Escribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT- CI
La ultraderecha de Marine Le Pen logró un triunfo electoral en la primera vuelta de las elecciones legislativas: es un resultado inédito para Francia. Por primera vez el partido de Marine Le Pen obtuvo el 33%, mostrando la confusión política de amplios sectores obreros y populares que repudian a los partidos tradicionales, como ocurrió en Argentina con Milei. Las urnas han castigado duramente al presidente centroderechista Macron, por su política contra el pueblo trabajador.
Reagrupamiento Nacional (RN), de Le Pen obtuvo el 33% de los votos. La izquierda reformista del Nuevo Frente Popular (NFP) logró el 28%, aumentando sus votos, capitalizando el rechazo de importantes sectores populares a la extrema derecha. El Partido Renacimiento del presidente Macron y su alianza Ensemble ha quedado en tercer lugar con el 20% de los votos y el Partido Republicano de derecha, el 10%. En la segunda vuelta, del domingo 7 de julio, se eligen diputados en la mayoría de los distritos que ninguno consiguió mayoría absoluta. La votación es un diputado por distrito electoral. Por eso, los porcentajes de diputados no coinciden con los porcentajes de votos. Posteriormente, el presidente Macron deberá designar un primer ministro en base a la mayoría legislativa.
Para la segunda vuelta, el presidente Emmanuel Macron y varios líderes de la izquierda reformista del recién formado Nuevo Frente Popular y del centro, hicieron llamamientos a la unidad para evitar que Le Pen consiga la mayoría absoluta. Es decir, aspiran a un gobierno de coalición entre ellos; lo que llaman un gobierno de “cohabitación”.
Pero también puede lograr, en la segunda vuelta, mayoría absoluta el partido de la extrema derecha de Le Pen, que podría ir aliado al Partido Republicano. En ese caso, el primer ministro sería del partido de extrema derecha.
En Francia se repite el fenómeno político del avance electoral de la ultraderecha, como ha pasado con Meloni y Milei. La bronca y la decepción de millones con los gobiernos liberales o de centroizquierda, que aplican planes de ajuste, y la falta de una alternativa socialista revolucionaria fuerte, deriva en estas confusiones de una franja de masas. Le Pen capitaliza parte del descontento de sectores de clases medias empobrecidas, y un sector de la clase obrera que durante el 2023 protagonizó huelgas y movilizaciones masivas contra la reforma jubilatoria de Macron.
Antes, fueron las grandes movilizaciones de los chalecos amarillos, y luego las movilizaciones del campo, hicieron caer la popularidad de Macron. Por otro lado, Le Pen se ha ido “aggiornando”, levantando un falso discurso de apoyo a los reclamos sociales y, a diferencia del caso Milei, reivindicando el rol del Estado.
Consecuencias del triunfo de la extrema derecha
Aunque todavía no se sabe si va a gobernar la extrema derecha con un primer ministro y la presidencia de Macron, o si se logrará imponer la alianza de Macron y el NFP Nuevo Frente Popular, este avance de la extrema derecha tendrá consecuencias contra el pueblo trabajador.
Aunque no vamos a estar ante una dictadura fascista como en los años ‘30, no hay que minimizar la amenaza que la extrema derecha supone contra salarios y pensiones, contra los y las trabajadoras migrantes, contra los derechos democráticos de la mujer o de colectivos LGBTI, contra la educación y la sanidad pública, contra las medidas obtenidas para frenar la destrucción ambiental capitalista; lo que estamos viendo en Argentina con Milei o en Italia con Meloni.
¿Es alternativa progresiva el NFP?
El Nuevo Frente Popular (NFP) está formado por: La France Insoumise, El Partido Comunista Francés, el Partido Socialista, Plaza Pública, Generación-s, Izquierda republicana y la Izquierda Ecosocialista. A ese acuerdo adhirió el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA-A), proveniente del trotskismo que fundara Ernest Mandel. Contaría con el apoyo de organizaciones sindicales y de ONGs.
La presencia entre los candidatos del NFP de François Hollande quien fuera presidente de Francia entre 2012 y 2017, es toda una declaración de intenciones. Las medidas que votaron esos supuestos gobiernos de izquierdas fueron antiobreras, y siempre supeditan los intereses obreros a los de la gran patronal. Han aplicado políticas racistas y represivas contra los y las trabajadoras migrantes y han abierto la puerta a la extrema derecha; a ese callejón sin salida al que conducen las políticas de los supuestos gobiernos progresistas de la Unión Europea, como el PSOE-Podemos en el Estado Español, el PS en Portugal o Syriza en Grecia.
Algunas agrupaciones trotskistas fueron críticas al NFP, pero la principal de ellas, Lutte Ouvrière, se negó a una unidad electoral con los otros grupos que no apoyaron al NFP, como primer paso para formar una alternativa unitaria anticapitalista y socialista independiente.
Cómo enfrentar lo que viene
Sea quien sea el futuro primer ministro francés, está claro que en acuerdo con el presidente Macron intentarán profundizar los planes económicos antiobreros y antipopulares, como lo que ocurre con Milei en Argentina.
Por eso, como lo señala la última declaración de los partidos europeos de la UIT-CI (Estado Español, Portugal, Italia y Turquía), anterior a las elecciones en Francia y ante el crecimiento de la extrema derecha en Europa: “Es precisa la unidad, pero para la movilización contra los gobiernos (sean del color que sean) que aplican la austeridad contra las y los trabajadores y pensionistas, las políticas contra la inmigración o que son cómplices con el genocidio palestino. Sólo abriendo una perspectiva para la solución efectiva de las justas demandas de la clase obrera y los sectores populares, bloquearemos la penetración de la extrema derecha en los barrios.”
“También es necesaria la unidad, pero para construir una alternativa anticapitalista al servicio de las luchas, comprometida con la construcción de un sindicalismo combativo, que levante un plan económico obrero de urgencia ante la crisis, por gobiernos de los y las trabajadoras”.
Escribe Miguel Lamas, dirigente de ARPT y la UIT-CI
28/06/2024. La frustrada asonada militar del miércoles 26 de junio se da en un contexto de grave crisis económica, ambiental y política, con el MAS dividido en dos fracciones entre Evo Morales y el presidente Arce, y sin claridad sobre una salida económica ni de las candidaturas en las elecciones del próximo año, mientras aumenta el descontento popular.
El 26 de junio fuerzas militares, con soldados encapuchados y con tanques, ocuparon durante casi 3 horas en la tarde la Plaza Murillo, plaza principal en La Paz frente al Palacio Quemado (la antigua casa de gobierno), encabezados por el comandante del ejército Juan José Zúñiga, acompañado del jefe de la Armada. Zúñiga había sido destituido recientemente como jefe del Ejército tras declaraciones en las que amenazó con encarcelar a Evo Morales si era candidato.
Después de derribar una puerta del Palacio Quemado y de un diálogo de 15 minutos con el presidente Luis Arce, Zúñiga se retiró a la plaza. Rato después fue detenido junto a otros 6 militares. Según informaciones estaba esperando a otras unidades militares que supuestamente se habían comprometido con él, pero nunca llegaron.
Mientras Zúñiga esperaba en la plaza, el presidente Luis Arce posesionó a nuevos comandantes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.
Zùñiga dijo a la prensa en la Plaza Murillo que se iba a cambiar “el gabinete de gobierno” para “establecer una verdadera democracia” y que se “liberará a los presos políticos, la ex presidente interina Jeanine Añez (del 2019-2020) y el gobernador cruceño Fernando Camacho”, que también fue parte de la toma del poder del 2019. Y dijo que “por ahora” reconocía como presidente a Luis Arce.
El gobierno calificó al hecho de “intento de golpe”. No tuvo evidentemente el apoyo del conjunto de las Fuerzas Armadas, ni de ningún sector político importante. Todos los sectores repudiaron el hecho. Pero fue interpretado por muchos sectores, incluyendo la corriente opositora del MAS que responde a Evo Morales como un “autogolpe” un show político de Luis Arce para victimizarse.
Zúñiga ya detenido y tratando de justificar lo sucedido dijo que fue Arce el que le dijo que llevara los tanques a la plaza principal, que quería un “autogolpe” para “levantar su popularidad”. Por supuesto que es indemostrable que hubiera un acuerdo con Arce para ocupar la Plaza.
La crisis política
El hecho sucedió en medio de una profunda crisis económica, ambiental y política que está afectando a Bolivia, al igual que a muchos países del mundo.
En medio de un caos político que para muchos parece no tener salida, el ahora encarcelado, y por ahora fracasado, Zúñiga intentó dar desde las Fuerzas Armadas una opción política encabezada por él, es decir una opción golpista de gobierno militar, aunque no fuera inmediata, y él hablara de “verdadera democracia”. Esto es una total falsedad reaccionaria y repudiamos cualquier alternativa militar golpista.
El MAS está profundamente dividido entre dos fracciones encabezadas por el presidente Arce y Evo Morales, ambos pretenden ser candidatos presidenciales en futuros comicios a realizarse entre agosto y octubre del 2025. Mientras que la derecha opositora, que tomó el poder en el 2019, está dividida en múltiples fracciones.
Hoy es imposible con la actual ley electoral legalizar nuevos partidos para lo que se exige más de 100.000 afiliados y múltiples condiciones. Pero, además, el propio MAS gobernante dividido no logra realizar su Congreso y el presidente Arce dijo que podría “perder la legalidad” (tratando de impedir la candidatura de Evo Morales que por ahora controla al MAS). También hay interpretaciones constitucionales que ilegalizan la candidatura de Evo Morales, que ya fue presidente por tres períodos.
Es decir, por ahora, aunque hay muchos que se proclaman candidatos a presidente, no se sabe quienes podrían serlo.
La crisis económica y ambiental
Toda esta pugna política ocurre en un momento económicamente muy complejo para Bolivia. Bolivia durante el primer gobierno del MAS, de Evo Morales desde el 2006, prosperó con importantes ingresos de la exportación de gas, que aunque nunca fue nacionalizado como se reclamó popularmente en la insurrección de octubre del 2003 (la llamada Agenda de Octubre), si se aumentaron los impuestos a las transnacionales que lo producen como Petrobrás, Repsol y otras. Pero estas transnacionales no invirtieron en nuevas exploraciones y bajó fuertemente la producción de gas a menos de la mitad, esto bajó mucho el nivel de dólares que ingresan al país.
Es decir, Evo Morales, con su ministro de economía que era el actual presidente Luis Arce, traicionaron la Agenda de octubre y terminaron acordando con las multinacionales y después también con la oligarquía terrateniente del oriente del país. Esto llevó a la crisis actual pues las riquezas naturales siguieron siendo saqueadas.
Pero además Bolivia fue aumentando sus importaciones de diesel y gasolina, que son subsidiadas por el Estado, en más del 50% de su valor, y que superan ampliamente en dólares al gas que se exporta. Además, otras exportaciones como las de soya y carne de la agroindustria casi no pagan impuestos y reciben un enorme subsidio estatal (se calcula en 1000 millones de dólares al año) en díesel para sus maquinarias, y además se llevan los dólares que ganan con la exportación. De igual forma ocurre con la minería, en especial con la minería del oro, supuestamente en manos de “cooperativas” que no pagan impuestos (exportan 3000 millones en oro y pagan impuestos por 60 millones) y son en realidad empresas privadas asociadas a transnacionales chinas y de otros países. Por otro lado, esta minería del oro está contaminando los ríos con mercurio.
Junto con esto hay un grave deterioro ambiental por los incendios de bosques que organiza la agroindustria del oriente y cada vez hay menos lluvias en todo el país. Las regiones agrícolas tradicionales con tierras que desde la revolución agraria de 1952 están cultivadas por campesinos indígenas, cada vez producen menos y muchos campesinos migran a las ciudades. Esto está produciendo un aumento de los precios de productos de alimentos básicos.
Hoy en Bolivia faltan dólares (ya hay precio de dólar oficial que es difícil o imposible conseguir y un dólar paralelo que vale 30% más), escasea la gasolina (se dice que mucha gasolina importada que se entrega con subsidio estatal a menos de 50 centavos de dólar el litro, sale de vuelta de contrabando para revenderse en más de un dólar en países vecinos).
Esto produjo inflación y una gran disminución de las reservas estatales en dólares. Según los informes del Banco Central, estas pasaron de US$15.122 millones en 2014 a US$1.796 millones en abril de 2024.
Por toda esta situación el gobierno está atacando conquistas obreras, como es el caso de las jubilaciones que se ven rebajadas y otras, y abandonando a su suerte a los campesinos pobres, sin obras de riego, con impuestos a los pequeños comerciantes, y sin resolver la escasez y aumento de alimentos y productos de primera necesidad.
La necesidad de una alternativa del pueblo trabajador
Ninguna de las corrientes políticas que se aprestan a una disputa electoral está planteando soluciones de fondo al servicio de las mayorías trabajadores urbanas y rurales, que más de un 70% viven de economía informal, pequeños campesinos, vendedores ambulantes o trabajos temporales sin derechos laborales.
Si se elimina el subsidio a la gasolina, que el Estado cada vez tiene menos para pagar, se triplicaría el precio interno y se dispararía la inflación. Esto hasta ahora no lo ha hecho el gobierno de Arce y trata de llegar hasta las elecciones sin hacerlo, porque causaría un estallido popular.
Por eso hacen falta soluciones de fondo a favor del pueblo trabajador, que ninguno de los bandos del MAS (de Arce o Evo Morales), ni menos la derecha opositora jamás llevarán a cabo, ni tampoco obviamente ningún golpista militar. Todos ellos al servicio de multinacionales y oligarcas.
Para eso se fundó el Partido de los Trabajadores en el 2013, impulsado por sectores de base mineros y de otros sindicatos, para romper con la traición del MAS y cumplir la Agenda de octubre expropiando a multinacionales y oligarcas. Pero la dirección de la COB lo traicionó y pactó burocráticamente con el MAS. Por eso el PT no pudo legalizarse.
Hoy la Central Obrera Boliviana está totalmente burocratizada y controlada por el gobierno, se niegan sus dirigentes desde hace muchos años a hacer ningún Congreso. Y por eso, pese al descontento de sus bases, no se toma ninguna medida de lucha.
Pero desde Alternativa Revolucionaria del Pueblo Trabajador (ARPT), de la UIT-CI, fuimos parte fundadora del PT y junto a otros grupos. Y hoy, con compañeros y compañeras dirigentes regionales, entre ellos Gualberto Arenas, electo en el II Congreso fundacional del 2013 como representante nacional campesino y Humberto Balderrama, también electo como representante nacional estudiantil, mantuvimos el PT y hoy planteamos su reconstrucción, como una gran necesidad popular, siendo parte de la unidad con grupos de trabajadores urbanos y campesinos, y de estudiantes, que están buscando una alternativa política independiente de las fracciones del MAS y de los grupos de derecha.
Esta alternativa tiene también que luchar por recuperar la COB y los sindicatos de manos de burócratas corruptos, para una lucha por un cambio de fondo en el país, por un verdadero socialismo que significa en primer lugar cumplir la Agenda de Otubre y por un gobierno del pueblo trabajador de la ciudad y el campo.
Escribe Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional
28/06/2024. Junio no es el mes del orgullo capitalista, lo que se conmemora es la primera revuelta por parte de personas sexo y género disidentes registrada en la historia moderna, ocurrida el 28 de Junio de 1969 en el bar Stonewall Inn en Nueva York.
Más de medio siglo pasó de aquella revuelta emblemática que marcó el camino de la lucha y emprendimientos de las disidencias sexoafectivas y de género en el mundo. Si bien hubo protestas y movimientos de las disidencias que realizaban acciones por la liberación sexual e identitaria por la dignidad, aquellas noches de enfrentamientos con la policía contra la represión y la persecución marcaron un antes y después para el movimiento de las disidencias, por su violencia.
Hoy en día seguimos peleando por el pleno reconocimiento de nuestros derechos. En decenas de países las disidencias seguimos siendo condenadas a muerte, perseguidas, marcadas, encarceladas, apedreadas, reprimidas, desterradas. En muchos otros seguimos dando la pelea por el reconocimiento de nuestras identidades, e incluso por el derecho a poder casarnos con nuestras parejas sin importar su género o sexo biológico. Seguimos luchando por el acceso a salud, educación, vivienda y a un trabajo digno, como así también a la pelea por una compensación de reparación histórica para quienes sufren hace años la marginación del Estado. Tenemos el desafío de defender nuestros derechos ya conquistados de los embates reaccionarios de los gobiernos de derecha como los de Milei en Argentina o Meloni en Italia. Incluso estar a la ofensiva contra los retrocesos reaccionarios como en Perú, donde se declaró recientemente con el gobierno golpista de Dina Boluarte que las personas trans eran consideradas enfermas mentales y ante el repudio internacional tuvieron que dar marcha atrás.
Damos la pelea cotidiana contra los ataques de odio que nos dejan cicatrices en los cuerpos y en nuestras psiquis, o peor aún, que nos matan. Ataques envalentonados por discursos de odio que se moldean e instalan al calor de las crisis políticas y económicas de los países capitalistas, y son levantados por los sectores más reaccionarios como Vox en el Estado español, Putin en Rusia con sus campos de conversión; en la dictadura capitalista China, que de socialista tiene nada, donde se persigue y condena a las disidencias, al igual que en los países más reaccionarios de Medio Oriente.
Pero además nos toca desenmascarar, año a año, las pomposas campañas de las multinacionales y gobiernos progresistas con su “pinkwashing” y el “capitalismo arcoíris”. Donde empresas multimillonarias, como así también algunos gobiernos progresistas, se montan en un arcoíris falso que desaparece luego del mes del Orgullo para lograr empalmar a favor de sus ganancias y rédito político con el colectivo de las disidencias. Constantemente repudiamos y denunciamos estas campañas de la doble moral, donde mientras niegan derechos y ajustan con sus políticas, las disidencias junto a las mujeres somos las más golpeadas y marginadas. Un claro ejemplo de esto son los mega eventos y campañas publicitarias virales oportunas de empresas de ropa deportiva como Nike, Calvin Klein, entre otras, u organismos deportivos que nada hacen contra la discriminación y la violencia de género en el deporte como la FIFA. Incluso corporaciones cómplices de los ajustes de decenas de países como BlackRock y la lavada de cara arcoíris en el mes del orgullo. Se suman las banderas de arcoíris de cartón que levantan los gobiernos como el de Israel que se regodea de ser el país más “gayfriendly” de la región, mientras persigue y ataca las gays y lesbianas palestinas en Israel y masacra a miles de palestinas y palestinos en Gaza y avanza violentamente con sus colonos sobre territorio palestino en Cisjordania.
Por eso, en este nuevo aniversario, no vamos a parar de denunciar a este sistema capitalista y patriarcal que nos explota y oprime con las políticas de ajuste y miseria de sus gobiernos, más a la derecha o más a la izquierda. Desde las disidencias de la UIT-CI queremos llamar a organizarse a todes con nosotres, para profundizar la pelea contra el estado sionista de Israel y por una Palestina libre, como lo hacen miles de jóvenes en el mundo con las acampadas estudiantiles; para dar batalla contra los discursos de odio que se materializan en ataques hacia nuestras identidades; enfrentar el ajuste de los gobiernos e impulsar las movilizaciones de la clase trabajadora, las juventudes, mujeres y disidencias por un mundo socialista, donde vivamos plenamente en una real libertad.
Escribe Prensa UIT-CI
Compartimos el artículo de Ilian Pappé publicado originalmente por New Left Review el pasado 21 de junio. Este artículo es un aporte para comprender la resistencia del pueblo palestino para miles de luchadoras y luchadores en todo el mundo. Ilan Pappé es un reconocido historiador israelí, que siempre ha denunciado la implantación de Israel en tierra palestina expulsando a su población originaria. Por eso ha sido perseguido y vive, desde hace años, en el Reino Unido.
El ataque de Hamás del 7 de octubre puede compararse con un terremoto que golpea un edificio antiguo. Las grietas ya empezaban a notarse, pero ahora son visibles en sus propios cimientos. Más de 120 años desde su inicio, ¿podría el proyecto sionista en Palestina –la idea de imponer un Estado judío a un país árabe, musulmán y de Oriente Medio– enfrentarse a la perspectiva del colapso?
Históricamente, una gran cantidad de factores pueden hacer que un estado se hunda. Puede ser el resultado de constantes ataques de países vecinos o de una guerra civil crónica. Puede suceder con el colapso de las instituciones públicas, que se vuelven incapaces de brindar servicios a los ciudadanos. A menudo comienza como un lento proceso de desintegración que cobra impulso y luego, en un corto período de tiempo, derriba estructuras que alguna vez parecieron sólidas y firmes.
La dificultad radica en detectar los primeros indicadores. Aquí sostendré que estos son más claros que nunca en el caso de Israel. Estamos siendo testigos de un proceso histórico –o, más exactamente, del comienzo de uno– que probablemente culminará con la caída del sionismo. Y, si mi diagnóstico es correcto, entonces también estamos entrando en una coyuntura particularmente peligrosa. Porque una vez que Israel se dé cuenta de la magnitud de la crisis, desatará una fuerza feroz y desinhibida para tratar de contenerla, como lo hizo el régimen de apartheid sudafricano durante sus últimos días.
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Un primer indicador es la fractura de la sociedad judía israelí. Actualmente se compone de dos bandos rivales que no logran encontrar puntos en común. La brecha surge de las anomalías al definir el judaísmo como nacionalismo. Si bien la identidad judía en Israel a veces ha parecido poco más que un tema de debate teórico entre facciones religiosas y seculares, ahora se ha convertido en una lucha sobre el carácter de la esfera pública y el Estado mismo. Esto se combate no sólo en los medios sino también en las calles.
Uno de los campos puede denominarse «Estado de Israel». Está compuesto por judíos europeos más seculares, liberales y en su mayoría, pero no exclusivamente, de clase media y sus descendientes, que desempeñaron un papel decisivo en el establecimiento del Estado en 1948 y permanecieron hegemónicos dentro de él hasta finales del siglo pasado. No se equivoquen: su defensa de los «valores democráticos liberales» no afecta su compromiso con el sistema de apartheid que se impone, de diversas maneras, a todos los palestinos que viven entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. Su deseo básico es que los ciudadanos judíos vivan en una sociedad democrática y pluralista de la que los árabes estén excluidos.
El otro campo es el «Estado de Judea», que se desarrolló entre los colonos de la Cisjordania ocupada. Goza de niveles cada vez mayores de apoyo dentro del país y constituye la base electoral que aseguró la victoria de Netanyahu en las elecciones de noviembre de 2022. Su influencia en las altas esferas del ejército y los servicios de seguridad israelíes está creciendo exponencialmente. El Estado de Judea quiere que Israel se convierta en una teocracia que se extienda a toda la Palestina histórica. Para lograrlo, está decidido a reducir el número de palestinos al mínimo indispensable y contempla la construcción de un Tercer Templo en lugar de Al-Aqsa. Sus miembros creen que esto les permitirá renovar la era dorada de los Reinos Bíblicos. Para ellos, los judíos seculares son tan heréticos como los palestinos si se niegan a unirse a este esfuerzo.
Los dos bandos habían comenzado a chocar violentamente antes del 7 de octubre. Durante las primeras semanas después del asalto, parecieron dejar de lado sus diferencias frente a un enemigo común. Pero esto fue una ilusión. Los combates callejeros se han reavivado y es difícil ver qué podría lograr la reconciliación. El resultado más probable ya se está desarrollando ante nuestros ojos. Más de medio millón de israelíes, en representación del Estado de Israel, han abandonado el país desde octubre, un indicio de que el país está siendo absorbido por el Estado de Judea. Se trata de un proyecto político que el mundo árabe, y quizás incluso el mundo en general, no tolerará en el largo plazo.
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El segundo indicador es la crisis económica de Israel. La clase política no parece tener ningún plan para equilibrar las finanzas públicas en medio de conflictos armados perpetuos, más allá de depender cada vez más de la ayuda financiera estadounidense. En el último trimestre del año pasado, la economía se desplomó casi un 20%; Desde entonces, la recuperación ha sido frágil. Es poco probable que la promesa de Washington de aportar 14.000 millones de dólares revierta esta situación. Por el contrario, la carga económica sólo empeorará si Israel cumple su intención de ir a la guerra con Hezbollah y al mismo tiempo aumenta la actividad militar en Cisjordania, en un momento en que algunos países –incluidos Turquía y Colombia– han comenzado a aplicar medidas económicas y sanciones.
La crisis se ve agravada aún más por la incompetencia del ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, quien constantemente canaliza dinero hacia los asentamientos judíos en Cisjordania pero que, por lo demás, parece incapaz de dirigir su ministerio. Mientras tanto, el conflicto entre el Estado de Israel y el Estado de Judea, junto con los acontecimientos del 7 de octubre, está provocando que parte de la élite económica y financiera traslade su capital fuera del estado. Quienes están considerando reubicar sus inversiones constituyen una parte significativa del 20% de los israelíes que pagan el 80% de los impuestos.
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El tercer indicador es el creciente aislamiento internacional de Israel, a medida que gradualmente se convierte en un Estado paria. Este proceso comenzó antes del 7 de octubre pero se ha intensificado desde el inicio del genocidio. Esto se refleja en las posiciones sin precedentes adoptadas por la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional. Anteriormente, el movimiento global de solidaridad con Palestina logró galvanizar a la gente para que participara en iniciativas de boicot, pero no logró promover la perspectiva de sanciones internacionales. En la mayoría de los países, el apoyo a Israel siguió siendo inquebrantable entre el establishment político y económico.
En este contexto, las recientes decisiones de la CIJ y la CPI -Corte Internacional de Justicia – (que Israel puede estar cometiendo genocidio, que debe detener su ofensiva en Rafah, que sus líderes deben ser arrestados por crímenes de guerra) deben verse como un intento de prestar atención a las opiniones de la sociedad civil global, en lugar de simplemente reflejar la opinión de la elite. Los tribunales no han aliviado los brutales ataques contra el pueblo de Gaza y Cisjordania, pero han contribuido al creciente coro de críticas dirigidas al Estado de Israel, que provienen cada vez más tanto de arriba como de abajo.
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El cuarto indicador, interconectado, es el cambio radical entre los jóvenes judíos de todo el mundo. Tras los acontecimientos de los últimos nueve meses, muchos ahora parecen dispuestos a deshacerse de su conexión con Israel y el sionismo y participar activamente en el movimiento de solidaridad palestino. Las comunidades judías, particularmente en Estados Unidos, alguna vez brindaron a Israel inmunidad efectiva contra las críticas. La pérdida, o al menos la pérdida parcial de este apoyo tiene implicaciones importantes para la posición global del país. AIPAC (Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel) todavía puede confiar en los sionistas cristianos para brindar asistencia y reforzar su membresía, pero no será la misma organización formidable sin un electorado judío significativo. El poder del lobby se está erosionando.
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El quinto indicador es la debilidad del ejército israelí. No hay duda de que las FDI (Fuerzas de Defensa Israeli) siguen siendo una fuerza poderosa con armamento de última generación a su disposición. Sin embargo, sus limitaciones quedaron expuestas el 7 de octubre. Muchos israelíes sienten que los militares fueron extremadamente afortunados, ya que la situación podría haber sido mucho peor si Hezbollah se hubiera unido en un ataque coordinado. Desde entonces, Israel ha demostrado que depende desesperadamente de una coalición regional, encabezada por Estados Unidos, para defenderse de Irán, cuyo ataque de advertencia en abril vio el despliegue de alrededor de 170 drones más misiles balísticos y guiados. Más que nunca, el proyecto sionista depende de la rápida entrega de enormes cantidades de suministros por parte de los estadounidenses, sin los cuales no podría ni siquiera luchar contra un pequeño ejército guerrillero en el sur.
Actualmente existe entre la población judía del país una percepción generalizada de la falta de preparación y la incapacidad de Israel para defenderse. Ha generado una gran presión para eliminar la exención militar para los judíos ultraortodoxos – vigente desde 1948 – y comenzar a reclutarlos por miles. Esto difícilmente supondrá una gran diferencia en el campo de batalla, pero refleja la magnitud del pesimismo sobre el ejército, que a su vez, ha profundizado las divisiones políticas dentro de Israel.
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El indicador final con las energías renovadas de la generación más joven de palestinos. Están mucho más unidos, conectados orgánicamente y con más claridad acerca de sus perspectivas que la élite política palestina. Dado que la población de Gaza y Cisjordania se encuentra entre las más jóvenes del mundo, esta nueva cohorte tendrá una inmensa influencia en el curso de la lucha de liberación. Las discusiones que tienen lugar entre grupos de jóvenes palestinos muestran que están preocupados por establecer una organización genuinamente democrática –ya sea una OLP (Organización para la liberación Palestina) renovada o una completamente nueva– que persiga una visión de emancipación que sea la antítesis de la campaña de la Autoridad Palestina para el reconocimiento como entidad estado. Parecen estar a favor de una solución de un solo Estado al desacreditado modelo de dos Estados.
¿Podrán dar una respuesta eficaz al declive del sionismo? Esta es una pregunta difícil de responder. Al colapso de un proyecto estatal no siempre le sigue una alternativa más brillante. En otras partes del Medio Oriente –en Siria, Yemen y Libia– hemos visto cuán sangrientos y prolongados pueden ser los resultados. En este caso, se trataría de descolonización, y el siglo anterior ha demostrado que las realidades poscoloniales no siempre mejoran la condición colonial. Sólo la acción de los palestinos puede llevarnos en la dirección correcta. Creo que, tarde o temprano, una fusión explosiva de estos indicadores resultará en la destrucción del proyecto sionista en Palestina. Cuando esto suceda, debemos esperar que exista un movimiento de liberación sólido para llenar el vacío.
Durante más de 56 años, lo que se denominó “proceso de paz” –un proceso que no condujo a ninguna parte– fue en realidad una serie de iniciativas estadounidenses-israelíes ante las cuales se pidió a los palestinos que las aceptaran. Hoy, la «paz» debe ser reemplazada por la descolonización, y los palestinos deben ser capaces de articular su visión para la región, mientras se pide a los israelíes que la acepten. Esta sería la primera vez, al menos en muchas décadas, que el movimiento palestino tomaría la iniciativa al exponer sus propuestas para una Palestina poscolonial y no sionista (o como se llame la nueva entidad). Al hacerlo, probablemente mirará a Europa (quizás a los cantones suizos y al modelo belga) o, más acertadamente, a las viejas estructuras del Mediterráneo oriental, donde los grupos religiosos secularizados se transformaron gradualmente en etnoculturales que vivían uno al lado del otro, en el mismo territorio.
Ya sea que la población tome esta idea, el colapso de Israel se ha vuelto previsible. Esta posibilidad debería ser parte de la conversación a largo plazo sobre el futuro de la región. Se incorporará a la agenda a medida que la gente se dé cuenta de que el intento de un siglo de duración, liderado por Gran Bretaña y luego Estados Unidos, de imponer un Estado judío en un país árabe está llegando lentamente a su fin. Tuvo suficiente éxito como para crear una sociedad de millones de colonos, muchos de ellos ahora de segunda y tercera generación. Pero su presencia todavía depende, como cuando llegaron, de su capacidad para imponer violentamente su voluntad a millones de pobladores originarios, que nunca han abandonado su lucha por la autodeterminación y la libertad en su tierra natal. En las próximas décadas, los colonos tendrán que abandonar este enfoque y mostrar su voluntad de vivir como ciudadanos iguales en una Palestina liberada y descolonizada.
Escribe Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional
24/06/2024. Se realizó un acto de recordación (foto) del compañero y dirigente Muhittin Karkın a un año de su fallecimiento. El acto fue encabezado por su partido IDP (Partido de la Democracia Obrera), sección de la UIT-CI en Turquía.
Falleció el 24 de junio de 2023. Tenía 73 años. Nació en 1950, tenía dos hijos y una nieta. Fue fundador de trotskismo en Turquía. Era integrante del Comité Central, del Partido por la Democracia Obrera (IDP).
Recordamos nuevamente su trayectoria de militancia revolucionaria e internacionalista. Fue dirigente sindical en los años 70. Se hizo trotskista en 1972 y hasta 1979 fue integrante de la IV Internacional (Secretariado Unificado-SU), encabezada por Ernest Mandel. Rompió con la corriente mandelista en el congreso del Secretariado unificado (SU) de 1979, que se realizó en Paris, Francia. La corriente que encabezaba Nahuel Moreno, que también estaba en la IV-SU y se denominaba la Fracción Bolchevique (FB)- En las vísperas de ese congreso, la FB rompió con la IV(SU), porque su conducción, en manos del mandelismo y del SWP de los Estados Unidos apoyó la expulsión de Nicaragua de la Brigada de combatientes Simón Bolívar. Expulsión realizada, en agosto de 1979, por el gobierno burgués de conciliación de clases del sandinista Daniel Ortega y Violeta Chamorro, que el mandelismo apoyaba y definía como “obrero y campesino”.
Desde entonces Muhittin Karkin adhirió al morenismo, aunque nunca pudo tener contacto directo con Nahuel Moreno. Ese mismo año, Muhittin encabezó la fundación de una organización trotskista en Turquía, el Frente Obrero. En 1980 fue encarcelado por la dictadura que gobernaba entonces, por ser dirigente sindical y trotskista. Fue condenado a muerte dos veces, pero suspendieron su aplicación y quedó en la cárcel por 4 años.
Después de salir de la cárcel trató de reorganizar el movimiento trotskista en Turquía. En 1992 fundó, junto a otros compañeros, un grupo morenista que editaba la revista “Boletín Internacional”, en una situación muy difícil por la represión.
Por su internacionalismo siguió su militancia revolucionaria en el estado español, por casi 20 años, desde la segunda mitad de la década de 90 hasta 2017. Primero en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y luego en Lucha Internacionalista (LI), hoy sección de la UIT-CI.
En 2010, como parte de la dirección de Lucha Internacionalista, tomaron contacto con la UIT-CI y se iniciaron los primeros intercambios políticos que culminaron con la integración, en 2014, de Lucha Internacionalista y el Frente Obrero (ahora IDP) de Turquía, a la UIT-CI. En 2017, Muhittin Karkin volvió a Turquía y se reintegró a IDP y a su Comité Central.
Muhittin Karkin dedicó su vida a la reconstrucción de la Cuarta Internacional, enfrentando a las corrientes oportunistas y sectarias, en los últimos años desde la UIT-CI. Fue un apasionado del movimiento obrero y sus luchas. También hizo parte de la elaboración política de IDP y la UIT-CI con distintos trabajos escritos en su larga trayectoria. Fue un estrecho colaborador de la Correspondencia Internacional (CI). Sus últimos artículos fueron “La cuestión ucraniana y la actitud marxista revolucionaria” (CI N°49, marzo 2022) y “Turquía: unas elecciones históricas” (CI N°52, abril 2023, ver uit-ci.org.com).
Su trayectoria y su legado de socialista revolucionario consecuente quedará de ejemplo para la actual y futura militancia de IDP y de la UIT-CI.
Compañero Muhittin Karkin, ¡Hasta el socialismo siempre!