Oct 08, 2024 Last Updated 7:39 PM, Oct 7, 2024

Escribe Guido Poletti

Cuando Milei ganó las elecciones, el multimillonario Elon Musk le envió un mensaje de saludo. Todo un guiño para empezar sus negocios en la Argentina.

El presidente ultraderechista le respondió nombrándolo personalmente en su discurso cuando anunció el DNU. Ahí mencionó particularmente a Starlink. Traducido: como Arsat figura como empresa a ser privatizada ahí está el negocio redondo para que Musk se quede con el negocio satelital.

A eso se suma, por supuesto, el interés del dueño de Tesla con el negocio del litio, vital para sus automóviles eléctricos. Que el gobierno de Milei se dispone a allanar, pasando por encima de los intereses de las poblaciones locales y de la protección del ambiente.

Una más de los tantos proyectos de saqueo que incluye el plan motosierra del presidente de La Libertad Avanza.


Escribe Nicolás Nuñez, referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista e independientes)

Tanto en el DNU como en el proyecto de ley ómnibus, el gobierno del ultraderechista MIlei también lanza un auténtico plan de guerra contra el ambiente, a favor del saqueo capitalista.

A contramano de su habitual discurso que niega los efectos negativos de la producción capitalista sobre los ecosistemas, Javier Milei tuvo que embarcarse hacia la Antártida para dar cumplimiento a un convenio suscrito entre el país y la Agencia Internacional de Energía Atómica en pos de un plan que busca avanzar en el control de la presencia de microplásticos en la región. Tal como lo hizo al recibir a la responsable de energía y al embajador del gobierno yanqui, el presidente se encarga de cubrir ciertas apariencias “ecologistas” que hoy en día le exige el propio imperialismo, en pos de que no le sean reducidos los canales de endeudamiento externo proveniente de iniciativas “verdes”. Mientras tanto, puertas adentro, el DNU y la “Ley Omnibus” dan cuenta de un plan de salto en calidad de la depredación ambiental en nuestro país.

Desmantelar la legislación existente

Entre el conjunto de los ataques a la clase trabajadora y los sectores populares en pos de las ganancias de las multinacionales y grandes empresas que co-redactaron el DNU y el proyecto de ley, se incluyeron también modificaciones sustanciales a la legislación ambiental vigente. El decreto presidencial manifestó la “necesidad” de modificar el ya nefasto menemista “código minero”, para que las empresas dejen de tener obligación de informar cómo y qué explotan, y a su vez, la “urgencia” de dar de baja canones que debían pagar. La “casta” extractivista está de fiesta con Milei.
A su vez, el proyecto de ley macro del gobierno libertario incorporó:

-La modificación de la “Ley de Quemas” (26.562)  para facilitar el incendio de territorios en pos de la modificación del uso del suelo;
-Cambio en la “Ley de Bosques” (26.331) de manera de que el 80% del bosque nativo argentino, unas 42 millones de hectáreas, pierda distintos tipos de protección o exigencia de estudios de impacto ambiental previos a que avance la tala o destrucción total;
-Elimina a su vez, y de paso, la necesidad de garantizar la participación de las comunidades originarias involucradas en los territorios, y también, el Fondo Nacional de Conservación y Enriquecimiento de Bosques Nativos, dejando a discreción de Javier Milei la definición del total de montos destinados a tal fin;  
-Interviene la “Ley de Glaciares” (26.639) a fines de habilitar la explotación en zonas “periglaciares” que circundan los glaciares y son vitales para su subsistencia;
-Modifica el régimen de pesca a fines de favorecer la depredación de las multinacionales del “comunismo” chino contra el que Milei sarasea en particular.
-En nombre del “acuerdo de París” y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, impulsa cero políticas de reducción de emisiones, y en cambio promueve el desarrollo de “mercados de emisiones” en los que las empresas pagan por contaminar más. Esto mercantiliza la problemática del calentamiento global sin suponer ningún tipo de reducción real de la contaminación.

Hecho este repaso, desde Ambiente en Lucha e Izquierda Socialista, igualmente señalamos que no debemos entrar en ninguna discusión leguleya o meramente ambiental al plantarnos frente al DNU y la Ley Ómnibus. Por el contrario, al movimiento socioambiental le caben “las mismas ante la ley” que al conjunto de los sectores en lucha: hay que frenar el intento de Milei de otorgarse superpoderes para cerrar el Congreso y prohibir la protesta social. En última instancia, nunca fueron las muy limitadas leyes existentes las que protegieron los territorios, sino les trabajadores, las comunidades, asambleas y organizaciones socioambientales que salieron a las calles para enfrentar los planes extractivistas de todos los gobiernos.

Escribe Nicolás Núñez, referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista/FIT Unidad)

La nueva Conferencia anual de las Partes, que reúne a los gobiernos de la casi totalidad de los países del mundo para discutir sobre compromisos ante el calentamiento global, se dio cita en Emiratos Árabes, un país esencialmente petrolero. Allí fueron justamente las multisectoriales del sector de los combustibles fósiles las que terminaron haciendo pesar sus intereses.

El 2023 será el año más caluroso jamás registrado, probablemente el más caluroso desde que existe la historia de la humanidad como tal. El impacto de fenómenos estacionales planetarios (cíclicos) como “El Niño”, si bien en nuestro país generan un mayor caudal de lluvias (como las que vimos las últimas semanas), a nivel mundial impactan tirando hacia arriba la temperatura, y se combina con el propio proceso de calentamiento global fruto de la acumulación de gases de efecto invernadero (GEI). Contaminación generada, centralmente, por la quema de petróleo, gas y carbón para sostener la anarquía de la producción capitalista mundial y la búsqueda de ganancias de las multinacionales.

Así, al primero de diciembre la temperatura global promedio del año se estaba ubicando en 1,46° por encima de la temperatura preindustrial. Al terminar de incorporar los registros de diciembre, se estaría llegando en torno al 1,5° (al menos para el registro del 2023). La cifra es significativa dado que la COP de París de 2015 se había puesto como meta no transgredir ese grado y medio debido a la gravedad e incertidumbre que desataría de cara a fenómenos planetarios de todo tipo (sequías, inundaciones, tormentas, olas de calor, deshielo, aparición de nuevas enfermedades, etcétera). De allí que “estamos viviendo el colapso climático en tiempo real”, haya sido la sentencia con la que el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, abrió la COP28.

En 2015 se estimaba que, de no tomar medidas al respecto, el 1,5° sería transgredido sin vuelta atrás en 2045. Sin embargo, a pesar de los acuerdo firmados, la COP28 inició ocho años después con un informe de Copernicus (el sistema meteorológico de la Unión Europea) que daba cuenta que las escasas reducciones de gases de efecto invernadero y fenómenos climáticos extremos de los últimos años (como ser incendios masivos que agregan todavía más GEI a la atmósfera), habían hecho que de 2045 la fecha estimada de transgresión del 1,5° se adelante a 2034. Otro informe, del Global Carbon Budget (presupuesto global de carbono), señalaba de forma complementaria que hay un 50% de chances de que sea antes de 2030.

En conclusión: todos los pronósticos respecto de la gravedad de la crisis climáticas difundidos por el imperialismo en la última década han resultado ser demasiado optimistas y la dinámica de la crisis es mucho más grave de lo esperado. Las medidas requeridas entonces para hacer frente a la catástrofe que nos amenaza resultan hoy mucho más drásticas que las que hubiesen sido necesarias en caso de haber avanzado hace diez o veinte años en la descarbonización de la economía mundial. El problema es que esas medidas se han enfrentado a un enemigo poderosísimo: las petroleras y sus gobiernos patronales.

COP28: el anfitrión pone las reglas

El sultán, Al Jaber, ministro de Industria y cabecilla de la empresa petrolera estatal de los Emiratos Árabes, fue designado como mandamás de la nueva conferencia climática. Desde esa posición, actuó con el acompañamiento de distintos gobiernos patronales(desde Estados Unidos hasta Bolivia) y los negociadores de las multinacionales. El sultán, contra el abrumador consenso al respecto, se encargó de decir que no hay evidencia científica que avale el reclamo del fin de la quema de combustibles fósiles. Y en ese punto centralmente se trabaron las negociaciones, según trasciende al momento de cerrar estas líneas. No habría consenso en incorporar en el documento final la recomendación de avanzar hacia la “eliminación de los combustibles fósiles” que reclaman la ciencia y el activismo climático en todo el planeta.

De hecho, no había generado mayor resistencia al inicio de la conferencia la aprobación del “fondo de pérdidas y daños” para hacer frente a las consecuencias del calentamiento global. Ahora bien, dicho “fondo” es de una pobreza absoluta. Amnistía Internacional señaló que los ingresos declarados (700 millones de dólares) solo alcanzarían al 2,6% del total de los costos económicos del huracán “Otis” que viene de golpear las costas de Acapulco, en México. Todo eso mientras se calcula en 7 billones de dólares los subsidios de estos mismos gobiernos a la industria petrolera.

Por otro lado, de la COP28 emergería un compromiso de un centenar de países de triplicar las energías renovables para 2030. Dicha promesa nada precisa respecto del saqueo extractivista de litio y minerales diversos requeridos para esa “transición”, y sus consecuencias ambientales.

Sea cual sea el resultado del documento final de la COP28, está claro que combatir el calentamiento global no puede hacerse sin ir a fondo contra el bloque de las multinacionales, petroleras, automotrices y el capital financiero que siguen apostando a sostener sus ganancias. El acceso a la energía debe dejar de ser un negocio para que el planeta siga siendo habitable. Estatizar los recursos energéticos y minerales para ponerlos al servicio de una transición energética dirigida por la clase trabajadora y los sectores populares, es el freno de mano requerido ante el dramatismo que va tomando la crisis climática. En última instancia, la disyuntiva no es solo “las petroleras o el planeta”, sino más bien “Socialismo o catástrofe”.

Un tweet del embajador yanqui Marc Stanley bastó para poner un freno momentáneo a los discursos de Javier Milei afirmando que “el calentamiento global era un invento del socialismo”. Es que el representante del gobierno imperialista de Joe Biden lo invitaba a trabajar juntos en la “lucha contra el cambio climático”. El FMI reforzó el mensaje, al proponerle prestar 1.000 millones de dólares para medidas de adaptación y mitigación ante el cambio climático. Y el remate de todo fue que la única representante enviada por Estados Unidos a la asunción del libertario negacionista fue la secretaria de Energía yanky, Jennifer Granholm, cuya comitiva alegó viajar para fortalecer el trabajo en “energías limpias”. Es decir: nos siguen endeudando y vienen por el saqueo del litio con el cuento de que están combatiendo el calentamiento global.

Todo esto hizo que a las apuradas, y ya promediando la COP28, el nuevo gobierno de La Libertad Avanza haya enviado a la diplomática Marcia Levaggi a prometer que Argentina no abandonaría ninguna de las pautas a las que se había comprometido previamente, y que seguiría respetando lo acordado en el Acuerdo de París. Consultada por la prensa, y ya en Dubai, tuvo que afirmar “el calentamiento global es real” y que “necesitamos financiamiento para la adaptación”.

Por otro lado, el ministerio de Ambiente fue reducido a subsecretaría y fragmentado en sus funciones que serán compartidas ahora con Agricultura y Energía, de forma de dejar claro que la prioridad la tendrá el negocio extractivista y no la protección de los ecosistemas. Si faltaba una duda, la responsable del área sería Ana Lamas, cuyo currículum incluye haber sido funcionaria de la gestión de María Julia Alsogaray durante el gobierno peronista de Menem.

Milei podrá dejar en pausa su negacionismo climático, cosa que incluso podría cambiar si el también negacionista, Donald Trump, volviera a la presidencia yanky. Pero dos cosas están claras: por un lado, que intentará avanzar con la depredación ambiental y la privatización de los bienes comunes al servicio de las empresas, y por otro, que el movimiento socioambiental estará en las calles para enfrentarlo.

Escribe Nicolás Núñez, referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista e independientes)

El gobierno de Javier Milei asumirá teniendo una alerta del movimiento socioambiental en todo el país. La campaña anti extractivista que se está construyendo hace semanas culminará con una jornada de lucha en todo el país contra todas las expresiones del saqueo extractivista el próximo 4 de diciembre.
 
Desde fines de septiembre, y a partir de una convocatoria lanzada desde la Coordinadora Basta de Falsas Soluciones, asambleas, organizaciones y activistas de todo el país se empezaron a reunir en asambleas virtuales para discutir cómo poder poner en pie una jornada de lucha en la que en todo el país cada territorio salga con sus reclamos a las calles, en el marco de la consigna general de rechazo al extractivismo. Así mismo, se consensuó desplegar una campaña comunicacional que tenga como objetivo ayudar a instalar el concepto y la necesidad de rechazar al extractivismo como forma concreta en que se da la depredación de la naturaleza en nuestro país al servicio de las ganancias empresariales y el pago de la deuda externa.

El trabajo de la convocatoria tomó desde el principio la definición de que “gobierne quien gobierne” íbamos a seguir en las calles enfrentando al extractivismo que iba a ir de la mano sea Milei, Massa, Bullrich o Schiaretti, en las elecciones de octubre, y los primeros dos que llegaron al balotaje. Con el triunfo del candidato ultraderechista, desde Ambiente en Lucha e Izquierda Socialista entendemos que pasa a tener una gran importancia tomar en todo el país el rechazo al doble negacionismo de Milei: el del genocidio de la última dictadura militar, y el climático.

El gobierno peronista le deja servidas en bandeja iniciativas de extractivismo extremo en todo el país, las off shore en el Mar Argentino, Vaca Muerta y la megaminería de litio son las “joyas de la corona” que el presidente electo va a poner a remate para entregárselo con moñito a las multinacionales. Esos negociados irán de la mano de intentar pasar por encima de los reclamos de las asambleas de todo el país y por eso es tan importante mostrar la unidad del movimiento socioambiental en las calles y señalar que ¡No pasarán!

Al respecto de la convocatoria, Fabricio Di Giacomo de la Multisectorial en Defensa del Golfo San Matías nos señaló: “En esta coyuntura es más importante que nunca seguir tejiendo redes y seguir fortaleciendo las luchas territoriales, que en definitiva son una sola en contra del extractivismo. Para nosotres es importante esta campaña porque desde cada territorio, pueblo o localidad por separado no podemos hacerle frente a este monstruo, pero consolidando estructuras que nos permitan actuar en simultáneo y de manera más contundente, es una salida super necesaria y es por ahí. En Río Negro, en particular, tenemos la realidad de cuatro proyectos de legislación pro mineros inconstitucionales que entraron por la puerta de atrás, con lo que esta jornada de basta de extractivismo se redobla para fortalecer el rechazo a estos proyectos que profundizan el saqueo y la muerte que genera el extractivismo.”

Las acciones se darán en todo el país, y en particular en CABA, se concentrará a las 17 en el Obelisco para marchar hacia la Plaza de Mayo donde además se realizará un festival.

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