May 18, 2024 Last Updated 12:25 PM, May 18, 2024

Durante las últimas semanas, la tensión mundial se ha disparado debido al despliegue masivo de tropas rusas en torno a la frontera con Ucrania ante su posible adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

El presidente Biden y la Unión Europea (UE) han denunciado la posibilidad de un choque militar si se produjera una invasión rusa. ¿Se está al borde de una nueva guerra regional o mundial? ¿O se están tensando las negociaciones políticas y económicas entre el imperialismo ruso y el norteamericano por el control de Ucrania y la región?

Lo primero a señalar es que, en medio de la crisis global que vive el sistema capitalista-imperialista es indudable que no podemos negar la hipótesis de que finalmente se pueda producir alguna confrontación armada. Pero consideramos que lo que predomina es una dura y alocada negociación por la influencia política y económica en Ucrania y en toda la región. No hay ningún lado progresivo en este enfrentamiento.

Consideramos lo menos probable una guerra regional y menos mundial.  Aunque ambas partes compitan en declaraciones amenazantes, ambas buscan salir de alguna manera, del pantano político en que están. Sin caer en el ridículo, como le sucedió a Biden con su abrupta salida de Afganistán, y sufrir nuevos desgastes políticos en sus países.

La reunión entre el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken y el ministro de Asuntos Exteriores ruso Serguei Lavrov, del viernes 21 de enero, acordando volver a reunirse a corto plazo, mostraría que la negociación sigue abierta.
El reclamo central de Putin y Rusia es que Ucrania, su ex aliada, no se integre a la OTAN. Pero el trasfondo de la crisis hay que buscarla, por un lado, en el colapso de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) de los años `90. La caída de la dictadura del Partido Comunista y la restauración capitalista llevaron al desmembramiento de la ex URSS debilitando el poder político y económico de la nueva burguesía rusa y del régimen totalitario que encabeza Putin. La independencia de Ucrania, en 1991, fue un golpe importante ya que era, en lo que fue la URSS, la segunda economía y su granero. Ucrania es uno de los grandes productores de alimentos del mundo. Desde el colapso de la ex URSS, el imperialismo europeo y los Estados Unidos lanzaron una ofensiva para convertir a los países de Europa del Este (Polonia, Rumania, Bulgaria, Checa, Eslovaquia y Ucrania) en sus semicolonias.

Hasta el 2014 Rusia controlaba aún a Ucrania vía el gobierno capitalista pro ruso de Yanukovich. Pero la caída vertiginosa del nivel de vida del pueblo trabajador por la restauración capitalista hizo que una rebelión popular tumbara al gobierno aliado de Putin y se impusiera un gobierno pro acuerdo con el imperialismo europeo.

Ante esta derrota la reacción de Putin fue anexar Crimea, territorio ucraniano, y quedarse con la histórica base naval de Sebastopol en la estratégica entrada del Mar Negro. Y, en el mismo 2014, impulsó levantamientos separatistas en la región del Donbass en el este del país. Sectores que siguen controlando esa región con apoyo financiero y en armas desde Rusia. Desde entonces el conflicto sigue latente.

¿Por qué sale ahora Putin con esta contraofensiva? Porque la crisis mundial económica capitalista también la afecta política y económicamente. El imperialismo ruso se ha debilitado, acechado por distintos conflictos. En primer lugar, en Rusia a raíz de sus políticas de ajustes, combinado con las consecuencias de la pandemia del Covid- 19 y la represión, su gobierno ha sufrido un desgaste y esto se ha reflejado en un retroceso en las últimas elecciones. En segundo lugar, ha tenido que sostener a los gobiernos pro rusos interviniendo, directa o indirectamente, con tropas, en las rebeliones populares de Bielorrusia y, recientemente, en la de Kazajistán. Por eso quiere reavivar la crisis de Ucrania, aprovechando su posible adhesión a la OTAN, para tratar de recuperar puntos atizando los sentimientos nacionalistas rusos en amplios sectores populares de su base social. Y por otro lado, Putin quiere negociar en mejores condiciones los precios del gas ruso que va a Europa y la construcción de nuevos oleoductos.

El imperialismo yanqui y europeo le han servido en bandeja el argumento a Putin con su ofensiva para que Ucrania sea parte de la OTAN que es la alianza militar imperialista más importante. Biden y la UE buscan de esta forma, consolidar el control y dominio sobre Ucrania y toda Europa del Este. Política que asume el actual gobierno capitalista de Ucrania que sigue, a su vez, explotando a su pueblo trabajador aliado a las multinacionales.

En este choque entre Rusia, la UE y Biden, no hay nada progresivo. Es una pelea interburguesa para tratar de amortiguar la crisis política y económica que sufren cada una de estas potencias imperialistas. China e Irán han dado un tibio respaldo al reclamo de Putin. Y, a su vez, Putin, entre sus bravuconadas, amenazó con enviar fuerzas militares a Cuba y Venezuela.

Aunque desde la UIT-CI, consideramos que lo menos es que esta crisis culmine en un choque armado importante y que el centro de Biden y Putin es llegar a un acuerdo negociado, no podemos descartar un choque armado. Más cuando no dejan de acumular tropas y armamento ambas partes.

Ante esa posibilidad, desde la UIT-CI, llamamos a repudiar todo intento o amenaza de Rusia-Putin de invadir Ucrania y a reclamar por: Fuera la injerencia en Ucrania del imperialismo ruso como del imperialismo europeo y de Estados Unidos. Fuera la OTAN en Ucrania. Por el retiro inmediato de todo armamento y misiles nucleares de Rusia y de la OTAN. Por la autodeterminación del pueblo ucraniano.

La salida de fondo a esa crisis pasa por que la clase trabajadora de Rusia y Ucrania enfrenten a sus gobiernos e impongan gobiernos de las y los Trabajadores.

Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
24 de enero de 2022
 

Seis meses después de las masivas manifestaciones de protesta del 11 de julio del año pasado, cientos de cubanas y cubanos detenidos por participar en las protestas contra el Gobierno son juzgados, desde enero, en diversos tribunales del país bajo la falsa acusación de “desacato, desorden público, ultraje a los símbolos de la patria, incitación a delinquir, atentado” y en algunos casos de “sedición”, que puede implicar condenas de hasta 30 años de cárcel. Entre ellos hay muchos menores de edad desde los 16 años. Y muchos de ellos fueron detenidos al otro día en redadas que fueron una verdadera cacería.

Aunque no hay datos oficiales, ni información en la prensa cubana controlada por el gobierno, por denuncias de familiares se estima que más de mil personas fueron detenidas en las protestas y entre 600 y 700 están enjuiciadas.

Acusaciones absurdas

Uno de los enjuiciados, por ejemplo, es el joven músico Abel Lescay. El afectado estudia en el Instituto Superior de Arte y ha sido respaldado por su universidad y una campaña internacional de firmas pidiendo su libertad de la cual fuimos parte desde la UIT-CI. El joven contó que el 11-J salió a la calle y se manifestó pacíficamente, pero al día siguiente fue detenido en su casa por aparecer en un vídeo en la manifestación discutiendo con un policía. Desde entonces sufre reclusión domiciliaria en tanto se celebre el juicio. ¡La fiscalía pide 7 años de cárcel!  

Son juicios totalmente montados en base a acusaciones falsas. Para justificar esta represión y condenas a años de cárcel a personas que no cometieron ningún delito excepto manifestarse en las calles, el gobierno de Diaz Canel y el Partido Comunista de Cuba (PCC) dice que las protestas fueron “orquestadas y financiadas desde los Estados Unidos”. Esto no es cierto. Desde ya que el imperialismo intentó utilizar las protestas a su favor. Pero las causas de fondo hay que buscarlas en las políticas ajustadoras aplicadas en enero del año pasado por el gobierno cubano que profundizaron la desigualdad social. En Cuba hace décadas que no hay ningún tipo de socialismo, sino un capitalismo de empresas mixtas y con profunda desigualdad social. Que se combina con la total falta de derechos para reclamar o protestar. En Cuba no existe el derecho de huelga ni a organizar sindicatos libremente. Existe la censura y todo tipo de discriminaciones raciales o de género.

Mientras crece la miseria popular, tanto los dirigentes del PCC, los militares y los nuevos burgueses viven como ricos y con sus privilegios.

Ajuste antipopular

En enero del 2021 se realizó una reforma monetaria y laboral de graves consecuencias. Con lo cual decretaron un mísero aumento del salario y un elevado aumento de todos los precios de consumo popular. O sea, un típico ajuste capitalista. Tan “ortodoxo” que hasta se anunció que tenía por objetivo “incentivar la inversión privada” y se habilitó “la participación mayoritaria de capitales extranjeros en las empresas mixtas (…) en el sector financiero incluye firmas de capital totalmente extranjero” (Clarín, 19/12/ 2020). Anunciaron un aumento del salario mínimo mensual pero los precios de los alimentos, aseo, gas, luz y transporte se incrementaron muy por arriba del aumento salarial. Los salarios son miserables, entre 50 dólares o menos de 100 dólares, no cubren las necesidades básicas. En estos meses se desató una mayor inflación y especulación capitalista con el dólar. El cambio del dólar se estableció en un dólar 24 pesos y en el mercado paralelo ya llega a 95 pesos. Todo lo cual produjo una mayor escasez y más caída del valor del salario. El pueblo cubano hace colas interminables para conseguir comida, sufre cortes de electricidad y, en medio de la pandemia, escasean los medicamentos. Se produjo un fuerte deterioro del servicio de salud que antes era de primer nivel reconocido internacionalmente.

Protestas genuinas

Por eso las protestas del 11 de julio en Cuba fueron totalmente genuinas y responden a motivos similares a las protestas populares del año pasado en Colombia, Chile, Perú, Ecuador, Honduras y otros países latinoamericanos. La gente salió a las calles porque ya no aguanta más la pobreza, el grave deterioro de su nivel de vida.

Por supuesto que el imperialismo yanky tiene su cuota de responsabilidad en la crisis social cubana por su histórico bloqueo y las últimas sanciones. Pero el bloqueo, que siempre repudiamos y combatimos, es solo un elemento, pero no la causa fundamental de la grave situación social que padece el pueblo cubano.

El bloqueo, instaurado en los años 60, que fue mucho más duro, fracasó por la resistencia del pueblo cubano y el apoyo en el mundo a la revolución cubana. Hoy en día es un bloqueo limitado y parcial. Desde hace décadas Cuba tiene relaciones comerciales y políticas con casi todos los países del mundo. Tal es así que desde los años 90, de la mano de Fidel y Raúl Castro, se fue facilitando la inversión privada extranjera, bajo empresas mixtas con las multinacionales, en especial de la Unión Europea y Canadá. El PCC, siguiendo el camino marcado por China, restauró el capitalismo en la isla. Esta es la triste verdad. Ese es el verdadero marco económico-social que explica el inédito estallido social del 11 de julio.

El régimen político de partido único y la justicia están al servicio de los privilegios de esta minoría y para impedir la protesta popular.

Desde la UIT-CI consideramos que el desarrollo de las luchas populares en Cuba es fundamental para terminar con el régimen represor de partido único. La salida no es la que ofrece la derecha cubana pro norteamericana. Sino lograr un verdadero socialismo con libertad que recupere las viejas conquistas sociales de la revolución socialista de 1959. Desde la UIT-CI apoyamos y saludamos la existencia de una izquierda crítica cubana que luche por esta tercera alternativa política socialista e independiente.

En esa perspectiva apoyamos toda lucha del pueblo trabajador cubano por sus reclamos de una vida y un salario dignos, contra la represión y por sus libertades.

Ante los juicios injustos a los presos por las protestas populares, llamamos a la más amplia solidaridad internacional de los sectores que se reclaman antiimperialistas, democráticos y de la izquierda, para reclamar por la inmediata libertad plena de las y los presos del 11J, el fin de los falsos procesos judiciales y por la libertad de expresión, de manifestación callejera y de organización.

Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)

22 de enero de 2022

Sigue la lucha heroica del pueblo palestino contra la ocupación del Estado genocida y sionista de Israel. Después del cese al fuego de mayo, luego de once días de bombardeos israelíes contra Gaza, no ha cesado el hostigamiento y los crímenes del ejército israelí contra los palestinos en Gaza, Cisjordania y Jerusalén.

Finalizados los ataques aéreos, las fuerzas de seguridad de Israel se dedicaron a perseguir y detener a miles de activistas palestinos. Actualmente hay 4.650 palestinos detenidos en cárceles israelíes, de ellos 520 están detenidos sin cargos ni juicio, lo que Israel denomina detención administrativa preventiva. Desde principios de 2021 las fuerzas israelíes han detenido a más de 5.500 palestinos.

Ante el silencio de los medios de comunicación internacionales, en junio Israel reanudó los bombardeos a Gaza, que desde entonces se han venido realizando esporádicamente, violando así el cese el fuego.
El pueblo palestino ha respondido movilizándose en Gaza y los territorios ocupados. Desde julio se han realizado numerosas manifestaciones en la valla que divide a Gaza de Israel, así como en Jerusalén y en los territorios ocupados, contra los bombardeos israelíes, el desalojo de palestinos de sus casas y la ocupación de tierras por colonos sionistas.

Desde la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI) repudiamos estas nuevas agresiones del sionismo. Seguimos apoyando la resistencia del pueblo palestino en el camino de una salida verdaderamente justa, que es la del establecimiento de un solo Estado laico, democrático y no racista en todo el territorio de Palestina.

El 6 de septiembre en una acción espectacular, seis presos palestinos se fugaron de una cárcel de máxima seguridad ubicada en la población de Gilboa, quienes días después fueron detenidos. Esto reavivó las manifestaciones de respaldo a los presos fugados. En ese marco, 1.380 presos palestinos han decidido declararse en huelga de hambre a partir del 21 de septiembre, en protesta por los continuos abusos y la violencia que se ejerce contra ellos en las cárceles israelíes.
Desde la UIT-CI llamamos a redoblar la solidaridad con la lucha del pueblo palestino y por la libertad de todos los presos que se encuentran en las cárceles sionistas.
 
Comité Ejecutivo Internacional de la UIT-CI, Septiembre 2021

Esta nueva edición de Correspondencia Internacional dedica una parte importante a la dura derrota política-militar que ha sufrido el imperialismo norteamericano en Afganistán. Por eso la tapa de esta edición es la foto, que quedará para la historia, que muestra las dramáticas escenas del aeropuerto de Kabul, capital de Afganistán, que recorrieron el mundo. Miles de desesperados afganos y afganas tratando de subirse a un avión militar, es la imagen más evidente de la debacle del imperialismo norteamericano. Después de 20 años de su invasión, dejan al país hundido en un desastre.

Los yanquis y sus aliados de la OTAN se tuvieron que ir de Afganistán y quedaron los talibanes que vuelven al poder. Instalaron un gobierno dictatorial ultra reaccionario que ya ha comenzado a reprimir a las mujeres afganas. Esta derrota del imperialismo se produce en el momento de la más grave crisis económica capitalista mundial, agravada con la pandemia del Covid-19. Crece la desocupación, el hambre y la caída del nivel de vida de las masas. Los gobiernos capitalistas que aplican ajustes y recortes sociales sufren un desgaste al calor de la bronca obrera y popular. Varios de estos temas se desarrollan en esta edición en las secciones sobre Argentina, Cuba, Chile o Perú. También hay notas sobre los incendios forestales que asolaron Europa y otras regiones mostrando la gravedad de la crisis ambiental.

En esta edición destacamos Argentina con notas sobre la debacle electoral del gobierno peronista y el éxito del Frente de Izquierda, que quedó como tercera fuerza nacional. Este avance del FIT Unidad, en la perspectiva de la lucha de clases del país y Latinoamérica, es fundamental en la pelea para fortalecer una alternativa de dirección socialista revolucionaria.

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