre. Todos los veranos hay casos como el de Fernando, pero ¿qué hacen los gobiernos para frenar esto? Absolutamente nada. Siempre los de arriba quedan impunes.
Lo mismo sucede cuando los patovicas, la seguridad privada de los boliches, asesinan jóvenes o les pegan tanto que los dejan hospitalizados. También, como en el caso de Fernando, no se meten cuando ven peleas porque “ya no están dentro del establecimiento”. No quieren evitar las peleas; solo buscan que la noche transcurra normalmente y que no afecte las ganancias del patrón. Lo mismo la policía, que circulaba la zona, pero no hizo nada.

Los empresarios no se preocupan por la seguridad de la juventud que sale a bailar, solo les importa su lucro. Por eso ni la muerte de Fernando en la puerta de Le Brique impidió que sus dueños abrieran el boliche al día siguiente del asesinato. Indignante.
Las excepciones se dan cuando el pueblo se moviliza y exige justicia, como en este caso. Todo el país se conmocionó con semejante salvajada y es importante, fundamental, que el hecho no quede impune. Fernando era un joven de clase trabajadora, hijo de un encargado de edificio, que había hecho changas para poder irse de vacaciones. Pero fue asesinado por un grupo de cobardes que se consideran impunes, que saben que no son los primeros en hacer lo que hicieron, pero que actúan porque reconocen que la justicia siempre falla a su favor.
Desde Izquierda Socialista seremos parte de las movilizaciones reclamando que el asesinato de Fernando no quede impune.

¡Exigimos castigo para los asesinos de Fernando!

Gastón Godoy, Juventud de Izquierda Socialista

Como si fuera una práctica habitual, un grupo de jóvenes de Zárate cobardemente y a sangre fría asesinaron a golpes de puño y patadas a Fernando Baez Sosa de 19 años, en Villa Gesell.

La mayoría de los autores del brutal crimen son jugadores de rugby del Club Arsenal Naval de Zárate y le propinaron la mortal paliza a Baez Sosa a la salida del boliche La Brique. El joven fue ultimado en el piso, inconsciente, a patadas entre los diez participantes que interactuaron, de entre 18 y 20 años, causándole la muerte. Desde Izquierda Socialista repudiamos este crimen, reclamando justicia y nos solidarizamos con la familia de Fernando en este triste y doloroso momento.

El caso Nisman se ha vuelto a poner en el tapete en todos los medios al cumplirse cinco años de la muerte del fiscal. Ocurrió el 18 de enero de 2015. Desde entonces se han tejido todo tipo de hipótesis (suicidio, suicidio “inducido” o asesinato) y sin llegar a nada concreto. Nexflit difunde un documental sobre el tema. Gobierno y oposición macrista-UCR usan el caso Nisman para sus disputas judiciales y de poder. Pero ninguno va al fondo del problema.

Escribe Luis Covas

Para millones no hay dudas de que la muerte de Nisman está bajo sospecha. Los medios lo han transformado en un caso policial. Nexflix ha aportado una película documental. El enredo es muy grande. A tal punto que en el documental de Nexflit el actual presidente Fernández aparece diciendo, cuando ni era candidato, que no creía en la versión del suicido. Ahora cambió de opinión: “las pruebas acumuladas no dan lugar a pensar que fue un asesinato”, alentando la idea de revisar la pericia de la Gendarmería que apunta a la hipótesis del crimen. Mientras Sergio Massa hace declaraciones diciendo que se inclina por que fue “crimen o suicidio inducido”. Aparecen todo tipo de interpretaciones sobre la escena del baño. Diego Lagomarsino suma nuevas confusiones. Siempre rondan los “espías” y, en especial, el famoso Stiusso. Pero la muerte de Nisman esconde cuestiones políticas muy importantes. Él investigaba la causa del atentado de la Amia producido en julio de 1994.

Izquierda Socialista, como miembro del FIT, siempre tuvo una postura clara ante estos graves hechos que es importante volver a ubicar.

En primer lugar, sobre qué pasó con la muerte de Nisman, si fue suicidio o un crimen. No está en nosotros dar una respuesta. La responsabilidad de que aún no se sepa la verdad está en los gobiernos de turno, tanto el de Cristina Kirchner (2015) como el de Mauricio Macri y en la justicia del sistema. Es un caso bajo sospecha. La misma carátula del expediente decía “muerte dudosa”. Desde el primer día reclamamos su esclarecimiento(*). La investigación no fue clara. Basta recordar que se “ensució” la escena de la muerte. El rol confuso de la fiscal Viviana Fein, la entrada en el edificio de Berni o las idas y venidas de los custodios. Durante el gobierno de Macri la pericia se pasó a la Gendarmería sobre la cual no se puede depositar ninguna confianza.

En segundo lugar, sobre el atentado de la AMIA, que se produjo hace 25 años, que dio el triste saldo de 85 muertos, nuestra corriente socialista fue clara. Lo repudiamos desde un primer momento, cualquiera haya sido su autor, y nos solidarizamos con los familiares de las víctimas. Rechazamos la versión de Israel y de los dirigentes de la AMIA y la DAIA de que se tratara de un “acto antisemita” y que había que “buscar la “conexión local”. Luego la CIA e Israel pasaron a denunciar a Irán. De esa forma se buscó siempre desviar que el origen del atentado estaba en el conflicto del Medio Oriente y en el rol criminal del estado genocida de Israel contra el pueblo palestino. Y en el hecho de que el gobierno peronista de Menen había apoyado en 1991 la invasión imperialista a Irak (ver recuadro).

En tercer lugar, siempre se dijo, de parte del macrismo-UCR, que la investigación de Nisman sobre la Amia y su denuncia contra el memorando con Irán, firmado en el 2013 por el gobierno kirchnerista, buscaban llegar a la verdad sobre el atentado a la AMIA. Mientras el peronismo kirchnerista dio la versión, en el último tramo de su gobierno, de que el acuerdo con Irán era una “búsqueda de la verdad” y que evitaría “nuevos atentados”. Estas dos versiones son falsas. Ni Cambiemos ni el peronismo K buscaban la verdad sobre el atentado de la AMIA. Ambos, desde distintas posturas, avalaron siempre el punto de vista de los Estados Unidos e Israel, que fue un “atentado antisemista” organizado por Irán, desligado del conflicto de Medio Oriente, del rol genocida de Israel sobre el pueblo palestino y el apoyo de Argentina a la invasión yanqui a Irak en 1991.

El fiscal Nisman siempre fue un vocero de la postura yanqui y del sionismo. Y al momento de su muerte, con su denuncia por el acuerdo con Irán, se sumaba al bloque patronal opositor al gobierno kirchnerista. Pero lo que se pierde es que fue el propio Néstor Kirchner quien designó a Nisman en el 2004 como fiscal de la causa Amia. Para ello pusieron al ex Side y espía Stiusso a su servicio y pidieron el aporte de datos a la CIA y al FBI. Así se alineaban con el gobierno de Bush que había declarado a Irán el “eje del mal”. Para confirmar esto el 21 de septiembre de 2006, Cristina Kirchner, siendo senadora y primera dama, y el canciller Taiana se reunieron en Nueva York con los representantes de la poderosísima comunidad judía norteamericana, uno de los principales sostenes del Estado de Israel. Allí les pidieron que cuanto antes hubiera un dictamen en la Argentina acusando a Irán por el atentado. Pasado apenas un mes, se cumplió con ese pedido político-judicial. El fiscal Alberto Nisman, sin pruebas, dictaminó que el cruento atentado de 1994 fue ideado y realizado por el gobierno de Irán.

En cuarto lugar, es también falso que con la firma del memorando con Irán (2013), Cristina Kirchner daba un giro “antiyanqui” (**) En realidad esta negociación se adecuaba al cambio del imperialismo que con el nuevo gobierno de Obama se había orientado a negociar un acuerdo antinuclear con Irán. Cambiando la línea “dura” de Bush por los fracasos en Afganistán e Irak. Hasta Israel criticaba la táctica de Obama. Justamente ese acuerdo con Irán lo rompe años después Trump.

En quinto lugar, Cambiemos ratificó su alineamiento con Israel y Estados Unidos usando el caso Nisman y el tema del fallido pacto con Irán para hacer campaña electoral contra el peronismo K, buscando apoyo de amplios sectores de clase media. Y luego desde el gobierno lo usó para rearmar el poder judicial a su favor. Ahora el nuevo gobierno peronista trata de usar el caso Nisman para revertir esos cambios judiciales y las causas de corrupción pendientes en su contra. Ninguno buscó ni busca la verdad para el caso Amia ni para el caso Nisman.

La confusión política que genera el caso Nisman sumado el odio al macrismo y sus políticas proyanquis desembozadas y su uso represivo de la Gendarmería y demás servicios de seguridad, puede abrir expectativas entre la clase trabajadora y la juventud en que el nuevo gobierno peronista pueda producir cambios más favorables. Que se cambiará, por ejemplo, la política de todos los gobiernos de alinearse con Estados Unidos e Israel. El repentino viaje de Alberto Fernández a Israel mostraría lo opuesto. O cambios de fondo ante el tema de los “espías” y las investigaciones truchas (tipo Nisman) como, por ejemplo, disolver todos los servicios de inteligencia, empezando por la ex Side, y abrir todos los archivos desde la época de la dictadura. Lamentablemente los hechos están mostrando lo contrario. No lo hizo, en su momento, el gobierno de Cristina Kirchner y tampoco parece estar en los planes del nuevo gobierno.

(*) Ver declaración de Izquierda Socialista del 19 de enero de 2015.

www.izquierdasocialista.org

(**) Ver declaración Izquierda Socialista, El Socialista N°239. (27-2-2013). idem

Grandes carteles anunciando la nueva producción de Netflix aparecieron en Buenos Aires, Rio de Janeiro y en el propio Vaticano. ¿Cómo opera esta película ante la actual crisis de la iglesia?

Escribe José Castillo

La intencionalidad obvia del film es mostrar a un papa Francisco como el papa “progresista” frente al “conservador” Benedicto XVI. Pero más a fondo, como una iglesia unida en sus divisiones es capaz de “cambiar”, “adaptarse a los nuevos tiempos” e incluso integrar a sus sectores más reaccionarios. Inteligentemente, la película no le escapa a mostrar las zonas “débiles” de ambos papas. El “secreto” (que no es tan secreto) de Bergoglio es el cuestionamiento a su accionar durante la dictadura. La “confesión” de Ratzinger es su inacción y encubrimiento de casos de pedofilia y otros abusos sexuales por parte de la jerarquía eclesiástica. Todo se resuelve con el sacramento católico de la confesión y el “arrepentimiento” de los involucrados.

La producción, dirigida por el brasileño Fernando Meirelles (“Ciudad de Dios”, “El jardinero fiel”) cuenta destacadísimas actuaciones de Anthony Hopkins (como Ratzinger) y Jonathan Pryce (Bergoglio), además de una muy buena performance de Juan Minujín como Bergoglio joven.

Los hechos y la ficción

Pilar del sector más conservador y de derecha de la Iglesia Católica, el alemán Joseph Ratzinger llegó en ese carácter al cargo de Papa en 2005, asumiendo como Benedicto XVI. Renunció sorpresivamente en 2013, abrumado por los escándalos, tanto financieros como de encubrimiento de los innumerables casos de pedofilia.

El argentino Jorge Bergoglio lo sucedió, bajo el nombre de Francisco. Pero este nunca fue “progresista”. En los años inmediatos anteriores a su acceso al papado, como jefe de la Iglesia argentina, se opuso violentamente al matrimonio igualitario (al igual que, ya como Papa, lo hizo contra la legalización del aborto). Tampoco estuvo exento, al igual que Ratzinger, de haber encubierto sonados casos de abuso sexual por parte de sacerdotes.
BBC News tituló: “¿Qué es real y qué es ficción en el nuevo éxito de Netflix?”. Probablemente nunca sabremos si existió o no la visita de Bergoglio a Ratzinger que guía toda la película. Pero lo importante es otra cosa: ¿qué rol juega la película en la situación actual de la Iglesia Católica? ¿Por qué es “promovida”, hasta tomar la decisión inédita de que tenga carteles de propaganda incluso dentro de la propia Ciudad del Vaticano? ¿Cómo “opera” esta película?

Un agente del imperialismo en crisis

A lo largo de su historia la Iglesia Católica ha cumplido un rol reaccionario. Estuvo a la cabeza de la “evangelización” y el genocidio de los pueblos originarios de América. Defendió a los reyes, oponiéndose a la Revolución Francesa y a la independencia de los países latinoamericanos.

En el último cuarto del siglo XIX, ya consolidado el poder de la burguesía, ubica como enemigo al socialismo y al marxismo, colocando a la iglesia como aliado estratégico del capitalismo imperialista. En el siglo XX, apoyó a Mussolini, a Hitler, a Franco y a cuánto dictador circulara por el planeta. Hizo silencio ante los genocidios más atroces. Los laicos y sacerdotes que se rebelaron y denunciaron todo esto, fueron silenciados y apartados.
Juan Pablo II jugó un papel central en garantizar la restauración capitalista en el este europeo. Pero el alineamiento con las clases poseedoras, junto con su corrupción interna, los escándalos financieros y los masivos casos de abuso sexual, no le salieron gratis. El catolicismo viene perdiendo millones de fieles año a año.

Ni el imperialismo ni la propia iglesia se podían permitir que, en una Latinoamérica y un Tercer Mundo convulsionados y recorrido por movilizaciones y revoluciones de todo tipo, continuara este debilitamiento. Este fue el motivo profundo de la elección de Francisco, el primer Papa proveniente del Tercer Mundo. Y de su discurso aggiornado a los tiempos modernos. “Los dos papas” es un artefacto más, uno de los mejores sin duda por su calidad artística, de la búsqueda del fortalecimiento de una iglesia en crisis como agente de un capitalismo imperialista también en crisis.

Los socialistas revolucionarios respetamos todas las creencias individuales y el derecho a profesar (o no) una religión. Pero denunciamos el rol reaccionario que sigue cumpliendo la Iglesia Católica. Frente a la cuarta ola del movimiento de mujeres, repudiamos su papel de avanzada de la reacción, junto a otras iglesias, como las evangélicas. Exigimos el castigo en todo el mundo de los aberrantes casos de abuso sexual cometidos por la jerarquía eclesiástica. Y, en países como la Argentina, continuamos peleando por una tarea pendiente: la separación de la Iglesia y el Estado y el fin de los subsidios que otorga millones de pesos a curas, obispos, cardenales y escuelas religiosas.


Francisco (Bergoglio): Lo que está y lo que no está en el film

El Papa es mostrado en la película como alguien que se “arrepiente” de algunas decisiones que tomó en su juventud, cuando fue el responsable de los Jesuitas en la Argentina durante la dictadura. En particular de haber dejado sin protección (al echarlos de la Compañía de Jesús) a los sacerdotes Orlando Yorio y Franz Jalics, que terminarían siendo secuestrados en mayo de 1976.

“Hice lo que pude”, “tal vez debía haber hecho más”, son las expresiones de Francisco ante Ratzinger en el diálogo ficcionado de la película, donde termina “arrepintiéndose” y pidiendo al ex Papa la “absolución”. La idea es que Bergoglio, desde la década del ´80, ya alejado de la dirección de los jesuitas, habría “reflexionado”, “cambiado”, transformándose ahora en un progresista.

Nada más alejado de la realidad. En “Los dos papas” no está que Bergoglio asumió como provincial jesuita en 1973, antes de la dictadura, y participó activamente ya en ese momento contra los sacerdotes y laicos de la iglesia vinculados o cercanos a la izquierda. Tanto en la Universidad de El Salvador como en el Colegio Máximo (las dos instituciones educativas más importantes bajo responsabilidad jesuita) se encargó de “purgar” de marxistas al cuerpo de profesores, reemplazándolos por miembros de la derecha peronista, en particular vinculados a la organización Guardia de Hierro. Esto se profundizó durante la dictadura, cuando en 1977 la propia Universidad de El Salvador otorgó el título de doctor honoris causa al almirante Massera, entonces miembro de la junta militar.

Muchos años después, el actual papa Francisco fue citado como testigo en el juicio de la causa ESMA y se negó sistemáticamente a aportar los nombres de los responsables que conocía. Igualmente, como titular de la Conferencia Episcopal Argentina, también fue el responsable de publicar en 2006 los documentos de la Iglesia durante la época de la dictadura, censurando las partes donde quedaba comprometida como cómplice la cúpula eclesiástica de entonces. También guardó silencio ante las preguntas hechas por Estela de la Cuadra de Fraire durante el juicio al capellán de la policía Christian von Wernich. La hermana de Estela, Elena, había sido secuestrada en 1977 embarazada y dio a luz en cautiverio. La familia logró enterarse de que el bebé había nacido y comenzó a buscarlo, llegando a pedir ayuda en Roma al Superior General de los jesuitas Pedro Arrupe, que le pasó el caso a Bergoglio. El luego Papa Francisco llegó a saber que el bebé había sido apropiado y entregado a una familia por parte de militares vinculados al circuito Camps, donde operaba von Wernich. Sin embargo, interrogado sobre el primer momento en que oyó hablar de apropiamiento de niños, mintió diciendo que fue “en 1985, durante el juicio a las juntas”, desligando a von Wernich. Como vemos, el actual Papa fue partícipe, junto a tantos otros, del ocultamiento de los crímenes de la dictadura incluso en épocas recientes. 


Bendice a genocidas

A principios de enero, Francisco recibió en el Vaticano al obispo castrense Santiago Olivera. Es el hombre de la Iglesia responsable de la “atención espiritual” de las fuerzas armadas, designado para tal cargo en 2017 por Francisco y un reconocido operador. En la audiencia con el Papa, ambos religiosos coincidieron en el “abuso” de las prisiones preventivas para los genocidas (lo que es falso) y que las mismas son “exageradas”. Para intentar reponer todas estas “injusticias”, el Papa envió a pedido de Olivera, cincuenta crucifijos bendecidos “para que sean enviados a los militares que están presos en la cárcel y a los están en sus casas detenidos” (Ámbito Financiero, 20 enero). La relación de la Iglesia y los militares viene de larga data, el “apoyo espiritual” y la bendición de las armas con las que perseguían y asesinaban fue una constante durante la dictadura1976-1983.


Ratzinger nazi y encubridor de pedófilos

El currículum del ex Papa alemán no tiene desperdicio: miembro de las juventudes hitlerianas, luego no hizo una sola mención de repudio al genocidio perpetrado por los nazis. Su ascenso en la carrera sacerdotal lo llevó a la cúspide la Congregación para la Doctrina de la Fe, nombre que adoptó en los últimos tiempos el tribunal de la Santa Inquisición, conocido históricamente por las aberrantes técnicas de tortura para sacar “confesiones” a los “herejes” (miembros de pueblos originarios que no se dejaban “evangelizar”, “brujas”, judíos, homosexuales, o disidentes de cualquier tipo) que luego eran quemados en la hoguera. Ratzinger fue y es el más firme defensor de cuanta causa ultra-reaccionaria esté dando vuelta por el planeta: se opone al aborto, al divorcio, considera a la homosexualidad como una “aberración” y es contrario incluso a cualquier apertura mínima en la Iglesia (está en contra de los curas casados, de que se le permita tomar la comunión a los divorciados, que las mujeres ejercen el sacerdocio, etcétera).

 

Escribe Gastón Godoy, dirigente de la Juventud de Izquierda Socialista

Es un hecho que el desastre del gobierno macrista alimentó las expectativas en Alberto Fernández de sectores de la juventud a los que aún no les había tocado atravesar una crisis de estas características. Derrotado Macri, es importante discutir los desafíos que se le plantean a la juventud, que estuvo en la calle estos cuatros años, frente al nuevo gobierno.

En nuestros barrios, lugares de trabajo y estudio, planteamos que si estuvimos en las calles luchando en defensa de nuestros derechos, no hay motivo alguno para hoy volver a guardarse. La amenaza del FMI y sus planes de ajuste, las exigencias patronales de más flexibilización, el avance de la destrucción ambiental y, sobre todo, la realidad de que uno de cada dos pibes en la Argentina es pobre, siguen estando ahí presentes. Sobran los motivos para seguir organizándonos para dar pelea.

Además, hay que decir el propio nombramiento de ministros y funcionarios dio cuenta de un gobierno que da la espalda a diversos reclamos esenciales de la juventud. Pensemos, por ejemplo, en la lucha ambiental, y tomemos la designación como Ministro de Agricultura de Luis Basterra, un defensor de la ley de Semillas Bayer-Monsanto, que rechazan las comunidades de todo el país. O de un defensor del capital financiero y las multinacionales como Guillermo Nielsen a cargo de YPF, con la mira puesta en apuntalar el saqueo y el fracking en Vaca Muerta. El nuevo oficialismo hizo alarde de crear el ministerio de Ambiente, el mismo día en que el gobernador peronista de Chubut, Arcioni, metía presos a seis compañeros que luchaban contra la megaminería. Con claridad, la pelea contra el saqueo y la destrucción ambiental capitalista deberá seguir por un carril independiente y de enfrentamiento al nuevo gobierno.

Por otro lado, tenemos la designación a cargo del Ministerio de Seguridad del represor Sergio Berni por parte de Kicillof en Provincia de Buenos Aires. Un verdadero escupitajo en la cara de quienes estaban festejando la partida de Patricia Bullrich. ¿Podemos celebrar que se vayan los asesinos de Maldonado, si los que entran son los asesinos impunes de Maxi Kosteki y Darío Santillán, de Luciano Arruga, de Mariano Ferreyra, entre tantos otros?

El único anuncio que hizo Fernández para la juventud golpeada por el ajuste macrista fue impulsar un “sistema de becas para el primer empleo”, lo cual es en sí un contrasentido. Si es empleo, requiere un salario, no una beca. Fernández continúa así el camino de primeros empleos que son siempre ultra precarios. Y el gobierno pagará ese trabajo, lo que significará un beneficio para las empresas privadas que lo reciban.

Además, desde el movimiento estudiantil tendremos un primer paso importante cuando se discutan las paritarias en 2020 y debamos acompañar a nuestros docentes que llevan años de perder contra la inflación. Y esto encierra un debate central: ¿la juventud que padeció el macrismo se va a proponer luchar por recuperar lo que se perdió en estos años o va a agachar la cabeza frente a los ritmos que intente imponer el “pacto social” de empresarios y burócratas sindicales con el gobierno? Claramente desde nuestro lugar apostamos por lo primero.

Hoy Chile nos permite sintetizar todos estos debates. El gobierno de Fernández se propuso legitimar al cuestionado Sebastián Piñera, invitándolo a su asunción y comprometiéndose a visitarlo prontamente. La juventud tiene que rechazar esa política, pero no sólo eso: tenemos que levantar como bandera el ejemplo de la juventud chilena, que con las estudiantes secundarias a la vanguardia, se lanzó a la lucha, primero contra el aumento del subte, y después, para transformar completamente el país exigiendo cambios de fondo. Cambios que en nuestro país parten de romper con cualquier imposición del FMI, y poner todos los recursos del país al servicio de las necesidades populares.

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