May 09, 2024 Last Updated 10:30 PM, May 8, 2024

Izquierda Socialista

Neuquén fue parte destacada de la jornada nacional contra el acuerdo con el FMI. Unos 4.500  manifestantes recorrieron las calles neuquinas, pasando por casa de gobierno y realizando el acto de cierre en el Monumento a San Martin. Junto a los partidos del FITU, marcharon y leyeron el documento dirigentes del Sindicato Ceramista, Aten Capital y otras seccionales opositoras, organizaciones sociales y una decena más de agrupaciones. Es de destacar la presencia de los dirigentes del Sindicato de Judiciales - SEJUN - de reconocida filiación peronista que también fueron parte de los lectores del documento que reflejó no solo la oposición al gobierno nacional sino que ahondó en la denuncia del ajuste en la provincia.

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José Castillo 

Escribe José Castillo
 
El pacto con el FMI no será solución para ninguno de los problemas del pueblo trabajador. Nos obligará a un mayor ajuste y a una seguidilla de pagos año a año que hipotecan nuestro futuro inmediato. Entre los pagos al Fondo y lo que vencerá con los bonistas privados, tendremos que pagar 111.000 millones de dólares entre 2024 y 2033.
 
Desde hace una semana el presidente Alberto Fernández y distintos funcionarios del gobierno del Frente de Todos, empezando por el ministro de Economía Martín Guzmán, vienen insistiendo con la misma frase: “si no se acordaba con el Fondo nos íbamos al abismo. Ahora, con el acuerdo, logramos un sendero de crecimiento, sin ajuste”.

Empecemos por el principio. Es mentira. El acuerdo con el FMI nos sumirá en un ajuste mayor al actual. El gobierno quiere esconder la palabra “ajuste” y la reemplaza por “sendero de consolidación fiscal”. Es exactamente lo mismo. El pacto con el Fondo plantea una reducción del déficit fiscal de este año, llevándolo a 2,5% del PBI, para seguir ajustando en 2023 hasta el 1,9% y luego al 0,9 en 2024, logrando el “déficit cero” en 2025.

¿Cómo se va a lograr esto? Para que lo entiendan nuestros lectores. El déficit es la diferencia entre el gasto del Estado y los impuestos que se recaudan. El año pasado ya hubo un ajuste importante, tal como lo reconoció la propia vicepresidenta Cristina Fernández. Lo pagaron los jubilados con la pérdida del poder adquisitivo de sus haberes, los trabajadores del Estado con salarios a la baja y los perjudicados por el Covid con la desaparición de las ayudas sociales mínimas que habían existido en 2020, como el IFE. Este año se nos exigirá más aún. Y encima se recaudará menos, ya que en nuestro país los ricos son los que menos impuestos pagan (en 2022 no habrá siquiera el insuficiente impuesto a las grandes fortunas del año pasado y ya se anticipa que se recaudará menos de retenciones a los exportadores sojeros).  Todo el ajuste exigido por el Fondo, como siempre, caerá sobre las espaldas del pueblo trabajador. Así, para llegar en 2022 a un déficit de 2,5% del PBI, tal como exige el FMI, habrá que hacer una reducción de gastos del Estado de al menos 5.000 millones de dólares.

¿De dónde va a salir la plata del ajuste?

Aunque el ministro Guzmán dijo que no, es un secreto a gritos que una parte importante del ajuste vendrá por medio de tarifazos. Se reducirán los subsidios a las empresas de servicios públicos privatizados, pero éstas no perderán un solo peso, la diferencia se trasladará al bolsillo del usuario. El gobierno está haciendo “firuletes” tratando de hacernos creer que sólo pagarán este aumento los ricos, pero esto es una vulgar mentira (ver nota en esta misma página). Además, con esto sólo no alcanzará. Otra vez, tal como ya viene pasando, el pato de la boda serán los trabajadores del Estado de todas las actividades (incluyendo docentes y trabajadores de la salud, con salarios a la baja). Ya se habla, como si fuera sin consecuencias, de la eliminación total del “gasto Covid”. ¿Qué quiere decir esto? ¿Que no se comprarán más vacunas? ¿Qué no habrá más testeos gratuitos? ¿Qué se reducirá el personal de salud? Todos interrogantes que nos muestran para dónde va el “sendero de consolidación”, o, para decirlo con todas las letras, el mayor ajuste que prepara el gobierno.
 
Los vencimientos que se vienen

Alguien podrá preguntarse si luego de pasar este infierno de ajustes, al menos nos sacamos de encima definitivamente el karma de la deuda externa. La respuesta es no. Nada se resolverá. Todos estos sacrificios a los que se quiere someter al pueblo trabajador son para apenas correr el grueso de los vencimientos un par de años. A partir de 2024, como se ve en el cuadro que ilustra esta nota, vuelven con todo los pagos. Y no sólo al FMI, también tendremos los miles de millones de dólares que hay que abonar a los buitres privados con los que se acordó el canje de agosto de 2020. Así, los vencimientos crecen en forma exponencial año a año. Sumando de acá a 2034 tendremos que pagar 111.000 millones de dólares. Y ni siquiera así habremos liquidado el total de la deuda externa, que hoy supera los 400.000 millones de dólares.

En síntesis, el acuerdo con el Fondo no nos arregla ni el presente ni el futuro. Es un camino a mayor miseria y saqueo. A eso nos lleva seguir reconociendo y pagando la estafa de la usuraria y fraudulenta deuda externa. Por eso desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad seguimos insistiendo que la única salida es suspender ya mismo todos los pagos y romper con el FMI, para así volcar esos recursos a resolver las más urgentes necesidades populares. Por eso hemos conformado un gran movimiento, que marchó multitudinariamente el 11 de diciembre pasado y volvió a hacerlo este martes. Ese es el camino.
 

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Escribe Guido Poletti

Arrancó el año y ya empezaron los guadañazos al bolsillo del pueblo trabajador. Después de varios meses sin movimientos (para disimular durante la campaña electoral), YPF anunció la primera suba de combustibles del año, que obviamente fue inmediatamente seguido por las otras empresas privadas del sector (Shell, Axion). En concreto la nafta aumentó un 9%, mientras se afirma que es sólo el primero de una serie de incrementos que se irán dando en las próximas semanas y meses, hasta llegar al menos a un 15%. Sabemos lo que significa un aumento de la nafta: empieza castigando directamente al que carga en el surtidor de la estación de servicio; pero a las pocas semanas termina generando suba de los pasajes del transporte de media y larga distancia, después de los colectivos urbanos, taxis y remises; y finalmente, se usa como excusa para trasladar el “mayor costo” a toda la economía, en particular los bienes de consumo popular.

Pero la suba de combustibles no es lo único. A ello se suman, cumpliendo las exigencias del FMI, las audiencias para los tarifazos en la electricidad y el gas. En el caso de la energía eléctrica, el gobierno de Alberto Fernández quiere dibujar que sólo se verán perjudicados algunos sectores de altos ingresos, geográficamente localizados en la franja norte de CABA y el Gran Buenos Aires. Además de que es imposible sectorizar cada caso en particular, ya anticipamos que la exigencia de ajuste del FMI hará que, más temprano que tarde, todo el pueblo trabajador se vea perjudicado por los tarifazos. En el caso del gas, será algo que se verá sin dudas cuando aumenten los consumos en el próximo invierno.

El FMI exige un mayor ajuste. Y el Fondo, por medio de estos incrementos de precios y tarifas, se asegura que las empresas privatizadas (y en el caso de la nafta los monopolios petroleros que “copian” el aumento de YPF) no pierdan un centavo, cayendo los sacrificios sobre las espaldas del pueblo trabajador.

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Alberto Fernández visitó Rusia y China. De este último país se anunciaron inversiones por 23.000 millones de dólares. Otra puesta en escena de que la dictadura imperialista China nos salvará. Néstor Kirchner hizo anuncios similares en su momento, lo que después se llamó “el cuento chino”.

El anuncio de ingresar a la Ruta de la Seda no es más que poner al país al servicio de seguir engordando los negocios de los burgueses, capitalistas y multinacionales chinas mediante el saqueo y la contaminación. Hasta Fernández le regaló la frase al dictador Xi Jinping: “si usted fuese argentino sería peronista”. Y advirtamos que Rusia no es más el país de los soviets de Lenin. Hoy son potencias imperialistas. Solo persiguen grandes negocios. Rusia invertirá en la línea férrea Vaca Muerta-Bahía Blanca, por ejemplo.

China es el segundo socio comercial de la Argentina. Mientras nuestro país le suministra productos primarios como porotos y aceite de soja, carne vacuna con hueso, camarones y langostinos, China nos vende maquinarias, químicos y textiles, entre otros productos manufacturados. Este representa un rojo para el país de 7.200 millones de dólares.

El gobierno, espera anuncios de inversión y joint ventures (asociación) de empresas chinas en la Argentina en ferrocarriles, petróleo, electromovilidad, minería, energía nuclear, litio, finanzas, tecnología e incluso deportes. Y se anunció Atucha III. La empresa Zijin Mining interesada en minería es una de las 11 grandes auríferas del mundo que se quedó con el proyecto Tres Quebradas en Fiambalá, Catamarca. También construyó la base de exploración del espacio en Neuquén y se anuncian reactivaciones en las hidroeléctricas de Santa Cruz, donde una empresa estatal china fue denunciada por corrupción y contaminante. Muchas de estos emprendimientos son hasta con mano de obra china.

China superexplota a su clase obrera y campesina y usa a nuestros países para llevarse sus riquezas, recursos naturales, el uso del agua y nuestros ferrocarriles. Recordemos cuando Franco Macri, el padre del ex presidente, era el encargado en Latinoamérica de los negocios de la chin  a imperialista. O cuando ante el escándalo reciente y la movilización ambiental se frenó el proyecto de las megagranjas porcinas para el gigante asiático. El “crecer para pagar” la deuda del gobierno incluye estos planes de mayor saqueo para el país.

Claudio Funes

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Juan Carlos Giordano

Escribe Juan Carlos Giordano, Diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad 

Máximo Kirchner renunció a la presidencia del bloque del Frente de Todos en Diputados, criticando el acuerdo con el FMI. Esto generó una nueva crisis en el gobierno y una lógica simpatía entre sus seguidores. “Alguien que se le planta al FMI”, dijeron algunos. ¿Pero qué hay detrás de sus críticas y cuáles son sus alcances?

El jefe de La Cámpora renunció por “no compartir la estrategia utilizada y mucho menos los resultados obtenidos en la negociación con el FMI”, según dijo. Esto podría sugerir que Máximo Kirchner está en contra de haber pactado con el FMI, que no reconoce la deuda que dejó Macri o cuestiona los pagos de una deuda usurera. Lamentamos decir que nada de eso es lo que dice ni plantea el hijo de la vicepresidenta.

Máximo critica la “estrategia” en las negociaciones de su gobierno con el FMI. ¿Pero ahora lo dice? ¿Después de que se pactó? ¿Y cuál es la suya? El mismo lo señala: haber llegado a otro acuerdo, supuestamente más favorable. Critica “los errores y abusos” del FMI, como si no fuera la misma lógica de todos los acuerdos anteriores. Vaya la novedad. Y corregimos, no son solo errores y abusos, lo que hubo y habrá son brutales ajustes, saqueo, dependencia y sometimiento a lo largo de los últimos 40 años.
Sus críticas parciales intentan reacomodarse ante un acuerdo que no cae bien entre los luchadores y quienes vinieron reclamando desde sectores críticos del gobierno “no volvamos al Fondo”.

No hay ninguna “estrategia válida” que no pase por desconocer la “herencia de Macri” como pregona el kirchnerismo. El gobierno nacional “pagó más por la deuda que dejó Macri que lo que se destinó para la pandemia”, según reveló la propia Cristina Kirchner.
Ni siquiera Máximo Kirchner plantea lo que en su momento se conoció como “Proclama del 25 de mayo”, donde diputados y gobernadores peronistas-kirchneristas y la CGT y las CTA, entre otros, decían que debían suspenderse los pagos de la deuda hasta que dure la pandemia. Ante esto, les exigimos que llamen a luchar por ello, y a la CGT y las CTA a que hagan asambleas en los lugares de trabajo para debatir la propuesta y emprender acciones de lucha, algo que nunca hicieron.

También es bueno aclarar que Máximo Kirchner no rompió con el gobierno. Sigue siendo parte del mismo. Y agregamos que vino votando la movilidad jubilatoria a la baja para cumplir con el FMI y la política central del Frente de Todos con salarios a la baja, la inflación del 50%, despidos y trabajo precarizado, reducción en las partidas en salud o la quita del IFE. Temas por los cuales Máximo nunca levantó la voz. Ahora aumentó la nafta y se vienen nuevos tarifazos como parte del acuerdo con el FMI. ¿Dijo algo Máximo de esto? Nada.

Máximo hace críticas. No quiere perder parte de su base social que repudia al FMI y ve que ahora vuelve con más ajuste de la mano del Frente de Todos. Pero no propone ninguna salida alternativa ni llama a movilizar en repudio. Si fuera consecuente con sus críticas, debería hacerlo.

No hay que dejarse engañar. Lo mismo hizo Cristina cuando publicó una carta después de las PASO, criticando a sectores del gobierno para no quedar pegada a la derrota electoral. Lo mismo decimos para aquellos que también vienen criticado el acuerdo, como Claudio Lozano o Patria Grande. Todos hablan de “otro acuerdo más beneficioso”, cuando no hicieron nada para evitar el que se firmó.

Nada de esto implica sectarismo hacia sectores peronistas descontentos. Lo que se intenta es clarificar las posturas y no dejarse engañar con reacomodos en las alturas entre sectores del gobierno, cifrando expectativas en que Máximo Kirchner puede encarnar un sector progresivo. Lamentablemente sectores de izquierda como el Nuevo Mas actúan en ese sentido, planteando por ejemplo en la plenaria previa a la marcha del 8 que la misma se debía suspender, esperando a ver si se suman sectores críticos con el peronismo o ahora llamando a que Máximo Kirchner “gane las calles”, sin denunciar su política.

Desde Izquierda Socialista y el FIT Unidad llamamos a repudiar el pacto del gobierno con el FMI y todo pago de deuda externa como primer paso para imponer un plan económico alternativo obrero y popular. En ese camino, marchamos este 8 de febrero junto al sindicalismo combativo y cientos de organizaciones llamando a todos los sectores descontentos con el gobierno a que se sumen.

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