Escribe Mercedes Trimarchi
Diputada provincial electa Izquierda Socialista/FIT Dirigente de Isadora
Como hace 33 años, el Encuentro Nacional reunió a mujeres de todo el país que viajaron a la ciudad de Trelew. Como era de esperar, en el año del debate por el derecho al aborto, a pesar de la distancia y de las dificultades para llegar, participamos unas 50.000 mujeres.
Los talleres más numerosos fueron los de “Estrategias para la legalización del aborto” en los que luego de las movilizaciones del 13J y el 8A, muchas mujeres participaron entusiastas y con fuerza para seguir la pelea por el aborto legal, seguro y gratuito. Los planteos allí estuvieron cruzados con las organizaciones que proponen que debemos esperar a 2020 para seguir con esta lucha, porque recién allí cambia la composición del Senado. Otras agrupaciones plantean una consulta popular o plebiscito sobre el aborto. Desde Isadora e Izquierda Socialista consideramos que esas posturas son equivocadas. Primero porque esperar dos años significa más muertes por abortos clandestinos y además es confiar en el Senado y no en nuestras propias fuerzas para lograr la ley.Segundo, nuestros derechos no se plebiscitan sino que los debemos conquistar con la movilización. Así lo debatimos en los talleres y fundamentalmente fue ahí donde renovamos nuestro compromiso de seguir en las calles hasta #QueSeaLey.
Las protagonistas fueron las pibas jóvenes, muchas de ellas estudiantes secundarias, las mismas que todo el año estuvieron organizando los pañuelazos en los colegios y en las plazas de todo el país. Las que reclaman que se aplique la educación sexual en las escuelas y que sea laica, científica y con perspectiva de género. Y son las que le aportaron con maquillaje y glitter color, alegría y entusiasmo a la inmensa marcha final que recorrió la ciudad y que conmovió a las lugareñas que se sumaron con aplausos o levantando en alto los pañuelos verdes.
Párrafo aparte merecen los sectores antiderechos liderados por la Iglesia Católica y las evangélicas, avalados por el gobierno que durante los meses previos hicieron lo imposible para que el evento no se haga. Los medios de comunicación decían que las mujeres que viajábamos al Encuentro seríamos violentas y que intentaríamos incendiar la ciudad. Por ejemplo, hasta el diario Clarín (14/10) tituló “Encuentro Nacional de Mujeres: venden nafta en botellas y sospechan que están armando bombas molotov”. Todo esto habilitó requisas (que no encontraron nada) en los colectivos que ingresaban a la ciudad, ataques con piedras a una escuela en la que se alojaban varias delegaciones y la razzia que realizaron policías de civil al finalizar la marcha, que culminó con represión y la detención de diez mujeres que fueron brutalmente agredidas. Repudiamos la represión y la campaña de odio hacia las mujeres que los grupos antiderechos realizaron para opacar la inmensa manifestación y fuerza que tenemos las mujeres que luchamos por nuestros derechos.
Frente a estos ataques, que no son nuevos porque ya en 2015 y en 2016 también reprimieron la marcha del Encuentro, las mujeres tenemos que responder con más fuerza y organización. Por eso, a pesar de las maniobras de la comisión organizadora (CCC, CTA, PJ y FpV) que burocráticamente intenta encorsetar el Encuentro para que no se desarrolle como un verdadero espacio de organización de las mujeres, la marea verde logró llevar su lucha a las calles de Trelew. A pesar de que la mayoría de las que participamos exigimos que la próxima sede del Encuentro sea en Buenos Aires, para potenciar nuestra lucha, el 34º Encuentro de Mujeres será en la ciudad de La Plata. Y como las mujeres estamos haciendo historia, tendremos un nuevo desafío, lograr que el próximo Encuentro de Mujeres sea aún más multitudinario para conquistar nuestros derechos.
Escribe Mercedes Trimarchi, Dirigente de Isadora y diputada provincial electa Izquierda Socialista/FIT
Como cada año desde 1986, en nuestro país se realizan los Encuentros Nacionales de Mujeres, en los que decenas de miles nos reunimos para debatir cómo nos organizamos mejor para conquistar nuestros derechos. El primer encuentro fue hace 32 años en el teatro San Martín de la ciudad de Buenos Aires; en aquel entonces se peleaba por la ley de divorcio y la patria potestad compartida. Pasadas tres décadas, con la lucha conquistamos algunos derechos, sin embargo nos queda mucho por hacer.
El Encuentro cambia de sede todos los años. El anterior fue en Chaco y reunió a unas 30.000 mujeres; en Rosario, en 2016, fuimos alrededor de 60.000, y se espera que lleguemos unas 50.000 a Trelew. El corazón del Encuentro son los talleres, que están divididos por temas muy variados: política, salud, deuda externa y las diferentes violencias que sufrimos las mujeres. En cada uno de estos espacios las mujeres debatimos pero, fundamentalmente, nos organizamos para dar mejor las peleas para conquistar nuestros derechos.
Este año el eje central es cómo seguimos la pelea por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Este 2018 quedará marcado para siempre como el año en que irrumpió la marea verde. Por eso los talleres de estrategias para la legalización del aborto en el Encuentro serán los más concurridos. Allí debemos debatir cómo hacemos para conquistar este derecho que ya existe en la mayoría de los países del mundo y que aún nos falta en la Argentina y la mayor parte de Latinoamérica. Nuestra estrategia para conseguirlo es el camino de la movilización. Algunas corrientes difieren de este planteo y proponen esperar hasta 2020 a que cambie la composición del Senado, pero la lucha es ahora. Otras agrupaciones plantean un plebiscito o consulta popular que involucre a los partidos patronales y a la Iglesia, que son enemigos de las mujeres. Desde Isadora e Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda insistimos en que nuestros derechos no se plebiscitan sino que se conquistan en la calle. No confiamos en este gobierno ni en el parlamento, solo confiamos en la fuerza imparable de la movilización de las mujeres.
A su vez, la enorme marea verde puso en evidencia que aunque existe una ley de educación sexual integral (ESI) desde hace doce años, no se cumple. Las propias evaluaciones del Operativo Aprender establecieron que solo ocho de cada diez estudiantes recibieron alguna clase de educación sexual. Y si la ley no se cumple es por responsabilidad de los gobiernos (kirchnerismo y macrismo) que pactaron con la Iglesia Católica para que no se aplique. En estos meses de debate logramos que salga un dictamen de modificación de la ESI para que sea laica, científica y con perspectiva de género. Como los sectores reaccionarios, antiderechos y conservadores pretenden frenarla debemos impulsar una masiva movilización al Congreso el día que se vote para que salga la ley.
A estos sectores antiderechos el gobierno los premia con privilegios económicos y subsidios, como fueron los 130 millones de pesos que recibió la Iglesia Católica durante este año para pagarles los sueldos a los obispos, que no trabajan. El rechazo a esta institución milenaria crece día a día y se organizan apostasías colectivas en las plazas de todo el país. La campaña de separación inmediata de la Iglesia del Estado va tomando fuerza porque son miles de fieles los que rompen con el dogma, el autoritarismo y el poder de la Iglesia Católica.
Estos son los principales debates que en el 33º ENM vamos a dar desde Isadora e Izquierda Socialista, convencidas de que debemos potenciar este evento, único en el mundo, como un verdadero espacio de coordinación de las luchas que las mujeres damos todos los días contra la opresión. Ese es el desafío que tenemos las mujeres para enfrentar a los políticos patronales que sostienen los acuerdos con la reaccionaria Iglesia Católica, enemiga declarada de las mujeres, y con el FMI que ajusta al conjunto de la clase trabajadora y perjudica aún más a las mujeres. Sumate a Isadora y demos juntas esta pelea.
Escribe Mercedes Trimarchi, Dirigente de Isadora y diputada provincial electa Izquierda Socialista/FIT
El pasado 4 de septiembre se firmó con dictamen de mayoría en el Congreso un proyecto para reformar la ley 26.150 de educación sexual integral. Sectores ligados a la Iglesia Católica y a las evangélicas, preparan movilizaciones contra las reformas y ya lanzaron una campaña por redes sociales contra lo que ellos denominan “ideología de género”. La necesidad de reformar la ley se evidenció luego del debate por el derecho al aborto que movilizó a millones de personas, especialmente a jóvenes secundarias que denunciaron la falta de ESI en las escuelas.
Aunque fue sancionada en 2006, hace ya doce años, la ley no se aplica. Como dice el refrán, hecha la ley hecha la trampa. De acuerdo con el texto vigente, las provincias no están obligadas a adherir a la ley, a su vez, tampoco se realizan las capacitaciones necesarias al personal docente y además las instituciones deciden qué contenidos dar de acuerdo con sus creencias. Ejemplo de ello, son las escuelas confesionales católicas y evangélicas que no aplican la ley y, si lo hacen, es con materiales sin ningún tipo de validez científica.
Pero no es solamente un problema de redacción de la norma sino que tiene que ver con la voluntad política de los gobiernos que permiten que estas instituciones incumplan la ley, dejando a millones de estudiantes sin el derecho a recibir un conocimiento fundamental para su desarrollo. Las cifras en nuestro país son escalofriantes. Según un informe de la Unicef, cada año en Argentina hay tres mil niñas menores de 15 años que se convierten en madres, y en el 83,4% de los casos fueron embarazos no planificados. Por ejemplo, la Argentina es el país de la región con mayor cantidad de nuevos casos de VIH por año y 9 de cada diez personas que contrajeron esta enfermedad no utilizaron preservativo.
Pero no se trata solamente de evitar enfermedades, desde el movimiento feminista venimos planteando que la enseñanza de la educación sexual no debe estar restringida solamente a brindar información acerca de los cuidados del cuerpo para evitar contagios vinculados con la transmisión sexual. Es importante también que podamos avanzar en una ESI sobre la base del respeto y la no discriminación. Por eso, exigimos que la ESI además de laica y científica tenga perspectiva de género. ¿Y qué significa? De manera sencilla, que en la ESI no se reproduzcan los estereotipos y roles de género tradicionales de mujer/varón. Tampoco que solamente se hable de parejas heterosexuales, como si no existieran otras relaciones. Lo mismo, en relación con la sexualidad que solo queda restringida a lo genital y a lo reproductivo.
Al calor de las movilizaciones por el derecho al aborto logramos visibilizar estos reclamos por los que llevamos años peleando. Y ahora no solamente discutimos que se aplique la ESI sino también qué ESI queremos. Tiene que ser laica, científica y con perspectiva de género. Lo opuesto a lo que pretenden los sectores antiderechos, oscurantistas y conservadores ligados a las iglesias que están a favor del aborto clandestino y de cientos de muertes de mujeres pobres al año por esta causa.
Desde Isadora e Izquierda Socialista, como parte de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto seguimos exigiendo educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir. ¡Inmediata separación de la Iglesia del Estado! Y ¡Basta de subsidiar a la Iglesia Católica!
Mercedes Trimarchi, diputada provincial electa de Izquierda Socialista -FIT por la provincia de Buenos Aires, estuvo en Brasil junto con nuestro partido hermano CST-PSOL, recorriendo varias ciudades para socializar la experiencia de la lucha del movimiento de mujeres de la Argentina por el aborto legal e intercambiar experiencias con las mujeres brasileñas que están impulsando la pelea por sus derechos en su país. La gira se inició en el estado de Río de Janeiro, donde se realizó un panel de debate con la participación de más de 400 estudiantes (foto) en el auditorio de la Universidad Federal Fluminense en Volta Redonda. La gira siguió en el norte, en la ciudad de Belem, donde se llevó adelante una actividad de intercambio con las mujeres en lucha y culminó con una rueda de conversatorio en la ciudad de Belo Horizonte.
M. B.
Escribe Mercedes Trimarchi Dirigente de Isadora y diputada de Izquierda Socialista
Diana Sacayán fue una referente de la comunidad travesti a la que mataron de trece puñaladas en su departamento de Flores en octubre de 2015. Su cuerpo fue encontrado atado de pies y manos. Tras varias audiencias, el pasado 18 de junio se conoció la sentencia que fue contundente: Gabriel Marino recibió la condena máxima por homicidio agravado por odio de identidad de género, es decir travesticidio. Un fallo histórico y sin precedentes.
Son pocos los casos de asesinatos de travestis que llegan a juicio y solo cuatro han tenido condena, muy bajos en relación con el tipo de crimen. Recordemos que las personas travestis, transexuales y transgéneros son altamente discriminadas y excluidas desde temprana edad de los ámbitos educativos, de salud y luego del trabajo formal.
Se ven expuestas a muchas formas de violencia: física, simbólica, psicológica, sexual y económica. Esto es lo que lleva a que en la Argentina su esperanza de vida sea de 35 años. Entre las causas principales de muerte están los travesticidios y el sida. A pesar de los últimos avances en materia legal, como la ley de matrimonio igualitario (2010) o la ley de identidad de género (2012), las personas trans siguen siendo altamente estigmatizadas y criminalizadas. Un informe elaborado por el CELS de 2017 señala que en las cárceles de la provincia de Buenos Aires, ocho de cada diez travestis están presas sin condena.
Quién era Diana Sacayán
Diana fue una defensora de los derechos humanos, activista travesti impulsora de las leyes de identidad de género y la del cupo laboral para las personas trans. A sus 39 años, llevaba dos décadas de militancia social. En 2001 creó el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL), una organización dedicada a promover la inclusión educativa, laboral y sanitaria de las personas de la diversidad sexogenérica. Nació en Tucumán, de una familia humilde que se trasladó a la localidad bonaerense de Gregorio de Laferrere, siendo ella todavía muy chica. Orgullosa descendiente del pueblo diaguita, asumió su identidad travesti a los 17 años y desde su adolescencia fue víctima de detenciones y persecuciones policiales por contravenir el Código de Faltas de la Provincia de Buenos Aires, que criminalizaba al travestismo.
En 2012, Diana se convirtió en la primera travesti en postularse como Defensora del Pueblo por La Matanza, logrando integrar la terna final. Logró ver un mes antes de su asesinato la sanción de la Ley de Cupo Laboral travestitrans en la provincia de Buenos Aires, que al día de hoy sigue sin reglamentarse.
Desde Izquierda Socialista acompañamos a la familia de Diana durante el juicio y celebramos la condena a cadena perpetua por travesticidio. Fue triunfo de la movilización de las organizaciones sociales, políticas y de la diversidad sexogenérico que, junto al movimiento de mujeres, viene avanzando en su organización y masividad, tal como se vivió el pasado 8M, que se suma al logro que significó la liberación de Higui, el año pasado. Este jueves 28 de junio vamos a participar de la tercera marcha nacional contra los travesticidios y transfemicidios que en Buenos Aires será de Plaza de Mayo a Congreso a las 18. Solo luchando y en las calles lograremos nuestros derechos.