Dec 06, 2024 Last Updated 7:31 PM, Dec 5, 2024

Escribe Miguel Angel Hernández, dirigente del PSL* de Venezuela y de la UIT-CI
 
A los noventa y seis años murió la reina Isabel II de Inglaterra; setenta años después de ascender al trono del Reino Unido. Fue la monarca de más largo reinado en ese país imperialista.
 
El prolongado reinado de Isabel II es exhibido como un sinónimo de estabilización económica y política por parte del imperialismo inglés. Sin embargo, su muerte se da en un momento de grave crisis al interior del Reino Unido después de la escandalosa renuncia de Boris Johnson y la existencia de una oleada de huelgas que sacude al país.

Después de fallecida, los grandes medios del mundo hacen apología de ella presentándola como “una reina que marcó época”, y como alguien que preservó contra viento y marea la corona británica, una reminiscencia de la Edad Media que se remonta al siglo X de nuestra era.
En rigor, la nobleza británica es parte fundamental del capitalismo-imperialista, que hizo que el Reino Unido fuera el país dominante y el jefe del colonialismo durante siglos.
Desde 1953, cuando fue coronada Elizabeth Alexandra Mary Windsor, el nombre de pila de la reina, le tocó lidiar con la decadencia del imperialismo inglés en el mundo, y el ascenso de Estados Unidos como la principal potencia capitalista-imperialista.
 
El imperio se cae a pedazos

A pesar de ser una de las potencias aliadas victoriosas, después de la segunda guerra mundial gran parte de la infraestructura del país estaba destruida, y se encontraba endeudado y sumido en una severa crisis económica, profundizando la decadencia que ya había comenzado a evidenciarse después de la primera guerra mundial.

Pero a pesar de esto Inglaterra no dejó de seguir actuando como una potencia imperialista. En 1956 invadió Egipto en alianza con Francia con el objetivo de tratar de controlar el canal de Suez, pero esta incursión militar fue un desastre que puso claramente en evidencia lo pronunciado de su retroceso como país imperialista. La consecuencia fue la nacionalización del Canal de Suez, que estaba en manos inglesas, por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, que encabezaba al nacionalismo-burgués árabe.

En ese marco comenzó a desmoronarse el imperio como consecuencia de la lucha de los movimientos nacionalistas de liberación en las colonias. Los pueblos sojuzgados por décadas comenzaron a levantarse. Primero fue la India en 1948, cuando aún la reina Isabel II era tan solo princesa. Siguieron Birmania, Ceilán, Malasia. También en 1948 concluyó el mandato británico en Palestina, posteriormente Malta. Y en la década del ‘60 las colonias africanas. Ghana en 1957, Nigeria en 1960, Sierra Leona y Tanganika en 1961, hoy parte de la República Democrática del Congo, Uganda en 1962, Kenia y Zanzíbar en 1963, Gambia en 1965, Botsuana y Lesoto en 1966, Mauricio y Suazilandia en 1968, y las islas Seychelles en 1976. Y en el Caribe, Jamaica y Trinidad y Tobago se independizaron en 1962 y Barbados en 1966.
 
La guerra de Las Malvinas

El 2 de abril de 1982, la junta militar argentina encabezada por Leopoldo Galtieri inició una operación para recuperar las islas Malvinas, que en 1833 se había apropiado el imperialismo inglés. Inmediatamente Inglaterra envió una inmensa flota para recuperar dichas islas, reivindicadas por Argentina como parte de su territorio. Luego de diez semanas de cruentos enfrentamientos, Inglaterra, con apoyo de Estados Unidos, derrotó a Argentina. La reina Isabel II avaló la operación militar desplegada por Margareth Thatcher, y en alguna ocasión afirmó: “La Guerra de las Malvinas fue luchada por las fuerzas británicas a favor de la democracia y la libertad”. En realidad, no fue sino otro evento de rapiña imperialista, que se suma a la larga lista de violencia y opresión que ha caracterizado la historia del imperialismo inglés.
 
Inglaterra: miembro de la OTAN y aliado incondicional de Estados Unidos

Tras perder su estatus de primera potencia imperialista mundial, Inglaterra fue una aliada incondicional de Estados Unidos y la acompañó en todas las intervenciones militares llevadas adelante por la que ahora era la principal potencia del imperialismo mundial.
Como parte de la OTAN, soldados del ejército inglés participaron en la guerra del Líbano, entre 1982 y 1984, así como en la guerra del golfo Pérsico y la invasión a Irak, entre 1990 y 1991. Igualmente en la incursión en 1995 de Bosnia y Herzegovina; en la operación Zorro del Desierto en Irak en 1998, en Kosovo entre 1998 y 1999. Después de los ataques a las torres gemelas en New York, fue parte de la invasión a Afganistán. Y en el año 2003 invadió conjuntamente con Estados Unidos a Irak.
 
Represión en Irlanda del Norte, ajustes de Thatcher y Lady Di

En el frente interno, la reina avaló la brutal intervención del ejército británico en apoyo de las organizaciones paramilitares que favorecían la dominación inglesa en Irlanda del Norte. Este conflicto se extendió por tres décadas entre 1968 y 1998.
Bobby Sands, nacionalista miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA), quien encabezó en 1981 una larga huelga de hambre junto a otros activistas de esa organización, murió por inanición ante la total indiferencia del gobierno de Thatcher y la reina Isabel II.

La reina acompañó las políticas de Margareth Thatcher de desregulación laboral, privatización de empresas estatales y reducción del gasto social, impulsadas por la primera ministra durante la década del ‘80. Durante su reinado en esta época, fue parte del desmantelamiento progresivo de los sindicatos, especialmente a partir de la huelga minera de 1984-85, violentamente reprimida por el gobierno inglés. Resultó en el cierre de cientos de minas, las que quedaron fueron privatizadas posteriormente, y produjo el despido de más de diez mil mineros.

Ya son proverbialmente famosas sus desavenencias con la princesa Diana de Gales, esposa de su hijo Carlos, quien acaba de heredar su corona. Lady Di dio varias entrevistas a diversos medios donde criticaba duramente a la corona, sus riquezas y protocolos clasistas. Se recuerda la indiferencia de la reina ante su muerte, quien permaneció de vacaciones a las afueras de Londres, y fue solo varios días después de su trágico fallecimiento, y ante el malestar y la presión popular, que dirigió una alocución pública lamentando su muerte.
 
Las riquezas de la reina

La mayoría de los hombres y mujeres de este planeta viven del salario que devengan producto de su trabajo diario. La reina Isabel II y su familia, no. Sin embargo, su riqueza personal se calcula en unos 470 millones de dólares.

Buena parte de estas riquezas provienen de una subvención del gobierno inglés (subvención soberana) que asciende al 15% de las ganancias obtenidas por el “Crown Estate” o “Corona Estatal”, un conglomerado de tierras, inmuebles, comercios y otros de activos, que durante el año financiero 2020-2021 le proporcionaron a la Casa Real 99 millones de dólares.

Otra fuente de ingresos es el llamado “monedero privado”, constituido por 315 residencias, así como locales comerciales en Londres y miles de hectáreas de tierras, ubicadas fundamentalmente en el Ducado de Lancaster. La familia real los posee desde el año 1265, y generó en el ejercicio fiscal de 2020-2021 más de 23 millones de dólares.

Además Isabel II poseía dos residencias privadas: el castillo de Balmoral, en el noreste de Escocia, cuyo valor es de 115 millones de dólares, y la finca de Sandringham, valuada en unos 58 millones de dólares.

A todos estos activos se agrega una colección de estampillas valorada en 115 millones de dólares. Las famosas joyas de la Corona, valuadas en 3.400 millones de dólares, así como numerosas obras de arte.

El nombre de Isabel II apareció en los Paradise Papers, filtrados en 2017. De acuerdo a documentos secretos que se hicieron públicos en ese momento, la reina habría depositado a través del ducado de Lancaster 11 millones de dólares en paraísos fiscales de islas Caimán y Bermudas, para evadir impuestos.

Contradictoriamente, muchos trabajadores y sectores importantes del pueblo inglés tienen simpatía por la reina y la monarquía. Esto no es así en el caso del pueblo irlandés y del escocés, especialmente el primero que ha estado en guerra en varias ocasiones contra el imperialismo británico. La ostentosa vida palaciega, de lujos y privilegios exagerados, contrasta con la vida cotidiana de millones de trabajadoras y trabajadores ingleses que sufren la explotación capitalista, mientras subvencionan con sus impuestos a una monarquía parasitaria.
 
* Partido Socialismo y Libertad (PSL), sección venezolana de la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)

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Presentación

Esta nueva edición de Correspondencia Internacional está dedicada al agravamiento de la crisis global del sistema capitalista-imperialista que ha provocado la invasión de Putin y Rusia a Ucrania.

Y a sus consecuencias nefastas sobre las masas con aumento de los precios de la energía, de los alimentos, aumento de la desigualdad social o más gastos en armamentos. Todo esto está produciendo una nueva y vertiginosa caída del nivel de vida de los pueblos del mundo.

Otra expresión de la profundización de la crisis es la ola extrema de calor de Europa que muestra los avances de la destrucción ambiental capitalista. Ya se han quemado más de 500 mil hectáreas de bosques (ver página 33). El río Po, el mayor de Italia, se seca por la falta de lluvias y de nevadas en el invierno. Italia está experimentando la peor sequía en 70 años También la guerra en Ucrania afecta el cambio climático. Alemania y Austria, por ejemplo ampliarán la producción de carbón, aumentando de paso la generación de CO2, por los cortes de suministro de gas por parte de Rusia.


El hambre no deja de crecer. A esto hay que sumarle la crisis migratoria por guerras y hambre. Pero los pueblos del mundo están respondiendo a esta contraofensiva capitalista con huelgas obreras y rebeliones populares como se han dado, por ejemplo, en Sri Lanka, en Ecuador, Panamá o las huelgas obreras en Europa. Dedicamos en esta nueva edición, espacio a estas luchas y rebeliones. Como también a la resistencia del pueblo ucraniano contra la invasión criminal de Putin; y a la lucha de las mujeres de los Estados Unidos y del mundo por el derecho al aborto.

Desde estas páginas impulsamos y apoyamos esas rebeliones y luchas de los pueblos en el mundo para “Que la crisis no la paguen las y los trabajadores. Que la paguen los capitalistas”.

En el reciente plebiscito constitucional en Chile, la mayoría del electorado (62%) decidió rechazar la nueva propuesta, contra solo un 37% que votó por aprobar. Este resultado golpeó a un amplio sector del pueblo trabajador y la juventud que ha sido la vanguardia de la lucha de la rebelión popular de 2019 hasta hoy.
Reproducimos a continuación la declaración del Movimiento Socialista de las y los Trabajadores (sección chilena de la UIT-CI).

 

Chile: Triunfo del rechazo, un balance de la derrota y cómo creemos debe seguir la lucha

Escribe Movimiento Socialista de las, los y les Trabajadores, sección chilena de la UIT-CI

La mayoría del país (62%) decidió rechazar la nueva propuesta constitucional, contra sólo un 37% que votó aprobar. Un resultado que golpeó a un amplio sector de compañeres, compañeras y compañeros que han sido lo mejor de la lucha de la rebelión popular de 2019 hasta hoy. La confusión impera, porque no cabe ninguna duda de que ayer ganaron los grandes empresarios, la derecha y el pinochetismo más recalcitrante. Entendemos y compartimos la decepción de cientos de miles.

Hoy hay una tarea fundamental: entender qué pasó, las verdaderas razones de la derrota y cuáles serán sus consecuencias para el pueblo y la clase obrera. La vieja y nefasta tradición de culpar al pueblo por “ignorante y facho”, de nada nos sirve. Ahora más que nunca debemos fortalecernos con las conclusiones correctas para retomar la lucha, porque sigue siendo urgente.

Las verdaderas razones de la derrota electoral.

Parece absolutamente contradictorio que el mismo pueblo que encabezó una de las rebeliones populares más importante del último tiempo, que votó con un 80% por cambiar la constitución, que hizo ganar en mayoría a candidates independientes para la convención, use ahora esa mayoría para negarse a cambiar la constitución. Pero no lo es.

Esta derrota comenzó a gestarse el 15 de noviembre de 2019, cuando la derecha, la ex concertación y el Frente Amplio, firmaron el Acuerdo por la Paz para salvar al gobierno de Piñera, y desviar la fuerza de la movilización al institucional camino de un proceso constituyente absolutamente condicionado por el empresariado, para que no fuese ni libre ni soberano. No sólo eso, sino que ese acuerdo permitió golpear a los más combativo de la movilización, transformándolos en presos y presas políticas, o reprimiéndolos brutalmente, garantizándole impunidad a Carabineros para esta tarea. Y así fue hasta hoy.

Con el 80% de apruebo en el primer plebiscito, y con una mayoritaria votación a las y los independientes, la clase trabajadora y el pueblo creyó constituir una institución que se opusiera a los corruptos de siempre, pero eso no ocurrió. Por eso luego vino la decepción y la ruptura de millones con el proceso constituyente. La convención constitucional dejó gobernar tranquilamente a Piñera, nada hizo frente a la pérdida de puestos de trabajo y el crecimiento de la pobreza, nada hizo por las y los presos políticos o contra milicos y pacos que reprimieron. Fue otro parlamento más, alejado totalmente de las demandas inmediatas de quienes habían protagonizado la rebelión popular, tal como querían la derecha, la ex concertación y los que hoy componen el actual gobierno.

En esa misma convención constitucional, y tras bambalinas, la mayoría de los “independientes” cedió el control a los partidos, que dejaron fuera del nuevo texto constitucional demandas tan importantes como la nacionalización de las riquezas naturales. Entre forcejeos y maniobras, se dio a luz a una nueva constitución que, aunque con avances democráticos, dejó intacto el modelo económico que ha causado la desigualdad profunda en el país. Por esto el entusiasmo popular con la nueva propuesta se mostró en los apruebazos pero no despertó la simpatía obrera y popular, y cundió la confusión frente a una propuesta que no tomaba las principales demandas por las que salimos a las calles.

Por su parte, otra decepción preparaba el escenario de ayer. La llegada del nuevo gobierno, con el Partido Comunista y el Frente Amplio a la cabeza, ha sido una gran decepción para millones. Frente a la profunda crisis económica que vivimos millones de familias trabajadoras, Boric y su gobierno se niegan a las medidas más básicas para evitar el descalabro. Nada hace ante la inflación, nada hace contra los sueldos de miseria, niega toda ayuda estatal directa y deja intacto los beneficios de los grandes empresarios. Lo que sí ha entregado, a manos llenas, es represión contra el pueblo Mapuche y chileno, y un sinfín de promesas vacías. Por eso millones usaron el voto del plebiscito para castigar a este gobierno.

Más criminal aún fue su actuar en la campaña. Mientras miles trataban de enfrentar, con escuálidos recursos, al pinochetismo del rechazo, Boric y sus partidos firmaron con febril apuro un acuerdo para reformar la nueva constitución en beneficio del empresariado. ¡Negociaba, descaradamente y públicamente, la nueva constitución con el rechazo!, sosteniendo que había que hacer una “constitución de todos”.

Ni que decir de las direcciones de las principales organizaciones sindicales, estudiantiles y populares del país, dirigidas por estos mismos partidos, y que han cumplido un papel nefasto en aumentar la desilusión. La CUT que nada ha hecho por las familias trabajadoras en estos duros momentos, o el Colegio de Profesores, que sólo se limita a palabras de buena crianza para exigir demandas, la CONFECH que lleva años ausente y ahora está totalmente sometida al nuevo gobierno contra el estudiantado, apenas hicieron campaña. Preguntamos: ¿Cuántos actos, y actividades, convocaron con trabajadoras y trabajadores, con el estudiantado, estas organizaciones?

La campaña de la derecha y el rechazo, el veneno de las mentiras y el miedo, recorrió tranquilamente las brechas de desilusión abiertas por quienes hoy dirigen el gobierno, que encabezaron el apruebo, que negociaron con la derecha en la convención, y que durante la rebelión popular salvaron a Piñera. Esta es su derrota. Millones de trabajadores y trabajadoras, estudiantes, mujeres, disidencias y hermanas y hermanos de pueblos originarios, votaron expresando esta confusión, o directamente castigando las medias tintas y los engaños de este gobierno que prometió cambiar las cosas.

Cabe, sin embargo, agregar otro punto no menos importante. Apruebo Dignidad y los viejos partidos han logrado conducir todo el proceso político hasta hoy, porque no hemos logrado construir una alternativa política para les las y los millones que luchamos durante la rebelión popular. Que luche contra la inflación y los sueldos de miseria, por las demandas más sentidas por la clase trabajadora y el pueblo, o que nos permitiera (en su momento) enfrentar las maniobras y engaños en la convención, así como haber empujado un apruebo contra la constitución de Pinochet. Sin esa dirección, como ha quedado claro, todo esfuerzo puede ser en vano.

Usaran esta derrota para seguir atacando al pueblo y la clase trabajadora.

Hoy el triunfo del rechazo le permite seguir empujando a la derecha a un gobierno que ya tendió todos los puentes con los jefes del pinochetismo. No tocando a Piñera ni a los oficiales que impusieron el terror en la rebelión popular, militarizando Wallmapu y reprimiendo movilizaciones, y sobre todo comprometiéndose a un acuerdo nacional para construir la “constitución de todos”. Eso fue, es y será, el gobierno de Boric el PC y el FA.

Ni bien ganaron, y en medio de pequeñas celebraciones que no entusiasmaron a sus propios votantes, los dirigentes del rechazo salieron a tomar la propuesta hecha por el mismo Boric. Ambos bandos, hace mucho tiempo, habían acordado, de espaldas al pueblo, que cualquiera de las dos opciones que gane, debía conducir a un nuevo camino de reformas, pero ahora dirigida totalmente por el corrupto parlamento.

¡Un nuevo proceso constituyente! Les prometió Boric, ¡Hay que hacerle cambios a la constitución del 80’! responde la derecha. Ambos bandos saben que necesitan seguir alimentando las esperanzas en que los cambios “responsables” sólo los pueden dar ellos mismos, encerrados en el congreso. Y para eso se proponen instalar un escenario de reformas que tranquilicen a millones de familias trabajadoras que ven caer su nivel de vida a diario, producto de la crisis económica. El caldo de cultivo del descontento social crece, y el coyuntural triunfo del rechazo no les hace olvidar esta situación.

Tome el nombre que sea, lo que quieren es un nuevo acuerdo nacional para liquidar cualquier vestigio de la rebelión popular de 2019, y seguir descargando el peso de la crisis económica sobre las espaldas del pueblo trabajador. Por eso es urgente sacar las conclusiones sobre la derrota del apruebo este 4 de septiembre, y ordenar nuestras filas para enfrentar nuevos ataques de este gobierno y sus aliados de la oposición de derecha.

Debemos enfrentarlos a todos.

¿Entonces por qué era importante aprobar? Porque el triunfo del rechazo fortalecería, y así lo hizo, a los sectores más reaccionarios del país. Así lo entendimos miles que nos volcamos a los principales actos, o a empujar con nuestras propias fuerzas la campaña. Quienes no sólo buscamos el voto, denunciamos las maniobras del gobierno de Boric, impulsamos llamados a luchar contra la inflación y los sueldos de miseria, y a solidarizar activamente con todas las luchas.

Por esto es fundamental fortalecer esa unidad que se dio entre quienes impulsamos en las calles la lucha contra el pinochetismo y el rechazo. Su triunfo electoral sólo significa más sufrimiento para millones de familias trabajadoras producto de la crisis económica que nos obligan a pagar, mientras los ricos son cada día más ricos.

Necesitamos reagruparnos, unificar luchas, abrir diálogos fraternos, actuar juntes juntas y juntos contra todos quienes quieren usar el triunfo del rechazo para seguir golpeando a la clase trabajadora y el pueblo. Ya vendrán tiempos para lamentarse por la derrota recién pasada, hoy son tiempos de retomar los caminos abiertos por la rebelión popular de 2019.

Por un plan de lucha nacional contra la inflación y los sueldos de miseria.
Contra la militarización de Wallmapu, la represión, y por la libertad de nuestras y nuestros presos.
Contra las negociaciones entre el rechazo y el gobierno de Boric para imponer un falso proceso constituyente, dirigido por los corruptos de siempre.
A unirnos en la lucha, a retomar las calles, a construir juntes juntas y juntos una alternativa política para les las y los que luchamos.
Para que gobiernen les las y los trabajadores y los pueblos en Chile y el mundo.

Comité Ejecutivo MST.
5/09/2022.



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Y a sus consecuencias nefastas sobre las masas con aumento de los precios de la energía, de los alimentos, aumento de la desigualdad social o más gastos en armamentos. Todo esto está produciendo una nueva y vertiginosa caída del nivel de vida de los pueblos del mundo.

Otra expresión de la profundización de la crisis es la ola extrema de calor de Europa que muestra los avances de la destrucción ambiental capitalista. Ya se han quemado más de 500 mil hectáreas de bosques (ver página 33). El río Po, el mayor de Italia, se seca por la falta de lluvias y de nevadas en el invierno. Italia está experimentando la peor sequía en 70 años También la guerra en Ucrania afecta el cambio climático. Alemania y Austria, por ejemplo ampliarán la producción de carbón, aumentando de paso la generación de CO2, por los cortes de suministro de gas por parte de Rusia.


El hambre no deja de crecer. A esto hay que sumarle la crisis migratoria por guerras y hambre. Pero los pueblos del mundo están respondiendo a esta contraofensiva capitalista con huelgas obreras y rebeliones populares como se han dado, por ejemplo, en Sri Lanka, en Ecuador, Panamá o las huelgas obreras en Europa. Dedicamos en esta nueva edición, espacio a estas luchas y rebeliones. Como también a la resistencia del pueblo ucraniano contra la invasión criminal de Putin; y a la lucha de las mujeres de los Estados Unidos y del mundo por el derecho al aborto.

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Otra expresión de la profundización de la crisis es la ola extrema de calor de Europa que muestra los avances de la destrucción ambiental capitalista. Ya se han quemado más de 500 mil hectáreas de bosques (ver página 33). El río Po, el mayor de Italia, se seca por la falta de lluvias y de nevadas en el invierno. Italia está experimentando la peor sequía en 70 años También la guerra en Ucrania afecta el cambio climático. Alemania y Austria, por ejemplo ampliarán la producción de carbón, aumentando de paso la generación de CO2, por los cortes de suministro de gas por parte de Rusia.

El hambre no deja de crecer. A esto hay que sumarle la crisis migratoria por guerras y hambre. Pero los pueblos del mundo están respondiendo a esta contraofensiva capitalista con huelgas obreras y rebeliones populares como se han dado, por ejemplo, en Sri Lanka, en Ecuador, Panamá o las huelgas obreras en Europa. Dedicamos en esta nueva edición, espacio a estas luchas y rebeliones. Como también a la resistencia del pueblo ucraniano contra la invasión criminal de Putin; y a la lucha de las mujeres de los Estados Unidos y del mundo por el derecho al aborto.

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