Las encuestas dan que la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner podría ganarle en las PASO a Macri-Pichetto. Millones repudian al gobierno nacional, pero hacemos una alerta. ¿Es “útil” votar por Alberto Fernández? ¿Por qué votar a quienes ya dicen que van a mantener el acuerdo con el FMI, no están a favor del aborto legal y abren el paraguas diciendo que no habrá cambios mágicos si llegan al gobierno para justificar un nuevo ajuste?
Escribe Juan Carlos Giordano, Diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT
El amplio repudio al gobierno nacional hace que empiecen a ganar terreno los razonamientos de que “hay que sacarse de encima a este gobierno sea como sea”, o que “con cualquiera que le gane vamos a estar mejor”. Compartimos el masivo repudio a Macri, pero apoyar a la fórmula Fernández-Cristina no va a ser una solución de fondo para un trabajador que lucha contra los despidos o el robo salarial, para una mujer que reclama por el aborto legal o un joven que vive en la precarización.
¿“Esperanza” con el FMI?
La plataforma del Frente de Todos arranca diciendo que “hay que recuperar la esperanza y superar la crisis económica y social”. Pero a renglón seguido llama a formalizar un “acuerdo amplio con los acreedores de la deuda”. A tal punto que Alberto Fernández se va a reunir con los emisarios del FMI esta semana (ver recuadro).
En esto somos categóricos: no se va a poder superar ninguna crisis social de la mano del FMI y los pagos de la deuda. Ningún país salió adelante con el Fondo Monetario. Al contrario, el FMI es sinónimo de ajuste, hambre, pobreza y saqueo. Lo vemos con los planes de ajuste aplicados en Haití, Nicaragua, Grecia y otros países.
“Acordar” con el FMI es reconocer el pacto firmado por Macri a espaldas del pueblo trabajador. Darle el título de “acreedores” a quienes prestaron plata para salvar a los especuladores y prohíben que algo vaya a salario o trabajo, es un reconocimiento a un pacto entreguista y a una deuda que el pueblo trabajador no vio.
La Argentina va a recuperar su soberanía económica y política desconociendo el pacto Macri-FMI y disponiendo los enormes fondos que van para una deuda ilegítima y fraudulenta a reactivar la economía. Esa es la única forma para que haya salario y trabajo.
A tal punto no habrá soluciones de fondo con Fernández-Fernández, que uno de los economistas de consulta de Alberto Fernández, Alvarez Agis, ya ha dicho que hay que “congelar la distribución del ingreso por un año”, es decir, que no habrá recomposición salarial ni jubilatoria en caso de que gane.
Con la “mesa de concertación y el contrato social” pierde el pueblo
Alberto y Cristina hablan de conformar un acuerdo entre “todos los sectores”. ¿Quiénes serían? Gobierno, grandes empresarios, burócratas sindicales y la iglesia. Sergio Massa dice que en ese contrato tienen que estar los “grandes industriales y los bancos”. ¿Qué puede salir de eso? Nada a favor de los trabajadores.
En vez de postular la prohibición de despidos y suspensiones, anular los tarifazos a 2015 o aumentar salarios y jubilaciones al valor de la canasta familiar, Alberto-Cristina y Massa solo destacan en su plataforma a Vaca Muerta (es decir, el tremendo saqueo petrolero gasífero) y hablan de generar “núcleos tecnológicos en relación al agro, el petróleo y la minería”, es decir, seguir gobernando para la oligarquía terrateniente, pools de siembra, petroleras y mineras como la Barrick. ¿Estos son los que nos van a salvar?
¿Y del aborto legal? La perla del acuerdo programático firmado por Fernández y Massa está en que no habla del aborto legal. El kirchnerismo, de esta forma, vuelve a darle la espalda a millones de mujeres que reclaman ese derecho. ¿Por qué hay que votarlo entonces?
¿“Mal menor” o Frente de Izquierda?
A esta altura nos preguntamos: ¿qué utilidad tiene votar por Fernández-Fernández si van a seguir con el FMI y pagando una deuda por encima de las necesidades populares? ¿Qué utilidad tiene votar por una fórmula que no va a legalizar el aborto?
Muchos van a votar a Cristina “tragándose el sapo” de Alberto y Massa, o directamente sin mucho entusiasmo. Pero no todo vale para sacar a Macri. Votar al mal menor y no por quienes planteamos un combate de fondo contra Macri, el FMI y el ajuste es un paso equivocado que llamamos a rever.
Durante décadas se vino votando al “mal menor” para sacar a tal o cual político patronal, lo que resultó un perjuicio para el pueblo trabajador.
En los años 80 se votó por el radical Alfonsín que nos trajo la hiperinflación y las leyes de la impunidad (Obediencia Debida y Punto Final). Después, para sacarse de encima a Alfonsín, se votó al peronista Carlos Menem que prometía el “salariazo y la revolución productiva” (con el apoyo de lo que fue después el kirchnerismo). Pero esas promesas se transformaron en el remate de todas las empresas del Estado, flexibilización laboral y la duplicación del endeudamiento con el FMI. Después había que votar a De la Rúa para sacarse de encima a Menem, el mismo que nos llevó a la profunda crisis de 2001. En 2015 muchos optaron por Macri para sacarse de encima al kirchnerismo, con las consecuencias que hoy padecemos. Y ahora, muchos dicen votar a Alberto-Cristina para sacarse de encima a Macri.
Llamamos a los luchadores a reflexionar. Les proponemos que en vez de votar a Fernández-Cristina lo hagan por el Frente de Izquierda-Unidad para ganarle de verdad a Macri, al FMI y el ajuste y para fortalecer una alternativa política que pelee por una salida de fondo contra este gobierno y el que viene.
Escribe Gabriel Massa
La unión a las apuradas de Lavagna y Urtubey no es muy sorprendente. Son los sobrevivientes de la otrora famosa “tercera vía” del Peronismo Federal. Además comparten, al igual que el resto de los demás candidatos patronales, mantener el acuerdo con el FMI impulsando las reformas laboral y previsional. Se postulan como los candidatos serios que traerán “números ordenados” de la economía para mostrarles orgullosos a los organismos internacionales y a los acreedores que saben hacer las cuentas y honrar las deudas.
Entre sus apoyos están Luis Barrionuevo, uno de los burócratas sindicales más conocidos, quien se postula por Catamarca. Su esposa, Graciela Camaño, va como candidata a primera diputada por la provincia de Buenos Aires. Chiche Duhalde figura como candidata a senadora provincial.
Por su parte, la centroizquierda participa de este espacio, mezclada entre burócratas y políticos desprestigiados. En 2007 Margarita Stolbizer rompió con el radicalismo, por el que había sido concejala y diputada, porque los radicales apoyaron la candidatura presidencial de Lavagna. Y ahora termina con su fuerza siendo parte de la lista del propio Lavagna. También ahí adentro está el PS de Lifschitz, que viene de perder las elecciones en Santa Fe.
Ahora, por las vueltas de la vida y de la rosca política patronal, Margarita y Lifschitz se unen a Lavagna, Urtubey, Duhalde y Barrionuevo. Los progresistas de ayer con lo más rancio del peronismo y la burocracia sindical se mezclan “en un mismo lodo, todos manoseaos” como lo escribió Enrique Santos Discépolo en uno de sus famosos tangos.
Escribe Gabriel Massa
Pocos políticos han visto derrumbar sus perspectivas electorales como Sergio Massa en apenas cinco meses antes de las elecciones.
Con su Frente Renovador fue uno de los principales impulsores del Peronismo Federal -junto al gobernador Schiaretti de Córdoba, Urtubey de Salta y el senador Pichetto- buscando romper la polarización entre Macri y el kirchnerismo. El Frente Renovador se mostraba como una oposición “seria”.
Inicialmente para sus aspiraciones electorales, Massa contó con el guiño de algunos de los gobernadores peronistas. Y las encuestas le dieron incluso en algún momento la perspectiva de hacer una buena elección. Massa buscaba correr por la tercera vía, ni Macri ni Cristina, la famosa “avenida del medio”.
Pero ese espacio se fue deshilachando. Massa y el grupo de gobernadores, por un lado, venían apoyando el ajuste, pero a la vez pretendían posar de opositores. El fortalecimiento del peronismo kirchnerista le fue robando a Massa el apoyo de la mayoría de los gobernadores, de otras figuras por fuera del peronismo, como el caso de Stolbizer que se fue con Lavagna, y de un número creciente de los diputados del propio Frente Renovador, que terminaron por diluir las aspiraciones y el armado político original del ex hombre fuerte de Tigre. Luego Pichetto también se fue de Alternativa Federal para pasar a ser el candidato a vice de la fórmula de Macri.
Finalmente a Massa no le quedaban muchas opciones. Primero buscó condicionar su matrimonio por conveniencia con el kirchnerismo buscando definir la fórmula presidencial en las PASO, amagando competir con Alberto Fernández. Exigió numerosos puestos en las listas de candidatos a diputados y la candidatura de su esposa, Malena Galmarini, como intendenta de Tigre, buscando desplazar a Julio Zamora. Pero, ya casi en soledad, golpeado, terminó aceptando encabezar como primer candidato a diputado en la provincia de Buenos Aires y con mucho esfuerzo ubicar a su esposa en la lista de candidatos a legisladores de Buenos Aires y hacer las paces -por lo menos para el circo electoral- con Zamora, que irá por otro mandato en Tigre. A Massa le quedaron, antes que nada, las migajas de un oportunismo tardío y golpeado cuando al Peronismo Federal no le quedaba más que el nombre y todos abandonaban el barco.
Massa pasó de ser el que “nunca se sentaría con Cristina” a participar en la misma boleta electoral.
Escribe Gastón Cruyff
El candidato a presidente por el kirchnerismo, Alberto Fernández, volvió a decir que si llega al gobierno no romperán con el FMI y seguirán pagando la deuda externa. Tiene prevista una audiencia con el representante del Fondo para el Hemisferio Occidental, Alejandro Werner, donde le dirá que va a seguir pagando la deuda, “pero no con recesión”. Una mentira total: seguir pagando significa más ajuste y recesión.
“Cuando hable con el FMI tendré una mejor noción de qué es lo que quieren. Mi objetivo es pagar. La Argentina está en default y yo quiero sacarla de ahí”, expresó Fernández, en sintonía con lo que vienen diciendo todos los voceros del ex gobierno sobre este tema: Axel Kicillof, Guillermo Nielsen, Agustín Rossi, entre otros.
Desde el Frente de Izquierda-Unidad decimos categóricamente que ninguna salida es posible si seguimos atados al FMI. Cuando Fernández dice que escuchará “qué quiere el Fondo” está mintiendo, porque sabe perfectamente que el FMI quiere más ajuste: reforma laboral, fiscal y previsional. Y el kirchnerismo en todas las instancias de diálogo con el FMI ratifica que cumplirá con esa orientación. Solo la izquierda quiere romper con el FMI y dejar de pagar la deuda.
Escribe Gabriel Massa
Emmanuel Álvarez Agis es un economista y hombre de consulta permanente de Alberto Fernández. En un reportaje del diario El Cronista, Agis explicó qué medidas piensan aplicar si llegan al gobierno. Entre otras cosas dijo: “A partir de la actual inflación del 55% anual, bajar 5% por año. Es decir, se llegaría a una inflación de un dígito en ocho años”. Para eso “tenemos que congelar la distribución del ingreso el primer año”. Eso se logra “fijando las paritarias en el 35%”, es decir, con una nueva caída de los salarios de 20%. Y fijar el aumento del gasto público también en 35%, lo que significa también un ajuste del presupuesto del Estado de 20%.
¿Pero por qué seguir con un ajuste tan brutal contra los trabajadores y el pueblo? La respuesta del economista de Alberto Fernández no podría ser más clara: “Si estás en un acuerdo con el FMI y la economía en la cuerda floja, es obvio que el crecimiento pasa a un segundo plano […]
Y sobre el mantenimiento del acuerdo con el Fondo, declaró: “No solo hay que seguir, sino que hay que transformarlo en un acuerdo de largo plazo sostenible”.
En síntesis, con Alberto y Cristina se mantendrá el acuerdo con el FMI para seguir pagando la deuda a costa de más ajuste y miseria para los trabajadores.