May 19, 2024 Last Updated 6:07 PM, May 18, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Ana Val, Unión de Trabajadores Jubilados en Lucha

Nuevamente por decreto, el gobierno dispuso un aumento de 6,12% para todos los jubilados que regirá a partir de junio. Esta vez se utilizó una metodología diferente de la de marzo.

De esta manera, la jubilación mínima de 15.892 pesos sube a 16.864 pesos. Un aumento de 972 pesos mensuales, equivalente a 32,40 pesos diarios. Ni medio kilo de pan. Una afrenta a los jubilados, un haber de indigencia en medio de una pandemia que hace estragos entre los adultos mayores.

Luego del anuncio efectuado por el ministro de Trabajo Claudio Moroni, la titular de la Anses, la camporista Fernanda Raverta, apeló al doble discurso para justificar el miserable aumento: “Ningún jubilado va a poder comprar menos de lo que compraba antes”. Una aseveración cargada de cinismo. Está claro que en este caso no se trata de porcentajes que igualen o superen la inflación, sino de la magnitud del monto. La canasta de un jubilado supera los 45.000 pesos y la nueva jubilación mínima no llega a cubrir el 38 por ciento. Pretenden hacer pasar una nueva estafa como un gran beneficio para los jubilados. 

Este nuevo aumento, decidido en forma discrecional, hace que todos nuestros haberes queden por debajo de lo que habría resultado de la aplicación del 10,9% que establece la suspendida ley de movilidad de Macri. De esta forma, el gobierno consolida el ataque a los jubilados. En junio todos los jubilados perdemos, incluso los que ganan la mínima.

El último incremento fue otorgado en marzo, también por decreto. Fernández estableció una suma fija de 1.500 pesos para todo el universo de haberes, con el agregado de 2,3 por ciento. Se reemplazó así el incremento de 11,56%, sin distinción de rangos, que  hubiese correspondido si se aplicaba la suspendida ley de movilidad de Macri. Así logró que los que menos ganaban cobrasen más que si se hubiese aplicado la fórmula de movilidad suspendida y, por el contrario, los que percibían más de esa cifra cobrasen menos. Comenzaba así el achatamiento de la pirámide de nuestros haberes jubilatorios. Cerca de 2,7 millones de jubilados que no ganamos la mínima nos vimos perjudicados.

Voceros del peronismo kirchnerista defendieron aquel zarpazo diciendo: “La concepción política e ideológica es transparente, disminuir la brecha de haberes para mejorar la equidad distributiva y que el Estado, a través del pago de jubilaciones, no replique como herencia la desigualdad del mercado laboral”. Una aseveración intencionalmente errónea.

La razón fue otra. Según un cálculo del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), el gobierno nacional logró un ahorro cercano a los 34.000 millones de pesos entre enero y agosto gracias a la suspensión de la Ley de Movilidad. No era equidad, era ajuste.

Lo cierto es que la movilidad jubilatoria siempre llega con atraso, primero viene la inflación, luego el aumento a los jubilados. Al 10% perdido en lo que va del gobierno de Alberto Fernández hay que sumarle la merma de 24% durante el gobierno de Macri. Las jubilaciones acumulan un retraso de 34 por ciento. Es el ahorro fiscal de los gobiernos patronales para estar en sintonía con las exigencias del FMI. 

Es por esto que Alberto Fernández fue mutando su discurso. De decir durante la campaña electoral “con los jubilados no se jode” y “entre los bancos y los jubilados, me quedo con los jubilados”, a “la fórmula de movilidad de Macri es impagable, los jubilados no van a cobrar nunca ese dinero”. 

Así llegamos a este presente sin Leliq para los jubilados y con aumentos por decreto. Esta situación continuará, según el gobierno, hasta que se pueda encontrar, por fin, una fórmula de movilidad “razonable”.  

La rigurosidad de Fernández siempre está presente para establecer los aumentos de las jubilaciones, pero  ausente para tomar la decisión de financiar, con  fondos de la Anses, la mitad de los salarios de Techint, del multimillonario Paolo Rocca; del ingenio Ledesma, de la genocida familia Blaquier; de multinacionales como Volkswagen o Mercedes-Benz; del Grupo Clarín, que reparte ganancias por 800 millones de pesos, y hasta de la cerealera Vicentín, que estafó al mismísimo Estado. Esto para él es “razonable”.

Para el gobierno también es “razonable” desfinanciar el Sistema Integrado Previsional Argentino con la postergación o reducción de hasta 95% del pago de las contribuciones patronales, ya magras desde los tiempos de Domingo Cavallo y tocadas también por Macri. Todo para los grandes capitalistas, migajas para los jubilados. Esta  parece ser su consigna en medio de la pandemia.

Desde la Unión de Trabajadores Jubilados en lucha (Utjel) rechazamos la política previsional del gobierno y exigimos plata para las jubilaciones, no para los capitalistas y las multinacionales, que se restituyan las contribuciones patronales, por el 82% móvil sobre el mejor salario y una jubilación mínima de 45.000 pesos. Por una Anses dirigida y controlada por los trabajadores y los jubilados.




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Escribe Joel Rojo

Desde 1991 a los jubilados provinciales la ley 8.024 les garantiza el 82% sobre el importe bruto del mejor sueldo al llegar a su jubilación y se ajusta de acuerdo a los aumentos recibidos por los activos.

Schiaretti, en 2008, la rebajó con la ley 9.504. El 82% ya no sería sobre el importe bruto del mejor sueldo al momento de jubilarse, sino sobre el promedio bruto de los sueldos de los últimos cuarenta y ocho meses.

De la Sota, en 2012, con la ley 10.078 impuso otro golpe. Los jubilados cobraban sus aumentos seis meses después de haber sido otorgados a los activos. 

En 2015, otra vez Schiaretti, sancionó la ley 10.333 cambiando el modo de cálculo, ya no era más el 82% sobre el bruto sino sobre el de bolsillo, o sea el 82% pasaba a ser el 73% del promedio bruto actualizado de los sueldos de los últimos cuarenta y ocho meses. No solo era una gran rebaja, sino que avanzaba en el camino de la “armonización” de la jubilación provincial con la nacional, siguiendo los pasos de Alberto Fernández, que no bien asumió les robó 100.000 millones de pesos a los jubilados nacionales.

A todo esto hay que agregar que, hasta hace muy poco, todos los activos desde 1991 aportaban entre 16% y 18% a la caja provincial, en lugar del 11% que se aporta a la Anses, con el argumento que es para dar sustentabilidad al 82% móvil y asegurarlo. 

La baja creciente de aportes por la caída salarial, el achicamiento de las contribuciones patronales, el pago en negro a trabajadores estatales y el desvío de fondos para otros fines explican el “rojo” de la Caja de Jubilaciones, que hoy ronda los 35.500 millones de pesos.

Es ahora o nunca

Esa fue la orden del gobernador peronista Schiaretti que, entre gallos y medianoche, como lo había hecho en 2012 De la Sota, convocó de apuro a la Legislatura y, con cuarenta y seis brazos enyesados, entre ellos todos los “progres” del peronismo kirchnerista, en una sesión virtual que solo duró dos horas les robó 7.500 millones de pesos anuales a los jubilados provinciales para disminuir en 30% el déficit de la Caja.

¿Cuáles son los cambios más importantes? 

Habrá un nuevo cálculo del haber inicial previsional. No será más sobre el promedio de los últimos cuatro años sino sobre los últimos diez.

Rebaja en las pensiones. Antes eran el 75% de la jubilación, hoy se reducen a 70% y dejan de gozar del 100% durante el primer año, como era en el pasado.

Difieren el pago de los aumentos a las jubilaciones. Se cobrarán dos meses después de que se le otorguen a los activos. 

No solo fue totalmente antidemocrática la forma en que se consumó este nuevo robo, sino que ante una posible movilización montó un cerco a la Legislatura con las fuerzas represivas.

Pero si pudo hacerlo sin ningún tipo de resistencia –salvo la oposición del conjunto de la izquierda–, fue por la responsabilidad central de la burocracia sindical, que llamó a una conferencia de prensa intrascendente y donde lamentó que la cuarentena no les permitía hacer nada. Al día siguiente quinientos choferes de la UTA marchaban a la municipalidad reclamando el pago de sus salarios y el 25 de mayo una caravana inmensa de autos de los trabajadores de la salud salió a defender a dos médicos imputados de un geriátrico de Saldán. Estos hechos muestran que se puede luchar, por eso desde dónde y cómo podamos, hay que organizar la resistencia y exigir a los dirigentes de los sindicatos y a las centrales sindicales provinciales que se convoque a una medida de lucha provincial contra este robo de las jubilaciones.   




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El 3 de junio de 2015 marcó un hito en la historia del movimiento de mujeres de nuestro país. Aquel miércoles, frente al Congreso Nacional, fuimos centenares de miles de personas, la mayoría mujeres, quienes nos manifestamos con un simple pedido: paren de matarnos. Así surgió el grito común #NiUnaMenos que recorrió el mundo entero y puso en el centro de la escena la lucha contra la violencia de género. Desde entonces hemos logrado que, por ejemplo, lo que antes llamaban “crímenes pasionales” ahora se conozcan como femicidios. Aunque, aún hoy, nos genera asombro que en los medios no se habló de femicidio en el caso del odontólogo Barreda, que mató a cuatro mujeres, y hasta hacían chistes de mal gusto sobre que la víctima era el asesino.

Escribe Mercedes Trimarchi, diputada bonaerense (m.c.) Izquierda Socialista / FIT Unidad

Pasaron cinco años desde aquella movilización, que quedará marcada en nuestra memoria para siempre. El detonante fue el femicidio de Chiara Pérez, una adolescente de la localidad de Rufino asesinada por su novio, quien la enterró en el patio trasero de la casa de su abuelo. Conmovida, la periodista Marcela Ojeda escribió el 11 de mayo en su cuenta de Twitter: “¿No vamos a levantar la voz? Nos están matando”. La retuiteó Florencia Etcheves y, con una decena de mujeres periodistas, organizaron la convocatoria frente al Congreso para el 3J. En el documento, que fue leído por Maitena, Érica Rivas y Juan Minujín, se sintetizaron los principales reclamos, entre los que se encontraba la exigencia de un presupuesto acorde para la ley 26.485, de erradicación de la violencia hacia las mujeres, que había sido sancionada en 2009. 

El registro de femicidios en 2015 era de uno cada treinta horas. Lamentablemente, las cifras al 2020 no son nada alentadoras. Según el observatorio “Ahora que sí nos ven”, hasta el 30 de abril se registraron 117 femicidios, uno cada veintiséis horas. Cinco años después, nuestras demandas siguen siendo las mismas porque del presupuesto nacional se destinan solo 11 pesos por mujer por año para combatir la violencia de género, una miseria. Presupuesto que viene de la era Macri y que mantiene Alberto Fernández que, aunque haya creado el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, nunca lo aumentó. 

Por eso, desde Isadora, junto con otras organizaciones de mujeres y feministas, estamos convocando a que el próximo miércoles 3 de junio, al cumplirse un nuevo aniversario del #NiUnaMenos, salgamos a las calles (con todos los cuidados necesarios) para gritar nuevamente que paren de matarnos porque la violencia de género y los femicidios no entraron en cuarentena, sino que, al contrario, aumentaron con el encierro.

Presupuesto para combatir la violencia de género, no para la deuda

Mientras el gobierno de Alberto Fernández renegocia la deuda externa y paga de contado a los bonistas 320 millones de dólares en medio de una crisis sanitaria sin precedentes, las mujeres, travestis y trans no tenemos respuestas a nuestros reclamos. La ministra Elizabeth Gómez Alcorta confirmó que hubo un aumento de 40% de las denuncias por violencia de género y que todos los delitos bajaron, menos los femicidios, durante la cuarentena. Un informe estadístico del Observatorio de Femicidios de la Casa del Encuentro señaló que entre el 20 de marzo y el 14 de mayo de este año se habían contabilizado 49 casos de femicidios. Frente a esta realidad no hubo, por ejemplo, un aumento de 40% del presupuesto para la línea 144, que atiende esas denuncias. Ni tampoco hubo una política de evitarlos separando, por ejemplo, al agresor, ya que en la mayoría de los casos las víctimas habían hecho denuncias previas. 

Contar con el presupuesto acorde para atender a esta problemática es fundamental, no solo para construir más refugios y acondicionar los que ya existen, sino también para garantizar una política integral de atención a las víctimas. Por ejemplo, el acompañamiento psicológico con perspectiva de género y el patrocinio legal gratuito, una vivienda para las víctimas que la necesiten y un subsidio económico sobre la base de la canasta básica. Estas medidas urgentes son necesarias para acompañar a quienes sufren violencia de género y ayudarlas a salir de esta traumática situación. El gobierno nacional debe declarar la emergencia en violencia de género con un presupuesto que la respalde. Ese dinero debe salir de un impuesto especial a las grandes fortunas, de la quita de subsidios a la Iglesia Católica y el no pago de la deuda externa. Por estos reclamos te invitamos a que participes de las diferentes acciones que haremos con Isadora el próximo 3J para que se cumpla el #NiUnaMenos.

 

 




En la edición digital de El Socialista del 6 de mayo publicamos extractos de la intervención de nuestra compañera Mercedes Petit definiendo de manera coloquial nuestra concepción del socialismo. En esta nueva entrega queremos compartir a nuestros lectores algunos de los intercambios que tuvieron lugar en esa charla virtual a partir de las preguntas de los participantes.

–¿Cómo se evita que una revolución no vuelva a burocratizarse, como pasó en la URSS?

Primero, tenemos que decir que “a seguro se lo llevaron preso”. Nosotros somos los campeones de defender la democracia obrera. Estamos convencidos de algo que viene de los estatutos de la Primera Internacional: “La liberación de los trabajadores tiene que ser obra de los trabajadores mismos”. Desgraciadamente es solo el trotskismo, que es una fuerza sin duda minoritaria a nivel mundial, quien ha sido consecuente con la defensa de la democracia obrera. Incluso Trotsky perdió la vida en la pelea por la construcción de una internacional consecuente con estos principios de Marx y Lenin. 

Los rusos lo llamaron soviet, asamblea de delegados diríamos en castellano. Movilización, democracia obrera y una dirección que se ponga al frente de esas luchas. Una dirección que no busque –como ocurrió en ese primer estado obrero con Stalin– privilegios y beneficios para los funcionarios y sectores privilegiados de los trabajadores. 

Dependerá de la lucha de clases que una revolución triunfante no se burocratice y retroceda. En toda lucha nadie tiene asegurado el triunfo, pero hay que tirarse a la pileta. Es como si disputáramos en un sindicato, en medio de un conflicto, de una huelga, y logramos ganar, no vamos a decir “no asumamos a ver si nos burocratizamos”. Hay que dar la pelea, tratar de ganar y seguir adelante, construyendo una dirección que defienda esos principios.

–¿Cómo enfrentamos las y los socialistas al patriarcado?

Como todo, en primer lugar, movilizándonos de forma unitaria, sin sectarismo. Las mujeres, todas somos oprimidas, incluso las propias mujeres de las clases altas. Tenemos un problema que nos atañe a todas, que es la opresión del patriarcado, que es beneficios para el varón en detrimento de las mujeres. Y todo agravado por las condiciones de explotación del capitalismo. 

En esa pelea los socialistas nos plantamos con toda fuerza diciendo “esta lucha solo se va a terminar de resolver cuando terminemos con el capitalismo”. Porque es el capitalismo el que sostiene al patriarcado para fortalecer sus ganancias. Entonces no se puede terminar con el patriarcado como un tema aislado, por sí solo. Por eso decimos que “el capitalismo y el patriarcado caigan juntos”. Pero peleamos con toda la fuerza junto a aquellas mujeres que se movilizan junto a nosotras que no creen eso. Dentro del movimiento de lucha feminista respetamos todas las posiciones y decimos “nosotros somos el ala feminista, socialista revolucionaria”. 

Luchamos por la liberación de las mujeres y los hombres explotados por el capitalismo. Y hoy en día le decimos a los trabajadores varones “rompan ustedes con los privilegios del patriarcado, solidarícense con nuestra lucha”. No para encabezarla, no para sustituirla. Yo, por ejemplo, soy blanca y puedo ayudar y apoyar la lucha de los negros. Entonces, las mujeres al frente en la lucha contra el patriarcado, y todos los socialistas, sin importar el género, apoyamos este movimiento desde esta perspectiva revolucionaria.

Tenemos que saber, por otro lado, que el machismo y los vicios del patriarcado no se van a poder abolir por decreto al día siguiente que tomemos el poder y tomemos las medidas socialistas. Las mujeres, además de apoyar al gobierno obrero y socialista, y movilizarnos por la expropiación y la planificación, vamos a tener todo un período de pelea por una reacomodación cultural, social, y de todo tipo, que deberá ser abordada en el futuro. 

Pero lo que sí podemos decir es que de inmediato el gobierno obrero va a poner en marcha las medidas que bajo el capitalismo no hayamos podido conquistar: el derecho al aborto, el divorcio sencillo y gratuito, la igualdad salarial, el castigo a toda forma de violencia de género con las mujeres y las disidencias sexuales y empezar a garantizar licencias, guarderías… De la mano de esas medidas, que deberán ser inmediatas por parte del nuevo gobierno, se abrirá camino a la revolución cultural que permitirá liberar a las mujeres del patriarcado y a toda la humanidad de las lacras de la sociedad de clases y la explotación.

–¿Cómo se crea la conciencia de clase en este mundo capitalista?

Me van a decir que soy monotemática y reiterativa, pero se construye luchando y peleando por poner en pie la alternativa revolucionaria, el partido revolucionario que se proponga llevar a la clase obrera a gobernar, en este país y en el mundo. Es la pelea por cambiar la conciencia y dejar de creer en la unidad entre patrones y obreros, dejar de creer en la mentira de que la propiedad estatal y la planificación fue lo que llevó al fracaso a la URSS, dejar de creer que el capitalismo es todopoderoso. 

Es una pelea por cambiar creencias que cada uno tiene en su cabeza. ¿Pero ese cambio en qué se concreta? Por ejemplo, un católico lo resuelve yendo a la iglesia, poniendo platita en el diezmo, etcétera. Un socialista revolucionario da la pelea por ese cambio con las luchas y la construcción del partido. Ganando militantes para la perspectiva de que la clase obrera puede gobernar y que para hacerlo tiene que tener su dirección obrera y revolucionaria al frente. 

Es muy difícil poder superar la imagen que tienen millones del socialismo por culpa del estalinismo y las distintas versiones reformistas. Pero les digo que yo que el desprestigio de los PC, y su derrota en el tercio del mundo que llegaron a dominar, lo pongo en “el haber” positivo de la lucha de los trabajadores por su liberación. Fue muy importante sacarse de encima ese aparato contrarrevolucionario. 

Para que se den una idea, cuando yo empecé a militar casi no existía el nombre de Trotsky, y el estalinismo era poderosísimo. La expresión “el partido” estaba ligada al PC. Los pocos trotskistas nos dedicábamos a develar que habían existido las purgas en la URSS, que los trabajadores de Hungría se habían levantado y les habían mandado los tanques rusos y que a Trotsky lo había matado Stalin. Los estalinistas decían que “el trotskismo es una fuerza de derecha, agente de la CIA, etcétera”, y tenían el mal gusto de llamar “Trotsky” a sus perros.

–¿Cómo vamos a poder superar esa imagen del socialismo que tienen millones por culpa de estos aparatos? 

Con una revolución obrera triunfante en algún país. A los millones no les podemos dar una charla virtual, un curso, editar diez libros, etcétera. Los millones que viven y luchan se van a convencer por la vía de los hechos, con una revolución triunfante, cuando vean una dirección consecuente. En gran medida, lo que pasó en Rusia, que quedó aislada, pero pudo ganar la guerra civil porque obtuvo el apoyo de los trabajadores de los países imperialistas que la invadieron. No había internet, todo era distinto, pero la Revolución Rusa impactó al mundo. Ahí sí se conquistó la cabeza de millones. 

No vamos a superar ante millones en el mundo esa imagen que tienen del socialismo con cursos de historia (que igual son muy importantes y los damos), sino a través de dos carriles: llevando las luchas al triunfo y al calor de esas luchas ir construyendo las direcciones y los partidos alternativos. Solo con el gobierno obrero vamos a tener acceso a los medios masivos, no para dar cursos de estalinismo –ni nos vamos a acordar–, sino para decir: “Obreros del mundo, como gobierno socialista hemos tomado estas medidas y nos comprometemos a ayudarlos en esto, esto y esto”. Esa va a ser la gran palanca para revertir el desastre que hicieron la burocracia soviética, la socialdemocracia y las direcciones reformistas más recientes, como Chávez y Maduro. En Venezuela el desprestigio del socialismo lo instalaron estos gobiernos. Un trabajador nos va a decir “cómo voy a ser socialista si acá el socialismo nos mata de hambre”. No es fácil, no solo fue el estalinismo, ese desprestigio continuó.  

No es fácil, pero es lo que hay que hacer. Por eso construimos Izquierda Socialista y la UIT-CI, para construir esa conciencia de clase que hace falta para terminar con la opresión y la explotación de este mundo capitalista.



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Por Simón Rodríguez Porras, dirigente de la UIT-CI

En el marco de la crisis económica y social precipitada por la pandemia, por primera vez los gobiernos africanos están levantando una posición común contra el pago de la deuda externa. Y a pesar de las limitaciones del bloque gubernamental, que incluye a varias dictaduras capitalistas, y cuyo propósito es simplemente renegociar condiciones más ventajosas de pago, se fortalece en el imaginario popular la opción del no pago. Ya antes de la pandemia, los ministros de finanzas de la Unión Africana habían acordado una posición común a favor del aplazamiento de los pagos de la deuda externa. Con el estallido de la pandemia y la recesión mundial, la exigencia pasó a ser la anulación de las deudas.

El presidente sudafricano llevó esa exigencia al G20 en abril, pero el organismo de las mayores economías del mundo solo acordó aplazar el pago de intereses de ciertas deudas entre 2020 y 2022 para los 76 países más pobres del mundo, lo cual representaría un ahorro modesto de 20 mil millones de dólares. Además de que los países africanos con mayores niveles de desarrollo económico quedarían por fuera del alcance del acuerdo, la reducción de pagos sería de apenas un cuarto de los servicios de deuda que los países africanos deben realizar este año. Por su parte, el FMI acordó reducir la deuda a 19 países africanos. La meta de la Unión Africana es alcanzar en negociaciones una reducción de deuda de 44 mil millones de dólares y la suspensión de pagos de intereses para todos los países africanos, además de préstamos por 100-150 mil millones de dólares. Está claro que solo la movilización popular y obrera, tanto en los países africanos como en las potencias acreedoras, puede imponer este sentido reclamo de millones de personas.

A pesar de las limitaciones de los gobiernos burgueses africanos para avanzar en esa dirección, el reclamo unitario ha tenido impacto. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, aseguró que estaba dispuesto a estudiar la anulación de la deuda. El presidente francés, Macron, habló de establecer una moratoria y de la posibilidad de cancelar la deuda de los países africanos, mientras por otra parte propuso préstamos del FMI en condiciones especiales, a los que se opone Estados Unidos.

China se niega a negociar con un bloque de países

China, país con el que se acumula una creciente deuda en la región, superior a los 140 mil millones de dólares, se niega a considerar recortes de deuda en bloque, solo admite renegociaciones bilaterales con cada país deudor, lo cual a su modo también reafirma la importancia de un bloque de países deudores que plantee colectivamente el no pago de la deuda. La potencia capitalista asiática cuenta con más de 10 mil empresas enclavadas en el continente africano y se beneficia de un amplio superávit comercial en su relación con África. La deuda africana no representa un monto significativo para la economía china, pero tiene importancia estratégica como dispositivo de presión y sometimiento político.

A la mediados de mayo ya se acumulan más de 72 mil casos de covid19 y 2.500 fallecidos en el continente. Se estima que antes de concluir el año la cifra de contagiados podría podría llegar a 10 millones. La caída de las exportaciones de materias primas y la entrada de remesas encamina a la región a la primera recesión desde la década de 1980. En este contexto es más urgente que nunca dejar de pagar la deuda externa, que consume más recursos que los invertidos en salud y dducación en la mayoría de los países africanos, situación análoga a la de América Latina.

La deuda externa africana en 2019 rondaba los 700 mil millones de dólares, la mayoría corresponde a acreedores que son Estados u organismos financieros multilaterales como el FMI y el Banco Mundial, y 115 mil millones de dólares a acreedores privados. Las tasas de interés llegan al 15%. El propio FMI ha tenido que admitir que el gasto público per cápita ha disminuido en los países más pobres del mundo debido al peso abrumador de los pagos de deuda externa.

La deuda externa es un mecanismo de saqueo

Entre 1970 y 1995 la deuda externa del África subsahariana pasó de 6,9 mil millones de dólares a 235 mil millones de dólares. Como el 70-80% fue contraída con Estados u organismos multilaterales, los préstamos vinieron condicionados a la realización de privatizaciones y una mayor desregulación de la economía capitalista en la década de los 80. Se siguió profundizando la dependencia respecto de las exportaciones de materias primas, el continente siguió plagado de dictaduras burguesas ultracorruptas y la fuga de capitales entre 1970 y 1996 llegó a la cifra de 187 mil millones de dólares según los autores Boyce y Ndikumana. Colom Jaén por su parte constata que entre 1970 y 2002 el África subsahariana recibió 294 mil millones de dólares en préstamos, pagó 268 mil millones y todavía debía 210 mil millones. El comercio interafricano es apenas el 10% del comercio exterior de la región, demostrando el peso de los atavismos coloniales: el 80% del comercio exterior es con Europa.

Uno de los precursores de la creación de un bloque de países deudores fue el presidente de Burkina Faso, Thomas Sankara, quien en 1987 planteó en la Organización para la Unidad Africana que dejar de pagar en bloque era la única alternativa a ser asesinados aisladamente, y que “evitando el pago podríamos dedicar nuestros magros recursos a nuestro desarrollo” (citado en El País, 3/5/2020). Sankara pocas semanas después fue derrocado y asesinado en un golpe de Estado impulsado por el imperialismo francés.

La presión y la denuncia popular contra el expolio de la deuda tuvo como respuesta en 1996 la Iniciativa HIPC (siglas en inglés para Países Pobres Altamente Endeudados), adoptada por el G8, y que pasaba a considerar insostenible el endeudamiento si excedía el 200% de las exportaciones o el 250% de los ingresos fiscales del país deudor. El FMI y el Banco Mundial condonaron deudas o entregaron nuevos créditos a bajo interés para el pago de la deuda antigua, pero la ayuda estuvo condicionada a su vez a la adopción de reformas económicas altamente regresivas como la privatización de los servicios públicos. En dos décadas, 39 países recibieron reducciones o anulaciones de deuda, la mayoría africanos. Como hemos visto, se trataba de deuda que en realidad ya se había pagado, muchas veces con creces, tomando en cuenta las altísimas tasas de interés. Estos recortes en la deuda externa permitieron que el PBI per cápita africano creciera un poco más de 20% en los últimos 20 años.

Es importante superar las limitaciones de esas experiencias, pero indudablemente demuestran que es posible imponer el no pago. Es fundamental extender la unidad de los países deudores africanos a América Latina y el Caribe, el Medio Oriente y los demás países semicoloniales, y en esa dirección construir lazos entre organizaciones obreras y populares a nivel internacional para movilizarse por la creación de ese bloque y por una política intransigente de no pago de la deuda.

No pago de la deuda externa e indemnizaciones por la esclavización colonial

En los países africanos y caribeños, el reclamo del no pago debe combinarse con las históricas campañas que exigen que las potencias imperialistas paguen indemnizaciones por el tráfico transatlántico de esclavos, una de las principales fuentes de “acumulación originaria” identificados por Marx en El Capital. Entre el siglo XVI y XIX más de 30 millones de personas fueron secuestradas en África y vendidas como esclavos en América y el Caribe. Las víctimas de este tráfico realizado por potencias europeas como Reino Unido, Francia y Holanda nunca recibieron compensación económica una vez que la esclavitud fue abolida. En cambio, sí hubo pagos de compensaciones por 20 millones de libras esterlinas, el equivalente a 3.000 millones de dólares actuales, a los dueños de esclavos de las colonias británicas caribeñas por la abolición de la esclavitud en 1834. Francia, por su parte, extorsionó a Haití para que pagara una compensación a los antiguos dueños de esclavos luego del triunfo de la primera revolución antiesclavista del mundo, a cambio del reconocimiento de la independencia haitiana. Para pagar la deuda con Francia se contrajeron deudas con Estados Unidos, país que a su vez invadió e impuso dictaduras durante la mayor parte del siglo XX en Haití. Con los años el reclamo de una indemnización ha cobrado fuerza en ambas regiones. La Comunidad del Caribe (Caricom) estableció una comisión sobre reparaciones, aunque no ha hecho ninguna presión sobre los países europeos. Una comisión africana exigió en 1997 a las potencias que lucraron con la esclavización de africanos el pago de 777 mil millones de dólares como reparación. Hay antecedentes como el pago de una indemnización a los indígenas Maoríes por parte del Estado neozelandés o el pago efectuado por el Reino Unido por la masacre y tortura generalizada contra los Mau Mau de Kenia durante el colonialismo.

Es el imperialismo europeo y yanqui el que le debe a África, América Latina y el Caribe. Los crímenes del colonialismo y la persistencia de la opresión semicolonial, por la alianza entre el imperialismo y los gobiernos entreguistas, tanto dictatoriales como democrático-burgueses, han moldeado el capitalismo atrasado y la miseria de nuestros países. La unidad contra el pago de la deuda externa es una de las tareas imprescindibles de nuestros pueblos en la actual crisis.

 

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