Editorial
Fueron dos jornadas donde millones dijeron presente. El martes 28 volvió a moverse la ola verde con una gigantesca movilización acompañando la octava presentación del proyecto por el aborto legal, seguro y gratuito. Al día siguiente, un auténtico parazo le dio un nuevo cachetazo al gobierno, mostrando la bronca del pueblo trabajador ante el ajuste y el saqueo del FMI.
Todo esto sucede mientras el gobierno de Macri sigue cuesta abajo. Busca desesperadamente que alguna consultora amiga pueda mostrar al menos una encuesta que lo favorezca. Esta semana tuvo un triunfo pírrico, logró que la Unión Cívica Radical permanezca en Cambiemos, claro que a cambio de aguantarse por televisión el cántico “Mauricio Macri LPQTP” gritado a voz en cuello en la propia convención radical. Es que, de fondo, lo que explica esto es que millones, día a día, están cada vez más convencidos de que el gobierno de Cambiemos no va más, ya que lo único que tiene para ofrecer a los trabajadores y el pueblo es más ajuste. En estos días, a costa de regalarles a los pulpos especuladores 10.000 millones de dólares de las reservas, lograron muy precariamente “tener quieto al dólar”. Pero igual siguieron subiendo los precios en las góndolas. Y ahora se viene un nuevo aumento de los combustibles que después repercutirá en todo, dándole otro mazazo al bolsillo popular.
Mientras tanto, la oposición patronal peronista está con todos los cañones apuntados al proceso electoral. El kirchnerismo, luego de que Cristina anunciara que irá de vice en una fórmula encabezada por Alberto Fernández, aparece “acelerando”, tratando de ganar el escenario con nuevas iniciativas. Ya anunció que Kicillof-Magario será la fórmula para la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Pero lo más importante del kirchnerismo es cómo va buscando mostrar un “nuevo perfil”, más “moderado” y aceptable para el establishment económico. Ya no bastan las declaraciones de los economistas y políticos kirchneristas dando garantías de que no van a romper el acuerdo con el Fondo. Ahora se agregan los del propio Alberto Fernández llamando a no pelearse con nadie, o la salida a la palestra de Guillermo Nielsen –economista muy cercano al mundo financiero local e internacional– como asesor de cabecera de Alberto, señalando que necesitaremos “ocho años más de FMI”.
Del otro lado tenemos a Alternativa Federal, que se encamina finalmente a las PASO con varios candidatos (Urtubey, Massa y Pichetto). Lavagna quedó por fuera, por ahora en otro espacio junto con el PS, Stolbizer y probablemente un sector del radicalismo. La foto de la semana fue la presencia constante, día tras día, de los distintos referentes de Alternativa Federal con Macri en visitas “de diálogo político”. Es que ellos fueron los más cercanos al macrismo en estos tres años, votándole todas las leyes que Cambiemos necesitó para hacer pasar el ajuste. Nada bueno puede salir de acá para el pueblo trabajador. Como lo han reconocido, acuerdan incluso con varios de los diez puntos de coincidencias que redactó el macrismo en consonancia con las exigencias del FMI, en particular la reforma laboral y la jubilatoria.
Todo este panorama nos dejó una postal. Solo la izquierda estuvo claramente, sin dobleces, junto a los millones que hicieron oír su voz esta semana. En la presentación del proyecto por el aborto legal, seguro y gratuito, nuestra diputada nacional Mónica Schlotthauer, una de las firmantes, denunció con claridad a Alberto Fernández que había afirmado que “no era oportuno tratarlo este año”, ya que “divide”. El Frente de Izquierda es el único bloque que unánimemente está por la aprobación del proyecto y así lo demostró también en las calles aportando a la convocatoria multitudinaria. Asimismo, el sindicalismo combativo y la izquierda fueron quienes estuvieron en las calles en la jornada del miércoles 29 denunciando al gobierno y exigiendo al mismo tiempo la continuidad con otro paro de 36 horas con movilización y plan de lucha.
La diferencia entre la izquierda y el resto de la oposición patronal se expresa en dos cuestiones. Nosotros somos los que decimos que hay que pelear ahora, no subordinando reclamos ni derechos a “los tiempos electorales”. Estamos en contra de los que nos dicen que “hay que esperar a después de las elecciones”. Por eso planteamos luchar ya contra el ajuste y que se trate y apruebe este año la legalización del aborto.
Pero también la izquierda se diferencia de la oposición patronal peronista por ser absolutamente la única que dice que una salida favorable para los trabajadores a esta crisis solo se podrá llevar adelante si se desconoce el pacto con el FMI y dejamos de pagar la deuda externa. Todos los demás levantan la falsa promesa de que será posible una renegociación “progresista con el FMI”. Desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda señalamos que renegociar con el Fondo significará más ajuste, flexibilización laboral y reventar el sistema jubilatorio. A eso nos llevan Cristina y Alberto Fernández, así como Massa, Urtubey y Pichetto. Porque van a seguir con el FMI y pagando la deuda externa. Y eso es, justamente, lo que no va más.
El martes 30 de abril la Sala 4 de la Cámara de Casación Penal resolvió confirmar la condena perpetua para Carlos Ernesto “Indio” Castillo y revocar la absolución de Juan José “Pipi” Pomares, ambos miembros de la Concentración Nacionalista Universitaria (CNU), una banda fascista que actuó bajo el amparo del gobierno peronista de Isabel en La Plata y Mar del Plata, previo y durante los primeros meses del golpe de 1976.
En el año 2017 habían sido juzgados por homicidios calificados, secuestros y allanamientos de morada. Pero Pomares había recibido el “beneficio de la duda”. Ahora, gracias a la lucha coordinada de familiares de sus víctimas y organismos de derechos humanos, en donde participó la Comisión por Memoria y Justicia de la Masacre de La Plata, la cámara exige a los jueces que reconsideren las pruebas. Es un primer triunfo de la lucha que continuará hasta enjuiciar a todos los miembros de la CNU y sus cómplices civiles y militares.
Corresponsal
Escribe Martín Fú
Fue una enorme pueblada lo que provocó la detención de los policías y la plana mayor de la comisaría, tirando por la borda los intentos de encubrimiento que se cobraron la cabeza del secretario de Seguridad del municipio, Claudio Martínez, detenido por manipular las cámaras de seguridad y borrar pruebas.
Cuatro jóvenes murieron y una pelea por su vida, otra vez por la “maldita policía”. De la manera más cruel, perseguidos, recibiendo disparos por la espalda para luego impactar y destrozar el auto donde viajaban contra un camión. Aníbal Suárez, de 22 años, Gonzalo Domínguez, de 14, Danilo Sansone y Camila López, de 13, fueron víctimas de una nueva masacre a la infancia. El intento de encubrir la masacre y hacer pasar el hecho como una respuesta policial a un llamado al 911(que nunca existió) confirma que se trató de otro caso de gatillo fácil amparado por el poder político. Esto es así y se repite porque es la misma policía que luego de matar por la espalda es recibida por el gobierno, como fue el caso de Chocobar, que fue recibido primero por la ministra Bullrich y luego por el presidente Macri, quién le dijo “estoy orgulloso que exista un policía como vos” (Perfil, 20 de octubre de 2018).
La doctrina Chocobar, responsable de que sucedan masacres como esta, es parte de una política del gobierno de represión a la juventud y a los sectores populares. La movilización popular, producto del repudio y la bronca, nos muestra el camino para derrotarla y que crímenes como el de San Miguel del Monte no queden impunes y los culpables sean castigados.
La medida convocada por la CGT fue masiva. Quedó flotando en millones de trabajadores la pregunta de cómo la seguimos. El sindicalismo combativo y la izquierda tienen una respuesta clarísima: otro paro, ahora de 36 horas con movilización, y un plan de lucha para derrotar el ajuste.
Escribe Edgardo Reynoso Cuerpo de delegados del ferrocarril Sarmiento
Otra vez la clase trabajadora dio una señal contundente de su bronca y ganas de pelear. Se trató de un auténtico parazo. Se le propinó un fuerte golpe al gobierno y su ajuste. Es que sobraban motivos para parar: salarios y jubilaciones pulverizados por la inflación, 200.000 puestos de trabajo perdidos, una pobreza que crece a pasos agigantados, los tarifazos y un largo etcétera.
El gobierno de Cambiemos intentó responder con argumentos ridículos. Patricia Bullrich dijo que “estamos hartos de los paros”. Le respondemos a la ministra de todo lo que nosotros estamos hartos: de las subas de artículos de primera necesidad dos veces por mes, de las bicicletas financieras al servicio de las superganancias de los bancos. Difícilmente algún trabajador se solidarice con el hartazgo de la Bullrich.
Muchos periodistas de medios afines al gobierno lanzaron la pregunta de si el paro “sirve para algo”. Acá somos contundentes, por supuesto que sí. Es la principal herramienta que tenemos los trabajadores para enfrentar el ajuste. Es lo que permite mostrar la fuerza de conjunto de la clase trabajadora, uniendo y dándole una cierta coordinación a las muchas luchas que, de otra forma, se terminan dando en forma aislada. La contundencia de cada uno de los paros generales demuestra que, incluso más allá de las direcciones convocantes, se puede derrotar el ajuste. Si los cuatro paros generales anteriores no lograron torcer el ritmo y la dirección del ajuste del gobierno de Macri, no se debió al método de lucha, sino al rol traidor de las direcciones, en particular de la cúpula de la CGT. Fueron ellos los que, durante los tres años y medio que lleva el gobierno de Cambiemos, le fueron dando tregua tras tregua. Ellos, junto con la oposición patronal peronista que, por medio de sus diputados y senadores, les garantizaron al gobierno con su voto las leyes que necesitaba para hacer pasar el ajuste, tal el caso del pago a los fondos buitres, la rebaja jubilatoria votada a fines de 2017, o el presupuesto hecho a medida del FMI en octubre de 2018. La propia burocracia sindical y las distintas variantes del peronismo son los culpables, entonces, de que Macri haya llegado hasta acá con el conjunto del ajuste.
Este paro, llamado a regañadientes por la dirección de la CGT, después de una larguísima tregua desde septiembre pasado, que incluyó frases del tipo “no vemos motivos para realizar un paro”, una vez convocado fue acatado masivamente por los trabajadores. Millones pararon“a pesar” de sus directivas burocráticas y sin ninguna confianza en ellas. Lo que primó fueron la bronca y las ganas de golpear al gobierno y mostrar la oposición al ajuste. Lamentablemente, en las conferencias de prensa de balance del paro, Daer y Acuña no hicieron el más mínimo comentario de cómo hay que seguir la lucha contra el ajuste. Moyano y la Corriente Federal, por su parte, le dieron a la suya un tono electoral con la presencia en la mesa del intendente de Merlo Gustavo Menéndez. Nada de plantear algún tipo de continuidad en la lucha contra el ajuste. Todo enfocado para votar al peronismo contra Macri en octubre. Es que cada uno de los distintos burócratas apunta ahora a ver cómo se acomoda dentro de las distintas variantes del peronismo de cara a las elecciones.
Tal como dijimos en los paros generales anteriores, desde el sindicalismo combativo y la izquierda afirmamos que el paro sirvió para pegarle al gobierno, para mostrar las ganas de pelear, para reafirmar la bronca. Pero es necesario que se le de continuidad para lograr romper la tregua que, una y otra vez, vuelven a imponer las distintas conducciones burocráticas. Tenemos que realizar asambleas ahí donde sea posible y sacar pronunciamientos de los cuerpos de delegados. Para arrancarle a la conducción de la CGT y de las CTA que hay que seguir la pelea con otro paro, ahora de 36 horas y con movilización, y lanzar un plan de lucha para derrotar el ajuste. Porque para pelear contra el ajuste no podemos depositar expectativas en estos dirigentes sindicales y en sus partidos patronales. Al programa del ajuste los trabajadores le tienen que oponer su propio programa, obrero y popular, ese es el que propone la izquierda.
Escribe Edgardo Reynoso Cuerpo de delegados del ferrocarril Sarmiento
El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne agitó un supuesto “estudio”, según el cual con la jornada de paro el país habría perdido 45.400 millones de pesos. El mismo dato resultó repetido durante toda la jornada por el ministro de Industria Dante Sica.
La afirmación es absolutamente falsa, mentirosa y tendenciosa. Porque lo único que hace es sumar la supuesta “facturación” de diferentes sectores económicos en un día y calcular que el día del paro no se vendió nada. ¡Como si todo eso fuera “riqueza” que fuera a manos del pueblo trabajador! En todo caso se trata de cuánto perdieron las patronales. Nada de ese monto va al bolsillo de los trabajadores, ni mucho menos se invierte en salud o educación.
Pero el dato también es tendencioso porque el gobierno derrama lágrimas de cocodrilo por la supuesta “riqueza que se pierde”, pero no se preocupa en lo más mínimo por lo que se pierde de verdad todos los días cuando una máquina de cada dos está paralizada, ocasionando miles de despidos, o por los 2.500 millones de dólares que se van por mes en fuga de capitales, o el millón de pesos por minuto que el gobierno regala a los pulpos acreedores en concepto de pago de intereses de deuda externa.