May 17, 2024 Last Updated 1:34 AM, May 17, 2024

Izquierda Socialista

Al triunvirato de la CGT le molestaron las críticas que le hice la semana pasada en el programa de Novaresio. Héctor Daer dijo que mis planteos “eran funcionales a la derecha”.
Pero, ¿quién le hace el juego a quién? Porque lo concreto es que nos vienen reventando el salario y despidiendo compañeros en todos los gremios. Nosotros luchamos contra eso. Y el triunvirato de la CGT, desde el comienzo mismo del gobierno de Macri, le viene dando tregua y dejando pasar el ajuste. Ahora terminaron llamando al paro general cuando la presión desde abajo se les tornó inaguantable. Pero, tal como pasó después de los paros anteriores, no le dan ninguna continuidad. Daer no responde la pregunta elemental que se hacen todos los compañeros: ¿Cómo la seguimos? ¿Cómo enfrentamos un ajuste que viene a llevarse puestos nuestros salarios y los puestos de trabajo?

Nosotros, desde el sindicalismo combativo, hacemos lo que corresponde: defender a los compañeros. Peleamos por un aumento de emergencia para todos que cubra lo que nos comió la inflación. Exigimos que se reabran las paritarias, que los aumentos cubran el valor real de la canasta familiar y que se ajusten automáticamente por la inflación. Así de simple. Salimos a la calle y nos ponemos a disposición incondicionalmente ahí donde se producen despidos. A los dirigentes de la CGT, en cambio, no se los vio una sola vez en ninguno de esos conflictos. Firmaron acuerdos a la baja en la inmensa mayoría de los gremios, y dejaron aislados a los que luchan.

Por eso decimos que para enfrentar el ajuste, para ganar los conflictos, se necesitan nuevos dirigentes. Los ferroviarios del Sarmiento, junto a los trabajadores del Neumático, a los Suteba multicolores, a Ademys, a ATEN Capital, a varias comisiones internas de ATE, como la de Economía, nos hacemos presentes en todas las luchas, llevamos a todas partes los reclamos de los compañeros, sean por salario, ante los despidos o por cualquier otra causa. Tratamos de darle voz, buscamos coordinarlos para que sus conflictos se conozcan y puedan ganar. ¡Porque se pueden ganar! Así lo demostraron los docentes de ATEN que tras 43 días de paro consiguieron romper el techo salarial y lograron un aumento reajustable automáticamente por la inflación.

Peleamos por un nuevo modelo sindical, democrático y combativo, donde todo se consulte en la base, en asamblea, donde los delegados lleven mandatos de sus compañeros. Donde los dirigentes nos pongamos a disposición de todas las peleas.
A los dirigentes de la CGT les hacemos un planteo concreto: para enfrentar el ajuste de Macri, los gobernadores y el FMI tenemos que seguirla, después del parazo de la semana pasada, con una nueva medida de fuerza, ahora por 48 horas, con una movilización unitaria de la CGT y las CTA a Plaza de Mayo y todas las plazas del país, y que esto sea parte de un plan de lucha. Porque la pelea es ahora y no en 2019.

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Escribe Mariana Morena

El 2 de octubre de 1968 el gobierno mexicano aplastó con una sanguinaria represión la gran protesta estudiantil que en los dos meses previos avanzó contra su política autoritaria y represiva. Cincuenta años después, sus reclamos siguen más vigentes que nunca y los estudiantes mexicanos retoman las banderas de aquellos mártires de la libertad.

A poco del inicio de los Juegos Olímpicos de 1968, que por primera vez se desarrollaron en un país latinoamericano, el movimiento estudiantil mexicano tomó las universidades y las calles para protestar con fuerza contra el autoritarismo y la represión del gobierno del PRI (Partido Revolucionario Institucional, en el poder ininterrumpidamente desde 1929), la violación de la autonomía universitaria, a la vez que exigía libertad, respeto de los derechos humanos y reformas sociales y democráticas.

Al calor de la ola revolucionaria mundial

La revuelta estudiantil en México se desarrolló como parte del ascenso mundial de las luchas obreras y populares que comenzaron en el 59 con la Revolución Cubana y que tuvo expresiones emblemáticas en el Mayo Francés, la Primavera de Praga, el movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos y las manifestaciones en todo el mundo contra la guerra de Vietnam.
A partir de julio del ‘68, en el Distrito Federal mexicano, hubo protestas y enfrentamientos de los estudiantes con el cuerpo de granaderos, que ingresó en las escuelas y detuvo a manifestantes. Varios establecimientos entraron en huelga, y el 26 de julio, una marcha en solidaridad con la Revolución Cubana fue brutalmente reprimida. El 2 de agosto se creó el Consejo Nacional de Huelga (CNH), que nucleaba a 75 escuelas y universidades, entre ellas la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico. Paralelamente, se constituyeron otras organizaciones que se sumaron a la protesta estudiantil, como la Coalición de Maestros y el Comité de Intelectuales, Artistas y Escritores, mientras la revuelta se extendía por todo el país.
El 7 de septiembre se llevó a cabo la Manifestación de las Antorchas en la Plaza de las Tres Culturas o Tlatelolco, y el 13, la Marcha del Silencio congregó que a más de 200.000 jóvenes en el Zócalo, la plaza principal de la ciudad, bajo el lema “Únete pueblo”. Los estudiantes amordazados con pañuelos levantaron pancartas por “¡Democracia directa y concreta ya!” y “¡Abajo el gobierno y la burguesía!”. La respuesta del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz fue desalojarlos con la tropa y tanques militares, mientras arrestaba a varios dirigentes de la CNH. El ejército ocupó el campus de la UNAM.

Los estudiantes radicalizaron sus demandas

La siguiente protesta fue convocada para el 2 de octubre en Tlatelolco, con el objetivo de conminar al gobierno a cumplir con las reivindicaciones estudiantiles, entre ellas: la libertad de los presos estudiantiles, magisteriales, obreros y campesinos; la derogación de artículos del código penal que cercenaban la libertad de expresión; la destitución de los jefes policiales capitalinos y la disolución del cuerpo de granaderos, instrumento directo en la represión; justicia para las víctimas de actos represivos y exigiendo la apertura de un canal de diálogo con el gobierno.
A diez días del comienzo de los Juegos Olímpicos, unos 15.000 estudiantes ocuparon Tlatelolco gritando “¡No queremos olimpiadas, queremos revolución!”. La plaza estaba completamente sitiada por militares, policías y tanques. Testigos de la matanza cuentan que a las 18:15 un helicóptero militar sobrevoló la plaza lanzando bengalas luminosas. Era el inicio de la Operación Galeana a cargo del Batallón Olimpia creado para la seguridad de los Juegos Olímpicos, la policía secreta de la Dirección Federal de Seguridad y el ejército, con activa asesoría de la CIA.
La señal hizo que francotiradores apostados en lo alto de los edificios comenzaran a disparar. No eran otros que agentes infiltrados del grupo parapolicial “Brigada Blanca” del Batallón Olimpia, vestidos de civil con un guante blanco en la mano izquierda para identificarse entre ellos. Sus disparos provocaron que miles de soldados con bayonetas empezaran a disparar a mansalva y por la espalda a los manifestantes. En medio del caos, una multitud echó a correr desesperadamente buscando una salida a esa emboscada mortal.
“¡Contra la pared hijos de la chingada! ¡Ahorita les vamos a dar su revolución!”, fue la frase histórica que pronunciaron los mandos del ejército mexicano al detener a los dirigentes estudiantiles. En el curso de la operación fueron masacrados más de 300 estudiantes, hubo miles de heridos y unos 3.000 manifestantes fueron detenidos, desnudados, golpeados y trasladados a distintas cárceles o campos militares, como el Palacio Negro de Lecumberri. La plaza se lavó a manguerazos para borrar las huellas de la masacre mientras el ejército imponía la censura informativa y el gobierno difundía la falsa noticia de un “complot comunista” contra las olimpiadas. La represión no cesó y muchos dirigentes fueron forzados al exilio. Unos días después, como si nada hubiera sucedido, comenzaban las Olimpiadas México ´68.

Una nueva generación de estudiantes vuelve a levantar las banderas

Desde aquel día, los estudiantes mexicanos luchan por mantener viva la memoria de sus compañeros mártires por la libertad. “¡2 de octubre no se olvida!” es la consigna que los convoca a marchar año tras año por memoria y justicia contra el avance de la impunidad. Tres décadas de gobiernos patronales han profundizado la desigualdad social y el salvajismo que acompañaron los ajustes y la entrega hasta la actual presidencia de Peña Nieto. En 2014, una nueva matanza de estudiantes, los 43 normalistas de Ayotzinapa, constituyó otro crimen de Estado en alianza con los carteles de la droga. A 50 años de la histórica lucha del movimiento estudiantil y Tlatelolco, los reclamos del 68 siguen más vigentes que nunca y ya son parte de los hitos históricos de los pueblos latinoamericanos por su liberación.

Escribe Mariana Morena

Los Juegos Olímpicos de la Ciudad de México, inaugurados el 12 de octubre de 1968, se desarrollaron en medio de una gran convulsión política y social. Al aplastamiento de la protesta estudiantil en Tlatelolco se sumó la lucha de los afroamericanos en Estados Unidos contra la opresión racial y por sus derechos civiles, que el 4 de abril de ese año había sufrido un duro golpe con el asesinato de Martin Luther King.

En este marco se llegó a la final de los 200 metros llanos en atletismo. En la mañana del 16 de octubre dos atletas estadounidenses negros subieron al podio: Tommie Smith ganó la medalla de oro con récord mundial y John Carlos, la de bronce por su tercer puesto; entre ambos se coló el australiano Peter Norman. Los dos afroamericanos recibieron sus medallas enfundados en guantes negros, el símbolo del Black Power (Poder Negro, movimiento político más radicalizado en los Estados Unidos, que se diferenciaba de las tácticas de “no violencia” de Martin Luther King); además Smith llevaba un pañuelo negro en el cuello, símbolo del orgullo negro, y Carlos tenía su campera desabrochada en solidaridad con los obreros estadounidenses y un collar de cuentas por los negros asesinados. Cuando comenzó a sonar el himno nacional estadounidense, los dos bajaron la cabeza, cerraron los ojos y realizaron el saludo del Black Power levantando su puño en alto. Norman los acompañó solidariamente portando la insignia del Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos.

Al retirarse del podio fueron abucheados por la multitud. El gesto ocupó las portadas de los medios de comunicación del mundo y se convirtió en una de las imágenes más impactantes del siglo pasado. El Comité Olímpico Internacional (COI) los expulsó del equipo olímpico estadounidense y de la villa olímpica. Al volver a su país fueron duramente criticados y hasta amenazados de muerte ellos y sus familias. Los tres continuaron como pudieron sus carreras deportivas sin volver a los primeros planos. Pero el valor de su gesto fue reconocido con el tiempo. En 2004, una película filmada por el sobrino de Norman, “Salute”, contó su historia. Dos años después, Smith y Carlos cargaron el féretro de su amigo durante su funeral en Melbourne.
Décadas atrás, durante el auge del nazismo, Avery Brundage, el presidente del COI, que decidió la expulsión de los atletas negros, no hizo ninguna objeción en contra del saludo nazi durante los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, cuando era la máxima autoridad del equipo olímpico yanqui.

Escribe Adolfo Santos, Corriente Socialista de los Trabajadores/PSOL

A una semana de la elección, Brasil asistió a un hecho inédito. El 29 de septiembre, millones de mujeres ocuparon las calles de las principales ciudades del país y en una especie de adelanto de la votación del 7 de octubre, repudiaron a Jair Bolsonaro, el candidato presidencial que encabeza las encuestas. Fue un acto político consciente para rechazar sus propuestas facistoides, ultraconservadoras, racistas, misóginas, que defienden la tortura y la dictadura militar. Las multitudinarias manifestaciones, fueron una respuesta fantástica frente a la popularidad que este capitán retirado venía ganando al criticar el actual régimen político corrupto y fundamentalmente al PT.

Será una elección inédita. A una semana del pleito, las encuestas no muestran ningún candidato que llegue al 30% de intención de voto. También es nuevo que después de seis elecciones definidas por el PT/PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña), esta vez los “tucanos” (partidarios del PSDB) quedarían por fuera de la contienda final rompiendo el bipartidismo. Y para darle un carácter más dramático a la disputa, un candidato que defiende propuestas fascistoides encabeza las encuestas de la primera vuelta.
Si alguna virtud tiene esta elección, es que colocó al desnudo el fracaso de un régimen decadente que no tiene nada para ofrecer al pueblo trabajador. La debacle de los viejos partidos, la traición del PT a las aspiraciones de las masas y la falta de soluciones para los graves problemas sociales y una corrupción desenfrenada generaron una masa de desesperanzados. Desgraciadamente el PSOL, partido que surgió para ser una oposición consecuente de izquierda a los gobiernos petistas y a la vieja derecha, no se presentó como una opción para derrotar los proyectos del gobierno Temer y ofrecer alternativas para superar la crisis desde un punto de vista de clase. La mayoría de su dirección quedó pegada al PT que se travistió de víctima de un golpe y dedicó sus mayores esfuerzos a la defensa de Lula, acusado de corrupción.

Esa decepción de amplios sectores de la clase con el PT y el hecho de que desde la izquierda no surgiera una alternativa frente a la grave crisis, fueron el  caldo de cultivo donde germinaron los “bolsonaros”. Esa es la explicación del “fenómeno” Bolsonaro, que con siete mandatos de diputado sólo se destacó por la truculencia machista y por defender la dictadura militar de la que llegó a decir: “El error fue torturar en vez de matar”. Con ese currículum se presenta como “salvador de la patria” para gobernar el país con “mano dura”, razón por la cual sectores populares, desesperados y confundidos, lo ven como una alternativa para acabar con la corrupción y con la falta de seguridad.

#EleNão

Si Bolsonaro llega a la presidencia será para gobernar para los ricos y el sistema financiero, aplicando la mano dura contra los trabajadores y sus luchas, contra la juventud y para atacar las libertades democráticas. Su vice, el general Mourão, fue claro al defender que está en contra de  mantener el pago del aguinaldo y el adicional de 30% que todo trabajador recibe cuando toma vacaciones. Esa es solo la punta del iceberg. El asesor económico de Bolsonaro, Paulo Guedes, un economista neoliberal, socio de bancos y fondos de inversión promete “privatizar todo”.

La lucha contra Bolsonaro, como los masivos actos convocados por las mujeres el día 29, son la prueba de que es posible derrotar esas propuestas ultrareaccionarias, en las calles y en las urnas. Claro que al no existir una alternativa de izquierda, la tendencia es a buscar un voto útil para derrotar la ultraderecha. Hoy, ese fenómeno favorece al candidato elegido por Lula, Fernando Haddad, ex alcalde de San Pablo que está segundo en las encuestas. Todo indica que Bolsonaro y Haddad irán al balotaje con un resultado indefinido. El rechazo al capitán retirado y al propio PT, convierte la elección en un plebiscito. De cualquier forma, un triunfo de Haddad no significa que el PT y Lula volverán a ser la dirección de las luchas obreras y populares porque nuevamente irán a gobernar al servicio de los mercados.

A pesar de las diferencias, cualquiera que gane esta elección va a gobernar contra los trabajadores. No hay perspectiva de solución para esta grave crisis porque todos están comprometidos con los planes de ajuste que exige el sistema financiero. Por eso nos esperan nuevos capítulos de importantes luchas. La clase trabajadora está intacta y no ha dejado de luchar a pesar de las traiciones de la burocracia sindical. En 2017 protagonizó la mayor huelga general de los últimos 40 años. Los #EleNão se recrearán en nuevos movimientos con nuevos actores. Apostamos en ese proceso para construir una alternativa política y económica de la clase trabajadora y la izquierda para derrotar no solo a Bolsonaro como a los partidos que ya nos gobernaron y son responsables de la actual catástrofe que vive nuestro país. Entretanto en esta elección llamamos a votar los candidatos del PSOL, comenzando por la fórmula presidencial Boulos/Guajajara.

Nuestro semanario. En el que te acercamos el reflejo de las luchas del movimiento obrero, las mujeres y la juventud, además un análisis de los principales hechos de la realidad nacional e internacional.

Es una herramienta fundamental para fortalecer a Izquierda Socialista y al Frente de Izquierda.

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