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Una pandemia cuyo fin no se ve

Escribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI

Las nuevas variantes, primero la Delta y ahora la Ómicron, parecen anunciar el tercer año de pandemia pese a la vacunación.
Ayoade Olatunbosun-Alakija, vocera de la Alianza Africana para la Entrega de Vacunas, afirmó recientemente que “La aparición de esta variante era inevitable. Se debe a la falta de vacunación por el acaparamiento de vacunas por parte de los países desarrollados”.

No es solo el acaparamiento, es el monopolio capitalista de la producción de vacunas garantizado por la propiedad de las patentes por parte de las multinacionales. Esto impide que se puedan producir masivamente las vacunas por parte de países que tienen la tecnología y los recursos humanos para hacerlo, como por ejemplo Sudáfrica, Brasil, Argentina, México y otros países de distintos continentes.
Al revés de lo que dicen los “antivacunas”, el rebrote no se debe a que “las vacunas no sirven”, sino a que una gran parte de la población mundial no fue vacunada. Esto propicia la aparición de nuevas mutaciones que pueden ser más contagiosas.

Y se debe, en primer lugar ,a que las vacunas y medicamentos para el Covid-19 son un gran negocio capitalista de los monopolios farmacéuticos, como sucede en general con los medicamentos. Es necesario liberar las patentes para que pueda encararse una vacunación masiva que permita cubrir a toda la población mundial.

Para terminar con el Covid-19, con sus actuales características mortíferas, y frenar el surgimiento de otras pandemias, es necesario liberar las patentes de vacunas y medicamentos, para que sean accesibles gratuitamente para todos los países y habitantes del mundo, y luchar por sistemas estatales de salud controlados por trabajadores y usuarios, gratuitos y de excelencia para todos y todas.